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Hímero por Mascayeta

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El tener que sujetarlo para que Kaoruko comience la sesión no deja de ser molesto. Es su orden y como tal debo seguirla, pero imaginar que ella puede llegar a poseerlo me enerva.

—Por favor Yuu, te lo suplico, suéltame.

Los ruegos de Mizuki son molestos, aún tengo las cicatrices de la golpiza a la que fui sometido por no convencerlo de que firmara los papeles cediendo su parte de la herencia. Aprete más la correa dándole a entender que guardara silencio.

—¡Dejalo así! —me aleje para colocar la cámara en posición. Últimamente Kaoruko se ha aficionado a grabar su actuación como Dominatriz. No me molesta, pero a veces quisiera privacidad.

Pasa el látigo por la carne desnuda de su primo, sé que lo odia, «cuestión de familia» respondió cuando le pregunte, pero ahora que veo como el cuero marca la piel blanca del peliplata, tiemblo. Esto no es una sesión normal.

Soy consciente que en algún momento quise vengarme, le había perdonado el quitarme a Ijuuin el día que iba declararme, dejándolo pasar porque al ver a su prima entendí que lo mío por el productor era una simple admiración. Pero el haber tenido que ir al hospital para que curaran mis heridas y asumir el papel de prostituto para que me dejaran en paz… de solo recordarlo siento que se me revuelve el estómago al pensar en la humillación que tuve que pasar con esos bastardos. Eso es lo que no le perdono.

Veo a través del lente y captó el instante en que Kaoruko golpea su rostro, el rojo en su mejilla y como parpadea me indican que su ojo se ha visto afectado.

—¡Sal de aquí! No deseo que nadie ni nada vea la conversación que tendré con mi primo.

Agachó la cabeza y respondo con un «yes my lady», para dejar el equipo apagado y cerrar la puerta de la habitación tras de mí.

Cada grito resuena en la casa y de pronto no se escucha nada.

Me llama y dice que recoja todo, que me marche y no la contacte. Ella lo hará cuando lo estime conveniente.

Quito el trípode y noto que cámara esta encendida, quiero preguntar si lo hizo, pero veo la sangre que brota del cuerpo que cuelga inconsciente atado por sus muñecas.

Cuando me dispongo a marcharme me pide con una dulce voz que me acerque. Levanta el rostro sin vida de Mizuki y veo el salvajismo con que su piel fue desgarrada, así como las heridas en su tórax.

—Esto puede pasarte si abres la boca ¿entiendes Yuu-kun?

—Yes my lady.

 

Ishi y Asahina observaban el video intentando contener las ganas de vomitar. Si en algún momento tuvieron compasión por la mujer, cualquier rastro de piedad fue desterrado de su alma.

El asesinato lo cometió con saña, cada una de las frases reclamándole años de atenciones de parte de Fuyuhiko, el dinero que le dio su abuela y las preferencias que mostraba Deane por él… todo conllevaba al dolor del rechazo que la mujer percibía por parte de los Usami.

Distante de la situación, Kaoru sabía que las cosas no eran como las presentaba. Esa niña había tenido más atención por parte del padre de Akihiko que la que él pudo dedicarles a sus verdaderos hijos. Sin embargo, parecía que eso no había sido suficiente.

Ishi pidió a Miyagi interceder en el caso contra Yanase, se podía ver claramente que no se relacionaba con el crimen, así que debía quedar en libertad.

El juez lo miró con extrañeza, no entendía bien el interés de este por el castaño, pero parecía que su necesidad por protegerlo iba más allá de algo romántico. Afirmando con la cabeza le prometió hacer lo posible, empero la verdad era que la única que podría librarlo de los cargos como cómplice era Kaoruko, y para eso debía firmar su confesión.

 

—No lo entiendes ¿verdad?

Fuyuhiko ladeo su cabeza tratando de comprender las palabras de su sobrina. Kaoruko había sido durante años su hija. Aunque llegó a su casa siendo una adolescente supo ganarse a pulso su lugar dentro de los hermanos Usami.

Tal vez todo ese odio y ambición lo había copiado de las tantas veces que le escuchó quejarse de sus hijos y de sus parejas. Nunca le dio importancia, pero de alguna manera ese sentimiento se introdujo en su corazón mucho más fuerte de lo hubiese decidido.

—Tantos años a tu lado y nunca te diste cuenta.

Asahina y Ishi observaban a la mujer que los ignoraba por completo, para ella aparentemente la única persona en esa sala era su tío. Los documentos sobre la mesa eran la confesión que debía firmar para asegurar su condena hasta que se decidiera la fecha de su muerte.

—¿Qué pretendes con tus frases? —cuestionó Fuyuhiko intentando manipular un poco la situación. Él mejor que nadie conocía la terquedad de los Usami y ella poseía ese carácter tan propio de la familia.

La mirada de la pelinegra hizo que les solicitara a los dos abogados que los dejaran a solas. Era un riesgo, pero ambos aceptaron frente a la imponente figura.

La joven detalló cada uno de los rasgos de su tío, desde que llegó a la mansión no pudo menos que convertirlo en su ejemplo a seguir. Cada una de las oraciones despectivas con las que la exmujer de Fuyuhiko se refirió a él cayeron en saco roto, simplemente se volvió en alguien que ante sus ojos era perfecto.

Procuró convertirse en aquello que no eran sus primos, lo ayudo a convencer a Haruhiko para que estudiara en el exterior, que Akihiko viera como la mejor opción para huir de los problemas con su madre por su orientación sexual, irse a Inglaterra y soportar a Deane, y al final poder quedar como la única y la predilecta. Por eso cuando años después se enteró que Fuyuhiko había sido apartado de la joyería, no tuvo reparo en ofrecer su ayuda para el desfalco y tratar de hundir a Vinstone.

La primera vez que tuvo la oportunidad de humillar a su “abuelastra”, no la desperdicio. La elegante cena en honor a su esposo fallecido, una en la que procuró que su tío la dejara plantada inventando una enfermedad que nunca tuvo, pero reteniéndolo a su lado. Cómo imaginar que la mujer contrataría un acompañante para que actuara como uno de los sobrinos del difunto Shin, y menos que esa sería la entrada del estúpido de Yokozawa a sus vidas.

Recapacitó en que la lista de enemigos era demasiada, sus primos, Yokozawa, Ijuuin y lógicamente Isaka. Sin embargo, al único que quería ver sufrir era a Yuu.

—Si tienes algo que decir…

—Soy inocente de los cargos —el mayor sonrió con tristeza, ni siquiera entendía que ya no podía seguir negando lo evidente.

Kaoruko comenzó a llorar mientras trataba de explicar la situación con Takahiro, en su versión ella era la víctima. Por un golpe de suerte y la agilidad de Takahashi que logro esquivar la puñalada, los hombres de seguridad pudieron desarmarla antes de que lanzara otro ataque sobre la actual pareja de su hijo mayor.

—Me odias por lo que soy…—Fuyuhiko negó con la cabeza, quien era él para juzgarla por sus gustos. Tenía dos hijos gay y uno bisexual, que autoridad moral lo acompañaba para decir que la forma como llevaba su intimidad era incorrecta. A sus años había aceptado que cada cual era libre de amar como mejor se sintiera completo, sin verguenza y sin juzgamientos ridiculos de la hipocrita sociedad.

Tomando sus manos las beso con delicadeza para indicarle que no le importaba. Llevó una de sus manos a la mejilla de su sobrina para acariciarla como cuando era una adolescente. La chica se levantó para arrodillarse frente a él y colocar su cabeza en el regazo del hombre que significaba más que su familia. Fue cuando las palabras que brotaron de la boca del mayor de los Usami le recordaron que no era su preferida.

—¿Por qué lo asesinaste?

—Porque lo amabas más que a mí, y tu solo puedes ser mío.

 

Esa noche mientras Yanase salía libre de toda culpa, el cuerpo de una pelinegra se mecía frente a la puerta de la celda de máxima seguridad que ocupaba.

Al recibir la llamada Fuyuhiko solo pudo terminar el vaso de licor en su mano para pronunciar las palabras que permitirían darles descanso a él y a su amado hijo Mizuki.

—Que te pudras en el infierno Kaoruko. 


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