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No quise, pero te amé. por Barby-san

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto.

Era de sus peores días, inicio de una manera tan deprorable que no, no pudo sonreír ni una vez. La lluvia caía en aquel lugar lleno de cuerpos sin alma, con un aura gris invadiendo cada lugar, ni siquiera había algún rayo de luz, todo se había tornado oscuro, así como su propia vida sería después de ese día. El sabía que no debería de estar llorando, que no era digno de demostrar la más mínima emoción por aquel ser que ante sus ojos era un sol; sabía que no debería estar ahí, no, no debería de estar ahí, nadie lo quería ahí, y el lo notaba, pero a pesar de sentirlo, de notarlo y comprenderlo, no quería irse, quería estar ahí, quería desesperadamente aferrarse a lo último que quedaba de su sol, estaba deseoso de ver aquella mirada de nuevo, de ver el cielo en los ojos de sus miles de acciones bondadosas y características de aquel ser. Había pasado ya un tiempo de que presentía su ausencia, sabía que de alguna manera el lo dejaría, pero nunca pensó que sería tan pronto, creyó que aún tendría tiempo, que sería capaz de estar junto a él durante mucho más tiempo, pero no, la vida no quería que fuera así, se equivocó, no tuvo el tiempo suficiente para estar con el, el sol que tanto le deslumbraba, dejó de producir su llama y se extinguió, aquel resplandor dejó de existir. Todos le habían dicho lo que pasaría, pero él no quería escuchar, oía pero no quería escuchar, y aunque dentro de su corazón y su mente estaban grabadas las palabras que todos expresaban, el no quería hacerles caso a esas palabras, palabras tan filosas e hirientes como cuchillas entrando en una herida infectada, así se sentían esas palabras; pero al fin y al cabo, esas palabras eran reales, no había mentiras en aquellas palabras, pero el no hizo caso, el no hizo caso y sí, como todo el mundo le repetía, lo terminó matando.

Se lo habían diagnosticado muy joven, a los ocho años para ser precisos, le dijeron que era una anomalía, que nunca se habían presentado casos así, pero al final, no le dijeron cuánto dolería tenerla. Todo estaba en la sangre, pero el problema nunca se había desarrollado, su anomalía era demasiado peligrosa para existir, pero no a todos les afectaba. Su "enfermedad" constaba de ser capaz de tomar la vitalidad de las personas que más amaba, aveces podía ser lentamente, pero si se mostraba una emoción intensa, podía acabar con los demás en tan solo minutos, la única ventaja, era de que si el sentimiento no era mutuo, no podrían haber riesgos de muerte, tal vez esa misma ventaja sería su maldición más grande. La primera persona que cayó fue su madre. Tan solo a la edad de cuarenta y cinco años, su madre murió, era un día soleado y radiante, tan claro como la piel que poseía su progenitora, la misma que había heredado él. El segundo en caer, fue su padre, no solo la depresión le había invadido, al ser la persona más cercana a la cual podía aferrarse, terminó siendo víctima de esa aborrecida anomalía. Al caer su padre, el se obligó a dejar de amar, no podía hacerle lo mismo a su hermano, a la única persona que le quedaba. Su misma sangre lo culpaba, de no poder controlar su anomalía, de haber nacido, de haber nacido así; así que el mismo se reprimió, reprimió sus sentimientos, cualquier emoción que pudiese sentir, no solo amor, cualquier cosa que le hiciera sentir algo.

A los quince años de edad, su hermano lo abandonó, lo dejó en aquel lugar lleno de gente, lo dejó en una estación de trenes; le había dicho que se cambiarían de casa para evitar los recuerdos, que en el lugar en el que estarían era mejor que su antigua casa, le ordenó llenar una maleta, una maleta grande con todo lo que fuera necesario o creyera necesitar, le dijo que por el momento solo podrían llevar ropa, ya que la mudanza pasaría después por los muebles, lo dejó dentro de la estación que nunca había visto antes, le dijo que iría a registrar sus maletas, que no tardaría mucho, pero para la décima hora que estaba ahí, entendió todo, entendió porqué su hermano no había subido su maleta al coche, entendió porqué decidió usar un tren en vez de ir hasta su destino en coche, entendió el motivo de su hermano cuando le dijo que debería de llevarse todos sus ahorros ya que le podrían servir si surgía algo, y al final de aquella décima hora, entendió que su hermano no regresaría y que probablemente la casa que antes compartían no sería su hogar nunca más, en aquel lugar ya no era bienvenido. Siempre había sido bueno actuando bajo presión o en alguna crisis, por lo que se vió buscando rápidamente un lugar donde pasar la noche. Investigó, buscó y al cabo de una semana, había conseguido un lugar donde vivir, trabajo y escuela. Al iniciar esa nueva vida, fue donde lo conoció. Le fue difícil poder transferirse a alguna escuela cercana en el lugar en el que vivía, no tenía los papeles suficientes para que pudieran darle un lugar, no poseía recursos suficientes y no tenía algún tutor que pudiera hacerse cargo de su educación, pero al final, una escuela le dió la oportunidad de entrar, la directora entendió su situación y de igual manera le ayudó a tramitar una beca, el estaba agradecido de que la escuela no pidiera un uniforme, le dijo que podía presentarse el día lunes, pero al no querer perder el tiempo, ese día jueves se presentó, era extraño que un alumno nuevo se presentará en jueves, y por eso todos lo notaron.

En solo un mes, su presencia se hizo muy notable, no solo era lindo físicamente, sus aptitudes para el estudio eran increíbles, su actitud tan retraída era observada por muchos y sobre todo, fue tan notable por ser el nuevo blanco de "Kyubi", de Naruto Uzumaki. Claramente se podía ver lo celoso que estaba Naruto de la atención que recibía aquel bastardo, pero no lo expresaba, nunca lo haría. Fue el rubio el que inició todo, el fue quien comenzó a insultarlo, a ir tras el, a retarlo y hacer que saque alguna emoción. Su reprimido corazón no quería dejar entrar a nadie, sabía que sería desastroso, no solo tenía que esperar a que alguien se ganara su amor, el creía que incluso era peligroso dejar entrar a alguien incluso si podía llegar a odiarlo. No había pasado por complicaciones, llevaba bastante tiempo teniendo el control de sus emociones, y sin embargo, no podía evitar sentir algo por aquel rubio; tenía claro que debía de pasar por alto las provocaciones que le hacía, el esperaba que tarde o temprano le dejara de poner atención, que se cansara de buscarlo y que lo dejara tranquilo, esperaba tener una vida en soledad, en donde ni el rubio ni ninguna otra persona pudiera tener acceso a aquel corazón tan dañado y tan dañino. Lástima que Naruto no fuera así y que las cosas que el esperaba obtener nunca llegarían. Tan solo tenía quince años cuando su vida cambió, quince años y no podía evitar que su corazón sintiera. Cuanto le dolía recordar el aceptar la propuesta de la directora de ser profesor particular de alumnos resagados. "Si tan solo no hubiera aceptado, tal vez esto no hubiera acabado así", se decía, pero aún si lo repitiera un millón de veces, no se lo creería nunca, sabía que todo habría sucedido de la misma forma.

Tenía planeada su vida, a partir del momento en el que lo perdió todo, planificó, aseguró un futuro en dónde no tuviera que pasar por nada, y que de la misma forma, los demás no tuvieran que pasar por eso, pero él le estaba arruinando los planes, y a partir de ahí ya no hubo forma de detenerlo. Quería evitar a toda costa encontrarse con aquel rubio, pero sabía que ya no podía hacerlo, ya no, no después de enterarse de que sería su profesor particular. Al inicio pensó que si solo se dedicaba a intentar enseñarle, el rubio lo dejaría en paz, pero no se esperó que el "intentar enseñar" no fuera suficiente para el otro. El acuerdo al que se había llegado era que Naruto estaría en su casa de 8-9 de la noche, el horario se puso por el trabajo que tenía Sasuke después de la escuela, y de esta manera propuso la hora y el lugar. No tuvo más remedio que aceptar la oferta, después de todo, resultó que el rubio era el nieto de la directora. Llevar por primera vez a alguien a su departamento no le fue tan fácil, y a decir verdad, tener a alguien como Naruto en su casa no le era de su agrado. Las primeras semanas fueron un martirio para ambos, no solo les era difícil no estar discutiendo, porque sí, Sasuke ya había empezado a discutir con el rubio, y no, eso no le gustaba. Discutir y pelear ya se había hecho un hábito al final del primer mes, ya no solo lo hacían cuando estaban en la casa del azabache, con el tiempo también se les hizo costumbre discutir en la escuela, entre clases, a la hora del almuerzo, en la salida, incluso Naruto había llegado a descubrir en dónde trabajaba Sasuke y llegó a ir algunas veces, solo para molestarlo. Los demás ya lo notaban, lo notaban aún si no estuvieran cerca, ya no solo era rivalidad la que estaba implicada en esa extraña relación, y los demás lo notaban, notaban como los ojos de ambos cambiaban, antes, esas miradas, las miradas que se daban, eran de odio, odio, molestia y cinismo, con el tiempo, ese odio en sus ojos desapareció, dejó de aparecer en las miradas, a veces solamente era molestia, pero había algo más, ya no solo eran rivales, ahora la palabra "amigos" podía definir la relación que tenían.

Terminó el primer ciclo escolar, así que de igual manera acabaron las clases particulares, Sasuke creería que con eso se acabaría la relación que ambos tenían, y le daba miedo, le daba miedo volver a perderlo todo, pero sabía que debía ser así, que aquel lazo se debía terminar si no quería perderlo cuando ya lo tenía grabado en su corazón. Todo lo que el esperaba que pasara, no pasó, Naruto no dejó que pasara, el verano indicó el inicio a una etapa nueva en su relación, las visitas del rubio en su trabajo se hicieron frecuentes, ya no solo discutían, también se le hacía más fácil entablar una conversación, había aprendido a diferenciar los estados de ánimo de Naruto, sabía los gestos que hacía cuando no entendía algo, cuando estaba muy feliz, cuando tenía hambre, había aprendido a diferenciar de una sonrisa falsa a una verdadera; le asustaba, haber aprendido todo eso le asustaba, pero más le asustaba el hecho de que el propio rubio había aprendido a leerlo. Al término de vacaciones, su amistad se había fortalecido, ya no solo eran simples lazos de compañerismo, era una verdadera amistad, amistad de las que una sabe que duran, que son para toda la vida, y le asustaba, le asustaba darse cuenta de ello, le asustaba, pero le asustaba más saber que no podría pararlo, no como estaban ahora, no cuando ya se habían acostumbrado a su presencia, a su compañía, no cuando ni el mismo quería pararlo. El siguiente curso fue más difícil para ambos, la gente del lugar había descubierto el secreto de Sasuke, o creían saberlo, creían saber que el era huérfano, que su hermano lo había abandonado porque nadie quería cuidar de él, creían conocerlo, se lo habían restregado en su cara como si fuera una simple burla, le ofendieron, lo insultaron y se burlaron de la situación que estaba pasando, hicieron que solo se quisiera reprimir más, le hicieron recordar momentos que había estado tiempo tratando de olvidar, recordar le hacía daño, recordar no solo le dañaba a él. Dejó de hablar con los demás, quiso cortar los lazos con el rubio, buscó la manera de poder alejar a todos de ellos; si antes la relación que tenían se mantenía en un margen de discutir, pelear y conversar, el había retrocedido más pasos de los que tenía cuando lo conoció, dejó de responder ante las preguntas de Naruto, dejó de reaccionar a sus provocaciones, ya no podía siquiera decir o hacer algo más que asentir. Fue un momento duro para ambos, pero uno de ellos no quería que fuera así, no quería perder algo importante para el, y sentía que debía hacerlo, que debería estar ahí, que tenía que apoyarlo; fue así como a escondidas de Sasuke, Naruto comenzó a pelear por el, peleaba cada que alguien se atrevía a decir algo sobre el azabache, había veces en las que solo con mencionar su nombre, ya estaba listo para pelear, pronto en la escuela se hizo el alboroto por esto, la directora fue la encargada de solucionar el problema, pero aun si ya no golpeaba a los demás, los demás dejaron de hablar del azabache, tan solo la mención de su nombre era un tabú, tenía que mantenerse así si no querían meterse con Kyubi. No pasó siquiera el mes cuando Sasuke notó eso, también notó como el rubio lo buscaba, como intentaba acercarse de nuevo; no fue hasta pasado el mes de noviembre que ambos volvieron a hablar.

Fue de nuevo el rubio el que inició todo, el aun recuerda haberlo visto ese día afuera de su trabajo, sin entrar, solo observando desde fuera, recuerda haber salido de ahí, recuerda la presencia del rubio tras de el, no se dirigieron la mirada, no volteo a verlo en todo el camino, solo decidió hablar con el hasta que estaba por abrir la puerta de su departamento. Recuerda haber preguntado si lo seguiría hasta dentro de su casa, "Esa es una gran idea", había dicho el rubio, había tomado su llave y se había colado en su hogar. Recuerda haber entrado, haber hablado con el rubio, haber confesado lo que había pasado en realidad con sus padres y su hermano, y lo que más recuerda, es ese abrazo. Todo volvió a como era antes, volvieron a pelear, a discutir, a reír, a hablar. Todo volvió a como era antes, o al menos eso creían. No es fácil explicar el lazo que habían construido con el tiempo, era un lazo tan fuerte, que la palabra "amigos" se quedaba corto con lo que tenían, amistad no era todo lo que existía en su relación, a muchos otros les parecía mejor el término "hermanos", pero no era algo tan complejo como eso. Habían pasado mucho tiempo juntos, ambos sabían a que querían dedicar sus vidas, estaban a un paso de graduarse, era el último año en la escuela, y tan solo a unos pocos días para la ceremonia de graduación, el artículo sobre su anomalía se hizo viral. Le habían llamado "Resonancia destructiva crónica", y el era el sujeto del que se hablaba ahí; el nombre "Sasuke Uchiha" se hizo famoso a partir de ahí, el día de la graduación el no fue reconocido como "el chico con las mejores calificaciones", se le reconoció como "el chico de las relaciones tóxicas", el apodo había surgido al saber que las personas con las que estaba salían dañadas...o muertas; si antes los demás querían acercarse a el, ahora lo veían como peste, no querían relacionarse con el, no querían tener que ver algo con el, intentaron advertirle al rubio sobre las consecuencias de estar con el, su misma abuela había intentado a intervenir en la relación, pero se cansaron, no había nada que hiciera ceder al rubio, "Permaneceré junto a Sasuke aun si tengo que morir", había dicho. Sasuke aun recuerda la convicción que tenía su cara al decir eso, y le duele, recordarlo le duele.

Naruto también sabía lo que era no tener padres, ambos se comprendían, Naruto también sabe lo que siente Sasuke, sabe que se siente culpable, igual que el. Sabía lo que era estar solo, sabía lo que se sentía perderlo todo, y sabía que sentía el no querer perder todo de nuevo. Su abuela no había hablado con el hasta que había entrado a la escuela, así que sabía lo que era estar en la situación del azabache; ambos se comprendían, y ambos querían estar juntos. Ambos habían logrado entrar en la Universidad que habían escogido, los directivos habían estado indecisos sobre aceptar a Sasuke, no querían correr riesgos, solo después de que Naruto habló con ellos y les explicó que la única persona que estaría en peligro sería el si lo dejaban entrar de igual forma, aceptaron tenerlos ahí. Fue hasta aquí que las personas intentaron acercarse a ambos, había algunos, la mayoría, que aun evitaba al azabache y querían proteger al rubio de las consecuencias de estar con Sasuke, y aún así, hubo personas que sintieron curiosidad por el, al principio lo buscaron con preguntas sobre su anomalía, después intentaron hablar con el sobre temas de la clase, luego buscaron hablar con el por medio de Naruto, y al final del primer año, no solo había conseguido compañeros, también había hecho amigos. Había aprendido a controlar un poco sus sentimientos y emociones, ahora tenía más seguridad al hacer lazos con las demás personas, había aprendido a neutralizar sus emociones cuando estaba con los demás, y a pesar de que les llegó a tener cariño a algunos de sus amigos, aprendió a no sentir tanto afecto por ellos. La verdadera prueba vino tan solo un año después, lo supo después de estar viviendo con Naruto por más de seis meses, supo que las cosas estarían en peligro, supo que podrían estar mal, lo supo después de que Naruto no llegó a casa ese día; el sentir tanto su falta, hizo que se diera cuenta de lo que pasaba, ya no solo tenía miedo, estaba aterrado, podía sentir su corazón, sabía que era, y le aterraba, intentó de muchas maneras sacar ese sentimiento de si, pero no podía. Algo que le hizo sentir más aliviado, fue el pensar que si el rubio no sentía eso por el, no habría mucho peligro, así que decidió continuar tal y como le había hecho hasta ahora.

Había días en los que no podía evitar dejar que alguno de sus sentimientos salieran a la luz, eso el rubio lo podía notar, haber estado tanto tiempo juntos, le había hecho conocer todo lo que se trataba con el. Esos días no podía evitar sentirse correspondido, quería que no fuera así, pero en alguna parte dentro de su corazón, existía una voz que decía "Si quiero, quiero que me ames como yo te amo a ti"; se sentía molesto con sigo mismo cuando pensaba eso, se sentía como una basura, se sentía el ser más despreciable del planeta cuando pensaba así, y a pesar de todo, seguía queriendo aquello. Había una venda invisible que  le impedía lo que pasaba, esa venda les cubría a ambos los ojos, pero no era así para los demás; ellos habían notado el claro crecimiento en su lazo, conocerlos no les fue tan sencillo al principio, pero con el tiempo, supieron leer sus gestos y  expresiones, y se dieron cuenta, se dieron  cuenta de que aquello que tenían no era amistad, pero tampoco se le podía  llamar hermandad, era algo más fuerte, algo que experimentas sin darte cuenta, era  eso capaz de unir sus vidas y sus cuerpos, y a pesar de que se dieron cuenta, no lo quisieron creer. Todo se vino abajo cuando Naruto le dijo que lo amaba. Habían decidido realizar un viaje por finalizar su carrera, al principio un viaje grupal les pareció una gran idea, pero no todos se pudieron dar el privilegio de salir, así que al final solo ellos dos terminaron en aquel viaje de dos semanas, dos semanas en las que podrían desencadenarse muchas cosas entre ambos. Una playa era el ideal de vacaciones del rubio, el mar, la arena, el sol y las palmeras; una playa era totalmente el horror del azabache, el agua salada le daba tanta desconfianza, el sol era tan insoportable en su propia ciudad que en ese tipo de lugares sería un martirio, la arena era algo que podría pegarse a su piel y no le gustaba, y las palmeras no tenían nada de especial. Fue tanto el conflicto que tuvieron, que al final se decidieron por algo alejado de ellos, algo que nunca antes hubieran visto; su destino era Roma, su sencillez y belleza hicieron que escogieron el lugar, así que pronto se vieron envueltos en hacer maletas, buscar una posada y viajar en avión.

Llegar a un lugar desconocido solo sería el inicio, la posada sería una parada, la verdad no tardaría en salir a la luz. No querían una posada lujosa, querían un lugar sencillo dónde quedarse,  después de todo no iban a estar mucho tiempo ahí, pero no se esperaban que realmente no hubiera habitaciones dobles, no les parecía extraño, pero por primera vez en mucho tiempo, ambos se sentían un poco incómodos, dormir en la misma cama era una prueba, una prueba sumamente difícil. Viajar y recorrer la ciudad era simplemente maravilloso, buscar cosas nuevas se había vuelto una afición, una afición que salía a la luz en ese lugar, ver cosas nuevas, ya no solo era nuevo era bello, la belleza inundaba el lugar. La primera semana había pasado rápidamente, habían ya hecho una rutina, constaba de  levantarse a las 9:00 AM, salir y regresar alrededor de las 11:00 PM. Siempre eran lugares nuevos a los que iban, desayunar y comer se incluía en las actividades que realizaban cuando estaban afuera, la única cosa que hacían juntos en la posada para no perder la costumbre, era cenar, en casa ya habían puesto una regla, la cual era siempre cenar juntos en casa. Al llegar el día 13, ambos ya habían recorrido todos los lugares que tenían planeados visitar, ese día también hubieran salido de no ser por el rubio, era raro, casi nunca pasaba y cuando pasaba era algo pequeño, Naruto estaba enfermo, así que Sasuke estaba muy preocupado por él, y se culpaba, el tener al rubio así le calaba en la consciencia, no era sencillo verlo ahí tirado en la cama, cuando siempre había buscado salir de ella. No era algo sencillo de tratar, no era algo simple como un resfriado, implicaba algo más que tomar medicinas, ambos sabían que era, el azabache sabía que tenía que hacerlo. 

"Debo dejarte aquí, tomaré un vuelo, el próximo que haya" decía el azabache tomando su celular, "No, no quiero que te vayas, aun tenemos dos días para estar aquí, me recuperaré, estaré mejor para mañana, solo es un resfriado" le respondía el rubio. Pero ambos sabían que era lo que pasaba, o al menos creían saber. Sasuke seguía culpándose, durante toda la semana no pudo evitar sentir la cercanía que tenía con el rubio, se dijo que era algo normal y que se le quitaría, pero muy dentro de sí sabía que no era normal, sabía que lo que sentía ya no era normal, no solo era gustar y querer, sabía que estaba enamorado del rubio, y no pudo evitar derramar lágrimas cuando escuchó a Naruto. "Yo, lo siento tanto, todo es mi culpa, si tan solo no me hubiera enamorado de ti, ésto no estaría pasando, nada de esto estaría pasando, en serio lo siento Naruto, no quiero seguir con esto, creo que es mejor que nos dejemos de ver, me mudaré, cuando tu llegues ya no estaré ahí", decía una y otra vez mientras lloraba. Sasuke aún recuerda ese momento, lo tiene tan claramente grabado que tan solo con recordarlo su sonrisa aparece, y al mismo tiempo, con solo recordarlo su corazón se contrae y lo siente, siente el dolor. Recuerda haber estado llorando a un lado de la cama que en ese momento ocupaba el rubio, recuerda sentir su abrazo, aun puede escuchar la disculpa de aquel sol, escucha las lágrimas silenciosas que el otro derramaba, y recuerda la sensación del momento. "Yo también lamento esto Sasuke, lamento no poder evitar amarte, lo siento, no puedo evitarlo, te amo...te amo". Ser correspondido es un gran resplandor para muchas personas, pero el no lo sintió como un resplandor, sintió dolor, todo lo que sentía era dolor, lloraba, lloraba y se aferraba a la espalda del contrario, ambos lloraban, no solo estaban mal, estaban devastados, ser correspondido no era algo bueno, no en ese momento, ambos sabían lo que implicaba estar enamorado, sus caminos no serían caminados por ambos, las consecuencias de esa amor, serían tan desastrosas, que cualquier otra persona lo habría dejado. Cuanto siente Sasuke que el rubio no fuera así. 

El viaje de regreso fue en sumo silencio, no se atrevían a dirigirse la mirada. Sus amigos fueron a recibirlos al aeropuerto, y notaron que algo había pasado, notaron sus miradas ausentes, vieron el estado del rubio, notaron lo separados que estaban, y se dieron cuenta de que no había sido algo simple, implicaba algo más que una pelea, solo uno de ellos supo que pasaba, y lo sentía, lo sentía por ellos. En casa las cosas cambiaron, Sasuke decidió dejar de estar con el rubio, sentía que si dejaba de estar con el las cosas pasarían, dejarían de tener sentimientos y ambos podrían volver a estar juntos, porque el miedo más grande que tenían, era perderse, perder al otro, su terror no era dejar de verse o hablarse, era saber que no volverían hacerlo. Su límite ya había sido alcanzado, les era imposible no sentir algo cuando ambos vivían bajo el mismo techo, estaban tan acostumbrados que simplemente no duraron mucho tiempo estando separados, y los dos sabían que posiblemente se arrepentirían, pero querían hacerlo, querían intentarlo, así que cuando hablaron y decidieron que podían estar juntos, el golpe que les dio a sus amigos fue tan fuerte que las discusiones no se pudieron evitar, y oía, oía sus reclamos, entendía lo que todos decían sobre la relación que tendría con el rubio, pero no quería escucharlos, ya había pasado suficiente tempo intentando contener esos sentimientos y no lo había logrado, así que junto con Naruto habían  decidido enfrentarlo y no esconderse más, ellos eran los primeros que sabían de las consecuencias que tendría esa relación, ellos ya conocían todo lo que pasaría, pero querían intentarlo, dejarse llevar, ser ellos mismos, así que hicieron oídos sordos y lo intentaron. 

 Naruto era muy cariñoso, era el que siempre expresaba abiertamente sus sentimientos, todos podrían decir que era el único que amaba en esa relación, todos podían decirlo hasta que veían como interactuaban juntos, ahí, cuando estaban juntos, podían darse cuenta de que los sentimientos que tenían ambos eran tan fuertes que no podían argumentar nada, se quedaban callados, solo observaban, y esperaban el momento en que ambos cayeran, esperaban oír en la radio la noticia, se quedaban callados, tan solo esperando. Ya no era raro para ellos ver las miradas que los demás les daban, y sabían qué era lo que estaban esperando, ellos mismo lo estaban esperando. Estar juntos no fue fácil, pero tampoco era fácil para ellos estar separados, su estado emocional era más bueno cuando estaban juntos, lo cual cambiaba si no lo estaban; su estado físico era otra cosa, mientras estaban juntos, Naruto empezaba a enfermarse más seguido, no podían ir al hospital, Sasuke sería tomado como sujeto de estudio junto con el rubio, tampoco podían acudir a sus amigos, algunos aun estaban en contra de la relación que llevaban, solo quedaba que estuvieran un día completo encerrados en sus cuartos. Generalmente al día siguiente ya estaban mejor los dos, porque sí, de cierta manera el estado de uno afectaba al otro, así que las cosas podían volver a la normalidad, pero no siempre era así. Ambos esperaban durar al menos un año, por lo que cuando este se cumplió, se sorprendieron tanto de que esto fuera así y aun no pasaran cosas graves, en ese año, fueron tres ocasiones en las que Naruto tardó en mejorar, a diferencia de las demás parejas, ellos no podían tener demasiado contacto físico, los abrazos y los besos que se daban eran contados, pero a pesar de eso, seguían intentando, Sasuke había aprendido a controlar su corazón cuando el otro le abrazaba, en esos momentos necesitaba de todo el valor y todo el autocontrol que fuera necesario todo el que tuviera en sí, y muchas veces lo lograba, pero otras no. 

Su primer beso fue muy significativo, aun siente que esos labios lo tocan por primera vez, y cada que lo rememora, su cuerpo tiene el mismo cosquilleo que tuvo aquella vez; fue significativo ese momento, pero también fue duro, su primer beso mandó a la cama a Naruto por una semana entera, eran esos momentos en los que buscaba salir de ahí, buscaba desaparecer y acabar con todo el sufrimiento, pero aprendió a ser valiente, más valiente que Naruto; algunos dirían que Naruto era el más valiente de los dos, aun lo siguen diciendo, dirían que no cualquiera podría estar con una persona que le hace daño y que el era muy atrevido como para intentarlo, pero estaban equivocados, Sasuke era el más valiente de los dos, una persona no podría estar con otra sabiendo que le hace daño, pero el lo hacía, estaba ahí y dama su mejor esfuerzo a pesar de que eso le costara al otro, no cualquiera soporta saber que la causa de que la persona que amas esté enferma, eres tú. Cuando el año pasó, la condición de Naruto empezó a verse empeorada, cada vez era más frecuente que estuviera en cama, incluso dejó de trabajar porque su condición no le ayudaba; pero no querían rendirse, querían seguir con esto que tenían. Fue el ojiazul el que propuso la idea de casarse, cuando le dieron la noticia a los demás, el apoyo que recibieron fue mínimo, y los entendía, el tampoco estaría a gusto con saber que uno de sus amigos más preciados podría morir si se casaba, pero no se esperaba que todos le dijeran que era mejor que se separaban, "Sabes que lo vas a matar, y no haces nada para evitarlo, cada día ves lo mucho que empeora pero no haces nada, lo vas a matar y yo no quiero estar ahí para verlo", había dicho una de sus amigas, una de las que pudieron ganarse su cariño, "Sasuke no es el que lo decidió, fui yo, y sé que no quieren verme muerto, yo tampoco quiero estarlo, pero decidí aceptar el riesgo, porque lo que más quiero en este mundo es estar con la persona que amo, y lo haré aun si ustedes no quieren, lo haré aun si eso me quita la vida", había dicho el rubio.

Su boda fue sencilla, no muchas personas de las que habían invitado estaban ahí, y lo sabían, sabían porqué no habían asistido, les dolió, pero lo único que podían hacer era continuar y disfrutar del momento. En una de sus pláticas habían acordado no estar juntos, al menos no sexualmente, al menos no por el momento, así que la noche de boda, se dedicaron a hablar, algunas veces se abrazaban, otras se besaban, y muy dentro de ellos, en su subconsciente, ambos sabían que tenían que prepararse para un largo tiempo de recuperación, y es que no podían evitar sentirse amados y amar de la misma manera. Naruto estuvo un mes entero en cama después de eso, al final decidieron ir al hospital, pero solo porque el rubio no presentaba mejoras; después de haberle hecho los análisis, el doctor le dijo que su corazón estaba mal, y estaba propenso a tener un infarto, lo que tenía su cuerpo se debía principalmente por el corazón, al no bombear correctamente la sangre, había perdido resistencia física, también se debía a que sus defensas se habían bajado, "Constantemente bajarán si no controlan sus emociones", había dicho el doctor. Solo consiguieron asentir, tomaron las vitaminas que les había dado y regresaron a casa; habían evitado decir que estaban casados y que eso no les permitía controlar sus emociones, así que callar era lo único que podían hacer. Unos meses después, Naruto pudo volver a su estado normal, ya podía caminar, saltar, bailar, correr, y sobre todo, volvía a ser más feliz que nunca; había pasado demasiado tiempo en cama, haciendo cosas sencillas y procurando estar un poco alejado del azabache, así que cuando al fin pudo salir de ese lugar, no pudo evitar sentirse feliz. Lo que más le hacía feliz, era saber que volvería a estar con su azabache, aun si eso lo mandaba varios meses más a cama, quería estar de nuevo con él, cerca, en el espacio que solo ellos compartían.

Todo lo que sigue después de eso, pasó demasiado rápido, y justo una noche antes, antes de todo. Ese día no trabajaba, era domingo, el día que podía estar muy cerca con Naruto, no solo era estar ahí y ya, era poder compartir todo su ser con él, porque sí, ambos creían que ya era el momento, después de hablarlo, decidieron que ya habían esperado mucho tiempo, y sería mentira si dijeran que no estaban nerviosos, no solo era nervios de compartir su cuerpo con el otro, también era por saber lo que podría o no pasar después. Durante el día habían estado demasiado melosos, se habían dado el lujo de poder tocar, de poder besar, habían hecho las cosas que nunca habían hecho como casados, así que cuando la noche llegó, no fue necesario guardar todos los deseos que habían estado conteniendo. La luna fue una fiel testigo de la prueba de amor más pura que existiría a lo largo de los tiempos. La pasión con la que habían hecho el amor, era digna de ser llamada arte, ambos habían puesto tanto amor en ese acto, que nunca antes habían sentido tan intensas sus emociones, y nunca las volverían a sentir así. Despertar fue la cosa de la que más se arrepentía en su vida, tan solo despertar, despertar ese día, al abrir los ojos, Sasuke pudo sentir el vacío de nuevo, sentir a un lado el cuerpo frío de su esposo fue un golpe fatal, pero no fue eso lo que más le dolió, lo que más le dolió fue ver esa sonrisa en su cara, la sonrisa que nunca más volvería a ver. Los recuerdos acudieron a el como si se trataran de rayos en una tormenta eléctrico, y lo único que pudo hacer, fue gritar, gritar, desplomarse, llorar, intentar llamarlo sin recibir respuesta, buscar vida en un cuerpo que ya no lo tenía. Volver a tener la compostura le costó todo el resto del día, pasar un día entero frente al cuerpo inerte del amor de su vida, había sido solo una medida desesperada por querer volver a aferrarse a lo único que le quedaba de sentimientos en su corazón.

Hablar con los demás no había sido fácil, escuchar cada uno de los reclamos, de los reproches, lloriqueos y sollozos había sido una de las cosas más difíciles de soportar, porque lo sentía y cada una de las palabras dichas anteriormente y en ese entonces, entraron a el como agujas, cada una clavada en sus heridas abiertas y sangrantes, en las heridas que nunca más cerrarían. Y sabía que se lo merecía, sentir ese dolor y esa desesperación era su castigo por no haber escuchado, y lo apreciaba, apreciaba sentir ese dolor, porque le recordaba a todas las veces que su sol extinto tuvo que soportar al estar a su lado. Su funeral fue el más conmemorativo que alguien pudo presenciar nunca, y fue el funeral el que le hizo darse cuenta de todo, de que en realidad no se arrepentía de haber vivido así su vida, se arrepentía de haber nacido, pero nunca de haberlo conocido. 

Solo bastó una semana para poder tomar la decisión, fue a aquel lugar en el que lo conoció,  fue a la facultad en la que ambos habían estado, recorrió todos los lugares que habían visitado o en los que habían estado con anterioridad, fue a su restaurante favorito, visitó el cine de su primera cita y se sentó en los mismos asiento en los que se había sentado esa vez, visitó el museo en el que habían decidido ser pareja, fue al parque en donde había sido su primer beso, viajó de nuevo a Roma y se hospedó en el mismo lugar en el que se habían quedado, eligió el mismo cuarto del día de su confesión, y cuando llegó la fecha que el había fijado, visitó el hospital, le dio las gracias al doctor que se había encargado de la recuperación de su sol la última vez, acudió al señor de la autopsia  y de la preparación del cuerpo y le dio las gracias por haber dejado a su difunto esposo en las condiciones que se presentó en el funeral, fue a enfermería, pidió las medicinas que antes le habían recetado y al llegar a su casa, se recostó en su cama, tomo todo lo que traía en sus manos, se recostó y cerró sus ojos. Cuando los abre, puede apreciar de nuevo esos ojos azules que tanto había extrañado, sus lágrimas se hacen presentes, y de la misma manera en los ojos contrarios.

Han pasado días de eso.

Él nunca vuelve a abrir sus ojos.

Notas finales:

Gracias por leerlo.


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