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Hímero por Mascayeta

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Notas del capitulo:

Entramos en la recta final de la historia. Por tal motivo y por vacaciones, las actualizaciones serán más rápido.

Gracias por sus lecturas y comentarios. 

Misaki sintió el brazo que lo apretaba moverse un poco más abajo de su cintura, con picardía giró su cuerpo para poder dar un mayor acceso al eje que ansiaba volver a tener en su interior como en el pasado.

Pegó su espalda al pecho del más alto restregando un poco descarado su trasero en la cadera de quien respondió afianzando su agarre. Los labios que rozaron su cuello al igual que la voz que susurró a su oído lo despertaron por completo.

Totalmente apenado, se levantó y tomando su ropa se vistió tan rápido como pudo. Cuando iba a salir, los brazos de Ijuuin lo aprisionaron.

- No te vayas - un suave beso en su sien le provocó un sentimiento de culpa.

- Debo trabajar...ir con Iwaki-san.

Un nuevo mimo en su cuello y las caricias en su bajo vientre lo hicieron suspirar. El productor aprovechó esa debilidad para buscar su boca. El fotógrafo se dejó hacer por aquel al que equivocadamente le dio la respuesta que validaba en el círculo amatorio que se desenvolvían, la aceptación al juego de sumisión.

Por alguna razón su piel se quemaba con cada roce que el productor le proporcionaba.

- Comamos algo y luego quiero que vengas conmigo a las locaciones, - Misaki asintió.

- Yo debo... Necesito cambiarme.

La petición involucraba ir donde Usami -san y aunque le disgustó al ojilila, optó por disimular con la excusa del trabajo.

 

Cerca de las ocho de la mañana, Takahashi entró a la habitación esperando encontrar a Usagi dormido. Grande fue su sorpresa al verlo salir de la ducha con una sudadera holgada y secando su cabello. El hombre le saludó amablemente para indicarle que podía utilizar el baño mientras él se vestía.

Una vez en el comedor, en la medida que daba pequeños sorbos a la taza de café escuchó las explicaciones del ojiverde sobre el tiempo que necesitaba para la producción. Akihiko lo conocía y sabía que no le decía toda la verdad, sí hubiese atendido años atrás las señales que a diario le enviaba, quizás no estarían en esa situación. Además, no era quien para reclamarle, él también le estaba ocultando lo que había pasado la noche anterior, incluso, que ese día pensaba pasarlo con Yokozawa.

- Es tu trabajo y por más que quiera que pases las fiestas conmigo, no puedo negarte la libertad de ir por tu pasión.

Misaki se sorprendió de la respuesta, de inmediato su mente se abrió a un sin fin de posibilidades y en todas el peliazul estaba presente, las frías manos de Usami acunaron su rostro para poder verlo directamente a los ojos.

- Te pido que si en algún instante quieres volver, me llames sin importar nada... Ten por seguro que yo iré por ti.

Los ojos verdes se humedecieron ante la calidez de las palabras del hombre a su lado ¿por qué era tan difícil elegir quedarse con él? Besó las manos del abogado y con un leve sonrojo buscó su boca. Akihiko sonrió y lo abrazó con ternura.

Hubiese querido decirle tantas cosas, corresponderle con las mismas esperanzas que vio en su mirada, pero hoy era otra su ilusión y con quien quería saciar sus ganas, alguien que en seis años no había abandonado su mente.

Acarició el castaño cabello y depositó un suave pero sentido beso en su cabeza, cerró los ojos y afirmó el abrazo. En su mente la frase que no podía pronunciar resonaba fuerte y clara: "Lo siento".

Misaki sintió el calor del sentimiento que Usami le transmitía, quiso quedarse ahí, seguro y protegido. Pero tenía miedo, miedo de aceptar que se había equivocado y que debió buscar su libertad de otra manera, ya que Akihiko siempre le ofreció una jaula de puertas abiertas. Sin embargo, inconscientemente sus sentidos lo llevaron a desear lo que Ijuuin le provocó esa mañana, a vibrar con solo un roce y querer aún más porque su cuerpo se lo exigía.

Hundiéndose en el abrazo, Misaki pronunció en su cabeza lo que su boca no podía: " Lo siento".

Ausentes de lo que les rodeaba, no apreciaron la figura de quien les observaba. Dando media vuelta cerró con cuidado de no malograr el momento, necesitaba saber su lugar en todo esto.

Colgó la llamada que iba a realizar en el celular y se dirigió a la oficina, si podía organizar correctamente los pendientes, al día siguiente saldría para Londres y con suerte, pasaría las fiestas con sus dos amigos, su familia... casi como si los hubiese invocado, la foto de los dos apareció en la pantalla del celular, con una sonrisa respondió.

 

Tokio podía ser un infierno en el tránsito en esos días, pero las horas que creyó podía minimizar en la oficina fueron peor. Los correos con los informes pendientes llegaron después de que se marchó. Por no visto, el deseo de tomar los días de fiesta de los empleados, los habían hecho trabajar horas extra.

Optó por cortar cualquier vínculo con en el exterior con tal de que le rindiera en el trabajo, por eso solo cuando su estómago rugió, se percató que iban a ser las cinco de la tarde.

Se estiró y miró lo que le restaba, tal vez algo de la máquina expendedora calmaría su apetito y le daría la fuerza para concluir los pendientes, ya que veintiséis tendría que recomenzar su jornada pero en la casa matriz con Queenie.

Se desemperezó y caminó rumbo a la oficina de Haruhiko para sacar unos documentos, fue cuando el grito de Takahiro lo frenó.

- ¡Estas equivocado!

- Estas paranoico - respondió el mayor de los Usami - no puede llegar tan lejos con la información que tiene.

- Ese siempre ha sido tu problema - bufó en abogado - das por hecho que todos llegaremos hasta donde tu determinas... Él conoce su profesión y te aseguro que ya sabe más de lo que crees.

Los pasos que asumió Yokozawa eran de Haruhiko sonaron hasta donde supuso se encontraba Takahashi.

- ¿Tanto temes que nos descubra? - el tono era íntimo y podría jurar que escuchó un suspiro - Es un simple prostituto jugando a ser empresario.

Takafumi quiso entrar y golpearlo por la insinuación, pero lo siguiente lo detuvo.

- ¡Mmmm! Haru... ¡Mmmm! - los sonidos de los besos entre los dos hombres lo sorprendieron, - ...no más... no lo quiero aquí, odio que me lo hagas donde coges a la zorra de Sakura.

- ¡Así que son celos! - exclamó en pelinegro entre risas - Yokozawa no dará con lo que necesita si sabemos jugar las cartas - el sonido de la silla demostró que se habían alejado - sabes perfectamente que ahora que viaje podemos mover los balances a nuestro antojo.

- ¿E Ijuuin? No quiero a ese hombre tan cerca de mi hermano.

- Él va tras Akihiko, con suerte los dos se terminaran matando por el asunto de Mizuki y Kaoruko.

El gruñido de Takahiro le hizo entender que no estaba muy a gusto por la respuesta, al final escuchó como ambos hombres se dirigían a la puerta de la oficina.

- Haruhiko ¿estás seguro que no tendremos problemas con ese hombre? - el sonido de un nuevo beso lo desconcertó por no manipulable del sujeto.

- Ijuuin y Yokozawa son fichas de mi juego, ¿cuánto crees que me costó el entrenamiento del “modelito” para tener ocupado a mi hermano? Te aseguró que nos quedaremos con todo y sin estorbos.

 

Yokozawa quedó recostado donde se hallaba procurando procesar la información que acababa de recibir. Con una sonrisa pensó en cada palabra del presidente de Usami Jewerly.

Abrió la puerta del despacho y busco lo que necesitaba, por lo menos tuvo que reconocer que Takahiro no lo subestimaba. Descargó los archivos para finalmente, apagar el computador y con la misma sonrisa que no se borró durante ningún momento de su cara, dejar el lugar mientras susurraba.

- Haruhiko, lo siento por ti.


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