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Konohagakure: The lost Empire por Cecy Midnight

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Notas del fanfic:

Hola chicos y chicas. Al parecer llevaba desde 2018 que tenia abandonada esta historia, pero en verdad me encantaria continuarla.

Como algunos se habrán dado cuenta borre los capítulos que llevaba porque voy a ir modificandolos y actualizando. Quiero intentar mejorar mi redacción para que su lectura sea más disfrutable :) Quizás hayan muchas faltas de ortografía que espero ir corrigiendo.

Para aquellos que son nuevos leyendo la historia, realmente espero que la disfruten. La historia esta basada en la película de Disney "Alantis: El imperio perdido", pero créanme que no sera copia fiel de la película. Eso seria demasiado fácil jaja.

Quiero hacer algo nuevo con esta historia que en verdad espero que sea de su agrado.

Como ya pudieron ver, esto sera un Sasunaru y un Itadei.

Pos favor, si les gusta, díganmelo. Sus comentarios son los que siempre me impulsan a seguir escribiendo, y cuando no lo hacen realmente creo que no les esta gustando :( Solo les pido, como siempre, que no sean duros ni ofensivos.

¡Disfruten la actualización de esta historia!

Notas del capitulo:

¡Disfruten la actualización de este capitulo! !Si les gusta haganmelo saber! !Tengan lindo día!

Capítulo 1

Un pasado ahogado en el tiempo.

1/2

"… en un solo día de mala suerte,

la isla de Konohagakure desapareció

en las profundidades del mar."

– Plato, 360 a.C.

Si tan solo hubiera sido mala suerte…

Si tan solo hubiera sido… causa de la mala fortuna que toco a sus puertas. Un infortunio, un acto vil de la naturaleza…

Si tan solo…

Pero no.

No. Claro que no.

Conocían la respuesta, aun cuando fuesen lo demasiado cobardes como para admitírselo a sí mismos.

Oculta entre los rincones más profundos de su psique, una verdad latente.

Una verdad que, de haber sabido y poder volver atrás, hubieran clamado incluso a los 4 vientos.

Pero ya era tarde.

Tarde para aquellos con mentes corrompidas y perturbadas; responsables de dolor y pena ajena. Y tarde también para aquellos inocentes que padecieron por sus caprichos.

Quien habría podido predecir que sus ambiciones serian las responsables de la tragedia que se desencadenaría aquel día. Que la penitencia los encontraría tarde que temprano, sin juicio ni absolución y que condenarían a Konoha, sumiéndola en una profunda y eterna obscuridad.

– ¡Idiota! ¡Nos destruiste a todos! ¡Baka!

Claro, cuando cunde el pánico, echarle la culpa a cualquiera resulta demasiado fácil, por no decir tentador. Pero, a decir verdad, estaba en lo correcto. Sí era su culpa. De él, el de la izquierda, la mujer a la derecha, el joven de enfrente, el viejo de atrás. Todos tenían la culpa.

Cada uno de ellos había traído la destrucción sobre sí.

–¡La ola está creciendo! ¡Debemos advertirle a Konoha!

Una armada se levantaba frente a lo que sería la ola más grande que jamás haya existido.

El "Fin" acercándose, enmascarado por un cuerpo brutal de agua que te mandaría al otro mundo de un solo golpe si cayese sobre ti. Un "Fin" que te mataría rápidamente si fuese complaciente, y uno que te torturaría hasta el último segundo de ser lo contrario. ¿Qué preferirías? ¿Un golpe que en menos de un parpadeo termine misericordiosamente tu vida? ¿O una muerte lenta, sintiendo como el agua penetra tus fosas nasales, rasgando y quemando tu garganta a medida que se filtra por tus pulmones, como si de ácido se tratase?

Imagina el ardor en tu pecho. Tus uñas arrancando piel a medida que recorren camino por tu cara, rasgando el cuello hasta llegar al pecho, donde clavas y estrujas con desesperación con el único propósito de abrirlo para despojarte de aquella agonía.

–¡Demasiado tarde!

Los gritos le siguieron y luego… nada.

Supongo que es una fortuna que el "Fin" haya sido complaciente. Un golpe, brutal, pero certero.

Es una pena que hayan sabido exactamente que los golpeo.

Otra ola, una más pequeña y de plata salió disparada antes de que el agua pudiese tragarlos a ellos también. Un grupo de guerreros volando a toda velocidad sobre sus máquinas. El resplandor del frío metal desapareció tan pronto negras y estruendosas nubes se posaron sobre sus cabezas, borrando todo rastro de luz del cielo

–¡Es inútil! ¡Konohagakure no sobrevivirá! ¡Las aldeas aliadas han sido arrasadas por las aguas! ¡Konoha no será diferente! –gritó en pánico un chico montado sobre un tiburón metálico, dirigiéndose al hombre frente a él.

Un paliacate obscuro cubría su cabeza, aun así, eran distinguibles las cicatrices que se colaban por debajo de la tela, desvaneciéndose al llegar a la nuca. Su frente estaba cubierta con una banda desgastada. La placa ligeramente abollada y cubierta con algunos rasguños. En su centro, tenía tallada el singular símbolo de una hoja.

–Si piensas darte por vencido, adelante. Pero no permitiré que tu cobardía manche el nombre de nuestros camaradas caídos. Todos ellos dieron sus vidas por proteger nuestro hogar. Que desees renunciar ahora solo te hace un maldito cobarde que no merece morir entre nuestras filas. Si es nuestra hora, entonces moriremos como debe ser. Así que déjame advertirte algo muchacho –el hombre giro la cabeza, mostrando un rostro cubierto con cicatrices. Ojos tan fríos y negros como el carbón se clavaron en los del contrario, haciéndolo estremecer. –Yo no permito que nadie en mis filas muera como un cobarde.

El joven trago duro, apretando ojos y puños con fuerza tratando desesperado de contener su frustración y las lágrimas que amenazaban con escapar. Su rostro mostraba lo joven que era y sus ojos, lo mucho que le faltaba por vivir.

–¡Pero Ibiki! ¡¿Por qué?!

Cejas se enarcaron sobre aquellos ojos negros. El ceño fruncido en una mirada gélida y determinante.

–Veo que lo has olvidado. –susurro. El menor lo miro sin comprender. –Hicimos el juramento de proteger nuestro hogar a toda costa. Si nuestras vidas es el precio que pagar, ¡que así sea! ¡No lo olviden! ¡un verdadero shinobi le sonríe a la muerte!

El joven lo miro impactado, y tras unos segundos agacho la mirada, cerrando los ojos y esbozando una sonrisa triste de medio lado, mientras una sola lagrima rodaba por su mejilla.

Un bufido lamentoso escapo de sus labios.

-De cualquier forma, nunca tuve expectativas de una vida larga.

El grupo miro al joven, de manera lamentable. Pero no existían palabras que negaran la trágica verdad de sus palabras.

Optando por ignorar el comentario, los guerreros continuaron su rumbo hasta llegar a la frontera de Konoha. La ciudad era inundada con el estruendoso sonido de las alarmas. El pánico cubría las calles, mientras luces rojas danzaban de un lado a otro a la par de los gritos de su gente.

Desde el cielo, era como ver cientos de insectos escurrirse entre agujeros. La vista era repugnante. Un escalofrío estremeció al hombre marcado, al ver como la ciudad luchaba desesperada por salvaguardarse del terrible "Fin" que se aproximaba.

Y hablando de insectos…

A la distancia observó como un gigantesco escarabajo dorado se le acercaba, sus enormes alas blandiéndose de arriba a abajo a increíble velocidad. Sin perder tiempo tomo camino hacia la criatura.

–¡Shibi! ¡¿Qué informes tienes de nuestros aliados?!

Montado sobre el escarabajo había un hombre de pelo castaño puntiagudo con bigote y lentes negros. Al abrir sus labios, una voz profunda y quebrada se hizo presente.

–Intentamos evacuar a la mayor cantidad de aldeas vecinas, pero la ola se llevó a muchas de ellas antes de que pudiésemos llegar. La ola… viene de todas direcciones… ¡Estamos rodeados! –solto en agonía. Pero no cualquier agonía. Una agonía profunda y emocional. El aire escapó fuertemente de sus pulmones ante el arrebato. En su rostro se notaba la incredulidad. El pobre hombre no terminaba de creer en sus propias palabras ni las imágenes que su mente repetía una y otra vez. El agua arrasando con hogares y gente inocente siendo tragada por un profundo olvido. Ante tales memorias de tan solo minutos atrás, solo le quedaron fuerzas para mover su cabeza en negación e incredulidad –Ibiki… Si las cosas marchan con su mismo curso… no habrá escapatoria… Sera… el fin de Konoha…

Ibiki apretó los puños con tal fuerza que incluso podía escucharse el crujir de los huesos. La desesperación y frustración amenazando con flaquear su postura.

–¡Algo anda mal! ¡No sabemos de dónde diablos salió esa ola y el cristal no ha hecho nada aun para protegernos! ¡Shibi! ¡¿Qué ha pasado abajo?! ¡El cristal ya debería haber tomado al portador para protegernos! ¡¿Porque no ha hecho nada aun?!

Antes de que el hombre pudiera gritar una respuesta, un horrible estruendo azoto de la tierra, y el rugido de una monstruo asaltó sus oídos.

Miro hacia abajo con rapidez e inmediato sus ojos se ensancharon en completo horror al ver tal escena.

–Por todos los dioses…

Cientos de gritos le prosiguieron.

–"...Es cierto..."

–"Todo… se acabó..."

"… El Fin… está aquí…"


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