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Notas del fanfic:

Este fanfic tambien fue publiado en la cuenta ValeriaTej de Wattpad.

Notas del capitulo:

Disclaimer: Los personajes, imágenes; así como la música y letras (líricas) usados en esta historia no son de mi propiedad intelectual, son propiedad de sus creadores originales. En el caso de las personas mencionadas en este escrito no me pertenecen, se hace uso de sus nombres sin su consentimiento oficial.


Solo hago empleo de ellos para el desarrollo de esta historia -la cual es de mí autoría- para entretenimiento, sin fines de lucro y no pretendo ofenderlas.

Do Kyungsoo & Kim Jongin


~Under Pressure/Ima Made Nando Mo~


 


La cálida y suave espuma de su andrajoso colchón lo recibe gustoso después de un pesado día de trabajo. Las puntas aun húmedas de su cabello empapan la tela de su almohada, le hubiera gustado secarlo como Dios manda, pero el solo hecho de llevar las manos sobre su cabeza le envía agudos aguijoneos a sus cansados hombros; así que prefiere evitar la fatiga.


Desde muy temprano en la mañana, después de haberse asegurado que cerro las llaves de gas, luego de apagar las luces del pórtico y revisar que lleva todo lo necesario en su mochila, está preparado para enfrentar otro día en el ajetreado mundo laboral. Solo ha puesto un pie fuera de casa y ya se está repitiendo la cantaleta diaria: Diez horas, diez horas más Kyungsoo; y podrás estar de regreso en la comodidad de tu casa.


Patalea buscando tapar sus piernas desnudas entre los pliegues de su esponjoso edredón, llegando a la conclusión de que hoy simplemente ha sido un largo día, tanto que aún lo resiente en la parte baja de la espalda y desea con todas sus fuerzas dejar de sentir ese entumecimiento en las rodillas.


"Realmente hoy fue un largo día—se repite entre bostezos.


No obstante, y aun cuando una pequeñísima parte de él no quiera admitirlo, al final del día siente que todo, absolutamente todo, ha valido la pena. El Kyungsoo del pasado posiblemente aún no lo sabe; en cambio, él sí. En medio de la oscuridad de su habitación, rodeado del fresco aroma a moras de su jabón de baño y con la silenciosa noche devolviéndole siquiera un poco del sosiego que el día le quito; se da el lujo de recordar –con risas y no con suspiros– su peculiar jornada de trabajo.


~O~


Las miradas que siente sobre la espalda le dejan un incómodo cosquilleo que nace en su nuca y bajan a lo largo de su columna como si un largo ciempiés se arrastrara por su espalda dejando a su paso cientos de escalofríos.


La sola idea de una escolopendra arrastrándose por su piel lo asquea en el segundo que la imagen se forma en su cabeza y aun cuando intenta enterrar esa asquerosa analogía en lo profundo de su mente, esta no se va. Al igual que no se apartan de él todos esos ojos que miran, que lo calan; pareciendo que quisieran escanear cada centímetro de su corta anatomía. No dan tregua, lo hacen sentir que tiene comida entre los dientes. En cuanto a los fisgones más osados, atraviesan su ropa y lo hacen sentir tan expuesto como si estuviera desnudo.


Kyungsoo no los culpa, no es como si el mismo no lo hubiera hecho antes; no podría olvidar la primera vez que vio a su extraño amigo y compañero de piso pasear por la calle cerca de diez perros sujetos solo de las trabillas de su cinturón. Lo miro de la forma que lo haría si estuviera viendo a una criatura de babosa piel verde a la que le crece una segunda cabeza, y sin meditar que estaba rodeado de padres llevando a sus hijos al colegio, le grito en plena zona escolar:


"¿Qué diablos te pasa?—exclamo con un chillido latoso—No salgas a la calle con tus arneses sadomasoquistas"—y como un rayo el recuerdo del día que tuvo el infortunio de comprobar que a Baekhyun le iba el rollo masoquista atraviesa su mente. Tuvo ganas de vaciarse lejía en el cerebro para borrar lo que vio.


La escenita que monto en público solo sirvió para tres cosas. Primero, que se ganara la profunda mueca reprochadora de las madres de esos niños, como si con lo que los infantes acababan de oír se fueran a convertir en satanistas o en depravados libertinos. Segundo, dos certeros golpes de las engañosas manos de princesa de Baek, que hicieron sonar su cabeza como bongo. Y tercero, se ganó un trabajo de paseador de perros para que se le quitara lo hablador.


Sabe que a estas alturas llorar sobre la leche derramada ya no tiene ningún sentido, no obstante, eso no evita que ahora se arrepiente de haber exagerado y haberle hecho ese teatrito a su hyung.


"Si Baek se gana la vida de esta manera, yo no tenía porque juzgarlo—hace una mueca mientras ve a la gente desviar la mirada cuando los amplios ojos de Kyungsoo se entrecierran en una línea y sus cejas se fruncen, mientras trata de discernir si lo que las personas están mirando es a él o solo es su imaginación—Ya que—se repite de nuevo—ya no tiene sentido lamentarse"


Apenas lleva veinte minutos de caminata cuando el bochorno de medio día dibuja sobre la delgada playera que usa una oscura mancha de transpiración, la calidez lo regresa a la realidad y se concentra en el presente. Se seca el pegajoso sudor que baja por sus sienes antes de que se pierda por entre las expuestas raíces de su cabello corto, e ignora el meticuloso repaso que le hacen los curiosos ojos de los peatones. Da gracias que el paso de los días ayude a que cada vez sea más sencillo ignorarlos ¿Es que nunca habían visto antes a alguien pasear perros?


Aun con eso, este se siente como si fuera un gran día para sacar a los perros de paseo. Se llena los pulmones con un largo trago de aire fresco y se deleita con la limpia holgura cerúlea, solo rota por una cuantas mullidas nueves en la cúpula celeste sobre su cabeza. Definitivamente hoy es un buen día para estar fuera, y es probable que el peso extra que varios billetes de diez mil wons le dan a su billetera ayuden a hacer más brillante el día y más puro el aire de la metrópoli.


El trote de Jakda –la hiperactiva chihuahua temblona de su vecina de seis años– trata de llamar a toda costa la atención de su cuidador dando un jalón a la correa de su collar; sentándose caprichosamente en el lugar en el que esta, cansada de seguir las largas zancadas de los demás canes.


Dos pasos después, Kyungsoo manotea desesperado, buscando sostenerse de la pared y no aterrizar de cara en el piso seguido de cuatro chuchos. Sus piernas enredadas en las cintas de los perros lo hacen consiente de las correas alrededor de sus caderas y como estas abrazan sus muslos.


"No papalotees mientras los paseas; cada uno de ellos necesita que le prestes atención y tienes que estar pendiente si necesitan de algo, como comida, agua o descanso. Así que cero viajes a la luna"—la inusualmente seria voz de Baek se abre paso atreves de su mente y le da un coscorrón psicológico.


Saca un poco de paciencia del arcón donde la tiene guardada y contando hasta diez, desenreda la bola de hilados a la que quedaron reducidas las correas.


"Es muy importante que no dejes que se enreden con las correas, es incómodo, te estresaras y les darás la idea a los perros de que pueden desobedecer. No es para nada agradable, créeme"—resopla guardándose un refunfuño porque con eso no ganara nada.


Toma a la diminuta chihuahua entre sus brazos, esperando que los demás no lo interpreten como una actitud de favoritismo; abraza a Jakda contra su pecho, aguantándose las ganas de acomodar la tela sobre la entrepierna estando en plena vía pública.


Pero mira nada mas, quien lo viera, ahora el también sale a la calle con cueros de bondage, ¿Quién se cree, Hyuna en Roll deep?


 


Pasando por alto el incidente con los cintos, puede considerar este paseo como todo un éxito. Definitivamente debe dar una recompensa a esos cuatro pequeños. Antes de llevarlos a casa, quizás jueguen un poco a la pelota y comerán esas crujientes galletas de avena que Baekhyun hizo para todos, incluso para el humano.


Haciéndoles frente a los pequeños que no llegan al medio metro, uno a uno se ven liberados de sus corras. Los oscuros caniches de color chocolate corren en el segundo que se sienten libres. Olfatean la tierra bajo ellos y en cuanto están cerca de otros canes se lanzan a olisquearse entre ellos y juguetear. Monggu y Jjanggun movían los rabos visiblemente contentos, ávidos de estar con otros perros.


Cobijados bajo la sombra de un arce joven, Kyung y sus cuatro acompañantes se disponen a comer. Al fin podría liberarse de ese incomodo arnés y estirarse sobre el pasto. Por Dios, el nylon no da tregua y ni un segundo permite respirar a su piel. Bendito sea el día que eligió ese maldito instrumento de tortura solo porque se parecía al equipo de maniobras para matar titanes. Se promete que no tiene que pasar de hoy mismo para comprarse una de esas cómodas correas bifurcadas.


El humano esta exhausto, al contrario de Jjanggun que al parecer le basta y sobra vitalidad, a Kyungsoo se le hace increíble que dentro de un perro tan pequeño se encierre tanta energía. Este solo toma un segundo para sentarse y al siguiente se encuentra rodando por la hierba y correteando tras las hojas que son arrastradas por el viento.


Monggu –el mayor de los cuatro– lame las puntas de los dedos de Kyungsoo, diciéndole a su manera que quiere agua; la verdad es que Soo también necesita un poco de ella, tiene la garganta tan seca que ya ni siquiera tiene saliva para humedecerse los labios.


—Vengan niños, vamos a comer—aun con el cansancio asentándose en sus músculos, se levanta antes que Jakda y Jjangah se le tiren sobre el pecho, con lo mimadas que son no se las sacara de encima hasta que les alise todo el pelaje.


Solo les tomo diez minutos acabar con el copioso almuerzo que a su hyung le costó hacer en más de una hora y en más de un intento. Con los estómagos llenos de zumo de manzana y galletas de avena, el letargo no tardo en llegar; no solo en el cansado cuerpo del humano sino también en los siempre enérgicos canes.


Con la excusa de usar la caminata de regreso a casa para bajar lo que comieron, reúne a los tres esponjosos caniches y a la lacia chihuahua castaña entorno a su regazo y los mima hasta que es solo un espasmo casual el que irrumpe en su sueño, pero al siguiente segundo vuelven a acurrucarse contra sus muslos o su vientre para volver a dormitar.


Es el instante en el que acaricia las lanudas orejas de Monggu en el que siente que todo vale la pena, imagina que así debe sentirse un padre primerizo que mira dormir a su inquieto bebe después de la faena que represento dormirlo.


Antes de que todo se vuelva oscuro y caiga rendido al sueño; arañando unos segundos de lucidez, lo aprovecha para apenas tocar con la yema de los dedos la placa que cuelga del collar de Monggu. Con los ojos pesados de sueño, lee Kim Jongin en la fría chapa de metal; esperando que eso sea un señuelo suficiente para atraer al atractivo moreno a sus sueños. Sonríe aún sin darse cuenta que ya está dormido.


 


Si bien las constantes vibraciones en su muslo son agradables, el ahora molesto tono que Baek se eligió le taladra los oídos como si tuviera resaca. Odia cuando lo despiertan de esa manera, siente que a la fuerza le están arrancando el sueño del cuerpo. A manotazos encuentra su celular en el angosto bolsillo de su pantalón y el anuncio de catorce llamadas perdidas le hiela la sangra más que el cortante viento fresco de Seúl por la tarde. Los secos e hinchados ojos de Kyungsoo se amplían al ver que su inofensiva siesta de veinte minutos se convirtió en una de casi dos horas.


Un amplio bostezo que se dispone a tragarse todo a su paso se corta a la mitad cuando la irritante voz de Baek, no desde el teléfono sino a dos metros frente a él, lo termina de sacar de su somnolencia. Traga con la garganta repentinamente seca al ver el auténtico disgusto desfigurando el habitual rostro sonriente del su joven hyung.


—¿Por qué maldita sea no contestas mis llamadas? ¿Para qué tienes ese maldito celular si no lo respondes, enano de pacotilla?—del Beagle juguetón que conoce, no queda mucho. Se encoje bajo la oscura mirada de Baekhyun sintiéndose igual de intimidado que cuando fue reprendido por romper el jarrón favorito de su madre.


No sabe quién da más miedo; su mamá con cara de estatua o Baekhyun regañándolo con los brazos en jarras, mirándolo como si quisiera explotarle la cabeza. Definitivamente Byun le da más miedo aun cuando lleva una camiseta estampada con un rilakkuma haciendo un puchero.


—Sabes lo preocupado que estaba; creí que te había pasado algo...—la expresión furibunda del mayor cae en el momento en que una rayo de ternura cuartea la careta enojada que porta, talvez cuando recuerda el incidente por el que tuvo que pasar su dongsaeng hace unas semanas.


"¿No fui claro cuando te dije que teníamos que entregar a los cachorros a las dos?—con los pequeños escombros que le quedan de seriedad rehace su postura de jefe.


—Lo siento, es que me...—es hasta el segundo intento en que su voz ronca por el sopor del sueño le permite hablar. Sabe que no es momento para excusas, sin embargo, siente las imperiosas ganas de hacerlo, como si con eso realmente consiguiera llegar temprano después del paseo.


—Bueno, eso ya no importa. Todos están bien. Ahora vamos a llevar a estos niños a casa—en una sonrisa de labios apretados se guarda un suspiro. Toma las olvidadas correas desperdigadas por el pasto y reúne a los perros. Se guarda el resto del regaño, porque aun sabiendo lo despistado que es Kyungsoo lo dejo al cuidado de perros ajenos, parte de la culpa también es suya—Vamos, tal vez si tienes suerte nos encontremos con el guapo papá de estos tres...—


—Sí, claro; como digas—farfulla tratando de sonar indiferente y haciéndose el loco frente a Baek. Ni que fuera ver a Jongin su razón para pasear perros.


Con la espalda engarrotada por dormir contra la rugosa corteza del árbol a duras penas logra ponerse de pie en cuatro movimientos. Aun con los resquicios del sueño inundando su sistema, intenta a manotazos sacudirse el polvo de las perneras del pantalón.


Con los ojos hinchados y con la mirada borrosa, pobremente puede distinguir la figura del corpulento Pahl, el rollizo perro que Baekhyun pasea por las tardes, y que ahora corretea por la hierba.


Rebusca entre los cierres de su mochila sus lentes, sintiéndose de pronto algunos puntos más miope que cuando se fue a dormir. Los cristales tras la gruesa pasta de sus lentes le devuelven la claridad, pero poco a poco con esa claridad viene consigo un desasosegante vacío en su estómago.


Se queda ahí, en su lugar, firme como si tuviera una escoba pegada a la espalda y mudo como una estatua. Cuanta una vez y después de eso lo hace cinco veces más. Y aun cuando sabe que es imposible hacer aparecer esa mota de pelo con solo contar, cuenta una vez más: uno, Monggu; dos, Jjanggun; tres, Jakda; cuatro, Pahl; cinco... No hay cinco, porque no hay cinco perros ahí con ellos.


—Kyung, Kyungsoo; ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? Te quedaste callado de pronto...


Pahl, el robusto chow chow de pelaje color chocolate, parece crecer frente a él y cree que en cualquier momento puede aplastarlo. Se siente diminuto bajo la mirada bonachona del esponjoso perro.


—Kyung, enano ¿Estas con nosotros?— el sincero tono preocupado de Baekhyun lo hace sentir profundamente culpable y teniendo en cuanta lo que está apunto de decir, esta culpa no hace más que acrecentarse.


—Perdí a uno de los perros—el aire se le atora en la garganta y jadea asustado. No puede estarle dando un ataque de pánico, no ahora que necesita mantener la cabeza fría—Maldita sea, uno de los niños no está—el aire se le acaba con esas pocas palabras, se sofoca y los puntos brillantes se mueven tras sus parpados.


—Claro que no, debe de estar por aquí—Baekhyun trata de reducir un poco el impacto de esta situación, en vista que todo esto puede ser uno de esos ataques que a Kyung le da cada cierto tiempo.


El menor de los Do es tranquilo la mayor parte del tiempo, reservado con los extraños y bromista con sus personas de confianza; es bueno cocinando y muy hacendoso en casa, pero también es una total reina del drama cuando se lo propone. Y no es que no le crea a su bajo amigo de ojos saltones, solo que en ocasiones como estas se toma la libertad de restarle algo de importancia al asunto.


Kyungsoo tiene un largo historial de anécdotas parecidas a esta. Su dongsaeng es un exagerado. Jjangah –la blanca poodle que falta– debe estar escondida. Sin embargo, quince minutos después ella no aparece; por más que ellos gritan su nombre y silban varias veces llamándola, ella no da señales de vida.


Los demás perros, visiblemente aburridos dan unos pocos ladridos aquí y allá, como si trataran de ayudar a encontrar a su fugitiva compañera. La culpa carcome la confianza de Baekhyun, ahora entiende que la preocupación de su amigo es más real de lo que él creía, y que el chico que con cada segundo se hace más pálido por la ansiedad debe de estar a punto de colapso.


—Iré a buscarla, lleva a los perros a casa, yo te alcanzo luego—ordena con voz firme con los despojos que le queda de liderazgo.


—No, yo iré solo... t-tú lo dijiste, no puede ir lejos—se traga sus miedos y se repite que si su hyung lo dice debe ser cierto; realmente espera que sea cierto—Baek, en lo que busco Jjangah, quédate con los demás; no puedo perder a otro hoy.


Baekhyun se marcha renuentemente, con el corazón hecho un puño dentro de su pecho y el espíritu a punto de romperse; no obstante, no cree que sea ni la mitad de lo que debe de estar sintiendo su amigo, al que le acaba de dar la espalda para irse.


Kyungsoo espera que su amigo y los perros sigan su impasible marcha por el delgado sendero que se dibuja en la tierra seca desprovista de pasto; espera a que desaparezcan de su campo de visión para que la conmoción se haga presente, no quiere terminar de derrumbarse frente al mayor. No quiere que su hyung lo vea así. Le toma cerca de cinco minutos a duras penas conseguir tranquilizarse.


Su vista barre todo el parque intentando ver entre las vastas manchas verdes si entre ellas se encuentra algún inquieto punto blanco, pero no.


"Como le voy a decir al guapo dueño de esos tres poodles que perdí a uno de sus amados bebes... Como voy a poder verle la cara a mis demás clientes –que de paso son mis amigos– después de esto—se regaña.


"Enserio esta es la única manera que encontro el universo para permitirme hablar con Jongin—se guarda un agudo grito interno—La única vez que tendré un charla con él es solo antes de que me retire la palabra para siempre.


"ARGGGGG, por todos los malditos Diablos...Yo no puedo decirle, no esto... no nada. Nunca lo ha saludado de frente y mucho menos le he hablado estando yo solo. Yo no puedo decirle esto...


—Jongin... emmm, Señor Kim... Jongin, le tengo una noticia buena y otra mala. La mala es que perdí a uno de sus perros. La buena es que solo perdí a uno de ellos—Simplemente yo no puedo decirle eso.


Se mantiene prudentemente alejado de la zona de juegos después de que espanto a algunas mamás que desde lejos vigilaban a sus hijos jugar. Las puso en modo alerta cuando ya es esta la tercera vez en que lo ven merodeando tan cerca de donde retozan sus niños, merodeando con los ojos velados en desesperación y expresión de lunático.


Mejor ni se acerca. No se verá bien que se acerque a ellas y les pregunte si han visto al perro que perdió y mucho menos que le pregunte a los niños, qué tal que creen que es un roba chicos. A estas alturas no se quiere echar al saco los problemas que le pueden acarrear el acerarse a esas mamás osas. No quiere tentar a su suerte; en los días así, las desgracias no vienen solas.


"Después de esto, Jongin no querrá verme—Kyungsoo intenta, claro que intenta mantener la mente la mente en blanco, con la única intención de concentrarse en la búsqueda. Lo malo es que su conciencia no lo deja—Estupido Kyungsoo, solo tenías un trabajo, UNO, y lo echaste a perder...Ya hasta me había hecho a la idea que Jongin estaba fuera de mi liga y que es alguien inalcanzable a mis posibilidades, por el contrario, eso no quiere decir que no pudiéramos ser amigos.


"Maldita sea, ¿Qué clase de amigo deja perder los bebes de su futuro amigo? Sus bebes...Esta era mi oportunidad para que fueran nuestros bebes... ¿Qué clase de padre –postizo– pierde a su hijo?


"Yo solo quería una cita, no mucho. Tal vez salir a tomar café o comprobar si Jongin realmente tiene ese el amor por el pollo frito del que todos hablan; estoy más que dispuesto a pagar por todo el pollo que el deseara... O tal vez solo tener una simple cita en el parque, ambos paseando a los perros—se siente como una basura cuando termina de pensar esa última frase.


No sabe si es el hueco en su estómago que está más que deseoso de llenar con comida o el hambre que hace sonar sus tripas, lo que lo lleva a ajustar el cinturón de sus pantalones, como si repentinamente sintiera que ha perdido algunos kilos de encima y tuviera miedo que la pesada tela de mezclilla de repente caiga al piso con un ruido sordo.


De un jalón se ajusta el cinturón, quedando dos ojales más a la derecha de lo que lo tenía antes. Ahora se siente con cuatro centímetros menos de cintura y menos espacio para llenarse con aire. Una larga hebra oscura de nylon deshilachado colgando de uno de los arillos de su pantalón le vuelve a plantar los pies en le tierra.


Encuentra un pedazo raído de la mordisqueada correa de Jjangah bajo el oscuro puentecillo cerca del improvisado diamante de béisbol a la entrada del parque. Recuerda que mientras paseaban, los cachorros se detuvieron ahí a olisquear descubriendo el olor de otros perros. Después de ver los hoyos que las patitas de la poodle escarbaron cerca de donde comieron, esta es la única pista que tiene.


"Yo solo quería un empleo... Le hubiera hecho caso a mi madre cuando dijo que tenía que ser muy cauto con los perros... Si yo ni siquiera pude cuidar solo de Angus y Tía, y eso que eso eran unos pequeños guppy, menos podría cuidar de cuatro perros que ni míos son. Yo solo había tenido a un perro en mi larga vida y fue una pena que nos dejara siendo tan joven.


"La cosa es que yo no estoy hecho para cuidar perros—se demerita totalmente—No los entiendo y menos a sus dueños—su mente encuentra un débil punto de fuga y se cuela por el— Es simple, yo no soy una persona de perros; no entiendo porque sus amos deciden vestirlos, aun cuando ellos ya cuentan con esa capa de bello que los viste; tampoco entiendo esa necesidad que sienten por darles besos o el que les hablen como si fueran bebes... No lo entiendo, pero no por eso le haría daño a un perro... o a su dueño.


"Yo solo quiero entender...


El señor Jung, dueño de su local de renta de bicicletas, intenta en más de una ocasión hacer contacto visual con la temblorosa figura que ha visto husmear por los alrededores la última media hora. Él observa al chico fingir que solo ha pasado por ahí lo necesario y después de tomar el valor necesario, lo ve entrar a su tienda.


—JoonSu-ssi ¿Habrá visto a algún perro por aquí?—pregunta sin titubear, con la careta de seriedad bien puesta.


—No, ¿Por qué? ¿Qué pasa? ¿Se perdió alguno de los cachorros?—Kyungsoo está a punto de perder los estribos, ¿Quién le dijo?


—No, no es eso...—respira profundamente y deja de pensar que todo el mundo sabe lo que realmente está pasando—Es solo que Baek me pidió que repartiera algunas de nuestras tarjetas para promocionar el negocio—se siente orgullosos de sí mismo por idear una mentira como esa en segundos.


Su farsa le deja un mal sabor de boca al engañar en plena cara al adorable anciano. El señor Jung en más de una ocasión le ha ayudado con los perros cuando él ha tenido que hacer alguna escala técnica o cuando simplemente ha tenido que reacomodar las correas de paseo.


En este momento una parte de él se da el lujo de sentirse mal al respecto aun cuando Kyungsoo se encuentra tan distraído que no se da cuenta que está funcionando en piloto automático. La mentira se teje de manera tan sencilla y con tanta rapidez que él casi se cree que realmente está en ese parque solo para repartir volantes de Down beauty.


Con las manos temblorosas tantea en sus bolsillos buscando una de esos pequeños cartoncitos con sus datos y dárselo al señor Jung. Con las manos húmedas la deja sobre el mostrado y prácticamente sale huyendo de ahí.


"¿Por qué no puede volver en el tiempo? De esa forma evitaría dormir mientras cuido de otro ser vivo que necesita atención o mejor cortó con el problema de raíz, y nunca aceptar este trabajo, por mucho que Baek insista... Y nunca conocer a Kim Jongin, y así dejar de sentirme y comportarme como un tonto. Dejar de tener miedo todo el tiempo y dejar de sentirme así de inseguro... Dejar de sentirme esperanzado por otro día y dejar de sentir esos agridulces tirones en la boca del estómago cada vez que lo vea...


"...Renunciar no solo a mi trabajo, sino también renunciar a sentir las más maravillosas sensaciones que no había vivido nunca.


"He tenido días malos y días pésimos, y en ninguno como en este –hasta ahora– había deseado con tantas fuerzas poder volver.


El sudor que hasta hace algunas horas había desaparecido de su piel, de nueva cuenta se hace presente, ahora copiosamente se escurre por su espalda y se pierde por la pretina de sus pantalones. Intenta no pensar mucho en eso, ya que la necesidad de un baño golpea su vena misofóbica.


Se distrae con el tono de su celular, aferrándose con uñas y dientes a la tonada de la canción; como si la música fuera una espié de ancla a un mundo más cómodo, uno donde sus demonios están perfectamente silenciados con pesados bozales y no gritando en todas direcciones como ahora.


En cambio, en este momento no se puede permitir dejarse ir con pensamientos más agradables, necesita estar concentrado y en su caso, esas dos cosas no pueden ir de la mano. También porque a estas alturas del partido no se puede dar el lujo de evitar las llamadas de Baek. Va para la tercera vibración cuando se da cuenta que en la pantalla en vez de decir Ddong Baekhyun, Kyungsoo lee Monggu's Daddy con los ojos desorbitados.


Es la primera vez que Jongin le llama y se culpa por haber robado el número de una de las placas de sus mascotas, siente que se ha aprovechado de la confianza de Jongin, como si fuera un vil acosador. Se repite una millonésima vez más que tuvo que haberle hablado cuando Baekhyun se lo presento y posiblemente de esa forma, haber aceptado sus datos cuando él llevo a sus perros por primera vez para que los pasearan.


No, al contrario; Kyungsoo ni tenia vela en ese entierro. Tenía que haberse mantenido al margen de la situación y no robar los datos del collar de uno de sus niños. Eso no era ser profesional –aunque tampoco lo era, perder a unos de los perros–. Porque así se le hubiera hecho fácil ignorar las llamadas de un número desconocido.


"Voy a perder mi empleo y tendré que volver a vivir con mis padres... O peor debajo de un puente...


Conforme la tarde va poco a poco dando pasó a la noche; el cielo pasa por una bella metamorfosis de color. Va dejando su brillante vestidura azul llena de mullidas nubes, para ir difuminando el celeste del cielo hasta convertirlo en un cálido naranja; es como si la paleta de colores brotara desde la delgada línea donde nace el firmamento. En unas horas ese tinte azafranado va a menguar hasta que la ciudad sea cubierta por un envolvente color oscuro, que se llevara con ella unos cuantos grados y Seúl será algo más frio. Se repite que realmente este era un bello día.


Son casi las seis de la tarde cuando se da por vencido, si en estas últimas tres horas no la encontró, ahora con hambre, sed y cansado, no lo hará. Es cundo va caminando por debajo del puentecillo que lo llevara directo a la salida que lo escucha. Es un agudo chillido, es lastimero y es constante. Es como el llanto de un cachorro.


En modo vigilante como una suricata, mira hacia todas partes. Escucha los aullidos de lo que perece ser un perrito, en cambio no está seguro de donde provienen. Toma ese llanto como la respuesta a su problema, esperando de todo corazon que sea Jjangah.


Después de revisar las enormes piedras que bordean la húmeda tierra, termina por revisar en el lugar menos obvio; en el arbusto que cada tanto se mueve, haciendo parecer que respira. Enredada entre las ramas y con el cuerpo encerrado entre las hojas, la pooble de un blanco percudido deja de llorar cuando mira a Kyungsoo.


Con los ojos como platos y a punto de, ahora ser él el que se tire a llorar, se miran por largos segundo; reencontrándose, descubriéndose, ambos sintiéndose igual de solos y desprotegidos. Con suaves caricias a lo largo de su encrespado lomo, tranquiliza a la pequeña. El alma le regresa al cuerpo segundo a segundo en los que Jjangah se ovilla en sus brazos y recuesta su peluda cabeza en su pecho. Con trabajo se levanta, sintiendo que carga un costal de arroz. No obstante, no le importa, está feliz; la perrita está bien, le falta un baño, pero esta bien.


 


Escuchando el tintineo de las jaulas en la parte de atrás de la camioneta de Baekhyun, estira las piernas tanto como el asiento del auto se lo permite. Si bien el golpe de adrenalina que sintió al salir del casi desierto parque lo llevo a correr por quince cuadras y con un poodle cerca de los diez kilos acuesta, convirtió esa travesía en una simple caminata. En cambio, ahora de este golpe ya no queda mucho, ni de adrenalina de energía, ni de él mismo.


Llego a su departamento sintiéndose un ganador, apestando a sudor, y con un perrito greñudo y sucio entre los brazos. El novio de su hyung se lo quito de entre los brazos, y el con algo de renuencia lo dejo ir; sabía que Chanyeol se la llevaría a bañar, pero después de que Kyungsoo lloro sobre el pelaje de la pooble, sentía que ella era un ancla para él. Se sintió ligero, sin embargo, también se sintió algo vacío.


Están a unas cuantas calles de llegar a la cafetería de una de las hermanas mayores de Jongin, y Soo sienten el estómago en plena garganta. Sabe que mirándolo por el lado positivo, lo peor ya ha quedado atrás. Es cuando su hyung se está estacionando, que el brillante y colorido escaparate del café de los Kim se convierte frente a sus ojos en la entrada al purgatorio.


Se encuentra congelado en su asiento, escuchado a Baek bajar todo y controlar a los tres perros. En cambio él no se mueve, no hace por ayudar, por hablar o siquiera respirar muy hondo. Es como si con solo moverse fuera a romper el mundo que lo rodea.


—Vamos, todo saldrá bien—lo tranquiliza, porque sabe que necesitaría de una pipa entera de té de manzanilla para que al fin Kyungsoo logre calmarse—Ni que hubiéramos perdido a uno de los perros...—dice medio en broma, medio serio.


El agudo sonido de la campanilla de la entrada le hace tragar el nudo de la garganta y en un segundo pasa de estar en la calle a estar frente a los tres hermanos Kim dentro de la cafetería Kamong Espresso!


—Oh, los extrañe—chilla con una aguda voz Kim de veras exudo masculinidad Jongin—Ha pasado mucho tiempo—los abraza y mima, aun cuando ese largo tiempo sea solo unas horas desde que los vio en el desayuno.


—Baekhyun-ah; nos tenías preocupados, no llegabas con los niños, y como no llegaste, pensamos que te había pasado algo.


Baekhyun está a punto de explicarse cuando Kyungsoo se adelanta.


—Lo siento—las palabras se pueden leer perfectamente desde sus labios, ya que ya duras penas se alcanzan a escuchar sus palabras. La presión que siente en la boca del estómago parece entumir su lengua, esta le roba la voz y los ojos se le humedecen por el miedo que esa sensación sacada de sus recuerdos le provoca.


—Por Dios, ¿Se encuentre bien, Kyungsoo-ah?—aun hincado abrazando a sus perros, mira a él pálido chico. Se ve más pálido de lo que recuerda y pareciera que en cualquier momento se va a desvanecer.


—Si—el mayor de los paseadores de perros contesta por el—Solo ha sido un día difícil para Kyungsoo. Mientras...


—Baek-ah no...—pide, está dispuesto a rogar. Preferiría que lo diga cuando él no esté presente.


—Hoy mientras Soo paseaba a los perros un tipo lo empezó a acosar—¿Qué? Do el ojón Kyungsoo se guarda un grito cuando escucho eso que no se esperaba—El idiota ese, ya había seguido a Kyung antes y cuando él lo vio...


—Baek—el chico balconeado lo mira con el ceño fruncido y los ojos amplios de enojo—se supone que eso era un secreto—susurra en la voz más baja que encuentra. Es que su hyung no entiende cuanto le costó admitir frente a su ahora exmejor amigo que un tipo lo siguió y que lo manoseo, como para que ahora él lo diga frente a tres personas y una de ellas es alguien que le gusta.


—Era muy tarde cuando Soo regreso del parque. Estaba muy tenso y ya que él quería venir personalmente a traerlos, tuve que esperar a que se tranquilizara. Bañamos a los perros, los alimentamos y los sacamos a hacer del baño, no se preocupen, sin cargo adicional.


—O por Dios, lo siento... No hay problema, solo estamos extrañados que... Lo siento, en serio—dice entrecortadamente la mayor de los Kim, siente unas locas ganas de proteger al pálido hombrecito frente a ella. Piensa en sus hermanos menores y en cómo se sentiría si un estúpido llegara a hacerles eso a ellos.


La Kim de en medio escanea la precaria figura del paseador, si es que era esa la expresión tranquila, no se imaginaba como es que lucía horas antes de que tranquilizara.


Kyungsoo se encoge en su lugar, evitando hacer el contacto visual con ninguno de los presentes. Se siente avergonzado e idiota, ya quiere irse y que se lo trague su cama o que se habrá un hueco y lo escupa en su sofá favorito.


—Kyungsoo-hyung, no lo sabíamos—Jongin se levanta en todo su altura y lo encara—No te preocupes, no hay problema. Lo bueno es que estas bien y...con nosotros—susurra en un tono bajísimo, pero aun así Kyungsoo logra escucharlo. Una pequeña sonrisa se asoma entre los abultados labios en forma de corazón y un cálido sentimiento le empieza a empapar el pecho.


—Gracias.


—Ten—el más joven de los Kim toma una servilleta y apenas encuentra una pluma detrás del mostrador, Jongin garabatea su número, lo deja en la palma abierta de su hyung y como una abuelita entregando dinero a escondidas, toma los dedos de Kyungsoo y los cierra hasta formar un puño—Si tienes problemas otra vez, llámame—no sabe si fue a propósito o solo fue su imaginación, pero puede jurar que Jongin le regalo un guiño.


—¿De verdad?—estaba a punto de volver a decir Gracias, cuando cae en cuanta que las manos del moreno no le han soltado las manos. Tiene que preguntar, para asegurarse porque no puede creer que sea cierto. El peor día de su vida hasta ahora, está terminando bastante bien.


—Claro, hyung—sabe que es mucho pedir que el chico frente a le mime el cabello como parecía que lo haría. No está muy seguro si Jongin lo hizo o no, de lo que si esta consiente es la manera cauta en la que Baekhyun hizo explotar la burbuja en la que ambos se habían sumido.


 


Kyungsoo siente que tiene los oídos tapados cuando termina de abrocharse el cinturón de seguridad. No recuerda cuales fueron sus palabras al despedirse de los Kim o siquiera si se despidió, tampoco recuerda sus cómo fueron sus pasos al salir del café; está seguro que salieron porque ahora está en el auto. Aunque tampoco recuerda haber cerrado la puerta del copiloto o ponerse el cinturón de seguridad.


Porque aun cuando Baek está conduciendo a menos de cien kilómetros por hora, su mente está corriendo veloz a su oasis mental que mucha falta le hizo en el día. En algún punto en el viaje de regreso a casa un mensaje con la frase: Kyungsoo-hyung, que tenga buena noche. KJ; le hace saber que no tiene que rogar para que mañana se levante de buen ánimo.


...


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