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Luna de Otoño por AniBecker

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Notas del capitulo:

-Los personajes no me pertenecen, yo sólo los utilizo para crearles la historias que a mí me gustaría que les pasara. 

-Esto es un AoKise vs KagaKise. 

-Contiene parejas heterosexuales también. 

-Contiene mpreg. 

 

Capítulo 1: Sorpresas te da la vida

“La familia Aomine y la familia Kagami tienen el honor de invitarles al enlace matrimonial de Daisuke y Ryoko, que se celebrará el próxima día 24 de octubre del año en curso en la residencia que los Kagami en la residencia que posee la familia Kagami en Nakagawa. Rogamos confirmen su asistencia.”

—¡Cariño, mira! Mi mamá ya me envió la invitación por correo. Quedó bien, ¿verdad?

—Vaya, sí que quedó muy bonita. Sin duda, fue un auténtico acierto que tu madre se encargara de elegirla – contestó el chico mientras tomaba la invitación.

—Me da un poco de pena por mi madre, está preparando la boda prácticamente solo. Aunque tengo que reconocer que está haciéndolo estupendamente.

—Yo un poco también, pero él nos dijo que no nos preocupáramos nada más que de elegir nuestros trajes, que él se encargaba de todo. Y parece increíble, porque apenas con unas indicaciones e ideas que le dimos, ha sabido organizar y preparar todo a la perfección.

—Cierto. A mi madre siempre le ha gustado estas cosas, y sabe mucho sobre el tema, es genial que nos esté ayudando —el chico le sujetó ambas manos a su prometida—. Si mi padre tuviera que ayudarnos con esto, hubiera sido un auténtico caos.

—Estoy de acuerdo, no podíamos haber encontrado a alguien mejor para preparar nuestra boda —Ryoko empezó a reír—. ¿De qué te ríes?

—Pues que estás encantado con tu suegrito, ¿o me equivoco?

—Lo mismo que él conmigo —le guiñó el ojo.

—Hablando de padres —se sentó sobre sus rodillas, para proseguir hablando—, tengo mucha intriga por conocer a tu padre, y tratar con el gran ex basquetbolista famoso de la NBA.  

—En apenas unas horas, lo conocerás —le dio un beso en la frente—, venga, preparemos nuestras maletas, tenemos que coger un vuelo hacia Cleveland.

—¡Es verdad! Y yo aún sin terminar —se levantó de golpe—. Mejor voy terminando.

—Date prisa, amor, que el vuelo sale dentro de tres horas —escuchó un en seguida estoy lista por parte de su prometida desde la habitación.

Kagami Ryoko, hija del famoso ex jugador de baloncesto japonés, Kagami Taiga que estuvo por un tiempo en la NBA y ahora completo empresario de éxito. Aomine Daisuke, hijo del famoso ex basquetbolista que triunfó en la NBA, Aomine Daiki. Nadie se hubiera imaginado que la primogénita de Kagami, y el hijo único de Aomine, acabarían por ser familia.

Ambos chicos tenían casi la misma edad, Daisuke tenía 23 años y Ryoko 21. Se conocieron en un intercambio que la chica hizo a Estados Unidos, cuándo ambos estudiaban sus respectivas carreras. El chico estudió diseño gráfico y la chica diseño de interiores, pero en ocasiones se dedica al modelaje.

Durante el último año de universidad de Daisuke y el segundo de Ryoko, se hicieron pareja, y al año siguiente, se fueron a vivir juntos mientras la chica terminaba sus estudios. No fue hasta el año pasado que se habían comprometido, deseando por fin unirse y compartir el resto de su vida juntos. Los dos, actualmente vivían en Nueva York, dónde ambos tenían allí su vivienda y sus trabajos, pero regresaban a Japón, de dónde procedían sus raíces, para allí celebrar su boda.

El peli azul conocía a la familia de Ryoko. Él, aunque no nació en Japón, se siente completamente japonés. Él nació en Estados Unidos, dónde realizó sus estudios y, dónde conoció a Ryoko en ese intercambio. Conocía perfectamente a Kagami Taiga, que por un tiempo estuvo jugando en la NBA, pero que terminó retirándose para dedicarse a unos negocios familiares. También conocía a su esposo y al hermano de menor de edad de la chica.  

En cambio, Ryoko no conocía a los padres de Daisuke, sólo conocía a su abuela, que en más de una ocasión, viajó hacia Estados Unidos para ver a padre e hijo. Para ella, su futuro suegro era un total misterio, ya que, aunque su padre había tenido algún que otro encuentro con él cuando jugaba en la NBA antes de retirarse, y, para sorpresa de ella, fueron conocidos en el pasado, ella nunca lo había visto, sólo en televisión o fotos, dónde salían noticias de él.

Un tiempo atrás, cuando se enteró que fue conocido de su padre, también se enteró que lo era de su madre, y de todos los amigos de ellos. Aunque cada vez que ella quería saber algo de su época de más jóvenes, todo el mundo le evadía el tema, a ella, y a Daisuke, por lo que eso había despertado la curiosidad de la chica y quería averiguar muchas cosas.

Después de terminar de empaquetar todas sus cosas, se dirigieron hacia el aeropuerto, dónde irían primero hacia dónde vivía el padre de Daisuke allí en Estados Unidos, para visitarle, para después, volar hacia el país nipón.  

—Oye amor, ¿tu padre entonces después de visitarle nos acompaña hasta Tokio?

—Pues creo que no, que irá un poco más tarde que nosotros. Tendrá compromisos con sus clientes, supongo, recuerda que es representante de dos deportistas.

—Ya veo. Una vez me dijiste que él no quería volver a Japón, ¿y eso por qué? —preguntó con toda la intriga del mundo.

—Pues si te soy sincero, no lo sé. Dijo que mientras pudiera evitar ir allí, no iría, pero por más que le preguntaba el motivo, siempre me decía porque no se le había perdido nada allí. Ni si quiera visita a mi abuela, ya sabes que es ella la que nos ha tenido que visitar en más de una ocasión.

—Es una cosa muy rara, algo tuvo que pasarle allí para no querer volver, ¿no crees?

—Algo tuvo que pasar, sí. Pero eso es algo que, de seguro, nunca lo sabremos.

—Me gustaría saber qué es lo que pasa —dejó escapar un pequeño suspiro.

—Bueno, dejemos eso. Mejor será que pensemos en el viaje, recuerda que, dentro de poco, nos casaremos —la abrazó.

—Sí. Estoy deseando mi amor —ambos se dieron un beso antes de descansar un poco durante el viaje.

Mientras tanto, en Tokio, Japón…

El teléfono de la casa de una familia, empezó a sonar. Una chica de apenas diecisiete años contestó el teléfono, para después de saber quién era, llevarle el aparato hasta dónde se encontraba su padre.

—Papá, el teléfono, es para ti —el hombre, de cabellos celestes, con ojos del mismo color, atendió el teléfono.

—Sí, ¿quién es?

—Tetsu-chan, soy yo —habló un hombre pelinegro también—. ¿Te llegó la invitación de boda de Ryoko-chan?

—Ah, hola, Kazunari-kun. Sí, Satsuki-san la recogió del correo esta tarde. Está muy pero que muy bonita. Tú también la recibiste, ¿no?

—Claro. Oye, por cierto. ¿Sabes si Aomine vendrá?

—Pues no tengo ni idea, aunque supongo que sí. No hablé con Kise-kun últimamente, pero teniendo en cuenta que es la boda de su hijo, me supongo que sí vendrá. ¿Por qué la pregunta?

—Bueno… Cómo hace tanto tiempo de aquello y…

—Kazunari-kun, ya. Mejor dejémoslo así. Ya se verá qué pasará. ¿Nos vemos mañana para comprar el traje para la boda?

—Claro, mañana nos vemos. ¿Sat-chan se apunta? —ambos hombres se despidieron. En ese momento, entró una mujer peli rosa por la puerta.

—¿Con quién hablabas mi amor?

—Con Kazunari-kun, llamó para preguntar si recibimos la invitación de boda, y para ir mañana a comprar nuestros trajes. Me dijo si te querías apuntar también —la fémina sonrió en respuesta.

—Claro que sí me apunto, sabes que me encanta ir de compras, y seguro que Hana-chan también —se referí a su hija. Hizo una pausa, y suspiró—. Parece ser que nos reuniremos todos nuevamente.

—¿Todos, todos? —Satsuki supo en seguida a lo que se refería.

—Si lo dices por Dai-chan, me da igual. Vendrá nuevamente, supongo que sí. Pero no me importa. Yo voy a esa boda por los chicos y por Ki-chan. Mira que han pasado más de veinte años, pero es algo que no puedo olvidar tan fácilmente. Ni yo, ni nadie —habló, con dolor en sus palabras.

—Y te entiendo, a mí me pasa igual. Pero dejemos de hablar de eso, mejor vamos a cenar.

—Claro, iré a preparar algo para cenar.

—Mejor… preparo yo la cena, tú ve a darte un baño, te ves cansada —le tocó los hombros, y la mujer echó su cabeza hacia atrás.   

—Mo, Tetsu-kun, ya mejoré mucho mis dotes culinarios —fingió molestia, inflando sus cachetes—. Pero no rechazo un baño exquisito.

Momoi subió hasta el baño, mientras Kuroko se quedó mirando hacia las escaleras de la casa, por dónde había desaparecido su esposa.  

—Aomine-kun… pronto nos veremos las caras…

..

El viernes, Ryoko y Daisuke volaban rumbo a Cleveland. Ella no podía evitar estar nerviosa, a fin de cuentas, iba a conocer a su suegro y, desde que había descubierto que guardaba un secreto, aquel hombre le intrigaba más y más.

El peli azul se divertía mucho con aquella situación. A veces la rubia podía ser muy imaginativa y que tuviera tanto interés en descubrir las "oscuras razones" de que su padre no hubiera vuelto a Japón en tantos años le hacía mucha gracia.

El avión aterrizó y la pareja pisó el suelo de aquel Estado, recogieron sus maletas y empezaron a buscar a Aomine por el aeropuerto. Por fin, Daisuke lo divisó.

—¡Papá! —salió en su busca y ambos se dieron un fuerte y cálido abrazo.

—¡Me alegro mucho de verte, hijo! —respondió feliz al abrazo—. ¿Y bien? ¿En dónde se encuentra tu prometida? No me digas que saliste corriendo y la dejaste atrás —dijo cómo si lo estuviera regañando.

—Eh… bueno… así fue —desvió su mirada modo de nerviosismo, al igual que hacía su padre.

—No tienes remedio. Con eso corroboras las palabras de tu abuela, a que tú y yo nos parecemos demasiado.

—Bueno, padre e hijo somos —sonrió. En ese momento, apareció una enojada Ryoko.

—¡Aomine Daisuke! ¿Se puede saber por qué me dejaste sola con las maletas?

—¡Lo siento mucho, mi amor! Había sido la emoción del momento.

—Perdona a mi hijo, no tiene remedio —dijo Aomine sonriendo con los ojos cerrados—. Soy Aomine Daiki, el padre de este desastre… —en décimas de segundo, se quedó petrificado.

—Mucho gusto —sonrió tímidamente la chica, pero vio que el hombre se había quedado estático.

No podía ser verdad ¿o sí? La chica era muy bonita, tenía los ojos dorados, y su cabello de un color rubio intenso ¿Por qué esa muchacha le recordaba tanto a alguien es especial? ¿Acaso era su imaginación?

—¿Te encuentras bien, papá? —preguntó Daisuke al ver a su padre sin moverse.

—¿Eh? Ah, sí, perdón. Se me vino a la mente algo. Venga, les ayudo con las maletas.

Los tres salieron del aeropuerto y fueron directos al auto, subiéndose en él dirección a casa del moreno. Daisuke se sentó en el asiento del copiloto, y Ryoko se sentó en los asientos traseros. Se sentía muy incómoda, ya que el hombre no paraba a cada rato de mirar por el espejo retrovisor, cosa que dejó de hacer al ver que incomodaba a la novia de su hijo. 

Por fin llegaron al barrio dónde el peli azul vivía, justamente en el centro de la ciudad. Entraron al parking de un rascacielos, dónde desde la cochera, tomaron el ascensor hasta la penúltima planta. Era un apartamento completamente grande, de dos plantas, con unas vistas espectaculares, incluso tenía una piscina. Demasiado grande para él sólo, pensó la rubia.

—Hacía tiempo que no estaba en la casa —decía con nostalgia el joven de orbes zafiros—. ¿Quieres que te enseñe mi habitación?

—Claro que sí —sonrió al verlo tan emocionado.

—Por cierto, ¿has hablado con mamá?

—Sí. Dice que irá directamente a Japón, está muy ocupada con su trabajo y no puede venir aquí —respondió mientras soltaba las maletas.

—Ah, perfecto.

—Bueno, ¿me acompañáis a la que será vuestra habitación?

—¿Es que no será mi habitación?

—¿Pretendes dormir en una cama pequeña en vez de una amplia? —empezó a reír.

—Bueno, no —rio también—, pero pensé que sería bonito —mientras subía las escaleras, se percató que Ryoko se había quedado abajo. Los dos hombres, volvieron sobre sus pasos para saber por qué no había subido la chica.

—¡Es impresionante Aomine-san! —exclamó emocionada mientras veía con ojos brillosos todos los trofeos recolectados de toda su carrera profesional.

—Puedes llamarme sólo Daiki, a fin de cuentas vamos a ser familia pronto —dijo con una sonrisa.

—Cómo quieras entonces… Daiki-san… —respondió un poco avergonzada.

—¡Oh, vamos! Lo que tienen que ver mis ojos. ¿No te da vergüenza intentar ligar de esa manera con la prometida de tu hijo? —se burló Daisuke. Los tres estallaron en risa y terminaron por subir a la habitación de los chicos para que soltaran sus cosas y se acomodaran.

—Les dejo que se acomoden, les espero abajo para el almuerzo.

—¡Almuerzo! ¡Tengo mucha hambre! – empezó a deshacer sus maletas a la velocidad de la luz con tan sólo nombrar “comida”.

Daiki bajó al salón y empezó a pensar en el pasado, en los momentos tan felices que había vivido y en lo mucho que Ryoko y su hijo le recordaban a él y a la única persona que había sido dueña de su corazón. La chica se parecía tanto a él...

Después de un rato, los chicos bajaron y los tres salieron a la terraza a degustar el gran almuerzo que les esperaba. Después de estar un tiempo comiendo sin mediar palabra, Aomine rompió el silencio.

—Ryoko, quería pedirte disculpas —los dos lo miraron muy extrañados—, siento si te incomodé en el auto, es solo que… Que te pareces tanto a una persona…

—No hay problema con ello.  

—¿Y cómo está tu padre? Supongo que con mucho trabajo. Nunca entendí por qué dejó del baloncesto, su sueño siempre quiso ser basquetbolista.

—Sí, está que no para. Bueno… él dice que es porque el abuelo le recomendó formar parte de la empresa familiar.

—Él era muy buen jugador, hubiera tenido un futuro brillante si no se hubiera retirado tan pronto. ¿Y qué tal está el resto de tu familia?

—¡Es verdad! —exclamó y se levantó de golpe de la mesa, asustando a padre e hijo.

—¿Qué es lo que te pasa?

—Tengo muchas fotos de mi familia en el móvil, voy a por él y se las enseño a tu padre —la chica subió, y bajó desbloqueando el aparato, mostrándoselo al moreno—. Esta foto es de cuándo me gradué. Mi padre Taiga, que ya lo conoces, mi hermano Taisei, que es idéntico a mi padre y mi madre, me dijeron que se conocían hacía tiempo, él se llama…

Los ojos de orbes zafiro empezaron a temblar cuando fijó su vista en aquella pantalla. No podía creer lo que sus ojos estaban viendo— ¡Kise! – no dejó terminar a la chica.

—Si, ese era su apellido de soltero. Entonces sí lo conoces.

—Eh… sí. Estuvimos en la misma secundaria y equipo de baloncesto —dijo en un casi entendible susurro. Hizo cómo que miró su propio celular y se levantó—. Lo siento, tengo cosas que atender, tengo que ir a una reunión con un deportista al que represento —le entregó el teléfono a la joven—. Gracias por enseñarme a tu familia. Espero pasen buena tarde, regresaré en la noche.

—¿Estás bien, papá? —preguntó el peli azul de menor estatura preocupado.

—Sí, sólo que se me hizo un poco tarde para la reunión. Pásenla bien.

—Gracias —agradeció Ryoko un poco extrañada—. ¿Qué fue lo que le pasó?

—¿Tú sabías que tu madre y mi padre se conocían?

—Bueno, sabía que eran conocidos, pero no hasta el punto de que asistieron a la misma secundaria y equipo.

—¿Y por qué no me dijiste a mí? Yo sabía que tu padre conocía al mío, pero pensé que era por haberse enfrentado en la NBA cuando el tuyo todavía jugaba.  

—Tampoco es que me dieran mucha información, siempre evadían el tema o sólo respondían de forma corta.

—Es todo muy raro.

—¿Ves? Aquí pasa algo, y debemos averiguarlo.

—No. Si hubiera algo, eso es cosas de ellos, Ryoko, nosotros no debemos meternos en nada, si no quisieron contarnos lo que fuera que llegó a pasar en el pasado, por algo será.

—Pero ya me quedo muy intrigada —se cruzó de brazos la rubia.

..

Durante toda la reunión con su representado, Aomine estuvo totalmente distraído, le tuvieron que repetir las cosas varias veces, y disculparse él otras cuantas, pidiendo si le podían volver a repetir lo que le habían dicho.

Para su suerte, por fin terminó la reunión que, esas dos horas que había durado, para él había sido una auténtica eternidad.

Cogió el coche y se fue hacia un conocido bar alejado del centro de la ciudad, y pidió una copa. Desde su mesa, podía ver la cantidad de luces brillantes de dicho barrio y, perdido en su contraste de oscuridad y luminosidad a la vez, empezó a pensar.

—Con Kagami... ¿por qué con Kagami? ¿Tan grave fue lo que le hice? ¡No! ¡no tanto para que se vengara con alguien que es mi rival sin dejarme darle una explicación, sin tan siquiera escucharme! Y a pesar de todo, de todo lo que según él me quería... se le ve tan feliz... ¡tan feliz!

Copa tras copa, el ex de Too cada vez estaba más ebrio y desvariaba cada vez más. Y, en sus desvaríos, sólo había presente una persona: Kise Ryouta.

—Pero... ya veremos si realmente eres tan feliz... Te recuperaste enseguida... demasiado pronto... No debió de importarte tanto ¡hipócrita! En unos días, tendrás que enfrentarte a mí... y me da igual que esté Kagami o cualquiera de esos otros imbéciles que no sabe nada de nada. Durante años me mortificaron tus lágrimas, pero ya no... Nunca más... ahora me toca a mí Kise, y esta vez sabrás lo que significa que alguien destruya tu mundo.... ¡lo destruiré de verdad!  

 

 

 

Notas finales:

Que conste que mi OTP es el Aokise... 

Espero les guste, gracias por leer. 


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