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Amor Doloroso por Miniikusa

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“Si esto no es amor, es locura.
Entonces es perdonable.”

- William Congreve.

 

 

 

Amor Doloroso

 

 

 

Fue hace dos años que lo conoció, y fue exactamente en las mismas condiciones. Para ese entonces el suceso le pareció todo un horror; ahora era algo quizás cotidiano en su vida de policía. Y eso sin duda era un horror.

 

 

Near en ese entonces ya contaba con sus dieciocho años recién cumplidos, y aunque su apariencia  era la de un niño de trece, ya era conocido bastante  por la pequeña institución medica de la zona. Muchas veces Geovanny se preguntaba porque la gente en ese tiempo aparte de su mayoría de edad no había hecho absolutamente nada para protegerlo. Pero eso era lo único que podía hacer.

 

 

El albino frente a el ya había sido vendado en la mitad de su cabeza, cuello, muñecas  y Dios sabrá en que partes más de su cuerpo lacerado. Sus labios partidos y su único ojo bueno reflejaban la experiencia vivida quizás hace no más de una hora.

 

 

 

- ¿Qué sucedió Near?

 

- Ya se lo dije. Me caí por las escaleras.

 

 

 

Pero como siempre obtendría la misma respuesta. Near jamás cambiaba su versión, no importaban las veces que se le preguntara o cuanta ayuda del gobierno le ofrecieran. Las enfermeras simplemente evitaban su mirada y curaban de la mejor manera que podían las heridas del muchacho, sin esperanzas de que este algún día recapacite. Tan acostumbradas que cuando lo veían ingresar simplemente lo hacían sentarse en la camilla más cercana y comenzaban con el proceso de siempre. Después de todo, ese era su trabajo.

 

 

A veces el oficial de policía simplemente deseaba haber conocido a Near tiempo antes de que ese moustro entrara en su vida. Haber sido su apoyo emocional cuando la mente del niño estaba frágil. Pero el pequeño había encontrado apoyo en la peor persona. Y ahora lo único que podía desear Geovanny era secuestrarlo y encerrarlo en una habitación de algodón para que no volviera a sufrir daños. Pero esos solo quedaban en simples deseos.

 

 

Sus ojos escocían por las lagrimas que querían salir cada vez que lo veía de esa manera, esos ojos negros que lo cautivaron desde la primera vez estaban perdiendo su brillo natural poco a poco, y el no podía detenerlo. Y lo peor era que no podía culpar de ninguna manera a Near ni esperar más de lo que este y sus inciertas palabras le ofrecían. El pobre niño ya no podía ser más de lo que las circunstancias habían hecho de él. Justamente el día anterior había sido testigo de como la persona que ocupaba el lugar de su madre había llegado al mismo centro en peores condiciones que él.

 

 

Nunca supo nada de la madre biológica de Near, si mal no era la información que tenia, el había sido adoptado por su padre Elle lawliet y Light Yagami que era la pareja de este.

 

 

El joven castaño muchas veces estuvo en riesgo de muerte por las golpizas que le daba el pelinegro, pero su amor inquebrantable lo hacia regresar una y otra vez con el amor de su vida. Light amaba a Elle, no importaban las heridas o los insultos, siempre regresaba a su lado como un perrito a su dueño después de que este lo pateara. Para el joven, no había nada más importante que Lawliet, incluso sobre su hijo.

 

 

Desde pequeño Near vivió en este ambiente, en el que él amor se reflejaba en maltratos y posesividad, para él era algo natural; y para sus padres nunca fue una prioridad.

 

 

Quizás si Light no estuviera tan cegado hubiera atendido y protegido al niño como debía ser, pero para él su única persona especial siempre seria Elle Lawliet y no importaba cuantas veces este lo dejara al borde de la muerte, el hermoso joven le seguía profesando un amor incondicional. Al menos esos eran los relatos que la enfermera Amane rememoraba de vez en cuando, cuando el tema venia a la conversación.

 

 

Hace unos años, antes de que Geovanny apareciera, otro oficial había intentado salvar a Light de esa relación. Lamentablemente el pobre Teru Mikami murió al poco tiempo en otro caso, al cumplimiento de su deber.

 

 

Y no era como si de verdad hubiera podido hacerlo. Era claro que para esas victimas jóvenes no había otro lugar al que quisieran regresar más que al infierno de su propia monotonía.

 

 

 

- La enfermera dijo que es necesario atenderte en el hospital. Te llevare ahora..

 

 

- No. – respondió – Iré solo. Él se enojara si usted me lleva. Por favor, dígale que le dije eso – Lo mismo de siempre, Near se negaba a recibir su ayuda – y también dígale que lo amo.

 

 

 

Eso también era lo mismo.

 

 

 

- Por favor, déjame llevarte...

 

 

- No, gracias. No quiero que él se enoje, es muy celoso.

 

 

 

El pelinegro solo pudo apretar los labios cuando el frágil cuerpo se levanto y comenzó a caminar a la salida del lugar con dificultad. Con esas heridas muchos hubieran caído de dolor. Muchos menos Near.

 

 

No paso mucho tiempo hasta que el responsable del suceso hiciera acto de presencia en el lugar, entrando precipitadamente con su altanería natural y su cara atravesada por un gesto de preocupación.

 

 

 

- ¿Dónde esta?

 

- Salió hace unos minutos hacia el hospital…

 

 

 

No termino de hablar cuando el rubio ya salía corriendo por la misma dirección en la que se fue el pequeño.

 

 

Giovanni se frustro. Como ese hombre podía poner ese rostro luego de semejante bajedad.

 

 

Y lo pero del caso era, que la preocupación era verdadera.

 

 

 

El oficial suspiro y volvió su vista a la planilla que tenia que llenar. Con la misma información de siempre.

 

 

 

 

Caída accidental.

 

 

 

…………………….. 

 



 

Camino lentamente hasta un poco más allá de la pasada calle vacía y se detuvo un momento en la acera para recuperar fuerzas y continuar. Él no era tonto y sabia lo que ese oficial quería de el. Su mirada era evidente y él no podía más que notarla. Un deseo carnal, una protección ambigua o un intento de amor, pero más eso definitivamente no era amor.

 

 

La única persona que lo amaba era Mello. Solo él y nadie más que él. Y Near le correspondía completamente. No entendía porque la gente decía que era malo. ¿Que tenia de malo? El solo le demostraba su amor y no había nada de malo en eso.

 

 

Mello fue su salvación desde siempre, llego a su vida y la transformo de tal modo que el pequeño muchacho no pudo más que apreciar su suerte y a esa persona que venia a darle algo que jamás creyó merecer. Fue un alivio cuando dejo todas sus preocupaciones y se dejo envolver en esos brazos que sabia, jamás lo soltarían y lo dejarían solo.

 

 

No como sus padres, que no se inmutaron cuando Near a sus catorce años se fue de casa, y mucho menos dijeron nada cuando este les comento que tenia un novio quince años mayor que él.

 

 

A veces Near llegaba al punto de reír y llorar de felicidad al ver cuantos mensajes al día recibía del rubio. Mello no era una mala persona como los demás pensaban, ellos no sabían como era, ni todo lo que hacia por él. ¿Quién más si no Mello podría amarlo, justamente a él? ¿Quién más podría soportar sus niñerías, su taciturna forma de hablar, su manera de pensar  y su rara apariencia? Nadie más que Mello.

 

 

Mello lo amaba, por eso los mensajes a cada minuto, a cada segundo, preguntando donde estaba, con quien estaba o que hacia. Solo Mello desperdiciaría así su tiempo para cuidarlo. Por eso eran las miles de fotografías de él que tenia en su oficina, ocupando las paredes, muebles  y parte del suelo. Todo eso era una clara muestra de amor por las cuales Near se sentía verdaderamente feliz. Solo Mello podría amar a alguien como él y querer verlo cada momento del día. Solo él podría considerar su albines algo lindo, su ojos grises casi negros por las dilatadas pupilas, hermosos y su cuerpo aniñado deseable.

 

 

Mihael le profesaba el más puro amor. Y Nate amaba a su querido Mihael. Lo amaba, lo amaba, lo amaba…

 

 

 

-¡Near!

 

 

 

Se detuvo nuevamente y giro con dificultad. Quizás su corazón ya estaba acostumbrado al dolor, pero su pequeño cuerpo aun lo resentía.

 

 

Solo unos segundos después sintió esa calidez que tanto le gustaba al ser abrazado por el mayor.

 

 

 

- Nate, lo siento tanto. Por favor, perdóname.

 

 

 

Near sonrió. Podía soportar todo el dolor del mundo solo para estar así con él. Lo adoraba, era su mundo, y sabia que lo que le había hecho fue su culpa. Mello solo intentaba protegerlo.

 

 

 

- Te llevare al hospital. - Near asiente suavemente aun sonriendo, dejándose envolver de nuevo por esos fuertes brazos que lo cargan sin dificultad. Incluso ahora se sentía feliz.

 

- Te amo. - El rubio solo sonríe.

 

- También te amo. - Responde. Y es verdad, Lo ama más que a nada en el mundo, de una forma enferma y retorcida, pero lo ama. Así de perturbador.

 

 

 

Near solo puede ser de él.

 

 

Nadie podría amarlo más que él, ni podía entenderlo como el lo hacia. La única persona que lo ayudo y siempre estuvo en todo fue él. El único al que podía mirar y su único dueño era él. Near no necesitaba amigos, ni familia ni mascotas. No necesitaba nada más que él. Near era suyo y él seria su mundo.

 

 

Desde que lo conoció, hace años atrás, lo supo. En ese tiempo el pequeño albino tenia catorce años recién cumplidos y era tan frágil y pequeño que su corazón solo pudo estremecerse de ternura. No entendió nunca porque, él jamás había hecho algo que considerara fuera de las leyes de la moral o de su sentido de justicia. Pero con Near todo fue diferente y no pudo evitarlo. Su juicio se fue al carajo y su razón solo le decía que estaba bien amarlo. Después de todo, él lo salvo de esa vida infernal que llevaba y lo protegió de todo lo malo que consideraba que podía dañarlo. Y Near se aferro tanto a él que su felicidad fue genuina.

 

 

Y mucho más lo fue la primera vez que toco al pequeño de una manera sexual. El lindo niño era tan puro, ingenuo e inocente que se regocijo al saber que seria el primero y único en tenerlo.

 

 

Él lo amaba, Nate era su tesoro. No había nada más importante en su vida que no fuera el peliblanco. Cada vez que este le decía palabras de cariño Mello se sentía el hombre más afortunado del mundo. Incluso no importaba cuanto indagaba en su día a día, Near le respondía todas sus preguntas, o cuando lo seguía a donde fuera o cuando lo observaba si hablaba con algún vecino. Near lo amaba y de eso no tenia duda. Pero ¿Que pasaría si algún día Near dejara de amarlo? ¿Y si decidía irse y abandonarlo? Para él la respuesta era un rotundo No. No permitiría que eso ocurriera. Jamás lo dejaría irse o que lo dejara de amar. Nate era todo suyo, aun más allá de lo espiritual. Hasta el final.

 

 

La primera vez que lo golpeo fue cuando tenia quince años. Tenia tanto miedo que Near mirara a otra persona que solo tenia que asegurarse que esto no pasara. Aun cuando le había prohibido tener amigos en la escuela este no le hizo caso y entonces Linda fue un problema persistente.

 

 

 

-¿Acaso no me amas, Near?

 

-Si te amo, te amo. - Sollozo con su mejilla  lastimada - Perdóname por favor. No volverá a suceder, de verdad. Solo te amo a ti. - abrazo al pecho del rubio y sus lamentos fueron más fuertes - No me dejes por favor.

 

 

 

                                   
Después de eso y una pequeña charla con Linda el problema desapareció. Pero obviamente esa no fue la última vez. Los golpes y maltratos solo fueron en aumento cada vez, aun por la mínima cosa que Near hiciera fuera de los parámetros de Mihael: llegar un minuto tarde, salir sin permiso, no contestar sus mensajes, hablar con alguien por la calle o mirar a otras personas en su presencia, todo requería un castigo.

 

 

Y no le importaba lo que las demás personas pensaran al respecto ni que dijeran que le arruino la vida al pequeño niño. él sabia que eso no era verdad. Near solo podía vivir con el y esa era su mejor vida. La gente no entendía nada.

 

 

Incluso Near lo entendía. Él entendía porque eran los golpes y porque lo encerraba. La ultima vez que había pasado fue hace un mes y solo lo encerró una semana ¿No había sido piadoso? Solo lo hacia por su bien y el pequeño lo comprendía, sabia que se había portado mal y aceptaba todo lo que Mello hiciera. Eso era amor.

 

 


-¿Puedo dormir un poco? Estoy cansado. -Pregunto con su voz débil y adormilada, apoyando su cabeza completamente en el pecho del hombre que lo llevaba sin dificultad, sonriendo al aspirar su aroma y sintiéndose tranquilo de estar con el. 

 

-Si, descansa. Pronto estaremos en casa. - Sonrió.

 

 

Nadie comprendería nunca su amor. Ellos se amaban de una manera profunda y nadie los comprendería nunca. Eran felices así. Y no había nada de malo en ello. ¿Que si a la gente no le gustara? él no vivía de sus opiniones y esas personas eran pobres desafortunados que jamás conocerían lo que era el verdadero amor. Jamás amarían tan intenso, tan pasional y tan descabelladamente como ellos lo hacían. ¿Y que si Mello estaba loco? si lo estaba era por Near, por amarlo y cuidarlo, y eso era lo único que contaba para él.

 

 

Y por si se preguntaban: No, no le gustaba golpear a Near. Pero ¿De que otra forma podía cuidarlo?, ¿De que otra manera lo haría entender que había hecho algo mal? El pequeño era quince años menor, su mente aun no entendía bien las cosas y la única manera de enseñarle era esa. Y no era que no lo amara lo suficiente. Mello lo amaba, sabia que lo amaba al verlo sonreír, esa sonrisa inocente y hermosa que solo era para él. Sabia que lo amaba cuando Near lo abrazaba o incluso respiraba. Cuando lo miraba con sus hermosos ojos grises, cuando lo besaba y sentía a su corazón alterarse, en esos momentos su cuerpo era recorrido por una agradable electricidad, cada vez que lo acariciaba, cuando tocaba sus labios, su cabello, su cuerpo... Cuando hacían el amor... Mihael lo amaba en cada parte, cada milímetro y cada suspiro. Solo era de él.

 

 

Y eso era otra razón para dejar marcas, porque aunque Near a veces no se portara mal, debía entender que había gente que podía mirarlo con otras intenciones. Como ese estúpido oficial de policía. Odiaba como lo miraba, cada vez que casualmente patrullaba por el vecindario o si quiera cuando respiraba cerca de su niño. A ese tipo no le bastaba ver que Near era solo suyo. Pero pronto dejaría de ser un problema.

 

 

Después de todo, ser oficial de policía era un trabajo peligroso y uno nunca sabe en que momento pueda ocurrir alguna desgracia.

 

 

Una leve llovizna comenzó a caer y solo unos momentos más pasaron hasta que llegaron al hospital. El cielo ya estaba cubierto por las oscuras nubes tapando la luna y sus brillantes estrellas que los acompañaron hasta el lugar.

 

 

La doctora Lidner solo los miro y no se sorprendió al momento en que el rubio entro al consultorio y deposito al pequeño en la camilla, tampoco que este no se moviera de su lado o la cantidad de heridas que tenia el albino. Era claro que Mello había golpeado de nuevo a Near, y Near otra vez mentiría diciendo que se había caído por las escaleras.

 

 

 

          
“Usted lo llama locura, pero yo lo llamo amor.”

 

- Don Byas.
                                                     

 

Notas finales:

Perdón si los perturbe con esto, pero se me ocurrió la idea y tenía que publicarla (?

La verdad sobre esto es que a Mello siempre lo vi de esta manera, un "amante extremo" por así decirlo, y a Near dispuesto siempre a lo que este le tenga que ofrecer. Algo así como la frase "Te amo tanto que duele" (De ahí el título).. Y bueno.. Espero que les gustara esta historia c: 

Muchas gracias por leer y a los que se molesten en dejarme su comentario.♥

 

See you~


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