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Cartas para Cassian. por Mischa

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Notas del fanfic:

Un simple one-shot de época un tanto distinto a lo habitual.

 


Notas del capitulo:

Datos relevantes sobre el one-shot:


Bailey Hissnauer está comprometido con William Hissnauer, son primos directos.

Cassian igual es primo directo de William y Bailey pero por problemas de su origen a la edad de cuatro años apenas fue reconocido como un Hissnauer. 

La rivalidad de amor sería: Cassian x Bailey x William 

Si esperan un doncel educado debido a que este one-shot está ambientado de época, lamento informar que no es así. Bailey es un doncel.. que nació muy pronto para su época. Pero eso hasta cierto punto es bueno, atreverse a marcar la diferencia en una época retrogada es.. una gran lucha.Digo, dar un beso en los labios antes del matrimonio era razón para muerte.  La fe no es mala, lo malo eran las personas que representaban a las iglesias, claro que había excepciones pero bueno, es un tema largo pero interesante. 

Curiosidad:

¿Vieron el stand de los besos? bueno, en una parte del principiose hace una referencia/parodia del famoso "subete a la camioneta". Honestamente esa película nada mas me sirvio para matar el tiempo. 

Toda chica desea un drama amoroso donde el cliché abunde en cada oración, esa es la realidad de las aspiraciones amorosas de la joven actual. Un macho que te grite en nombre del amor y se le perdona solo porque está mejor que el pan con mantequilla, sí, que buen ejemplo ¿no es así?

 

En este momento, nuestro querido protagonista está bajo la lluvia, caminando como puede debido a la pesadez de su mojada vestimenta. Odia tener que utilizar vestidos a la fuerza, son tan incómodos, difícil de moverse. En estos momentos solo quiere estar lejos del idiota que tiene por primo, y para colmo, prometido.

 

— ¡Bailey —han sido prometidos desde que tiene memoria, compromiso arreglado por sus madres y qué se debe cumplir en memoria de la suya. Pero William es un idiota sin remedio, y él un doncel bastante liberal para la época.—  sube al maldito caballo! —bramo con autoridad, cuando el pelirrojo se detuvo se sintió triunfante, no tendría que perseguirlo para llevarlo de vuelta a casa.

 

Se supone que este día saldrían a pasear, órdenes de sus padres. Sin embargo todo salió fatal como de costumbre. Desde la cuna juntos, pese a mostrar odio recíproco son lo más cercano a un confidente, y no en el sentido amoroso, sino en el de amistad.

 

Bailey se gira y William sonríe aliviado, pero la esperanza de que le haga caso, como la sonrisa, se le esfumaron en cuestión de segundos al ver el dedo del medio insultando a su persona. El doncel le mira con total desagrado, vuelve a retomar el paso.

 

— Maldición.. —el rubio estira el rostro con la mano, sino llegan temprano le matarán. No obstante, es su culpa qué este día fuera arruinado, como el poco humor del doncel. No supo controlar la lengua al hablar, pero nada fue una mentira, habló con la verdad.—   ¡Bailey, piensa en mi bienestar físico, hazme el humilde favor de volver conmigo!

 

—  ¡Volveré a pie, no me hagáis repetirlo! —espetó sin detenerse, William rueda los ojos y da un ligero suspiro. Mira a su corcel, y le da una suave caricia en el lomo.

 

—  Será un largo camino Tristán.. —le dijo a su fiel compañero, una especie exquisita de caballo, la finesa se ve en el brillante pelaje negro aunque ahora no se pueda notar por la humedad de la lluvia.

 

Caminan a distancia prudente del doncel, para mostrar caballerosidad William va a pie guiando a Tristán. Tendrá que aprender a controlar la lengua cuando toquen el tema de Cassian.

 

Después de todo, Cassian es el amor no recíproco de su prometido.



Cartas  para Cassian.



Prefacio



El clan escocés Hissnauer  tenía la vieja costumbre de preservar la sangre pura casándose entre familiares directos solamente si era requerido. Un gran drama abrumó a la familia, cuando lo que menos deseaba el patriarca se hizo realidad. Su hijo mayor y su hija menor (ambos con compromisos ya arreglados) mantuvieron relaciones incestuosas, llamándolo amor. La noticia se esparció de inmediato, con los rumores de un posible embarazo.

 

Ambos hermanos fueron separados, la hija lejos a las tierras de maíz de una sirvienta a la cual le fue encomendada la tarea de tenerla bajo su cuidado. Guardias aseguraron el confinamiento.

 

Al primogénito lo mandaron al otro lado del mar a cerrar un negocio, pero de regreso una fuerte tormenta arrasó con la embarcación. Esa misma noche de la feroz tormenta, la joven dio a luz un varón. Las parteras y mucamas se asustaron por la apariencia del varón, pensando que era el castigo de Dios por tal terrible amor. Sin embargo, la mujer le tomó en brazos y lloró de felicidad, llenándole de besos.

 

—  Cassian.. —lo bautizó estando ya en las últimas, cada segundo que pasaba sentía más pesado el cuerpo e iba cerrando los párpados.— te amamos tanto.. mi bella luz.. te amamos tanto.. —fue lo último que dijo, antes de cerrar los ojos por completo, entregándose a la muerte sin reproches. Pudo despedirse adecuadamente, el único remordimiento fue no poder verlo crecer.

 

El deforme bebé por pura lástima fue puesto bajo la tutela de la misma sirvienta. Visitado de vez en cuando por el patriarca de la dinastía Hissnauer, y muy concurrido por la matriarca a espaldas de su señor.

 

En su lecho de muerte, el archiduque de Redheugh dejó estipulado ante el notario y sus familiares íntimos que consideraba inadecuados a sus hijos menores y deja a cargo a su señora. Que ella elegiría al archiduque que creyera conveniente en un futuro.

 

Claro qué dejó pequeñas a sus hijos (como también negocios) , terrenos que tuvieron que labrar para extenderlos y ganar un título por su propia cuenta, asignados por el mismísimo rey.

 

Otra cosa agregada a su última palabra, fue el reconocimiento legítimo del bastardo. Cassian al cumplir los cuatro años fue legítimamente reconocido como un Hissnauer. El más propenso a ser heredero universal por el único pequeño detalle..de ser la sangre pura entre la sangre pura. Favorito de la archiduquesa Redheugh.

 

Por desgracia sus hijos menores ya habían tomado esposas que no eran bien vistas por la archiduquesa (hasta procreado) eliminando cualquier posibilidad de nombrar a uno de ellos como archiduque en el futuro.

 

Sin su señor, sin su amado primogénito y princesa, sin el cariño de sus hijos o el afecto verdadero de sus demás familiares, lo único sincero y bueno que tiene.. es el fruto de un tóxico amor. La bella creación de lo que más amo sobre su señor, es el niño con cierta ineficiencia.

 

Cassian.

 

No obstante, también cuenta con el amor sincero de un pequeño que se lleva por dos años con Cassian.

 

El último hijo de Robert (su hijo menor) un doncel que no ronda en lo convencional. A sus seis años ha demostrado un espíritu liberal, sin pizca de miedo para retar a su propio padre. Lástima que ya está prometido con el hijo mayor de Damián (su segundo hijo), William es un buen niño, a comparación de sus padres trata muy bien a Cassian. Apenas llevan poco de conocerse y William se comporta como un hermano mayor para Cassian.

 

Hoy es un día de luto, viajaron desde Escocia a Inglaterra para asistir al funeral de la esposa de Robert, no le agradaba pero tampoco le deseaba la muerte, después de todo Bailey era muy unido a ella.

 

La archiduquesa por petición de Cassian le compró una máscara de conejo para poder salir al exterior. En la granja donde vivía no recibió el mejor trato, y tomó la manía de esconder su rostro (en ese entonces una bolsa de papas con orificios).

 

No le gustó como lo hicieron menos con las miradas, William no podía acercarse al ser retenido por su madre. Sin más remedio, le dijo que jugará donde le fuese más cómodo. Cassian asintió y subió las escaleras con dudas si podía tomarse la libertad de recorrer la ostentosa vivienda. Sencilla a comparación del castillo donde él vive.

 

—   Ngh.. —entonces escuchó un lejano sollozo, en busca del origen se fue acercando cada vez más, hasta llegar a una rejilla, el elevador de la ropa sucia. Toca la puerta de madera, y el sollozo se detiene.— váyanse.. —dijo una amena voz.

 

Cassian quiso hacer caso, pero algo en su interior le decía que no era correcto. Habló con su aguda voz de infante, dispuesto ayudarlo.— Conozco ese llanto, es de personas heridas. Y estar herido no está bien ¿me permites darte una mano?

 

Hubo corto silencio, la puertecilla se entreabrió dejando ver unos preciosos ojos negros como el carbón, rojos e hinchados de tanto llorar. Alcanza a visualizar una melena rojiza.

 

—  ¿Y cómo me podrías ayudar..? —cuestionó, siente cierta intriga por este niño. Nunca antes lo había visto.

 

—  Uhm.. cuándo me siento triste suelo gritar al cielo… —esa idea es llamativa para sus oídos, estuvo a punto de ceder pero aún no siente total confianza.

 

—  Con una condición.. quítate esa máscara y dime quien eres.. —contestó, Cassian tenso el cuerpo. ¿Hasta qué grado estaría dispuesto a complacerlo? en su corta vida solo le habían pedido que escondiera el rostro a excepción de sus abuelos, pero ahora.. alguien más quiere verlo. ¿Se asustara? es lo más lógico.

 

Con la inseguridad que le caracteriza tomó la máscara y fue bajando la mano. Los ojos carbón se abrieron de par en par, y esbozó una sincera sonrisa.

 

—  Me llamó Cassian Hissnauer, recién reconocido nieto de la archiduquesa de Redheugh. Tengo cuatro años de edad, me gusta el pan con mantequilla, me disgusta el sol y salir de casa, mi animal favorito..

 

— Vale vale —la puertecilla se abrió por completo, dejando perplejo a Cassian. La blanquecina piel tan pálida como la nieve, largos rizos pelirrojos y los ojos carbón.. las mejillas se le coloraron al pensar qué es lo más lindo que ha visto. El precioso niño tiene la nariz rojiza de tanto llorar.—  Me llamó Bailey Hissnauer, por lo que has dicho deduzco que eres mi primo.. me gusta montar a caballo y el esgrima, oh también comer mucho, me disgustan varias cosas. —extiende la mano de forma amistosa, sonriendo de oreja a oreja. Acaricia la mejilla de Cassian con delicadeza.— tengo ganas de gritar al cielo ¿vamos?

 

—  Sí —ambos no entendían que sucedía con su corazón, fue como un.. “click.”

 

Episodio piloto: 

 

"El descaro del amor"

 

Cuándo no podía verlo, cuando quería desahogarse.. siempre escribió una carta para Cassian Hissnauer sin falta. Rara vez recibía remitentes, y para no perder el contacto pidió quedarse cada verano en Redheugh con el pretexto de aprender ser un doncel de sociedad por la misma mano de la archiduquesa. El título de archiduque es muy especial ya que escasea en la actualidad. Solía utilizarse más en la era medieval (aunque las personas eran contadas, bendecidas por la gracia del monarca).

 

Aprendió lo terrible que puede ser la baja autoestima e inseguridad viéndola en Cassian, acercarse al niño fue una travesía dura de pasar. Sin embargo eso no fue nada con lo que le espero, cayó en cuenta de tener sentimientos por Cassian Hissnauer y se armó de valor para dar su primera confesión, llevando de la mano el primer rechazó.

 

No se rindió, y persistía en ir cada verano. Volvió a transmitir sus sentimientos, y de nuevo fue rechazado por una segunda vez. La idea de pasar los veranos en casa se le hizo atractiva, pero en medio de la tristeza se vio incapaz de dejar el dolor. Ya había caído enamorado de su antisocial primo.

 

Tomó como inspiración “la tercera es la vencida” y decide reincidir. No obstante la motivación no cambió el infalible resultado, quedando con el corazón destrozado. Por su propia cuenta tomó la decisión de no ir otro verano con su abuela.

 

Las cartas para Cassian, pararon.

 

Ya tiene dieciocho años, han pasado cuatro años desde la última vez que Bailey vio a Cassian. Se atreve a decir que lo odia, o eso es lo que quiso creer con desesperación.

 

Los rayos de sol se cuelan de manera cálida por las cortinas que se ondean por la fresca ventisca que entra por el balcón. El melodioso cantar de las aves que invaden la habitación aleteando animadas resultaría fascinante para cualquier otra persona..

 

—   ¡Ih! —el lanzamiento de la almohada dio en su objetivo, el fastidioso gorrión que merodeaba como un fisgón.

 

Pero para Bailey no resulta encantadora la sonata primaveral que ofrecen por las mañanas los emplumados amigos.  

 

— Ahh.. —toma asiento en la orilla de la cama y abre la boca dando un gran bostezo, estira el cuerpo tronando uno que otro hueso sintiendo relajación. Parpadea lentamente y simula masticar saboreando el mal sabor matutino de su boca.

 

Abre los ojos de golpe y sale de la cama hecha un rayo. Corre en camisón por los pasillos esquivando a la servidumbre que parece más activa de lo normal por el evento de ésta noche. Tensa la mandíbula y pone los ojos saltones, da su mayor esfuerzo en apretar la vejiga hasta llegar al cuarto de aseo que tiene que compartir por desgracia. Pisotea con fuerza el piso, gira la perilla y se topa con el seguro maldiciendo en sus adentros, da consecutivos toques en la puerta de roble.

 

—  ¡Ocupado! —gritaron desde adentro.

 

¡Odia tener ganas de ir al baño por la mañana!

 

Corrió despavorido al ala este, casi tumbando a las mucamas. Puede sentir las malditas gotas estar saliendo. Da un fuerte gritó acelerando el ritmo, abre la puerta de la habitación principal de un portazo.

 

—   ¡Ah! —espanta a las mujeres y donceles de compañía, como al propio señor de la casa. Después de la muerte de su madre, Lord Robert consumó el segundo matrimonio con un doncel que recién cumplía las quince primaveras.

 

—  ¿Bailey? —una leve gota de sudor recorrió la de lord Marion. Tiene el corazón regulando los latidos por el reciente susto.

 

El pelirrojo entró apresurado al baño sin molestarse en cerrar la puerta. Se levantó el camisón y tomó el falo, puntería perfecta.

 

— ¡Ahhh! —siente un gran alivio y satisfacción.

 

— ¡Señorito, esos parados! —escuchó la voz de alguna mucama horrorizada por la forma en que hizo del baño, una notable brecha entre las piernas y con la panza hacia fuera.

 

Bailey hace una mueca de pocos amigos, se lava las manos en el lavabo y se sacude las manos sin una pizca de delicadeza.

 

—  ¡No se comporte como varón! —exclamó uno de los donceles de su “madrastra.”

 

Bailey sin ningún pudor vuelve a levantarse el camisón, enseñando el flácido miembro y se toca los testículos.

 

—  ¿Ves esto?  —el séquito pegó un grito agudo  tapándose los ojos o volteando el rostro. Todos a excepción de Marion, mantiene la frialdad de sus amenos gestos.— léete un libro de biología.

 

A decir verdad, siempre a sido así desde que le conoció. De pocas palabras, altas expectativas que siempre cumple. Buen consorte, padre y lord. Marion representa lo que su padre desea que el sea, sin embargo, ese tipo de vida  simplemente no embona en la suya.

 

Quiere creer que es la pieza de sobra en el rompecabezas de la vida, ¿un muñeco defectuoso para la sociedad? lo tiene por seguro. Esto es causa de constantes riñas con su padre, no tienen la mejor relación, da mucho que desear el trato que se tienen.

 

—  ¡No estoy manco, me se vestir sólo! —fuerza a la dama para qué se marché.

 

—  ¡P-Pero señorito! —la puerta es cerrada, y fuera la servidumbre asignada rueda los ojos y dan un gran suspiro. Cada mañana es lo mismo, si no fuera por que es su trabajo dejarían de insistir.

 

—  Ah.. —relaja los hombros, recargando la espalda en la puerta.

 

Hoy es el día especial donde los jóvenes debutarán en el famoso círculo social de la nobleza. Este año le tocó a los lores de  Stoneleigh ser anfitriones de tan importante evento, donde la juventud podrá considerar candidatos para matrimonio, ya sea por arreglo o amor, mucho mejor si es por ambas.

 

No hay necesidad para Bailey, ya está prometido con el heredero de las ricas tierras de Marsdengates, como del título nobiliario que estas conllevan, duque. Por tanto la familia del duque Damián de Marsdengates tiene mayor rango que la suya. William tiene bastantes interesados, esperanzados de romper el icónico compromiso y ser tomados por el codiciado joven. Después de todo, tiene una buena posición social/económica, belleza, carisma, entre otras cosas que le atribuyen ser el hombre de ensueño que todo ingenuo desea.

 

Pese a tantas buenas vistas, Bailey ha sido capaz de ver más allá de lo superficial. ¿Y cómo no? crecieron juntos, por más que lo nieguen son uña y mugre. Podrá ser un idiota de primera, pero es un buen muchacho, no obstante eso no quita el hecho de que es un idiota para Bailey.

 

—  … —mira la sortija que brilla por los relucientes materiales. El enorme diamante con finos diseños de plata como adorno extra. Aún recuerda la fiesta que se montó, fue una sorpresa el acontecimiento, una sorpresa desagradable. Tuvo que esforzarse por verse feliz, al igual que William. Eso apenas sucedió hace tres años, sí, en sus dulces quince primaveras.—  mamá.. —se mira en el espejo del tocador, y observando con atención su rostro.

 

No es una belleza exótica o angelical, tampoco feo. Ronda en la amenidad, con una piel blanca como la leche que debe cuidar minuciosamente por cuestiones de salud, la exposición al sol suele ser un calvario si está muy fuerte y termina rojo como tomate. Las delgadas cejas cejas, y un rostro casi redondo dándole un aire fresco de juventud entre el infantilismo. Se arregla la larga melena de rizos, en un peinado sencillo, trenza de corona atada a media nuca. No le gusta peinarse, pero si se presenta al evento de forma incorrecta tendrá que lidiar con su padre y no está de humor para ello.  Da volumen al pelirrojo cabello suelto, y deja unas hebras rebeldes al frente enmarcando su rostro. Toma un poco de humectante y con el pincel se lo coloca en los labios dando brillo. Tras maquillarse se le quedó mirando al insoportable corsé sobre la cama, tendría que pedir ayuda para ponerselo si es que busca no tener problemas.

 

Escuchó el suave toque en la puerta y al oír la voz de su hermano mayor sonrió aliviado. Le dejó entrar pese a seguir en paños menores, si su padre se entera que entró a su habitación estando solos seguramente los reprende. Se tuvo que poner primero la vestimenta. La camiseta es de seda,escote de barco con encaje de flores en el pecho, largas mangas que le llegan a las muñecas, ceñidas y bombachas. El pantalón es liso, tela fresca pero ajustada, le llega hasta la cintura. Como extra el pantalón tiene tela de gasa alrededor de la cintura, exceptuando el frente, haciéndole de cola.

 

—  ¡Estúpido corsé de mierda! —escupió con el rostro rojizo y venas resaltando en la frente y mandíbula. El corsé se ciñe a la cintura de manera espectacular, volviendo bombocha la camiseta fajada.

 

Christian tomó el broche floral, y lo colocó en la media nuca de la corona de trenza.—  Entiendo porque no gustas de arreglarte, es un jodido lío..

 

Entre hermanos (y a solas) tienen la libertad de hablarse sin formalidad y como les plazca. Christian ya tiene cumplidos los veinte años y sigue sin comprometerse, bajo el pretexto de enfocarse en convertirse en buen heredero, aprender más del negocio, labrar con sus propias manos para forjar experiencia. No ser sólo un hombre con un título nobiliario que se conforma con dar órdenes.

 

Christian es muy apuesto, tan alto como su padre y gentil como solía serlo su madre. Muchos dicen que Christian es la viva imagen del difunto archiduque,  aunque totalmente distintos en personalidad y carácter. Su hermano tiene una muy buena educación, sabe lidiar con la gente, el.. es espléndido. No es el líder qué te ilumina para que lo sigas, o el tirano que latiguea, sino camina a tu lado.

 

En definitiva, es el tipo de hombre que quisiera en su vida como marido. Para mala fortuna, no hay quien le iguale.

 

—  ¿Como me veo? —mira su reflejo en el espejo, quitando cualquier mínima arruga del traje. Bailey se acerca y le acomoda el saco. Le gusta el azul marino que tiñe los ojos de Christian, el impecable cabello peinado hacia atrás con el tono más negro que haya visto en su vida.

 

—  Te ves bastante mal a decir verdad —lo admira mucho, lleno de ideas y determinación.

 

— Eso fue cruel.. —contestó tocándose el pecho fingiendo estar triste.

 

Christian y Bailey, los preciados hijos de lord Robert con su primer esposa. Christian sacó los ojos de su madre, y el tono de cabello, sin embargo se parece a su abuelo. Bailey, oh Bailey.. es idéntico a la hermana del difunto archiduque. Aunque ella tuviese el cabello rubio y los ojos azules.

 

Lord Marion le dio cuatro hijos, sanos y fuertes. El conde necesita una línea sucesora formidable, y su esposo pudo darle tres varones y una doncella. No esperaba menos de él.

 

El salón de baile ha sido arreglado bajo la supervisión meticulosa de Marion, y un poco de Lord Robert. Decoración fresca y floral que da la bienvenida a la juventud a su entrada en el círculo social. Por desgracia (al menos para ellos) es el debut oficial de William y Bailey en tan distinguido mundo de élite. Aunque ya son bastantes conocidos por su compromiso.

 

Los hijos menores fueron mandados dos días antes con sus abuelos, después de todo es un evento para adultos y los debutantes.

 

—   Hm.. —en el living el señor Marion analiza la apariencia de Bailey con su buen ojo. Hace una ligera mueca, la ropa que trae es inadecuada. No es el tradicional vestido blanco y el cabello recogido en cebolla como se debe.

 

—  ¿Uhm..? —el menor se siente incomodado por el rostro petrificado de Marion ¿es que no sabe poner otra cara?

 

—  Tienes suerte que tu padre llegará cuando empiece la fiesta, —habló con su calmada voz.— le informaré que William pidió qué llevarás esto puesto.

 

— ¿Uh.? —no le cae mal Marion, le hace segunda y ayuda de vez en cuando. Si Marion es quién habla con Lord Robert, es seguro que él escuchara a su esposo, pero la voluntad está en Lord Robert.

 

—  Luce hermoso lord Marion —halaga Christian con una amable sonrisa, va bajando las escaleras. Cómo madrastra es parte de sus deberes encontrar un buen partido para el heredero esta noche. Hay buenos candidatos entre los invitados.

 

Bailey piensa que su hermano está en lo correcto. Marion luce fantástico como es costumbre. El peinado empieza corto desde la nuca y el largo va creciendo en declive hasta el mentón. Tiene una textura ondulada perfecta, y el tono café oscuro muy precioso. Pobladas cejas a comparación de las suyas, una piel blanca pero con más color que la suya, y unos lindos ojos marrón. Lleva puesto el vestido que le compró su marido para está ocasión especial, con pocas joyas adornando su cabello y la expuesta piel de su pecho. Qué marcadas clavículas tiene, y finos rasgados. Es increíble que tenga veintiséis años. Tiene una considerable brecha de edad en su matrimonio.

 

—  Bailey, estaréis atento cuando los lores de Marsdengates lleguen. Recibirás a William con afecto y el debido respeto, no es como las otras reuniones. Nada de comentarios inapropiados y ofensivos. —remarcó. Alza la mirada para poder ver a la cara al hijo mayor.— Christian.. sólo trata de no evitar a interesados.

 

El ojiazul dibuja una sonrisa en su rostro y se rasca el hoyuelo con el dedo índice de forma penosa.

 

—   Una cosa más, y la más importante. Christian, deberás de dar una muy buena impresión esta noche, desde Escocia vendrán visitas importantes. —los ojos carbón de Bailey se abrieron de par en par al escuchar esas palabras.— La archiduquesa de Redheugh y su sucesor. Es buen momento para que forjes buenos contactos y alianzas.

 

Bailey trata de actuar normal, pero tiene el corazón agitado. Hace cuentas rápidas, y traga grueso. Cassian.. Cassian tiene dieciséis, la edad mínima para debutar.



***

 

Hace la debida reverencia sujetando la tela de gaza como si fuese un vestido. De inmediato sintió las pesadas miradas de sus tíos. El duque de Marsdengates tiene un aspecto estricto y un tanto brusco. De pesada barba, cómo mirada. Portador de un cuerpo grande, por lo tanto tiene una fuerte presencia imposible de ignorar. Lady Ágata luce igual de severa, y su carácter también lo es. Las pocas veces que ha tratado con ella no terminaron bien, éste compromiso solo continúa por conveniencia y sostener su palabra en memoria de la difunta condesa de Stoneleigh.

 

—  Bailey —y ahí está el susodicho.

 

William Hissnauer, futuro duque de las tierras Marsdengates. No lo negará, es muy guapo. Cuerpo grande y bien ejercitado, hebras doradas como el mismísimo sol, y perlada piel que se ve apetitosa. Facciones varoniles marcadas y unos preciosos ojos zafiro. En verdad tiene un rostro hermoso, y contagiosa sonrisa.

 

—  William —el doncel forzó una sonrisa sobre sus labios. Se acercó al brazo del rubio y lo tomó. Atrás suyo les siguen sus padres y Christian. Marion les explica porqué llegara un poco tarde Robert. Es quién recogerá a la duquesa de Redheugh y el nieto de está.

 

—  Parece que es una buena fiesta —comentó mientras dedica sonrisas cómo saludó a los joviales corazones que le aprecian de lejos.

 

— Claro, andas viendo que carne degustar —respondió con el semblante altivo, ignorando las evidentes miradas disgustadas de los enamorados de este tonto y unos que otros invitados mayores, fue un gran impacto ver que el prometido de sir William no viste adecuadamente.

 

—  ¿Celoso? —preguntó de forma pícara, toma de la charola dos copas de vino. No debería tomar, William no debería tomarse la libertad de ofrecerle alcohol. Eso es aún obligación de su padre, William no es su marido todavía para darse esos aires. Pero aquí está con esa segunda copa de vino y galante sonrisa en el rostro.— anda, estáis conmigo.

 

— Parece que nuestro matrimonio empezará con vicios —tomó la copa con un ágil movimiento lleno de gracia, y dio una pequeña probada.

 

—  Quisiera que fuera el vicio de coger pero esto ya es algo —al escuchar eso Bailey río sólo para ellos dos.

 

— El día en que me toquéis sin mi consentimiento terminaréis sin pelotas —contestó con tono burlón, pero William no se río. Sabe que está hablando en serio.

 

— No soy un bárbaro —respondió un poco dolido por su comentario. Carece de intenciones negativas para con Bailey. Tendrán que unir sus cuerpos por obligación en la luna de miel, pero fuera de eso no le pondrá un dedo encima. Sólo si el dice que no. Existen las prostitutas, las amantes y concubinas. No se morirá por no coger con Bailey, quien quisiera a ese apretado.

 

William mira de soslayo la figura de su prometido, y vuelve la mirada hacia el frente antes de que el pelirrojo se diese cuenta.—  ¿Lo sabéis..?

 

 — Hablas sobre él ¿cierto? —permaneció en silencio, y esa fue una buena respuesta para William.— en efecto.

 

Nota un ligero toque de sentimentalismo en los ojos de Bailey. ¿En qué estará pensando, en los veranos con Cassian? frunce los labios, capta en el radar a Christian hablando con varias señoritas. Le señala a Bailey lo que sucede y se ríen bajo el agua por ver como las rechaza cortésmente. Fue un hombre ya viejo quién le salvó el pellejo, uniendolo a una plática de hombres.

 

—  ¿No deberías estar haciendo lo mismo? —se refiere a que socialice con los hombres de renombre para formar contactos y entablar buenas relaciones que le resulten provechosas. Se da cuenta cómo varios trajeados quieren acercarse a William para unirlo a sus pláticas pero este no lo suelta.

 

—  Vine aquí para ver a mi futuro esposo, —mantiene la mirada al frente, le dio un trago a la copa de vino.— los negocios pueden esperar.

 

Esboza una ligera sonrisa, lleno de gracia. Enserio se da unos aires…

 

—  ¿Deberíamos escaparnos un rato? —sugirió William.

 

—  Necesito ir al baño, —respondió.— deberías aprovechar el tiempo que no estoy. —señaló con la mirada a las damiselas que no le quitan el ojo de encima.

 

— Por supuesto querido —término el vino y puso ka  en el la charola del primer mozo que paso cercas de ellos.

 

Se hizo tonto en el baño, dejando que pasará un buen rato. Necesitaba tiempo a solas para prepararse mentalmente, ha sido un largo tiempo desde la última vez que le vio. ¿Porque se pone nervioso? le odia, eso es lo que hace. Esos son los sentimientos que tiene actualmente por Cassian, muy alejados del amor que en el pasado le profesaba. Salió del cuarto de aseo de la planta baja, y para mala suerte pisó mal la gasa yéndose de lado.

 

—  ¡UH! —reza porque nadie le haya visto, se moriría de la pena si es que alguien..

 

—  ¿Se encuentra bien?  —mierda fue lo primero que cruzó por su mente. Ladea la mano rechazando la que le ofrecen, y al levantar la mirada con una vergonzosa sonrisa está se borró al ver esos malditos ojos una vez más.

 

Quiso levantarse pero le tiemblan las piernas.

 

— Insisto en.. —estuvo a punto de tocarlo y entró a la defensiva.

 

—  Puedo sólo —remarcó con voz afligida, apenas le sale. Se levanta como puede para no seguir aquí, trato de evitar alzar el mentón otra vez pero..

 

—  Cierto, puedo verlo —contestó con una tonta sonrisa.

 

Hacía tanto tiempo sin ver esos ojos.. tan especiales como lo solía ser su portador para él. De no ser por ellos no lo hubiese reconocido ¿en verdad tiene dieciséis años? por qué no los aparenta.

 

Está fornido y robusto, mucho más alto que su propio hermano por unos centímetros.  Perdió la blancura de la pálida piel que antes lucía, se ve más vivaz y colorida. Ya no es más el niño delicado que recordaba, endureciendo sus facciones masculinamente. Incluso la voz se le agravó.

 

La mitad.. esa mitad de su rostro.. la cubre con una máscara de media luna negra como la noche, con ligeros detalles estilo victoriano. Puede notar aún la leve parálisis en la comisura del labio del lado de la máscara, Cassian odiaba que le tocara ese defecto en sus labios, que tocara lo que tiene escondido bajo la máscara alegando que era una aberración. Pero mírenlo aquí..

 

Cassian juraba nunca salir del castillo Redheugh, pero aquí está. No hay rastros del niño inseguro que conoció, o eso es lo que aparenta.

 

—  ¡Bailey! —la energética voz de la archiduquesa de Redheugh hizo entrada. Fue directo abrazar a su nieto.— oh niño, te estaba buscando.

 

Mira a Cassian y les sonríe.

 

—  Veo que ya se han saludado —el menor esboza una burlona y galante sonrisa.

 

—  Supongo.

 

Respondió.

 

Bailey no quiere estar más ahí. Ansiaba ver a su abuela con todo corazón pero no de esta manera, no con Cassian cercas.

 

—  Mi niño, parece que has visto un fantasma. —miró a su abuela ¿se ve tan mal?

 

Una silueta familiar entró a su rango de vista, haciéndole sentir un gran alivio.—  Archiduquesa —William beso la mano de su abuela como todo un caballero, se puso del otro lado de Bailey tomándolo de la cintura. Hizo una pequeña reverencia con la mano como saludo amistoso. Sin embargo la mirada que le pone Cassian no es para nada amistosa.

 

—  Sir Cassian, es un gusto verle no obstante me es perturbador ver que con dieciséis años parezcas mayor que nosotros —el nombrado mira a Bailey, pone una cálida sonrisa.

 

—  Lamento hacerle sentir menos en tamaño. —contestó con voz calmada.

 

— Archiduquesa ¿acaso no ha probado los exquisitos aperitivos? estoy seguro que le gustaría presenciar un gran espectáculo —les guía de nuevo a la sala, Bailey puede sentir cómo Cassian le observa de reojo.

 

Bailey pudo ver a su padre del otro extremo de la sala platicando con el duque Damián y unas caras familiares pero que no quiere reconocer por el momento. Lord Marion permanece atendiendo a los consortes abordando temas hogareños mientras que con los hombres diálogos inteligentes uniéndose a la plática sólo si lo permite Lord Robert.

 

William les enseñó cómo las señoritas y señoritos van detrás de Christian, al grado de que tienen que intervenir una que otra persona uniendolo a pláticas. La archiduquesa no pudo evitar soltar una que otra risilla, en verdad parecen patitos detrás de un buen pedazo de pan. Piensa en Cassian, es notable cómo se lleva miradas curiosas e ilusas ¿podrá encontrar un buen esposo para él está noche?

 

—   ¿Debería alejarlos de mi hermano? —miró de soslayo el rostro de su nieto Bailey. Sólo William y ella supieron sobre la situación entre Cassian y Bailey, nisiquiera Christian llego a estar enterado. La verdad llegó a pensar que Bailey rompería su compromiso para estar con Cassian, pero bueno.. las cosas suceden por algo. Sigue pensando que la pareja indicada para Cassian es Bailey.

 

—  Je.. —esbozó una pícara sonrisa de ver cómo Cassian y William miran de reojo a Bailey. La archiduque fue buscada por hombres con claras intenciones de formar un buen lazo o hacer negocios, un buen negocio sería el compromiso de su nieto. Cassian se desenvuelve bien, sin embargo no le interesa conocer a fondo a los bellos especímenes que le presentan como sus hijos, nietos o sobrinos. Su interés es llevado totalmente por cierto pelirrojo que se aferra al brazo de William Hissnauer, mientras éste habla con los invitados.

 

El baile de los debutantes es una exquisita coreografía que ya va dar inicio.  En total son treinta jóvenes. Los donceles y damiselas se ponen en un fila, mirando frente la fila de los hombres. William le sonríe amigablemente a Bailey, haciéndole saber que estarán bien. Han practicado durantes meses, Bailey siempre tenía errores, errores que no puede mostrar hoy. Toma el extremo de la tela de caza como si fuese un vestido. La orquesta sinfónica dio inició, y ambas filas hicieron las elegantes reverencias. Las parejas se acercan y unen en una perfecta armonía. O al menos para los demás. Bailey no puede evitar mirar de vez en vez a la mujercita que le tocó como pareja a su primo Cassian. Es linda, muy linda y de buen cuerpo.. ¿será el tipo de Cassian? ¿qué diablos está pensando?

 

Las mejillas se le coloraron y frunce el ceño. Que va, le importa poco quién sea su tipo. No volverá a caer, ya no será su tonto nunca más. Bailey da un el giro en el momento correcto, se supone que debía volver a los brazos de William pero un tacto diferente apareció en su mano, jalando su cuerpo contra uno totalmente diferente al de su prometido. Las gemas carbón están atónitas, la dama que bailaba con Cassian pasó a ser pareja de William. Cada invitado está confundido, así no es la coreografía que los retoños practicaron con esmero. El heredero de Redheugh le dio un pequeño cambio. Siguen los pasos habituales, Bailey se tensa de sentir la mano de Cassian sobre su cintura. Y el menor le mira comprensivamente, diciendo:

 

—  No temáis —el corazón le palpitó con fuerza, la distancia entre sus cuerpos no es la correcta, no hay brecha, están pegados. Por alguna razón.. se dejó llevar por esas palabras. Guiado por el ferviente sentimiento de nostalgia.

 

Dan más vueltas, bailando muy aparte de la coreografía asignada. Ignoran el hecho de ser vistos con mal o buen  ojo. Es como si.. fueran nada más ellos dos en el mundo. Sumidos en la intensidad de sus miradas. Cassian le da una vuelta fina, atrayendo el delgado cuerpo de vuelta contra el suyo. Moviéndose por toda la pista acaparando la atención.

—  Luces maravilloso —no quiere seguir escuchando, si esto sigue así.. terminará rendido a sus pies.

 

— Cállate —contestó en un jadeo.

 

Cassian remarca la alzada ceja, como su sonrisa.—  Y veo que mantienes la misma actitud de siempre.

 

—  La gente no suele cambiar mucho, sir Hissnauer. —contestó sarcásticamente. Cassian se muestra sorprendido por la forma en que le llamó.

 

—  Discrepo —sonríe con gracia, haciendo temblar todo su ser.— me gustaría debatir su punto de vista en el jardín para mayor comodidad, tengo fe en el cambio y en las segundas oportunidades

 

¿Que rayos acaba de salir de sus labios? la música se detuvo, y fue cuestión de segundos para que sus pasos también.

 

—  Me da gusto informarle que soy ateo a esas creencias —respondió tajante, ignorando todo lo que pudo sentir hace unos momentos. Hacen las reverencias de despedida y se marcha, escondiendo lo mejor que puede su enojo.

 

William de manera prudente fue detrás de Bailey, los murmullos no cesan, poco le importa lo que piensa esta gente. La desaprobación y enojo contenido se reflejan en los rostros de los duques de Marsdengates, en especial del conde de Stoneleigh. Con calma salió de la sala, en busca de lo que vino a reclamar.

 

—  Bailey —es alcanzado por William en los jardines. Está al borde del llanto, y el rubio le da una buena cachetada.— ni te atrevas a derramar otra lágrima por él, idiota.

 

—  Ah.. —se relaja y toma un buen bocado de aire.—  gracias.. lo necesitaba.

 

—  ¡Bailey!

 

— Fuck —maldice en lo bajo al escuchar esa voz. Es Cassian, los siguió hasta aquí. Seguramente son tema de que hablar en este momento.

 

— Ok ¿puedo darle un buen golpe? —preguntó William a Bailey.

 

—  Necesitamos hablar —el pelirrojo ignoró las palabras de Cassian, y se limitó a el brazo de William. Le pasan de largo, pero Bailey detuvo el paso al escuchar lo que se atrevió a decir el heredero de Redheugh.—  ¡te amo!

 

William desencajo la quijada al notar la vidriosa mirada del doncel. Estuvo apunto de actuar, pero Bailey se adelantó como es costumbre. Con paso firme caminó hasta quedar frente a frente del más grande desamor que pudo tener.

 

—  El tiempo del reloj está en marcha, no hay cabida para miramientos al pasado. Le pido de favor que se abstenga de hacer comentarios innecesarios, o de aparecerse en mi presencia que no requiero de la suya. —hace una cortés reverencia femenina, y le mira fijamente, guardando las cosas que siempre soñó con escupir en su cara.—  Si me disculpa, mi prometido espera a por mi.

 

— Bailey para.. —sabe que lo arruinó todo en el pasado, dominado por sus miedos e inseguridades. Siempre le amó, y cree jamás de hacerlo. El doncel se da la media vuelta para volver con William.—  ¡Bailey Hissnauer, las manecillas del reloj podrán continuar, y un perdón no será suficiente para sanar las heridas, sin embargo pese a todo eso.. estoy aquí y no pienso rendirme hasta dar todo de mí, haré que usted vuelva a mirarme con amor y me consideré un hombre apto para desposarlo!

 

—  Dios.. —el pelirrojo siente una enorme presión en el pecho, y lo único que pudo hacer fue aferrarse al brazo de William. El rubio tiene un pequeño tic en el ojo, cuánta osadía tuvo su primo en cada oración. Antes como hermanos.. pero ciertos acontecimientos quebraron el lazo fraternal.

 

“Os pido que quiebres tu matrimonio con Bailey” aún recuerda cuándo Cassian fue a buscarlo hasta la empresa de la familia para hablar específicamente de ello. Fue apenas hace unos meses cuándo le volvió a ver, ese encuentro fue la gota que derramó el vaso y destruyó la poca amistad que quedaba.

 

“Sir Cassian —deslizó el dedo, tocando el de Bailey suavemente.— si tiene suerte lo que voy a quebrar será su rostro.”

 

No tolerará semejante altanería.

 

Y Cassian no piensa rendirse así de fácil.




***



`` Me gustas ´´ era un día soleado, dónde logró por fin sacar al niño menor con el sol así de radiante. Una cosa llevo a otra y termino hablando en voz alta sus pensamientos. Cassian le miró muy serio, casi como si fuera un regaño con la mirada. Ni se dignó a responder, pero esa mirada y silencio dijeron más que mil palabras. No era una confesión correcta, así que no tardó para armarse de valor y hacer su primera confesión de amor, terminando en un terrible rechazó donde Cassian se comportó como un idiota. Pero más estúpido él por quedarse a su lado. Tuvo culpa, lo admite.

 

Abre los ojos pesadamente, rememorando todo lo sucedido el día de ayer. Desea por su propio bienestar que Cassian no se vuelva aparecer en sus narices. Se levanta de la cama, y para no romper la rutina vuelve a tumbar aves con la almohada. Por pereza esta vez permitió que las empleadas de servicio le asistieran, encima del delgado camisón le pusieron un sencillo vestido amarillo con lazo azul en la ceñida cintura. Fue peinado con una desaliñada cebolla, al natural siempre luciendose.

 

—   Está vez sí podre.. —se dijo así mismo. Sacó de su escondite secreto unos cuantos pergaminos, simples bocetos que quiere sean vistos por el buen ojo de su hermano. Ya intentó con su padre pero es un caso perdido.

 

``¿Un doncel ingeniero?´´ ¡Joder , ese tono burlón le caga mil!

 

Camina con paso firme pero corazón nervioso al estudio de su hermano, no quiere que le elogie por ser sangre, necesita que vea estos bocetos como un profesional y le de una crítica constructiva. Se para frente a la puerta, curioso por las dos voces que suenan dentro. Toca la puerta, y cuando le dieron el pase, toda la nerviosa energía positiva se esfumó en cuanto sus ojos se cruzaron con los de Cassian Hissnauer. Endurece el rostro, forzando la sonrisa mientras que la burlona de Cassian parece genuina.

 

—  Bailey, ya debéis conocer a sir Cassian —el doncel asiente y retrocede.

 

— Oh no, por mi no hay problema en que escuché nuestra conversación. Es más, me halaga con tan grata presencia. —explicó el futuro archiduque.

 

—  Cierra la puerta Bailey —no tuvo de otra que obedecer a su hermano mayor. Tomó asiento en el sofá, sin dejar de abrazar los bocetos.

 

—  ¿Dibujitos? —le preguntó Cassian quién sigue en pie junto a Christian, ambos con copas de whisky en mano. Que estupida sonrisa que pone, pensando que es gracioso.

 

—  Oh cállese —no aguantó para contener ese pensamiento. Christian se rasca la nuca, volteando los ojos para otro lado. Si fuera padre o algún otro hombre, seguramente hubiera reprendido al doncel con la mano pero no es el caso.

 

—  Bailey, desde ahora sir Cassian unirá fuerzas a esta rama familiar. Tenemos grandes planes que poner en acción.

 

—  ¿Qué? —eso significa.. que tendrá a Cassian mucho más cerca de lo que le quería lejos. Le irrita esa curva en sus mentirosos labios. No más que esa molesta máscara de media luna distinta a la de la noche anterior.

 

—  Espero podamos vernos seguidos, joven Bailey. —contestó Cassian con una leve reverencia, no.. no.. debe de estar bromeando. Una broma de mal gusto para fastidiarlo.

 

¡Debe ser una maldita broma!

 

No pudo estar más tiempo en la misma habitación, espera tener el suficiente pronto para hablar a solas con su hermano. Christian es un joven muy ocupado, y más ahora que le quieren casar de ya. Salió a tomar aire a los jardines delanteros, y pegó un gran gritó lleno de rabia y frustración. ¡No puede aparecer y pensar que le volverá aceptar! ¿¡está mal de la cabeza?! ¡le dejo de fastidiar, justo como se lo pidió! ¿¡entonces porque el vuelve hablando de amor?!

 

—  Ah.. Ah.. —regula la agitada respiración, envolviendo sus pensamientos como un estambre mal acomodado.

 

—  Es bueno saber que las viejas costumbres siguen presentes —no tuvo que girar para saber quién es, rueda los ojos y maldijo en su interior. ¡Que descaro el suyo, definitivamente se le subieron los humos!  

 

Empieza a caminar para alejarse lo más pronto posible antes de ahorcarlo con sus propias manos.

 

—  Espere —no detiene el paso, es firme.

 

No obstante, también Cassian es firme con sus intenciones. Le tomó del brazo y volteó de forma abrupta, desperdiciar tiempo no es una cualidad suya, y le robó un beso en la mejilla. Estaba listo para reír de su acto, sin embargo quedó atónito.

 

Fascinado por la reacción de Bailey.

 

Las blancas mejillas se cubrieron de carmín hasta las orejas, las cejas curvadas, sus preciosos ojos brillando con intensidad y los tentadores labios titubeando.  

 

—  A-Ah.. —Bailey lo empuja de inmediato, logrando zafarse del agarre. Retrocede y le señala aún bastante rojo y nervioso.—  ¡v-vuelve hacer algo como eso y me encargaré de que no vuelva a pisar estas tierras! ¡estoy comprometido..! ¿¡qué sucedería si nos ven?!

 

—  Lo siento, no tuve intención de perjudicar sólo jugar una pequeña broma —aclaró, sin poder borrar esa encantadora sonrisa del rostro.

 

—   ¿Una broma? —esto es el colmo.—  ¿para usted todo es gracia?

 

—  Sí, me hace mucha gracia ver cómo rechaza mi afecto cuándo la reacción inicial fue muy distinta.

 

¡Oh, cómo odia a este mocoso!  

 

—  ¡Si la cortesía no funciona déjeme decirlo muy claro, váyase a la vil mierda! —necesita cortar esto de tajo.

 

— Esa no es la forma adecuada de hablar para el hijo de Lord Robert —arqueo la ceja y se relamió los labios.

 

— ¡Oh yo hablo cómo se me pegue la chingada gana! —sí, es el mismo de antes. Aunque más.. ¿explosivo?

 

—  Ya que dejó las cosas claras permítame hacer lo mismo..

 

— ¡No se lo permito! —le interrumpió, pero aun así Cassian continuó con la oración, poniendo gran seriedad en el rostro, penetrante mirada que estremece la piel del doncel.

 

— daré una buena lucha por recuperar la calidez de su afecto, y espero convertir ese cariño al amor que profeso por usted.

 

Bailey aprieta con fuerza los labios, arrugando las facciones de su rostro y sonrojándose más.

 

—  ¡Primero muerto! —gritó hasta el cielo, haciendo que las palomas vayan a revolotear a los aires.

Notas finales:

¿¿Que les parecio? me despido, debería estar ya dormida. A las siete primera clase comk universitaria.

 

Este episodio piloto ya lo tenía hecho en asquerosos borradores que solo yo puedo entender mi letra. (la inspiración siempre tiene que venir de madrugada y ahí una toda moribunda con lapiz en la escalera por la luz del baño)  ¿también escriben sus fics en cuadernos? 


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