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Hímero por Mascayeta

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¿Has pensado en algún momento que es lo que obliga al ser humano a actuar de una determinada manera?


Zen lo hacía en ese momento mirando el papel en sus manos, como una grabación el medico explicaba lo escrito allí. Cada palabra extraña que implicaba la pregunta de ¿por qué? o como sus padres le repetían siempre, que en ocasiones como esa se debía cuestionar el para qué.


Metió el documento en el sobre y recibió la copia firmando la tablilla que indicaba que estaba enterado de la situación.


Bajó buscando la estación de correos más cercana, con suerte llegaría antes de año nuevo a su destino. Sabía que cuando lo leyera él sabría compartir sus sentimientos, por ahora solo podía callar. Por encima de todo, como lo hacía desde que la tuvo en sus brazos, estaba la felicidad de Hiyori, y por ella se debía mantener fuerte y con cabeza fría.


Siguió su camino hacia el parque donde habían quedado de encontrarse, aunque el viaje coincidió con la fecha navideña, la propuesta de Haruhiko era que él tomara la gerencia del local en Sapporo, al principio no le llamó mucho la atención, pero un cambio de ambiente en ese momento no se veía tan malo. Comenzar en un lugar nuevo.


Las luces navideñas que por la hora ya se estaban encendiendo, era un espectáculo majestuoso como en cada una de las ciudades del país. Aunque no era una fecha que celebraran al igual que en occidente por la creencia del nacimiento de hijo del Dios cristiano, o la llegada del conocido Papá Noel, si era un tiempo para pasarlo con amigos y la familia. Recordó su primera navidad con Sakura, como la pareja que eran disfrutaron cada uno de los sitios que podían visitar en Tokio, besos robados, caricias que pedían más, promesas por cumplir, y fue cuando por primera vez la hizo suya.


Nunca se había arrepentido de nada, pero ahora después de diez años de matrimonio, pensó que debió tomar las cosas con calma, prácticamente se casaron una vez terminaron la universidad, Yasuda su mejor amigo hasta el día de su boda se lo dijo, pero él estaba enceguecido no podría decir si de amor o de lujuria, pero la quería a su lado, y no escuchó nada, eran celos, envidia porque tenía algo que los otros nunca tendrían... debió escucharlo, ser menos terco y entender que las señales siempre estuvieron allí, pero nunca las quiso ver.


En medio de las decoraciones navideñas, Zen camino recordando las advertencias de Gou, las fotos, las insinuaciones sobre lo cercana que era a Haruhiko, las salidas a deshoras y los viajes de trabajo que en ocasiones coincidieron con la buena noticia del embarazo esperado. Pero que meses más tarde terminaban con el dolor de la pérdida, días completos escuchándola llorar, culpándolo por dejarla sola, porque nunca la complacía como ella quería, siempre era él quien provocaba los abortos. Por eso cuando se enteró del embarazo de Hiyori procuró acompañarla y suplir todos sus deseos, algunos más ridículos que otros, pero todo por su bienestar.


Desafortunadamente ya en su vida se encontraba Yokozawa, fue enviado como reemplazo del presidente de la joyería a dictar una conferencia sobre mercadeo y publicidad mientras él y Sakura hacían una visita a los talleres en Osaka.


Una vez soltó su mano entendió la frase de Asahina cuando les aviso que se marcharía con Isaka a Londres, para todos fue una completa locura, ir detrás de un joven mimado que además estaba marcado física y psicológicamente por un estupro, pero los calló con sus palabras, nadie pudo agregar nada en contra de la decisión ... "son tan ilusos de andar pregonando un amor que no sienten, - aseguró con burla - cuando amas a alguien, pensar una vida sin estar a su lado no tiene sentido, cada vez que lo toco siento que tengo el tesoro más grande entre mis manos y cuando se va es saber que mi vida sin él estaría completamente vacía".


Tres meses después Sakura le informo que serían padres, decidió dar por terminada su relación, era un hombre, además le mentía descaradamente diciéndole que era soltero, que su trabajo lo obligaba a viajar constantemente, pero la sola idea de perderlo le hizo idear un plan que le permitiera mantener sus dos vidas paralelas y disfrutándolas plenamente.


Cuando recapacitaba en eso, pensaba que no podía odiarla, y quizás tampoco juzgarla, él también le había mentido, lo hacía en ese momento. Ya no la amaba, se mantenía a su lado por su hija. No la deseaba, su cuerpo y el saber que se había acostado tantas veces y quien sabe desde cuándo con Haruhiko le provocaba todo tipo de sentimientos. Había querido reclamarle cuando se enteró, pero no poseía las pruebas, y abandonarla nunca fue una opción, nunca hasta ahora. No quería demostrarle hasta donde sabía de sus acciones, pero cada vez se hacía más difícil mantener la imagen de familia perfecta.


Las dos castañas le dieron la bienvenida con un abrazo. La mayor lo beso suavemente en los labios siendo correspondida, la sonrisa que había en la boca de Zen era la más sincera que había visto en meses, un nuevo abrazo la desconcertó, al separarse bajo su cabeza para que no se notara en sonrojo de sus mejillas. No tuvo el tiempo para preguntar en porqué de la muestra de afecto, su marido ya estaba con Hiyo corriendo hacia el centro comercial donde irían a ver la película de moda.


Sakura pensó que irse a vivir a ese lugar no era tan mala idea, tal vez podría rehacer correctamente su vida. Siempre había amado a Zen desde que chocaron por casualidad en la puerta de la universidad, pero el perfecto joven de Mercadotecnia no tomaba a nadie en consideración. Sus amigas hablaban de sus triunfos, pero también de sus conquistas, para muchos era una máscara para ocultar su romance con un pelinegro que nunca se separaba de él. Sin embargo, ella lo siguió admirando de lejos. Fue cuando se le presentó la oportunidad, una materia en común en las dos carreras... al notar que estaban en dos grupos de clase diferente decidió pedir su cambio, el hombre que podía ayudarla aceptó, pero debía darle algo por el favor... nunca se arrepintió de su acción, y menos cuando estuvo sentada al lado de él como compañera de grupo de trabajo.


En ese instante se hizo consciente de lo que podía lograr se utilizaba bien sus encantos, se dio cuenta que el dinero y el sexo podían comprar conciencias, ella podía ofrecer el segundo, pero el primero debía conseguirlo, y así llegó Haruhiko a su vida, y con él su cuestionamiento por el amor que le tenía a Zen.


El pelinegro era un coctel explosivo para su tranquilidad y aparente imagen de niña buena y frágil, bien forjada en el afán de que su querido Kirishima la defendiera de todo y de todos. El mayor de los hermanos Usami estaba próximo a graduarse y estaba haciendo su investigación de campo para reclutar nuevos talentos. Al verse la atracción fue mutua, esa noche dio cualquier excusa y sin pensarlo se acostó con él. Ese fue el primero de muchos encuentros que hasta hace unos meses continuaban teniendo, pero ahora, al igual que en el pasado, ese hombre se lo estaba arrebatando.


Haruhiko no era Zen, era duro, medía cada uno de sus pasos y no involucraba sus sentimientos. Tenía claro cómo manejar a las personas y a las situaciones, siempre se habían entendido en la cama, sus únicas peleas y distanciamientos estaban vinculadas a sus embarazos; cada vez que anunciaba su perdida, él la alejaba, en silencio le recriminaba por no tener su hijo, pero por más que hubiese querido darle ese regalo, el final no le agradaba, era perder a su marido, por quien había luchado a cambio de su dignidad. Por eso lo había hecho, no una sino tres veces... al final quien sufría era el castaño.


Su esposo y su hija la llamaron cuando tenían las boletas, nuevamente Kirishima la abrazo y cargo a Hiyori. Rió satisfecha, todo lo que hizo valía el esfuerzo por lo que en ese momento tenía.


Al fin y al cabo, el único estorbo que le incomodaba pronto lo borraría de su vida por completo.


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