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Hímero por Mascayeta

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Notas del capitulo:

Anánkê  en griego significa necesidad, fuerza y protección, pero también destino. 

En los tipos de amor,  Anánkê  es el que representa el amor a primera vista. Cuando al conocer a alguien se cree que es la persona "destinada". 

En Japón lo utilizan para indicar que se caerá irremediablemente enamorad@ de esa persona que se acaba de conocer.

Después de esta reseña sobre el nombre: Bienvenidos al bar.

El ruido de la música era delirante. Los acordes de las mezclas realizadas por el DJ de esa noche, provocan en los bailarines una montaña rusa de emociones que se reflejan en el cambio de movimientos  que van desde los  frenéticos saltos, a los roces sensuales entre sus cuerpos en lapsos agónicos de tiempo, donde parecía que los instintos prevalecían sobre lo racional, y finalmente, un nuevo giro en la melodía los hace volver al punto de partida,  separándose para estallar en gritos pidiendo por más.


Realmente el chico es muy bueno, y al igual que otros, Anánkê sólo será el lugar que le ayudará a catapultarlo. En dos años se convirtieron en la plataforma para nuevos talentos, contribuyendo un poco al sueño de tantos que habían pedido una oportunidad para dar a conocer su oficio.


Yokozawa dejó su lugar para comunicarse con Adriano,  a pesar del gran número de cámaras, era obligación de seguridad verificar los lugares que podrían estar expuestos al micro tráfico o a escenas subidas de tono. No era un mojigato,  pero permitir esas acciones era desprestigiar el bar, y bastante les había costado  ubicarlo en donde estaba.


Se  quedó en la pequeña terraza a distancia prudente de los grupos y  parejas que allí se hallaban. Amaba las noches de final de verano,  la temperatura y el cielo le recordaban su ciudad natal; hoy, al igual que tantas otras veces, era embargado por un sentimiento de nostalgia que rápidamente era opacado por uno de cobardía... sentía miedo de volver, porque si se lo encontraba no sabría que hacer.


Encendió un cigarrillo a esperas de que la velada concluyera, dos veces al mes podía disfrutar del establecimiento en su versión nocturna, ya que su labor se vinculaba más al restaurante por su trabajo como "anfitrión".


Pronto celebrarían el aniversario de la apertura de Anánkê, en sus labios se formó una leve sonrisa al recordar cada una de las locas ideas de Kisa para la ocasión. Las sugerencias comprendían desde una fiesta de todo el día combinando las dos facetas del lugar,  hasta una semana de recuerdos con todos los DJ que habían salido del mismo. Definitivamente su socio era un poco desmedido en sus pretensiones, pero amaba el dinero tanto como a Kou, así que no dudaba que lo que al final decidiera iba a ser lo correcto.


Viéndolo en la caja moverse como un pequeño ratón, pensó en lo agradable de su compañía desde antes que Yukina llegara de Tokio. Lo había conocido en un curso especial de Economía, para esos días el  ánimo de Shouta no era el mejor, de pronto eso fue lo que les unió.


Las salidas se fueron haciendo más frecuentes y a la llegada del joven castaño, los celos entre ambos provocaron una competencia donde el "rompe corazones" de Kou cayó rendido ante la "inocente" apariencia del pecaminoso pelinegro. En su mente aún tenía grabada la escena de la tarde en que los sorprendió en el apartamento. Sería una imagen difícil de olvidar.


El sonido del mensaje en su celular lo hizo apagar el cigarro, hasta en sus días libres debía lidiar con esto. Queenie lo vio aproximarse levantándose para recibirlo con un beso en los labios, Takafumi alcanzó a detener el gesto alejándola con sutileza. Desafortunadamente, la rubia mostró su enojo respondiendo con una pregunta que solo logró enfurecer a su interlocutor. La sonrisa de autosuficiencia del rostro de la mujer fue borrada al ver como sus objetos personales eran tomados por el peliazul, mientras ella era conducida a la salida.


El gesto del hombre le causó algo de miedo, quizás el efecto del licor le dio la fuerza para jugar una carta que consideró su mejor estrategia: Un escándalo.


Yokozawa la liberó del agarre llevando su mano a la frente, en medio de un suspiro, volvió a mirarla tratando de mantener la calma; sin embargo, Queenie no se la estaba dejando fácil, ya que entre lágrimas siguió balbuceando lo que para él eran estupideces. 


-  Permite que te ayude - en el momento que tuvo la oportunidad de responder, una profunda voz en su oído le hizo detenerse.  Por un momento pensó que Zen estaba detrás suyo. Agachando la cabeza, y  totalmente dócil ante el contacto de las manos en sus hombros, se apartó.


Casi como en un sueño, Yokozawa vio al elegante hombre dirigirse donde su clienta envuelto en el contraluz que se forma en la salida del local. La madura mujer con una sonrisa, extendió los brazos para caer profundamente dormida en los de su "salvador". El hombre giró encaminándose al coche donde Patterson, su chófer, los esperaba. 


La puerta se cerró, mientras en los altavoces Yukina informa que la velada llegaba a su fin, y con ella su oportunidad de conocer al amigo de Queenie.


 


 


Estoy demasiado ansioso, es mi cumpleaños dieciocho y me has citado porque  quieres darme una sorpresa, por eso también invitaste a Takahiro.


Las manos me sudan, por más que no deseo preocuparme, se que el sorprendido serás tu.


El elegante restaurante me pone en alerta, vas a cumplir con tu promesa, pero si al menos me hubieses preguntado sabrías que no es el momento indicado. Me aproximó al cubículo reservado, te levantas para darme la bienvenida... si supieras lo que me ofende que me trates como una doncella, ¿tan poco me conoces que todavía no te das cuenta? Saludo con una reverencia evitando tu contacto, nuestras miradas se cruzan, estas tan absorto en tu felicidad que no te detienes a analizar lo que la mía refleja... estoy cansado. Agotado de llevar una doble vida, de mentir a quienes nos rodean, de sentirme como un juguete más de tu extensa colección.


En la cena te la pasas recordando las anécdotas que tienes con mi hermano de la preparatoria y de la universidad; Manami y yo hemos sido, una vez más, excluidos. Al verlos entiendo que el intruso en esa amistad siempre he sido yo; los escuchó y veo que es imposible pretender que lo nuestro se asemeje a lo que tienes con Takahiro. Nos separan once años, y aunque al principio no fue un problema, ahora soy consciente que si quiero avanzar, no puedo seguir con esta relación... no deseo ser tu sombra... no quiero sentirme como la princesa del cuento de hadas en el que, muy a mi pesar, te has convertido en el dragón carcelero...


 - Me voy en una semana con Sumi y Todou – la mesa queda en silencio. Busco tus ojos y tomo tu mano. Está tan fría que sé que mis palabras le han robado la calidez que me brindaba; pero es mejor así, por eso debo continuar, decirlo toda para evitar que destruyas el vínculo que tienes con mi hermano... - obtuve una beca por cuatro años en el exterior para continuar con mis estudios.


- ¡Felicidades! – grita Manami ajena a la tensión que se ha formado en la mesa.


- Inicialmente debo aprender ... - el golpe en la mesa interrumpe mi explicación haciendo que nos fijemos en Takahiro. Su cara tiene una expresión que jamás había visto. Mi cuñada lo llama dulcemente, finalmente me sonríe con tristeza, pero es a ti a quien mira. Le escucho susurrar un "lo siento", y lo comprendo, nuevamente me has dejado de lado para decidir sobre mi vida: Le has dicho de lo nuestro.


Terminamos sin más conversación, es el postre más amargo que he probado. Una vez hemos salido, te despides y nos dirigimos al apartamento que desde hace un año compartimos, primero como amigos, luego como amantes, y hoy...


- ...como desconocidos – murmuras concluyendo la frase que da vueltas en mi cabeza.


Es tiempo de la conversación que he evadido por días, tu afirmación de lo que siento por ti me hiere en el alma porque no sé qué decir. Haces una mueca y me pides que saque un sobre de la guantera, me dices que lo abra y lea el documento que contiene... ¡qué irónica es la vida!, porque lo primero que sacó de este es una cadena.


Detienes el auto por la luz roja del semáforo, sin importarme lo que suceda abro la puerta y desciendo. Antes de cerrarla lanzó el paquete al asiento que tantas veces ocupe... en ese instante ya se las palabras exactas para tu anterior frase. Te enfrento para pronunciarlas con más odio que tristeza...


- Te equivocas Usami-san; porque yo no te amo.


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