—Eres un majadero— fue la única frase que expresó Isaka viendo a su amigo.
No entendía como un hombre tan inteligente para algunas cosas no podía ser claro en sus emociones.
Aunque él no era un buen ejemplo de ello, y el pobre de Kaoru pudo probarlo en carne propia en esos días. Hasta que logro sacarle la información de su encuentro con Yokozawa, le aplico la estricta "Ley del Hielo" por cuatro días. Nada de saludos, no hablarle directamente, salidas en las noches con ropa que realzara sus encantos, y, por último, decirle que el 31 de diciembre lo pasaría con Queenie.
La cara de su amante no tuvo precio, sabía que el señor McCallister era un lobo, y más de una vez tuvo que intervenir para quitarle las manos de encima suyo; así que Asahina canto como un dulce pajarito. Por eso tener a Usagi-san contándole lo que le había hecho al modelo, lo decepcionó.
—Yokozawa no se lo merecía, nada de lo que hiciste.
—Se lo merece Ryu —susurro el peliplata contrariado— es un mentiroso, alguien que actúa muy bien para conseguir lo que quiere —miro al ojiazul y continuo —¿sabías que conocía a Deane? Ijuuin me contó que era su acompañante habitual en el club donde trabajaba.
—Y ¿tu?—la pregunta desubico al abogado—. Si lo acusas de ser un mentiroso, tu eres un manipulador.
Isaka se sentó frente a él y comenzó a enumerar cada una de las cosas que había hecho.
Akihiko odiaba estar tan expuesto ante alguien, pero era cierto.
Después de volverlo a encontrar en la campaña de Otoño-Invierno, procuró estar pendiente de todos sus movimientos, al punto de proponerse para viajar con él a Japón. Algo completamente innecesario, pero quería tenerlo.
Cuando al fin logro que Yokozawa cediera a su acoso, en la misma noche cometió dos grandes errores: Primero exponerlo a la vergüenza de ser sorprendidos por Misaki a punto de tener sexo en medio de la carretera; y segundo, ofenderlo por no usar las palabras correctas y llamarlo "estorbo". No podía culparlo, tenía toda la razón de no querer hablarle.
Pero era verdad, si él hubiese estado a su lado, el plan armado con Misaki se vendría al piso. Debían saber bien la relación de Sakura, Takahiro y Haruhiko para poder hacer algo, y si tenía a Hímero a su disposición, ahora que conocía que podía obtener de él, hubiese estado más tiempo en la cama que en la oficina «¡malditas hormonas!».
—...como para completar al día siguiente le dejas un estuche con una de esas cosas que emplean ustedes para indicar que son propiedad de alguien... —Ryu no había dejado de enumerar sus errores y por lo visto no tenía ninguna intención de parar hasta terminar con los cinco meses más caóticos de su actual vida— yo habría hecho lo mismo.
—¡No mientas! Por más que Asahina te mandara a la mierda, tu nunca lo traicionarías.
El diseñador suspiro. Su amigo era un cabezadura.
—Haruhiko le ofreció una oportunidad de trabajo en su profesión, la posibilidad de demostrarte que era valioso por sus conocimientos y no solo por su imagen. Además, acababas de hacerlo a un lado ¿puedes imaginar lo qué sintió por verse desplazado por tu expareja?
Isaka se respondió negando con la cabeza. Tenía razón, él hubiese actuado igual. Takafumi le había demostrado que odiaba evidenciar sus debilidades, por eso su imagen fuerte y en la mayoría de las ocasiones malhumorada, pero por dentro era un cristal roto demasiadas veces.
Cuando iba a continuar, la puerta se abrió dejando pasar a un joven de cabello negro y ojos marrones que se encaminó directo hasta donde Usami para darle un puño que lo derribó de la silla en la que se encontraba.
Los hombres de seguridad fueron a sujetarlo, pero el gerente de la empresa pidió que se marcharan. Quería saber que tenía ese hombre para decirle al menor de los Usami; además, sabía muy bien de quien se trataba, y agradeció que no fuera su novio quien hubiese venido.
Kisa no dejó que su objetivo se repusiera, por el contrario, tan pronto lo vio intentar levantarse, asesto un nuevo golpe y se sentó encima suyo colocando sus dos manos en la garganta de Akihiko.
No tenía ninguna intención de matarlo, pero sí quería que lo escuchara y debido a lo pequeño que era con relación al vicepresidente de la joyería, optó por una posición que lo colocara en ventaja.
—Me vale huevo lo que quieras hacer con tu vida, pero ¡deja de ofender a mi amigo!. Me duele saber que cada una de las cualidades que Deane veía en ti eran solo una farsa bien montada que le tenías.
Notó que el hombre estaba tratando de respirar y lo soltó, quizás había oprimido más duro de lo que deseaba. Se alzó y desde su posición continuo con dolor.
—No sé como permití que llenaras su cabeza con la falsa ilusión de que eras perfecto para él... pero cualquier cosa era mejor que verlo hundirse en el dolor y el recuerdo del tal Kirishima... es curioso ¿sabes? Al menos a pesar de su mentira, el único día que lo humilló fue por culpa de la fulana que tiene como mujer.
Isaka se llevó una mano a la cara. El nombre de Zen en esa conversación solo alentaba el desconcierto y la rabia del ojilila.
—Se enamoró como un idiota, puedes creer que cuando tu hermanito le contó de tus gustos y buscó que significaba la estúpida pulsera, pidió ayuda a ese productor que en ocasiones visitaba el club de Callaghan —Kisa bufó por la cara de Usami—. Le aconsejó que se alejara de ti, que eras un peligro para todos.
«Al menos la arreglo» pensó Isaka.
Por su parte, Shouta hablaba tan rápido y soltando toda la ira contenida por como encontró a Takafumi, que no medía las posibles consecuencias de sus palabras.
—Pero al ver su determinación lo puso en manos de su pareja y de su mejor amiga. Nunca lo tocó, y jamás estuvo en su entrenamiento, argumentó yo no sé qué estupidez del circulo al que ustedes pertenecen.
El abogado se quedó en la frase de «su pareja», entonces Misaki era un juego para Kyo. Por eso le había dicho que le quitaría lo que más quería. ¡Tenía que protegerlo!, no iba a permitir que lo matara como hizo con Mizuki.
Se incorporo para hacer evidente el poco valor que le daba a lo que contaba. Así que con el mayor desparpajo le contestó:
—¿A ti que te importa como manejo mi vida? Takafumi es un host, ¿no entiendes que significa ese oficio? —dio la cara a Isaka y al intruso que abrieron los ojos con incredulidad— te lo explico, es un puto, alguien que se vende por dinero. —Satisfecho por sus expresiones, prosiguió— Zen, Haruhiko, Queenie, yo ¿cuántos más han pasado por su cama? Lo que no sé es si abriendo las piernas o metiéndolo.
Esta vez el golpe se lo asestó Ryūichirō, había gente idiota, pero Usami se llevaba el primer lugar.
—De verdad espero que después no te arrepientas de tus palabras —apretó su muñeca haciéndola girar, odiaba la violencia y era malo en las peleas— ¡Largo! Hasta que te calmes hablaremos.
Akihiko no creía las palabras que escuchaba. Limpio su labio y trato de hablar, pero el ojiazul no se lo permitió.
—Vuelve a Tokio con tu amado Misaki, deja en paz a Yokozawa y te aseguro, haré todo lo posible para que no vuelva a estar contigo.
Isaka no comprendía el proceder de su amigo. Lo apreciaba porque era como su hermano, se habían apoyado en cada una de sus locuras, pero esto iba más allá de la ofensa. Sacrificaba otra vez su realidad por un espejismo.
Se recriminó por juzgar, él lo había hecho al cambiar su familia por su relación con Asahina. La diferencia era que sabía que con Kaoru nunca daría un paso al vacío. Usami la estaba cagando. Solo le faltan las pruebas para desenmascarar a Haruhiko, pero prefirió aferrarse a la cizaña sembrada por un desconocido.
Kisa se acercó a Isaka que sonrió con benevolencia.
Usami los observó para salir dando un portazo ¿qué estaba haciendo?