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~ De amor, pulgas y otras comezones.~ por Paxito

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Notas del fanfic:

Una fic hiper crack que nació de la nada de mi perturbada mente. Un intento fallido de ser romántico. ja. 

Hay que darle más amor a los caballeros de plata.

Y más a Sirus el can major que solo dura un capitulo....y 5 minutos xD

Notas del capitulo:

Es un fic pequeño, solo un capitulo. Gracias por leerlo (si es que se lee XDD)

 

~Del amor, pulgas y otras comezones ~
[O,  El Hombre de Malas Hierbas]



Los amorosos callan. 
El amor es el silencio más fino, 
el más tembloroso, el más insoportable. 
Los amorosos buscan, 
los amorosos son los que abandonan, 
son los que cambian, los que olvidan. 

Su corazón les dice que nunca han de encontrar, 
no encuentran, buscan. 
Los amorosos andan como locos 
porque están solos, solos, solos, 
entregándose, dándose a cada rato, 
llorando porque no salvan al amor. 

-Jaime Sabines, Los amorosos



Fue el dolor lo que le despertó. Los finos cortes en su cuerpo, el punzante ardor en su culo y su cadera gimiente fueron su recordatorio.

A su lado, su amante roncaba. Su pecho subía y bajaba al compás de su respiración. Soñaba.  Un mal sueño, como siempre. Con lágrimas en los ojos, gritando el nombre del fantasma de su pasado era torturado días tras día sin compasión. Ojalá pudiera quitarle las pesadillas, pensó, peinando su cabello en un audaz gesto de ternura. Limpió sus lágrimas saladas, lamiendolas. Pues era lo único que podía hacer.

Si aquel estuviera despierto se enfadaría por el gesto. A Shura no le gustaba que lo mirarán con pena, con ternura. Como si ello tuviera el poder de debilitarlo. 

Sin embargo ahí estaba él, contemplando en silencio su hermosa imagen. Su cuerpo fuerte, musculoso,  masculino y perfecto. Incluso las cicatrices repartidas en anatomía lo volvían más perfecto a sus ojos, más admirable. De reojo miró su pene erecto como se le mira a una obra de arte.

De haber despertado,  el estaría obligado de bajar la mirada. Los nervios lo harían sonrojar como un virginal campesina. A él le gustaba hacerlo sonrojar. Le gustaba hacerlo gemir. Él quería su devoción y su entrega, no quería sus sentimientos. 

Así lo había aceptado.

Debería irse. 

Con cuidado, se levantó de la cama, desnudo. Pasó al sanitario para mear y asearse un poco. Los cortes en su espalda, era pequeños pero profundos y dolorosos. Permaneció así, desnudo frente al espejo. No era vanidoso y su apariencia no solía preocuparle, sin embargo se preguntaba  ¿por qué se había fijado en él?.

Desvió la mirada donde aquel gemía por sus demonios internos, en su infierno de todas los días. 

ー  Aioros. ¿Por qué? ー hablaba entre sueños, llamándolo. ー  ¿por qué?

No, no se había fijado en él. Quería agotarse para poder dormir. Quería estallar su ira contenida contra alguién.  Ya lo sabía. No le importaba, se decía así mismo, mientras  curaba sus cortes, las mordeduras en la espalda,  vendando su cuello para que nadie notara las marcas . Lo tapaba todo, no lo comentaba ni siquiera con sus amigos más cercanos.  Nadie debía saberlo. Le traería problemas.

Además, le gustaba. El secreto y le gustaba el desde quién sabe cuando. Deseaba ayudar a que sus pesadillas desaparecieran. Quería mostrarle y que entendiera que no le fallaría, él no. No fallaría a su honor y su causa. 

Al termino, salió de las habitaciones para dirigirse a la cocina. Quizá era mejor retirarse en el cobijo de la madrugada, así podría fingir que iniciaba su entrenamiento. 

Debería.


****

Les preocupa el amor. Los amorosos 
viven al día, no pueden hacer más, no saben. 
Siempre se están yendo, 
siempre, hacia alguna parte. 
Esperan, 
no esperan nada, pero esperan. 

Saben que nunca han de encontrar. 
El amor es la prórroga perpetua, 
siempre el paso siguiente, el otro, el otro. 
Los amorosos son los insaciables, 
los que siempre -¡que bueno!- han de estar solos.


****


Desde Aioros que Shura soñaba.  Soñaba con ese momento de luna sangrienta y con las estrellas de testigo. 

 A veces lo disfrutaba, o eso quería pensar y sentir. Se enorgullecía de su gran labor;  de la fuerza a su causa más grande, más puro , más real, que el amor que sentía por el centauro alado. El tenía un destino. Aioros fue una prueba a su lealtad. 

Aún así. ¿por que había ocasiones  despertaba llorando y con una sensación de desesperante culpa?. 

Angel dorado, radiante, luminoso y bondadoso. Él arrancó sus alas de oro. Los centauros no tienen alas. Era un engaño. Como Lucifer, el ángel más cercano al Dios judeocristiano. Fue su hazaña el que desterró a este demonio al lugar donde correspondía: la oscuridad.

Aún así, despertaba con lágrimas en los ojos. Agitado, llamándolo a gritos.

Shura despertó, temblando. 

LLevó sus manos a su cabeza, cubriendo y jalando un poco de su cabello en una estampa demencial. Poco a poco, con la caricia al olfato fue tranquilizandose. Olía a mantequilla derretida, a café recién hecho. Olía a él. A lavanda.

Shura recordó. Su cama seguía tibia y en su ventana, en la mesita de noche, en varios rincones estaba mudamente, estaba mustiamente un vaso de cristal, con agua y  dientes de león a manera de flores.  Shura nunca le ha preguntado por qué. Tampoco le preguntaba por que habían ramitas de lavanda debajo de la almohada.

Ese chico era raro, en todo sentido. Pensaba Shura, vistiéndose y posteriormente caminando guiado por el dulce aroma de comida. 

Y ahí estaba, dándole la espalda sin darse cuenta que lo observaba y analizaba..

La mesa estaba puesta,  una taza humeante de café,  un plato con pan tostado con miel, espolvoreado de canela y acompañando frutas tan brillantes y perfectas que parecían falsas, había sido elegidas concienzudamente para él. Y rompiendo con toda perfección estaba aquél.

Sirius. 

Diita le llamaba “el perro sarnoso”. Formaba parte del grupo de engendros de plata, como solía referirse a ese grupo conformado por Heracles, Mosca, Corvus, y Canis. Shura le daba un poco la razón. Ninguno de ellos eran agraciados, ni carismáticos ni mucho muy fuertes. 

Canis. El can mayor, era un joven que parecía mayor por sus rasgos duros y fríos. Tenía ojeras pronunciadas como si nunca hubiera dormido en su vida, un gesto de total amargura acentuada por su nariz delgada y larga. Aunque debía admitir que esa horrible nariz le brindaba una personalidad singular . Su cabello negro semi largo era un desastre que nunca parecía querer arreglar. 

Shura frunció el ceño cuando notó una pequeña flor blanca en un vaso de cristal con agua. Que estupidez.  Ese perro solo recolectaba “mala hierba”.

Carraspeó para llamar la atención del mocoso de plata. Sirius gira la cabeza con alarma para después bajar la mirada. . 

ー  Señor… ー dijo, con su acento fuerte. Se apresuró en lavar sus manos para adquirir un porte marcial al estar frente a su superior inmediato ー  Disculpe mi presencia. Me retiraré.

Shura estaba tentado en ordenarle que se quedara. Quería preguntarle por que coño se ponía a prepararle alimentos como una esposa. Por que demonios le llenaba el templo de porquería como si su templo fuera el de piscis. Quería ordenarle que se quedara, que lo acompañara a comer. Quería volver a cogerselo. Quería su boca en su verga. Quería sus caricias.

Pero guardo silencio desviando la mirada a la simple margarita y a la mesa bien puesta recibiendolo. Shura recordaba que Aioros solía invitarlo a comer cuando era un jovencito. Decía que solo así se comía adecuadamente, con la puesta bien puesta   y  la gente querida alrededor.  

Suspiró . Dándose cuenta que ese día era 14 de febrero. ¿Y eso qué?.

ー Hoy .ー  dijo justo cuando Sirius estaba por salir ー  Ven. Te quiero aqui, sin falta. 

Sirius, asintió solemnemente y salió de ese mismo modo del templo de capricornio.

 Nadie, solo él,  supo los gritos y los fuegos artificiales que explotaron en su cabeza. En la comezón en su pecho. No hubo sonrisas, pero lo hacía de una forma que ni siquiera Asterion, canis venatici ー  el sabueso ー , podría haberse dado cuenta.

 Sirius se protegía así mismo de ese modo. 

Shura quedó solo, el olor a café acariciaba sus sentidos del mismo modo que Sirus lo hacía:  de forma dulce y envolvente.  Comió en silencio y en soledad, pensando en los dientes de león, en la mala hierba y en Sirus. El perro sarnoso.

 Mientras comía e inundaba su paladas de la mezcla de sabores su mente viajó cuando le vió por primera vez. 

Un sucio mocoso que había escapado del muro, en Alemania Oriental. Era tal como su santidad había predicho. Las estrellas habían localizado a Canis en ese niño de cabello negro, quien permanecía sentado frente a unas tumbas, tal  como  haría el Black Grimm de las leyendas.

En el santuario, Sirius solicitó ser su escudero con tal de  permanecer en Grecia.  Shura se negó pues odiaba tener algún tipo de lazo que no fuera con su deber. Aún así, el chico permaneció en grecia entrenando junto a las amazonas y Lyra. 

Sirius,  apesar de su bajo perfil, su poco carisma o escaso poder. Se convirtió en el líder de los plateados. 

Shura se preguntó cómo era posible, teniendo a candidatos tan fuertes como Daidaros “el noble”, o Misty “el carismático” o Algol “el terrible”.
La respuesta lo dieron los propios plateados: Así lo habían decidido ellos. Todos lo eligieron su líder..

Shura empezó a prestar atención al joven, quien discreto  era quien hablaba con cada uno de los caballeros sin distinciones. Cuando tenían un entrenamiento de equipo, el grupo donde estaba Sirius resultaba vencedor pues conocía cada uno de sus hermanos, los trataba con el mismo respeto a cada uno de ellos. 

Shura lo entendió. Era leal y fiel a morir. A Pesar de que no regalaba sonrisas, Sirius expresaba su cariño en su atención y presencia. Era el oído amigo, la mano que se extiende frente a otro cuando cae. 

Y aún así seguía siendo un ejemplar soldado que no desobedecía, que cumplia a pie de la letra lo que se le ordena y alzaba la voz cuando algo no le parecía correcto. 

Ahí fue cuando Shura  empezó a fijarse en él. Fue quién se le acercó, quién le acarició la mano, quien empezó a juguetear y a seducirlo. Atraído por quien sabe qué de aquel perro sarnoso, de gesto agrio, nariz horrible y cabello desastrozo. 

 Y Sirius, aunque extrañado, no se apartó.


***

Los amorosos son locos, sólo locos, 
sin Dios y sin diablo. 
Los amorosos salen de sus cuevas 
temblorosos, hambrientos, 
a cazar fantasmas. 
Se ríen de las gentes que lo saben todo, 
de las que aman a perpetuidad, verídicamente, 
de las que creen en el amor 
como una lámpara de inagotable aceite.

[/i]

***

¿Te enteraste?
ー  Dante y Capella. Hasta el odioso de Jamian.
ー No puede ser.

Tremy mordió sus uñas, cosa que hacía cuando estaba nervioso. Mosca no pudo contener las lágrimas  y Argheti tronó sus nudillos. George solo se cruzo de brazos.

ー  Chingada madre …! ー chilló Dio, mosca ー  ¿Vieron el estado de Capella?. Fue crueldad absoluta, lo dejaron de la shit.... Ya quedamos tan pocos, nos han estado eliminando poco a poco….hijos de tiznada! 

Sirius posó su mano sobre el hombro del mexicano, en un gesto mudo que lo decía todo. Compartía su enojo y su tristeza. Pero también pedía calma. No tardarían  en llamarlos a misión a ellos también. 

Y así fue. Ese mismo día, Argheti, Dio y Sirius se les dió la misión de vigilar al león dorado. El hermano del traidor. 

Partirían al día siguiente

 

***

 

Los amorosos juegan a coger el agua, 
a tatuar el humo, a no irse. 
Juegan el largo, el triste juego del amor.

 

*****

 

Sirius suspiró y miró al cielo estrellado. 

Después de un rato empezó a andar sigiloso en dirección al templo de capricornio. La barrancas de los caballeros de plata estaba sumergido en silencio y en completa oscuridad. Su propia cabaña se sentía ajena ahora que Capella no estaba ahí.  Meses atrás, cada una de las barrancas de sus hermanos, habían estado habitadas. Aún recordaba las risotadas de Dante y Moses, bromeando y bebiendo, seguro recordaban algún tema escatologico y vulgar que tanto les divertía. También parecía escuchar aún a Jamian hablando con sus hijos emplumados. Asterion y Algol estarían haciendo el amor en secreto. Tan secretamente que todos ya lo sabían. Babel le gustaba sentarse frente a la fogata junto a Argueti, contaban historias de los antiguos de sus países de origen.  Aquel había sido un sitio lleno de vida. 

Ya no. Pero Sirius no se quejaba. Para eso se han preparado. Había algo más valioso que sus vidas. Por eso recolectaba momentos. 

Ahora casi todos estaban muertos. Sus hermanos. Sus amigos. Justo ahora, el día 14 de febrero. Pero ellos eran algo más que sus amigos. Era su familia. 

Sirius, detuvo sus pasos, se hincó, y arrancó un puñado de dientes de león y se dirigió a pasar la noche, quizá la última, con capricornio.

Pensar en Shura, endulzó un poco su pesar.

 

****

Los amorosos se avergüenzan de toda conformación. 
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla, 
la muerte les fermenta detrás de los ojos, 
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada 
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.


*****



A

l llegar al templo, no había nadie. Seguramente Shura había salido a festejar el día con sus amigos. 

Sirius acomodo sus dientes de león en diferente vasitos con agua, silencioso. Un  enorme  arreglo floral de rosas de diferentes colores y tamaños decoraban  su estancia. El solo obsequiaba dientes de león. Había chocolates y cartas en su mesa.

Justo cuando iba por marcharse Shura llegó borracho y tambaleante,  cuando notó su presencia, frunció el ceño.

 ー  Que coño haceis aqui? ー  miró los dientes de león y chasqueó la boca con desaprobación . Sirius no contestó, solo se acercó a ayudar a Shura en silencio, a quitarse la ropa y obsequiarle agua mineral. ー  Oí que tienes la misión de vigilar al león….no deberías estar desvelándote.

Paso su mano por su cuello aún vendado, y acarició su mejilla. Cosa que le hizo cerrar los ojos para disfrutar de la caricia.

ー He querido verlo antes de partir ー  anunció con un suspiro.
ー  Ah! pensé que has venido porqué te lo ordené ー  Shura sonrió al ver el sonrojo del joven, con sus ojos brillando con intensidad y suspirando cuando empezó a meterle mano osadamenteー  Buen chico, buen chico, ahora respondeme, si el patriarca os pide que me castigues ¿obedecerías?.
ー  Si ー  respondió de inmediato, sin dudas.
ー  Sabeis que no eres oponente para mi, ni para el león Aioria. ¿verdad?.

Sirius sonrió. Se desnudó completamente y tomando la iniciativa a un Shura aún ebrio, lo besó con hambre y necesidad. 


****

El olor a café acarició sus sentidos. Despertándolo. 

Shura se sorprendió lo tarde que se había levantado. El sol ya estaba en alto y su cama se encontraba fria. Sirius como siempre, se había levantado, preparado el desayuno y llenado su entorno de esos dientes de león, todos ya pelados. Como si una corriente de aire les había arrancado sus semillas. 

Cuando llegó a la mesa bien puesta, el café estaba frió junto a sus huevos. Sirius incluso había tenido la molestia de moler un poco de cocoa y espolvorear un pan casero de los que el solía preparar y repartir a sus compañeros. ¿Era su imaginación y este pan tenía forma de corazón?. 

Con todo lo que habían hecho horas atrás, lo sucios que había sido y las palabras que se le había escapado, ¿aún se ponía meloso?. Shura sonrió. Ese perro sarnoso, juntarse con él le había dado comezón, justo en medio de su pecho.

Shura ya no volvió a verlo.

****

Los amorosos se ponen a cantar entre labios 
una canción no aprendida, 
y se van llorando, llorando, 
la hermosa vida.


***

Frente a su tumba, Shura depositó un vasito transparente con una margarita, un diente de león.

Cuando Ditta lo vió a lo lejos con esas plantas, comentó :

ー  El diente de león es una mala hierba, es maleza, común y corriente. Junto a la margarita. ー comentó, ofreciendo una rosa para la tumba del perro sarnoso. Pero Shura, sombrió siempre, negó suavemente.

Ditta suspiró, preocupado por su camarada. Eso si que era tener mala suerte en el amor. ´POr que ese día el 14, entre copas, había confesado tener comezón en el pecho por las pulgas del perro sarnoso de Sirius. 

Mask se burló, pero Afroditte había comprendido bastante bien lo que estaba sucediendole a Shura. 

ー  Sabes?. Los dientes de león, se dice, sirven para ahuyentar los malos sueños y las pesadillas...es un talismán ー  Shura desvió la vista hacía su amigo, y luego volvió la mirada a la tumba del perro sarnoso.  Afroditta, miró la margarita junto al diente de león, Shura preguntó si tenía algun significado. El caballero de piscis asintió levemente.

 ー  Amor leal, y alegria ー  Shura rió amargamente, Sirius era todo menos alegre. O quizá no supo leer sus gestos sobrios. Cuando siempre lo miraba o cuando el lo invitaba a su lado, a Canis le brillaban los ojos de alegría más genuina. Afrodita prosiguió ー  Las Margaritas son simples pero sofisticadas. Crecen casi en todas partes, pero casi nadie voltea a mirarlas. . ¿De verdad no quieres una rosa?...

ー No, vámonos.
ー  Shura...

Pero el arisco capricornio ya se alejaba rápidamente, sin lagrimas, pero con la creciente comezón en su pecho haciéndose insoportable. La comezón en su pecho . Las malditas pulgas del perro sarnoso.

El fiel Sirius. 

****

Notas finales:

chan chan


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