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Aniversario. por Tsuki no Megami

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Notas del capitulo:

Los personajes de Kuroko no Basket pertenecen a su creador Tadatoshi Fujimaki. 

Aniversario.

 

En una tarde de radiante sol, caminaba por las calles un joven de casi dos metros y cabello violeta meditando sobre que regalarle a su cereza por el quinto aniversario, llegó a la gran plaza donde seguramente daría con la sorpresa adecuada para su pareja, se conocieron durante la escuela media, al graduarse y obtener su licenciatura decieron unir sus vidas para siempre, por ello en esta ocasión quería darle algo especial y desde muy temprano había dejado la comodidad de su hogar en busca del obsequio perfecto.

 

— Por más que camino de arriba a abajo en la plaza no lo consigo, debería darme por vencido y dejarlo pasar.— Mientras recorría el centro comercial se detuvo en una dulceria comprando sus pocky's favoritos. — Pienso mejor con el estómago lleno.

 

— Mentira, Murasaki tu solo quieres comer y ya.— Saliendo de un local de ropa íntima el hombre moreno de cabello azul saludo a su viejo amigo colocando la mano sobre su espalda.

 

— Minechin qué haces con esas cajas.— Poniendo atención en una grande de moño rojo.

 

— Son cosas para la casa y un regalo de Ryota para mí.— Imaginándose lo bueno que será todo durante la noche.

 

— Minechin, Kisechin te dice lo que quiere como obsequio, en unos días es nuestro aniversario y no se que darle a Seichin.

 

— Dale un juego de cuchillos o algo al estilo de freddy.— Notando que su amigo en verdad estaba preocupado, tomo con más seriedad el asunto. — En ocasiones le regalo joyeria porque se que le gustan ese tipo de detalles, piensa que le gusta al psicópata, llevan varios años juntos lo conoces bien y si no encuentras lo ideal puedes hacer tu el obsequio.

 

Dejándole pensar en calma, se despidió dándole ánimos para continuar con su búsqueda, por segunda vez recorrió el centro comercial en esta ocasión con algo específico en mente, aquello que su pelirrojo siempre quiso pero por diversas razones no pudo conseguir, lo suave y esponjoso le hizo recordar lo frágil que llega a ser su lindo Akashi. Esa noche lograría dormir tranquilo junto a su amante, le hizo el amor como muchas otras veces disfrutando de la calidez de esa delicada piel pero demandante en la intimidad y es que su Seichin le cumplía cualquier capricho siempre y cuando lo dejase mandar en su acalorada vida nocturna.

 

— Atsushi, si yo te dijera que quiero un hijo ¿Me lo darías?— Antes de quedarse dormido lanzó la pregunta sin titubear, hacia mucho que anhela un heredero a su fortuna que gracias a su esposo fue creciendo con el pasar de los años.

 

— Sí es lo que Seichin desea no tengo problema aunque nunca he sido bueno cuidando de pequeñas criaturas.— El tono cansado hizo que esa respuesta sonará cortante.

 

— En ese caso lo cuidare yo, no necesito ayuda de nadie.— Molesto dio media vuelta dándole la espalda al pelivioleta, cubriéndose con la manta se dispuso a soñar la familia que no podía tener.

 

Sin más que decir ambos cayeron en el mundo de los sueños esperando que el nuevo día trajese un cambio de humor para la pareja, al salir el sol Murasakibara fue el primero en despertar, tomando la iniciativa fue a la tienda y pidió su obsequio por adelantado, debido a lo sucedido la noche anterior lo usaría como disculpa ante el pelirrojo, llegó a casa encontrándo al susodicho sentado bebiendo café con un bizcocho. — Bienvenido Murasakibara, hay café si quieres tomar.— El saludo distante era señal que seguía molesto.

 

— Buenos días Akashi, creo que debemos hablar.— Leyendo perfectamente a través del cordial saludo, puso la caja sobre la mesa dejando ver su contenido.

 

— Este iba hacer tu regalo de aniversario ahora te lo doy como disculpa. Los ojitos carmín brillaron cual rubíes al ver el tierno cachorro que le miraba expectante.

 

— Es hermoso muchas gracias, siempre quise un maltés pero a mis padres no les gustaban los perros.— Iba a besarle pero antes de acercarse más lo evito.

 

— Me alegro por tí ahora tienes lo que quieres o parte de ello.— Poniendo el rostro serio y con voz grave le hablo a quién fuese su gran amor. — Seijirű compartimos muchas cosas incluyendo lo de anoche, yo también quiero una familia contigo pero veo que tu aún sigues en el plan de hacerlo sólo, así que te dejo para que hagas lo que quieras, quédate con la casa, el auto, la empresa y el cachorro.— Tomando las llaves de su antiguo departamento, se dispuso a salir dándole un último mensaje. — En verdad te amo Seichin cuando estés dispuesto a compartir todo, sabes donde encontrarme y si por alguna razón nuestros caminos no se vuelven a cruzar te diré que los cinco años juntos fueron los mejores de mi vida.

 

Se quedó sentado sin poder hablar, solo le vio partir desde su lugar sujetando entre sus brazos el último obsequio de su amado Atsushi. Igual que una flor sin regar, la vida de Akashi Seijirű se fue marchitando poco a poco su mundo se volvió gris, luego de un año sin verlo o sentirlo, supo por sus amigos que el alto pelivioleta abrió un restaurante junto a un amigo de la facultad, su corazón se estrujo al pensar que esa persona ahora ocupaba su lugar, quizás ese hombre si supo apreciar lo que él no, encerrado en la habitación que una vez compartió las lágrimas que había tratado de contener se derramaban sobre el pelaje de su mascota "Pocky". Ahí se quedó, en el frío suelo llorando cual pequeño que perdió su juguete favorito, después de mucho tiempo comprendió que no todo en la vida era dar órdenes y ver que se haga su voluntad, dejo que lo más importante se alejara perdiendo así la oportunidad de ser feliz.

 

Dejandose llevar por la calma después de dejar salir toda su tristeza durmió pacíficamente, entre sueños sintió como si fuese levantado y puesto sobre algo acolchonado más unas suaves caricias en su espalda iguales a las que recibía de Atsushi para arrullarlo a su vez le invadió un ávido calor proveniente de una persona.

 

— Seichin no debe dormir en el suelo, le hará daño y podría enfermar.— Acostándose a su lado lo cubrió con una cobija rodeandole con sus brazos lo pegó a su pecho. — Tardas mucho en decidir que hacer con lo que sientes.

 

Abriendo de golpe ojos confirmó qué era su persona amada quien le hablaba. — Atsushi si es un sueño que no me despierten nunca, quiero estar así lo que me quede de vida.

 

— Así será, tus deseos son órdenes para mí, solo una cosa quiero a cambio.— Besando ansiosamente a su cereza luego de muchos días sin hacerlo. — Adoptar a unos gemelos que perdieron a sus padres en un accidente, son un niño y una niña de cinco meses.

 

Apenas terminó de darle la información cuando ya lo tenía encima repartiendo besos por doquier, su corazón se alegro al saber que aun era suyo ese hombre de sonrisa infantil, obsesivo con los dulces. Pasaron el fin de semana recuperando el tiempo perdido, a primera hora del lunes fueron al centro de adopción por esas inocentes criaturas que ahora necesitaban de un hogar amoroso, llenaron el formulario y después de algunas visitas por la trabajadora social les entregaron a sus hijos.

 

— Bienvenidos a casa Sora y Senryu desde este momento les garantizo que nada va a faltarles, crecerán llenos de amor y...

 

— Con muchas cosas ricas que les he de preparar, empezando por la mamila y la siesta de la tarde.

 

— Tienes razón, los llevare a su habitación tu trae los biberones y mientras duermen, me encargaré de atenderte como se debe.

 

La sonrisa de satisfacción en su rostro era reflejo de lo feliz que se sentía, había recuperado a su Seichin además de tener una familia completa y aunque algunas cosas cambiaron hay otras que permanecen igual, pero no les molesta en lo absoluto porque encontraron una manera completamente de arreglar sus diferencias dentro de cuatro paredes y una cama.

Notas finales:

Gracias por leer y excelente inicio de semana ????????


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