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Hímero por Mascayeta

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Notas del capitulo:

Último capítulo de una historia que espero haya sido del agrado de aquellos que la leyeron y me acompañaron con esta loca idea.

Gracías por sus lecturas y comentarios.

 

La joven poso sus labios sobre los entreabiertos de Yokozawa. El cuerpo húmedo de los dos y la forma como del pelinegro coloco su mano en el cuello de ella, hizo que la escena se encendiera.

Los ojos grises mostraban deseo y la invitación a participar en la escena. La clara muestra de la tentación y la infidelidad.

 

Akihiko arrugó el diario que mostraba en primera plana la fotografía con una de él y su novio en una esquina rota por la mitad.

Los cuchicheos de sus estudiantes al entrar en el salón se estaban convirtiendo en un verdadero problema, si logró avanzar fue por la antigua táctica de "evaluación sorpresa", al menos cambiaron la frase de «pobre cachón» a la de «este hijo de su p* madre».

La tarde fue eterna, en su cabeza la sola idea de que su pareja le estuviese engañando le carcomía de la ira. Como si fuera una maldición las secciones de farándula hicieron la noticia del día su situación amorosa. Bastante difícil era mantener su relación fuera de los reflectores cuando Yokozawa se había convertido de la mano de Iwaki-san en un modelo esporádico de varias campañas para la publicidad de ropa y accesorios masculinos.

Una vez solo en su habitación se dio cuenta de lo cerca que se hallaba su aniversario, ese San Valentín iba a ser demasiado amargo si se confirmaba que su relación había finalizado. Marcó de nuevo el número de Takafumi para escuchar la monótona voz con el mensaje que indicaba que estaba fuera del área de cobertura.

Colocando el brazo sobre sus ojos pensó si quizás era el momento de entender que su destino era estar solo.

 

Yokozawa observó la fotografía y se imaginó la expresión de Akihiko, sabía que estaba jugando con fuego, sin embargo, deseaba darle una sorpresa para su aniversario y si no lo mantenía alejado era muy difícil poder cumplirlo.

El número del peliplata era desviado a buzón de voz, por precaución se comunicó con Iwaki-san para solicitarle que inventara algo que calamara a Akihiko. Su mánager soltó una pequeña carcajada entendiendo perfectamente la insinuación, con gusto le ayudaría, pero debía prometerle que le daría una solución rápida al asunto. La confianza a la que habían llegado ambos hombres le permitió a Yokozawa asegurarle que lo invitaría a su boda en verano, así que no hiciera ningún plan para el mes de julio. Al terminar la llamada, rogó porque todo no se viniera al suelo, eran tan solo tres días más.

 

La celebración en Londres del San Valentín era tan molesta como en otras partes del mundo, tal vez si no estuviese rodeado de las felices parejas de sus amigos, sería más fácil sobrellevar la fecha, pero tener a Isaka y a Asahina contándole como iba la editorial, a Zen y a Hiroki ya establecidos hablándole de como el castaño se mudaría a su apartamento, de Ijuuin y Misaki que desde Los Ángeles le comentaban de la nominación a mejor dirección de arte y mejor película extranjera haciendo gala del anillo de bodas, de Kisa y Yukina que parecían uno la extensión del otro, hacía que su cerebro le enviara un solo mensaje: «No debiste salir de la cama».

Cuando al fin creyó que todo había acabado, la videollamada de su hermano le provocó la decepción de estar unido a una falacia, ya que después de unos minutos, Haruhiko logro mantener a Takahiro en su regazo, el color en la cara de su amigo fue lo único que le permitió bromear a costa de la relación de esos dos. Al concluir con la conferencia, agradeció un poco la extraña situación.

 

Yokozawa se movía para un lado y otro de la habitación, no tenía la menor idea si Akihiko regresaría esa noche. No podía llamarlo, así que confiaba en que su cuñado hubiese hecho bien su trabajo.

La puerta de la habitación se abrió dejando ver a un hombre cansado y que venía quitándose la ropa desde antes de llegar, sin siquiera encender la luz siguió hacia el baño para segundos después escuchar la ducha.

El peliazul estaba ansioso por ver su reacción, coloco las dos cajas encima de la cama con la tarjeta que le indicaba ir al lugar que utilizaban en sus sesiones de BDSM. La cristalita de la poceta fue abierta, siendo su señal para abandonar el cuarto.

 

Secó su cabello para encender la luz de la mesa de noche, quería descansar y no pensar en nada. Buscó en el botiquín dos pastillas que le ayudaran a sobrellevar la jaqueca que no se le quitaba prácticamente desde que amaneció. Sabía que era por falta de alimento, pero era más fácil embotarse que pensar en la razón del silencio de su pareja. Al quererse sentar noto los paquetes.

Intrigado abrió la más pequeña viendo dos anillos de oro blanco unidos por una cadena en el mismo material a uno más grande. Con una sonrisa no tardó en destapar la otra, el juego de agujas le motivo a buscar a quien le estaba dando el presente que desde hacía seis meses le venía pidiendo.

Al entrar a su habitación lo encontró arrodillado con la bata de seda que le entregó en navidad, sabía que debajo de ella no tenía nada.

—¿Estás listo para llevar la joyería que has elegido para mí?

Yokozawa asintió, ese era su regalo de aniversario, no importaba su animadversión por las agujas, además en su mente persistía la idea de empotrar a Akihiko como él le había sugerido cuando comenzaron su relación. De esta manera ambos, a su parecer, se convertirían en uno solo.

Con descaro se irguió dejando caer la tela que cubría su cuerpo, desde hacía mucho tiempo Usagi no lo amarraba, solo si el juego lo exigía. Cruzando sus brazos en la espalda se coloco en posición de firme.

Dirigió su mirada a la entrepierna de su pareja para darse cuenta de lo excitado que se hallaba, con delicadeza Akihiko marco los puntos de entrada y salida de las agujas y tiro de uno de los pezones tensándolo.

La respiración de Takafumi se fue acelerando por el dolor, lamio sus labios para dejarlos entreabiertos y pedir disimuladamente una pequeña caricia por su obsequio. El ojimatista se aproximó susurrando prácticamente en su boca que respirara profundo, tan pronto vio la inspiración traspaso con la aguja la tetilla.

La expresión en el rostro del sumiso cambió. Liberó el aire por su boca, cerrando de inmediato sus parpados. Akihiko ante la reacción con rapidez ejecutó la segunda perforación, la euforia del placer se reflejaba en el temblor del cuerpo de su pareja. El frio metal de los anillos fue depositado en los agujeros recién abiertos. Por más que quisiera probar el resto del accesorio, era mejor no forzarlo evitando una infección.

Por el momento solo acaricio sus brazos para soltarlos y rodear la cintura del pelinegro. Depositando pequeños besos en su boca vio los lagos grises en que amaba perderse.

—Te extrañe —Yokozawa correspondió el abrazo rodeando su cuello, demasiado tiempo separados, además debía aclarar lo de la fotografía—. ¿Y tú? ¿Me has echado de menos?

—Cada minuto del día —contestó besando los delgados labios frente a él— pero tenía miedo...miedo de que mi... —rogó porque no se enojara— de que mi desaparición te hiciera correr a los brazos de otro.

Akihiko hizo una mueca, así que todo era planeado. El estrés de no tenerlo y la posibilidad del affaire con la mujer habían sido una prueba. Lo sujeto con una mano mientras con la otra le daba una fuerte palmada. El gemido aumento su desatendida erección.

Esa era la vida que quería, una en la que su osada pareja le diera más de una sorpresa con tal de satisfacerlo... pidió mentalmente que esos quince días pasaran rápidamente para poder aprovechar al máximo su obsequio, uno que a su debido tiempo acompañaría con la firma de su contrato matrimonial, pero por el momento...

—Sabes que mereces un castigo.

Soltándose del agarre Yokozawa le paso una tercera caja. Los ojos de Akihiko brillaron ante el flogger metálico, nada comparado con las palabras que le escucho sensualmente pronunciar a Yokozawa.

—Y yo lo acepto, amo.

Notas finales:

Nos leemos en una próxima ocasión.


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