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¿Por qué? por Discord Di Vongola Arcobaleno

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Notas del fanfic:

Katekyo Hitman Reborn no me pertenece.

Notas del capitulo:

Mierda; la verdad hace mucho tiempo que no escribo así que a ver como vergas quedó XD

Aunque lo que más se me complicó fue el título, será una señal de que lo hice mal? Será una señal de que debería leer mis historias antes de publicarlas? Nunca lo sabremos XD

El sonido de sus zapatos mientras más y más rápido corría, el sonido de explosiones y disparos siguiéndole el paso, el de su corazón palpitando con locura en sus oídos y los estruendosos gritos del niño con disfraz de vaca en sus brazos que solo empeoraban su situación.

¿Por qué hacía esto? ¿Por qué a él? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿¡Por qué!?

No fue hasta que tuvo que detenerse de a fuerzas, al terminar frente a un callejón sin salida.

Oh no...

No tuvo que darse la vuelta, no está seguro de si fue su intuición Vongola o el ya estar acostumbrado a ser una presa, pero notó como había terminado acorralado.

Volteó paulatinamente el rostro y el cuerpo; lento, lento, cualquier movimiento brusco podría empeorar la situación... más de lo que ya estaba.

Incluso el niño en sus brazos había parado de chillar para mejor temblar peor que un par de maracas.

Frente al castaño y el mocoso en sus brazos se encontraba un bebé, vestido de un fino y pulcro traje de esmoquin negro, sombrero de fieltro y un camaleón con forma pistola, apuntándoles.

Corrección; frente al castaño y el mocoso en sus brazos se encontraba el mejor asesino de todos, el 1#.

Tsunayoshi no podía contener el temblor que le había pegado el niño de cuernos.

–Re-Re-Reborn…– susurró el castaño, a sabiendas que cualquier acción errónea, podría ser su fin. –¿P-p-p-p-por qué e-estas tan enojado?

No es que fuera tartamudo, es que hasta sus dientes estaban castañeando como temblaba el resto de su cuerpo.

No estoy enojado.– declaró como una inmensa mentira el de patillas rizadas. –Ahora, dame a esa vaca estúpida, Dame-Tsuna.

–Y-yo… yo…

Intentó hablar el de ojos chocolate. ¿Dejar a Lambo con aquel pequeño y bien vestido demonio y salvarse de las torturas que iban a ejercerle? ¿O defender al pobre e inocente Bovino quien, por extraño que parezca, esta vez no había hecho nada?

Lambo chilló, aulló, gritó ante el primer paso preventivo de Reborn hacia ellos y, por primera vez en la historia de la lógica y la razón, Lambo fue más rápido que el mismo asesino.

En los mismos segundos que Reborn apuntaba directamente hacia la frente del pequeño pelinegro, este sacó una gran bazuca púrpura de su rizado cabello y la tiró al aire, como una acción ya impulsiva en medio de sus lágrimas.

Tsuna quedó tieso con horror al ver ambas desastrosas acciones de ambos pequeños.

Y la bazuca calló sobre ambos.

Tsuna cerró los ojos acostumbrado a la sensación de turbulencia y oscuridad cada vez que cruzaba por aquella máquina.

Pero, al abrir los ojos, todo se continuó viendo negro.

Miró a los lados, pero no podía ver ni su propia mano bajo esa inmensa oscuridad, además de que parecía encerrado en una especie de caja.

Después de un corto rato, se alegró que Reborn no estuviera por ahí; se hubiera burlado (o le hubiera golpeado) por tardar tanto en darse cuenta de que se encontraba en una posición horizontal.

Colocó ambas manos frente a él hasta que sus dedos y palmas se toparon con la superficie, lo cual, no estaba a más de uno o dos centímetros.

Empujó, empujó y empujó como sus enclenques brazos le dejaron. Como una tapa, una muy pesada, empezó a abrirse a cómo podía con las pocas fuerzas de Tsuna, y como último intento, empujó todo su cuerpo hacia arriba, abriendo la “caja” en la que estaba por completo y dejándolo en una posición sentada con las piernas extendidas.

Al haberse acostumbrado a la ausencia de luz de aquella cosa, sus ojos se cegaron momentáneamente al exterior. Condujo sus palmas hacía sus repentinamente heridos ojos, tallándolos poco brusco mientras su boca soltaba bajas quejas.

–Tsuna… yoshi…– llamó una voz gruesa y pesada.

Con un respingo asustado como alguna especie de animal asustadizo, giró el rostro de una manera tan veloz que fue sorprendente que no se rompiera el cuello, y con los ojos abiertos de par en par observó a la persona a su lado.

Acuclillado a su izquierda se encontraba un hombre grande, de anchos hombros y largos brazos, vestido de un traje negro de saco, pantalón y corbata, zapatos negros y camisa amarilla, tenía un alborotado cabello negro en punta que, por alguna razón, no disminuía ni un poco su garbo, unas patillas rizadas y unos hermosos ojos oscuros como el ónix que le miraban con una fascinación que Tsuna nunca había visto y recibido.

Aquella fija mirada de aquel hombre apuesto le puso nervioso, sus mejillas se sonrojaron sin quererlo y bajó la mirada, eso le hizo notar un sombrero de fieltro que el sujeto empujaba contra su propio pecho y una rosa roja, levantada con su otra mano en la dirección suya.

Eso lo hizo ponerse más rojo y hasta empezar a tartamudear.

–Tsunayoshi.– repitió el hombre, ahora con una voz mucho más firme, haciendo temblar al menor.

Subió con ligero temor la mirada, lento, lento, hasta que volvió a encontrarse con sus ojos.

La misma fascinación seguía ahí, un montón de sentimientos extraños y acumulados eran visibles en aquellos orbes ónix del mayor. ¿Así es como se sentía Reborn cuando leía sus pensamientos? Tan extraño, tan sabio, tan confundido, tan nervioso y ansioso. ¿Así era siquiera como se hacía?

Tsuna podía ver en aquellos ojos… tristeza… experiencia… satisfacción… y otras cosas que no entendía, pero que hicieron a su corazón palpitar levemente más rápido.

Quería apartar la mirada, pero no podía, su cuerpo no le dejaba.

Mirar por tanto tiempo a alguien… Era sorprendente que no se hubiese vuelto un momento incómodo.

–Tsuna…

Y, separando la conexión entre ambas miradas, el pelinegro ofreció la rosa roja al pequeño castaño, colocándolo frente a su mirada.

–Es para ti.

Las orejas y mejillas de Tsuna estaban que ardían.

–G-gracias…– dijo mientras la agarraba en su suave y frágil mano.

La tomó por educación, se dijo, se intentó convencer.

–Di-disculpa.– habló el castaño del pasado. Con la barbilla u mirada intentaba ver a sus profundos ojos que parecían observar cada uno de sus movimientos. –¿Quién eres?

El señor sonrió de una manera que le pareció encantadora a Tsuna.

Y que luego se reprendió por ese pensamiento.

–Creo que, aún no me conoces; no con esta apariencia.

Tsuna no podía estar más confundido.

Antes de que pudiera preguntar lo que sea, el hombre de cabellos negros hizo una pregunta.

–Tsuna… ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que cayó sobre ti la bazuca de aquella vaca estúpida?

–¿L-Lambo? Cr-creo que han pasado como unos 4 minutos y algo.– dijo, tanteando el borde de la caja, aun mirando al apuesto pelinegro frente a él. –P-por cierto, ¿por qué estoy en una-

Empezó a cuestionar el castaño, a punto de bajar la mirada al fin para ver en dónde se encontraba cuando las veloces manos del de patillas rizadas tomaron con velocidad sus mejillas, levantando su rostro, dejando sus narices a milímetros de distancias.

Y Tsuna no pudo concentrarse en nada más.

Si creía que no podía estar más rojo, se equivocó.

Sus miradas no pudieron evitar encontrarse, y Tsuna ya no podía pensar en aquellas preguntas que hace solo pocos minutos atormentaban su cabeza.

–¿Quién eres?– preguntó, sin aquel tono nervioso y vulnerable que le caracterizaba casi siempre.

No es como si le hubiese prestado atención a eso.

Solo notó la sonrisa arrogante en el rostro del adulto.

Sintió como aquellos ásperos dedos acariciaban su mejilla con… ¿dulzura?

Sus rostros se acercaron más, el Sawada no hizo nada para detenerlo, ni cuando sus labios eran los que estaban a milímetros de distancia y respiraban el mismo aire.

–¿Por qué?

Soltó, entre un susurro y murmullo.

–Recuerda…

El suave aroma a café golpeó el rostro de Tsuna, provocó un escalofrío que recorrió todo su cuerpo.

–Siempre te he amado, Dame-Tsuna.

Y sus labios se juntaron, al fin.

Tsuna nunca había besado a nadie, y, aun así, aquellos labios se sentían tan familiares.

Tan bien moviéndose sobre los suyos.

Se sentía como un beso necesitado, lento, pero, apasionado.

Era embriagante, era extraño, peculiar.

Satisfactoriamente sofocante

Estaba tan extasiado con aquella nueva sensación.

Ni siquiera notó aquel humo morado que le rodeo.

Sus ojos seguían cerrados y sus labios seguían besando algo…

Algo que ya no parecía encajar perfectamente con sus labios.

–¡Lambo no disfruta los besos de Tsuna!

–¡HIIIIIIIIIIIIIIEEEEEEEEEEEEEEE!

Gritó mientras lanzaba al cielo con todas sus fuerzas al pequeño Bovino, rápidamente al darse cuenta de lo que había notado extendió los brazos para intentar agarrarlo.

Lo logró, pero como misil, el pequeño niño cayó sobre el adolescente. Ambos cayeron al suelo, aunque el niño con traje de vaca tuvo la suerte de caer sobre el castaño.

–Auch…– murmuró el castaño mientras Lambo reía con su extraña y característica risa.

No fue hasta que dejó de sobar su cabeza lastimada que notó a su tutor.

Estaba a pocos metros de distancia, con su mirada perdida en su dirección, estático.

No podía leer sus sentimientos, no como con aquel hombre…

Sus mejillas instantáneamente se sonrojaron.

–¡HIA-JAJAJA! ¡TSUNA ESTÁ COMO UN TOMATE!

 

–¡No es cierto! – declaró, sonrojándose más de lo que ya estaba. –…Bueno, ah ehm… Vámonos, Lambo.

El castaño se levantó, tomó al pequeño Bovino entre sus brazos y caminó para salir de ahí, aunque se detuvo cuando llegó más cerca de Reborn.

Se veía… perdido…

–¿Pasa algo, Reborn?– preguntó preocupado.

El bebé asesino levantó la mirada para verle, sus ojos oscuros le analizaron silenciosamente.

Tsuna ignoró lo nervioso que le puso aquella mirada, lo familiar que se sintió con la de aquel hombre al que había…

¡Oh por Dios! ¡Le había dado a aquel hombre su primer beso! ¡A un desconocido que ni siquiera era de su tiempo! ¡Qué-

Le interrumpió de sus pensamientos la sensación de algo aterrizando suavemente en su cabeza; fue Reborn, quien había saltado para sentarse cómodamente entre el alborotado cabello de su alumno.

–…Vamos a casa, Dame-Tsuna.

El mencionado no preguntó por su extraña y repentina actitud calmada, simplemente acató la orden sin rechistar.

Mientras el adolescente avanzaba, el bebé con pacificador amarillo se perdió sin querer en los recuerdos de lo que vio en aquellos 5 minutos…

Cuando el humo púrpura se disipó ligeramente, logró apreciar una figura.

 –Augh…– Se quejó y tosió un poco Lambo adulto.

Reborn esperó con paciencia a que se disipara lo demás, no admitiría la emoción que sentía por el a su alumno como adulto.

No esperó para nada ver un esqueleto bien vestido.

–¡AH!– gritó el Bovino al notar el montón de huesos humanos a su lado. Dio un saltó de sorpresa para acorralarse a sí mismo con la pared a su lado.

Dejó de temblar cuando notó que estaba en el pasado y notó al arcobaleno.

–¿¡Pero qué rayos estabas haciendo, Re-

Se calló cuando descubrió al de patillas rizadas apuntándole con abrumadora firmeza con León convertido en arma.

–Explica qué está pasando, ahora.

Incluso con aquella aguda voz, algo en su tono hizo temblar de terror al más grande.

–¿Explicar? ¿De qué hablas? Yo acabo de llegar.

–La vaca estúpida tiró la bazuca de los 10 años y cayó sobre él y Tsuna, ahora tú estás aquí, pero hay un esqueleto aquí.

Reborn no era tonto, pero necesitaba su corazón.

Su mente no le dejaba analizar la obvia respuesta y su corazón se estrujaba dolorosamente cada vez que lo intentaba.

El Bovino miró con una expresión llena de sorpresa y horror, volteó el rostro velozmente hacía el esqueleto, pero no pudo aguantar el mirarle.

Reborn vio como paulatinamente su rostro de sorpresa cambiaba al de una muy profunda tristeza.

Formuló una sonrisa, una sin ningún tipo de gracia, pero tan pronto como la formuló, se fue.

Poco a poco salieron lágrimas de sus ojos hasta que empezaron a caer por sus mejillas y barbilla como cascada.

–Es… una historia larga…

–Tienes 5 minutos.– respondió el asesino.

Reborn sacudió ligeramente la cabeza. Debía olvidar aquellas cosas.

Bajó la mirada para ver los alborotados cabellos del dulce castaño.

No sabía que les depararía el futuro por completo.

Pero, tal vez ahora, con la poca información que logró sacarle a Lambo adulto, podría salvar al Vongola.

Se esforzaría todo lo posible, para hacerlo más fuerte, pero sobretodo, para protegerlo.

No sabría cómo manejar el perder a su único y primer amor.

 

 

 

Bonus:

Incluso cuando el humo púrpura se disipó, aquel adulto pelinegro siguió igual, con los ojos cerrados.

Duró así unos segundos más hasta que abrió los ojos y se alejó.

Entre sus manos se encontraba el cráneo de su dulce y amado Vongola.

Lloró. Mostró sus sentimientos en la soledad.

Ya no importaba.

Acarició la parte inferior del cráneo con su pulgar derecho, con dulzura.

Le admiró un tiempo más para luego colocarlo con total delicadeza de vuelta a su lugar.

Admiró el traje con el que estaba vestido el resto del esqueleto y sacudió un poco del polvo que adquirió en su viaje al pasado.

Rio un poco mientras se volvía a sentar, más lejos del cuerpo, admirándolo mejor.

Tocó las rosas a su alrededor y se sintió con una gran satisfacción al lograr ocultarle al pequeño Vongola que había aparecido en un ataúd.

Aunque seguramente la torpeza del castaño hizo más fácil ese trabajo.

Sonrió por eso mientras volvía a cerrar el ataúd, con una última mirada a su amore.

 

FIN <3

Notas finales:

...La idea se me hizo más corta antes de escribirla XD


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