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Hímero por Mascayeta

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Notas del capitulo:

Bueno y llegamos al final de esta historia.

Agradezco sus lecturas y comentarios, y como me acompañaron en este proyecto.

Sin más el último capítulo.

Cerró las puertas del local apagando las luces. Yukina y Kisa le pidieron que los acompañara, su habitación seguía tal cual como estaba el día que dejó el apartamento. Con una sonrisa se negó. Esa noche era para ellos, no solo por el éxito del lanzamiento de la campaña, sino también porque el pelinegro estaba de cumpleaños y conocía de antemano lo que su amigo le tenía preparado. Con un abrazo se despidieron.


El mensaje de parte de Zen era similar, solo que le avisaba que esa noche Hiroki se quedaría con ellos. Lo que menos quería era ser mal tercio, suficiente con tener a Hiyori, así que declinó la invitación sacando como excusa que el pintor quería celebrar su triunfo. La respuesta del castaño fue que no le mintiera y que por ningún motivo se fuera a quedar solo, ¿tan fácil era de leer? Apagó el móvil para no ser regañado por su expareja.


Cogió una de las botellas de vino del restaurante y comenzó a beberla en compañía de una hermosa balada de los años veinte, no quería pensar en nada malo, pero el no tener noticias de Akihiko lo hacían sentirse temeroso. En lo poco que pudo hablar con Takahiro, las cosas en la empresa estaban recuperándose, al igual que cada escandalo después de ocho días casi nadie hablaba del suicidio de Kaoruko y el desfalco era tema olvidado, ya que la promoción hecha por Iwaki-san había enmascarado cualquier posible rumor de quiebra.


Por su parte Ijuuin y Misaki prácticamente desaparecieron cuando empezó la cena, disimuladamente Hiroki quitó sus nombres de las mesas reservadas y mandó a reorganizarlas. Ese profesor era perfecto para el desordenado e infantil Kirishima, en los quince días que llevaban juntos, Zen no podía borrar la boba sonrisa de su cara cada vez que el castaño asomaba sus narices bien fuera por voluntad propia o porque era arrastrado por Hiyori al apartamento. Esa noche en especial fue de gran ayuda para él en el restaurante.


Como tantas veces lo había hecho, su trabajo en esa ocasión era en seguridad. Adriano y él se encargaron de monitorear junto con una serie de infiltrados cada uno de los salones. El monto total de las joyas que se encontraban en Ananké superaba por mucho cualquier fortuna heredada que Deane les hubiese otorgado.


Sirviendo su cuarta copa brindo al aire por la mujer que no solo fue su amiga, sino también su mecenas. Mucho antes de morir les había avisado que repartiría entre ellos una pequeña parte de su herencia, la pequeña suma no era nada despreciable y eso les daba la estabilidad financiera para los nuevos proyectos a emprender, pero como bien había dicho el calculador de Kisa, guardar para el futuro no era malo, así que estudiaron propuestas y el dinero fue invertido bajo la supervisión de Deane en empresas que les otorgaban anualmente ganancias que iban directamente a una cuenta que decidieron ignorar por ser su seguro de vejez. El único que conocía de ella y que por casualidades del destino terminó ayudándola a crecer, era Isaka.


Suspiró para tenderse en el escenario donde horas antes el DJ invitado interpretaba las melodías que enloquecieron a jóvenes y adultos. Pensó en Ryūichirō y el repentino viaje que debió emprender esa noche junto a la persona que amaba. Su padre estaba pronto a morir y había pedido su presencia. El relevo en la subasta fue hecho por Zen y de ahí la pareja salió rumbo al aeropuerto. Takafumi rogó porque pudiesen llegar a tiempo, el rostro del CEO antes de salir reflejaba el dolor de perder a su progenitor. Confirmaba que su carácter desenfadado y poco serio eran solo la fachada para ocultar a un hombre serio y con buen corazón.


Miró la botella, solo quedaba un trago que no quiso desperdiciar sirviendo, así que bebió directamente de ella. Al bajarla vislumbró una figura conocida. Por lo visto verse solo y quizás el hecho de pensar que su luna de miel acabo en el mismo momento que empezó, forjó una sonrisa en su rostro.


—No deberías tomar tanto, sabes que no lo resistes.


—¿Hmm?, ¿Quién te crees para reclamarme? —sin permitir que eso quitara la botella se alejó rumbo a la barra para sacar otra y seguir tomando—. Es mi noche de despecho, fijate que hasta puedo hablar con mis alucinaciones.


Usami entendió el sarcasmo en la frase. Quería darle la sorpresa, pero un error en su pasaje hizo que no llegara a tiempo.


Yokozawa aún no estaba lo suficientemente ebrio y pudo darse cuenta de que Usagi al fin se le había dado la gana de aparecer, pero la ausencia y el silencio en que se mantuvo desde el atentado contra Takahiro, lo tenían bastante disgustado, así que aprovechando la situación decidió provocarlo.


—Sabes, hoy quería darle un regalo por ser el Día Blanco, ya que tu yo real, que ahora debe estar en Tokio quien sabe haciendo que, me dio este anillo en San Valentín.


Akihiko sonrió por la declaración, así que tratando de aproximarse le pregunto cuál era el regalo que le tenía. El peliazul le hizo un guiño y le pidió que se sentara frente a la tarima. Nunca imaginó que su querido Takafumi pudiera enloquecerlo aun más de lo que ya lo tenía.


Quitándose el saco y la camisa quedo en una ajustada camisilla que marcaba perfectamente su cuerpo.


—Te ves muy sexy, pero hasta ahora no hay nada impresionante —dijo desinteresadamente el ojilila encendiendo un cigarro. Así que comenzaron a jugar.


—Es cierto, no soy nada especial para alguien que lleva tantos años en el mundo gay, pero —los ojos grises brillaron con lujuria— sé cuándo alguien desea que las cosas funcionen.


Usagi-san sentado como estaba era una víctima fácil para el hombre que lo hizo descruzar sus piernas para acomodarse en su regazo. La mano de su sumiso se deslizó por la parte de atrás de su cuello y lo atrajo para unir sus labios. El beso encendió al peliplata que lo acercó aún más a su pecho. Vaya que extrañaba ese sabor.


Takafumi se retiró para dejarlo con ganas de más, amaba el juego físico y se dio cuenta que a pesar de ser el dominado podía manejar la relación de diferentes maneras, y una era la provocación.


Rodó sus manos por los brazos de Akihiko para luego entretenerse en quitarle el saco y desabotonar el pantalón. Retándolo con la mirada preguntó:


—Dime que quieres que haga —la erección de su amante ya estaba en su mano y le aplicaba un poco de presión a la punta.


—Complaceme.


El abogado odiaba que hiciera esa sonrisa, era como si se transformara en un demonio de lascivia y para él equivalía perderse en las sensaciones que le ofrecía. No supo en que momento había descendido de sus piernas para besar su glande y con la lengua tocar aquellos lugares que eran más sensibles.


El gemido de Usami lleno al menor de valor para continuar con su trabajo. De repente sintió como su pareja se enterraba en su boca y le repetía con cariño que lo recibiera completo. Se retiró para arrodillarse y abrir sus labios, el Dom de inmediato aceptó la invitación.


Yokozawa se veía completamente erótico y eso solo aumentaba su deseo de tomarlo, al diablo los juegos que venía planeando para tener esa noche. Ahora lo quería dispuesto para penetrarlo hasta que ambos resistieran. Sin embargo, el peliazul al ver como su amante se separaba para pedirle que se inclinara ante él, decidió contradecirlo.


—Demasiado para una tonta ilusión, los sueños húmedos a mi edad son un fastidio.


Apoyándose en la barra, llenó la copa y bebió a fondo blanco, limpiándose la gota que escurría por su barbilla lamio su dedo dándole más ideas al hombre ante él.


—Trata de verlo de esta manera, hoy los papeles se invierten, si quieres algo debes recompensarme por el tiempo que me olvidaste, de lo contrario…


No alcanzó a terminar la frase, la boca de Usami capturó la suya apretando su cuerpo contra la barra. Akihiko mordió su cuello mientras se deshacía de la molesta ropa interior de Takafumi. Con ansia subió la larga pierna para introducirse sin miramiento, sus ojos se encontraron para con una mueca preguntar lo evidente: ¿Se había preparado para él?


—Te dije que te tenía un regalo… ¡Ahh!


Fue lo único que pudo decir el ojigris, de allí en adelante Akihiko no se detuvo.


 


Ahora con él dormido entre sus brazos, observaba como las marcas de sus besos estaban por todo el cuerpo de su sumiso, este hombre que le demostraba con sus acciones que definitivamente él era quien lo tenía rendido a sus pies.


Se levantó para fumar un cigarrillo, asomado en la terraza de la habitación que desde ahora ocuparía como dueño de casa, Usami pensó en su vida y en sus amores. El frio de la noche londinense le hizo recordar a las personas que lo rodearon en esos años, muy pocos le brindaron el calor que lo llenaba, algunos como sus amigos aún estaban a su lado, otros como sus abuelos y Deane se marcharon sin lograr decirles que los amaba.


Las cálidas manos de su amante lo rodearon, pudo percibir el metal en su dedo anular, el vinculo que indicaba que él le pertenecía.


—¿Pasa algo? —pregunto Yokozawa recargando su barbilla en el hombro de su pareja.


Dándose vuelta, acunó el rostro de quien lo rescató años atrás de su automóvil y besándolo le respondió:


—Solo pensaba como era mi vida antes de estar contigo.


Extrañado por la respuesta Takafumi solo pudo aceptar ser llevado nuevamente a la cama, entre risas y caricias entendió que a partir de ese día recuperarían todo el tiempo perdido.


 


FIN

Notas finales:

Espero me acompañen en los nuevos proyectos.

Nuevamente gracias por su compañía.

Abrazo de oso para todos.


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