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Hímero por Mascayeta

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- ¡Desnúdate! - la voz era autoritaria. En su entrenamiento aceptó que esa posición lo excitaba de una manera especial.

Quitó las prendas para quedar solo con un bóxer negro que marcaba su miembro de manera tal que sintió como los ojos matista se movieron para examinarlo, emitiendo una nueva orden.

- ¡Todo! - recalcó Usagi tratando de no sonreír. Desde ese día en el mirador cerca a la mansión supo que Hímero no era como los delicados chicos que siempre elegía. Por el contrario, era un hombre demasiado masculino, y muy bien dotado. Eso era lo que hacía el juego más interesante. Con los otros la sumisión se daba por hecho, casi determinada por su contextura, pero con él, la humillación sería bastante especial.

- Sabes que rompiste varias reglas - Yokozawa asintió - ¡Responde correctamente!

- Sí señor - Akihiko aunque no cambio su estoicismo, disfrutaba cada gesto por pequeño que fuese que el rostro de peliazul hacía. El carácter orgulloso que tenía el ahora jefe de ventas de Usami Jewerly era lo que debía someter.

- ¡Dilo correctamente! ¡Di lo que soy para ti! - Yokozawa se mordió el labio tratando de mostrar su enojo, recordó los cuatro elementos que Kaoruko le había determinado que tenía el juego en los "hombres de cuero", e inmediatamente reconoció la escena que Usami quería desarrollar. Sin embargo, por lo propio de su temperamento, no iba a dejársela tan fácil.

- Si... ¿mi señor?

El abogado se dio cuenta de que el hombre había identificado su deseo y que respondía a su juego. Recorrió el cuerpo de Yokozawa con sus dedos, luego separándose a una prudente distancia, se fue desprendiendo del saco y de la camisa que tenía, el ojiazul sonrió por lo que veía. Sin embargo, su curiosidad le hizo bajar sus ojos a la entrepierna buscando seguir con el striptease que su jefe realizaba.

Akihiko se posicionó detrás de él quitándole la diversión. Con frases dulces que prácticamente exhalaba a su oído advirtió como Takafumi se erizaba. Sus manos nuevamente se pasearon por el torso desnudo aprisionando muy suave los pezones y siguiendo por los bien marcados abdominales del que estaba entre sus brazos.

Tomó con una de sus manos la cara del vendedor, mientras con la otra procuraba estimular aún más el falo que ya empezaba a erguirse. Con calma dirigió sus pasos hacia el instrumento de sujeción que utilizaría con él. Hoy, por más ganas que tuviese de enterrarse en ese magnífico trasero, debía procurar humillarlo para que aceptara que al final de cuentas iba a ser suyo.

- Es difícil elegir que hacer contigo...mereces un castigo por tu mentira... - pasó su lengua por el lóbulo de la oreja - dime que desearías que te hiciera… podría empezar por colocar mi boca alrededor de tu miembro, para con mi lengua estimularte hasta que me permitas probar tu delicioso sabor… - habló con un tono suave y provocador induciendo a su esclavo a formar imágenes cada vez más reales de lo que podía obtener de la sesión, - las cosas que podría hacerte sentir si mis dedos pudiesen entrar en tu interior para preparar ese lugar que desde ahora está reservado para mí solamente… - la traviesa mano abandonó el pene que sostenía para deslizarse por entre los glúteos dejando percibir el ligero roce sobre el esfínter que Yokozawa apretó inconscientemente - ... pero usaste mi alianza sin consentimiento.

La voz cambio a una completamente autoritaria e hiriente. El peliplata lo soltó para abrir algo que se hallaba a su espalda. Quiso girar para ver, pero la palabra de su "señor", lo obligó a quedarse quieto.

Quien lo había entrenado lo había hecho de correctamente. Cubrió los ojos de Yokozawa con la visera de cuero que le permitía tenerlo alerta de lo que sucediera a su alrededor, en ese momento del juego el objeto le daría una ventaja sobre quien pensaba dominar, si lograba repetir la escena, a menos que él se lo pidiera, nunca la volvería a utilizar, no iba a privarse de sus ojos.

Takafumi disfrutó como los dedos de Usami rodaron por su brazo para sin poner resistencia dejarse inmovilizar por las correas de cuero que ajustaron primero sus muñecas y luego sus tobillos; debido a la imposibilidad de ver, sus otros sentidos parecía que se hubiesen potencializado. La suave textura del anillo que rodeo sus testículos y la base de su miembro, comenzó a excitarlo; no obstante, luego quedó sumergido en el silencio.

De repente un fuerte golpe llegó a sus nalgas. Reconoció el dolor del primer latigazo como parte de su reprimenda. Yokozawa comenzó a temblar ligeramente mientras Usami golpeaba su piel acelerando el ritmo. Respondió ante el sonido del cuero y su olor, en la medida que los azotes fueron más enérgicos, Takafumi lanzó la cabeza hacia atrás tensando por completo su cuerpo, el equipo de contención sonó por la fuerza que le aplicó el peli-azul.

La boca del de ventas se abrió, mientras su cuerpo se arqueaba ante el nuevo impacto en su espalda, el sensual gemido obtuvo como respuesta que el pene del Dom despertara dentro del pantalón que le restringía. Sintió celos al ver que muy por el contrario el de Takafumi se enaltecía rígido, moviéndose al compás de la fustigación. Por eso quiso probar hasta donde era capaz de estimularlo. Con el nuevo golpe el que estaba sujeto lanzó un suspiro que desencadenó un corriente de lascivia en el cuerpo del abogado.

Fue cuando Usami se encontró con una imagen que nunca había observado en ninguno de sus sumisos, aquellos que a pesar de que encajaban perfectamente en su ideal masculino, nunca se habían rendido ante él. A quien tenía al frente era a Yokozawa convertido en Hímero.

El hombre se irguió por completo estirando su cuerpo, para con completa sensualidad echarse hacia atrás en busca de un nuevo contacto con el látigo, Akihiko accedió a la petición viendo como con el nuevo impacto el ojiazul mostró su total deleite. Guiado por la visión retomó el ritmo de los azotes observando como no solo no se quejaba, si no que los jadeos que emitía eran del goce que se encontraba en el dolor.

Soltando el látigo, olvidó su deseo de castigarlo para acercarse al cuerpo que vibraba enrojecido. Sus labios buscaron los de Yokozawa hablando sobre ellos, pero este se encontraba tan perdido en la sensación que acababa de tener, que escasamente podía entender lo que el otro le decía. Poco a poco sintió como las tobilleras y las muñequeras eran quitadas, por más que quiso sostenerse no pudo mantenerse en pie, su cuerpo pedía la liberación que el anillo le impedía.

- ¡Mírame! – demandó Akihiko al retirarle el antifaz. Tuvo unos momentos para acostumbrarse a la luz y ver los ojos lilas que tenía en frente, y que después de quitarle el anillo, murmuro a su oído sosteniendo su virilidad.

- ¡Hazlo para mí!

Fue cuando culminó de un modo que nunca pensó pudiese hacerlo, era el límite del placer llevado a lo sublime. Mientras sentía su virilidad vaciarse, Yokozawa entendió que significaba estar ahí, y aceptó su verdadera esencia.

- ¿Estás bien? – colocando su boca cerca de la de Usami, fue Hímero quien respondió.

- Yes master.


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