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Resplandor Carmesí por Iazumayaoi12

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Notas del fanfic:

Este fanfic está escrito por, al menos, 10 personas, entre las cuales estoy yo. Por lo tanto, aunque está en mi cuenta, no me pertenece del todo. ¡¡Disfruten!!

Notas del capitulo:

Este primer capítulo fue hecho por Danny-chan (Seudónimo), disfrútenlo

Era una noche bastante tranquila a pesar de los disturbios que se habían desarrollado durante el día. Su turno casi terminaba, apenas el reloj marcara las tres, él sería libre y podría ir a descansar a su hogar.

 

“Hogar”, entre comillas, porque un apartamento que parecía una cárcel en un barrio de mala muerte no podía ser ni por asomo unhogar; si acaso, un lugar habitable.

 

Qué asco.

 

Había huido de casa porque ya no aguantaba el constante reproche de su madre y la mirada de desaprobación de su padre. Par de viejos fastidiosos que no tenían nada mejor que hacer que juzgar todas sus decisiones como erróneas, ocultándolo del mundo por el peligro que representaba en vez de ayudarle a controlarse.

 

Pero Katsuki no era estúpido.

 

Cuando tuvo cuatro años comenzó a descubrir por qué sus padres no querían que saliera, por qué los niños de preescolar le temían y fingían ser sus amigos solo para que no los lastimara.

 

Si pensaba en ciertas cosas podía convertirse casi por completo.

 

El problema era regresar a su forma humana, era difícil encontrar algo que la anclara, porque no había nada ni nadie que quisiera proteger o a quién no quisiera olvidar.

 

Era raro y difícil.

 

Pero lo intentaba de todos modos.

 

Qué importaba si algún día se transformaba en un monstruo que no pudiera reconocer ni su habitación, al final se sentía tan bien tener el poder de ver más allá, tener la fuerza de diez hombres y sentir que algo en él cambiaba con cada transformación, como si dejara algo de sí mismo olvidado en su inconsciente.

 

El sonido del teléfono le sacó de sus pensamientos. Su turno había terminado. Bajó los pies de la mesa y se descolgó las llaves del cinturón. Ser guardia de seguridad no era ningún trabajo soñado, menos para alguien que odiaba trabajar, pero los de su clase la tenían difícil y no podía quejarse; nadie le preguntaba que hacía de día, si tenía pasatiempos o sí quería salir a tomar algo. Nada. Soledad absoluta y un desprecio total hacia los otros. Esos sin la capacidad de mezclarse en las sombras. Inútiles. Seres estúpidos que solo servían para alimentarse de vez en cuando.

 

Tenía que admitir que los humanos eran fascinantes en ese sentido, no importaba cuánta voluntad quitaras de sus almas, cuánta esperanza o amor; parecían barriles sin fondo y era perfecto para seres como Katsuki cuyas almas eran el vacío más voraz.

 

Revisó su teléfono como un hábito, nadie le escribía o le mandaba mensajes, pero le gustaba ser puntual y mirar la hora era su especialidad. Como ahora a las 2:40 de la madrugada, justo a tiempo para-

 

No.

 

Se detuvo en seco.

 

La alarma que acababa de sonar no era la del final de turno, era la de su celular.

 

Era el sonido que haría si tuviera algún mensaje.

 

Pero a él no le llegaban mensajes.

 

De nadie.

 

Miró su celular de nuevo.

 

Justo en la mitad de la pantalla había un número extravagante: 1200 mensajes. Todos eran desconocidos, porque bueno, no tenía guardado el número de absolutamente nadie. Utilizaba ese aparatejo para el trabajo y solo si era estrictamente necesario.

 

¿Entonces porque seguía vibrando enloquecidamente? Los mensajes no paraban de llegar, como una avalancha que subía más y más, ahogándolo, presionando y asfixiando hasta sacarlo de quicio.

 

Molesto y agobiado, desbloqueó su teléfono y abrió el último mensaje.

 

Es una hermosa noche. Mira hacia afuera.

 

¿¡Qué demonios!?

 

¿Por qué tendría que mirar afuera? La noche estaba asquerosa cuando entró a cubrir su turno de mierda y seguiría estando igual de asquerosa cuando saliera.

 

Es una hermosa noche. Mira hacia afuera.

 

Seguían llegando.

 

Es una hermosa noche. Mira hacia afuera.

 

Uno tras otro.

 

Es una hermosa noche. Mira hacia afuera.

Es una hermosa noche. Mira hacia afuera.

Uno más y…

Es una hermosa noche. Mira hacia afuera.

 

“¡¡¡Ahhh!!! ¡¡Esta maldita cosa!!”

 

Exasperado, estuvo a punto de estrellar el maldito teléfono contra el suelo.

Pero se detuvo.

No era suyo y no podía pagarlo.

Debía respirar, serenarse y encontrar aunque sea un número conocido, un patrón en los números para saber de dónde le enviaban tantos mensajes, una foto, una señal, algo, cualquier cosa que pudiera llevarlo a la fuente de semejante estupidez para partirle la cara por meterse con él.

 

Es una hermosa noche. Mira hacia afuera.

Es una hermosa noche. Mira hacia afuera.

Es una hermosa noche. Mira hacia afuera.

Es una hermosa noche. Mira hacia afuera.

Es una hermosa noche. Mira hacia afuera.

NO MIRES LA LUNA.

Es una hermosa noche. Mira hacia afuera.

POR NINGÚN MOTIVO MIRES LA LUNA.

Es una hermosa noche. Mira hacia afuera.

Es una hermosa noche. Mira hacia afuera.

¡¡KACCHAN!!

 

Ah.

 

Conocía ese estúpido apodo.

 

De hecho, creía haber borrado el estúpido número cuando ese inútil se lo había guardado creyendo que no se daría cuenta.

 

Estaba volviendo a enojarse, pero su mente se distrajo, trabajaba rápido y necesitaba concentrarse.

 

La luna.

 

Su especie estaba atada a la luna, lo sabía porque era imposible escapar de su influencia, lo llamaba y su alma maldita respondía al llamado.

 

Esas noches de luna llena eran las peores.

 

Sus sentidos le enloquecían, perdía por completo a Bakugou Katsuki y su sed amenazaba con consumirlo. Algunas mañanas se levantaba con miedo cuando sus uñas tenían sangre seca y el gusto en su garganta era amargo, como el de la carne putrefacta y sanguinolenta de un matadero. Porque esas mañanas la inquietud y el fantasma de un crimen se sumaban a su vida diaria.

 

En ese momento miró de nuevo su teléfono con un pánico renovado y la adrenalina corriendo en sus venas.

 

El día.

 

¿Qué día era hoy? ¿Qué mes?

 

¿Qué ciclo lunar?

 

No.

 

Hoy era el día que su vida entera había estado esperando en silencio. Un silencio devastador por la impotencia que produce saber qué esperas algo y que no importa que tanto trates de evitarlo, no habrá escapatoria.

 

– ¡Kacchan! ¡No salgas! Es…

 

–Luna roja –terminó la frase por Deku. Llovía afuera porque su cabello verde estaba oscurecido por el agua. Estaba empapado y probablemente había corrido hasta aquí para poder avisarle.

 

–Sí… Kacchan, no sé qué está pasando pero todo mundo… es aterrador, yo…–.

 

Tartamudeaba sin parar, su cuerpo temblaba y Katsuki no sabía si acercarse o huir.

 

–Toda la ciudad parece ciega, la pupila y el iris son completamente blancos… Pa.. ¡¡Parecen zombis!! Tuve miedo y pensé… pensé…

 

– ¿Pensaste qué? ¿Qué había quedado imbécil al igual que todos? No me compares con esa basura–. Katsuki comenzaba a recuperar poco a poco su entereza.

 

–Lo sé… Kacchan, lo sé, tú… No puedes salir, por favor.

 

No sabía cómo el inútil de Deku se había enterado de lo que era o de lo que una luna roja podía hacerle, pero algo era seguro: No había forma de que Deku fuera humano, no si estaba despierto, y era su única oportunidad de sobrevivir la noche.

 

Fin del capítulo 1.

Notas finales:

Bien, el fanfic se actualizará una vez cada semana ^^ Espero disfruten de esta primera parte, porque el resto del fanfic se pondrá igual de genial >:D <3 

 

Nos leemos luego ~


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