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Sin miedo a quererte. por Girlyfairly

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Esa mañana Soichiro se había despertado decidido, aún si su esposa le había aconsejado lo contrario tratando de convencerlo de ser paciente, él no estaba dispuesto a continuar esperando. Claro, si Light aún fuese un chiquillo sería más fácil, el señor Yagami recordaba con mucha nostalgia las tardes en las que los enormes ojos miel de su pequeño lo veían fijo mientras le relataba alguna fantástica historia; el pecho de Soichiro se hinchaba con inevitable orgullo cuando escuchaba a su primogénito alardear a los otros niños el cómo su padre se encargaba de atrapar a los malos. Pero ahora su hijo ya no era el chiquillo que solía verlo como un superhéroe, ahora en cambio era un adolescente que fingía estar enfermo para faltar a clases.


Soichiro no era ningún idiota, y le desagradaba que su esposa solapara a su hijo y a su inexistente gripe, aunque también admitía que en un principio estaba dispuesto a dejarlo pasar, darle su espacio a Light tal y como Sachiko decía, quizá a su manera quería evitar la incómoda e indeseable conversación sobre Elle Lawliet, de por sí ya era bastante malo escuchar a su hijito referirse a los muchachos de la televisión como "lindos" para ahora tener que llevar una conversación sobre el muchacho del cual claramente Light está enamorado. Porque si de algo estaba seguro el señor Yagami es que esa inexistente gripe tenía nombre y apellido, esa alborotada mata de cabellos azabaches eran la razón por la cual Light había faltado a clases los últimos dos días, pero él no podía permitirle seguir encerrado por un día más. Así que tragándose sus celos de padre se situó frente a la puerta de la habitación del menor, tocó suavemente y como ya era de esperarse, no obtuvo respuesta.


—Light, ¿estás despierto? — Preguntó luego de entreabrir la puerta, asomando la cabeza por la ranura recién hecha.


—No deberías entrar, te vas a enfermar —. Susurró mientras se cubría por completo con el edredón, intentando así ocultar la tristeza que probablemente también se reflejaba en su rostro. 


Soichiro soltó el aire por la boca, cerró la puerta tras él y con cuidado se adentró a la habitación.


—Mantenerte encerrado tampoco hará que te mejores —. Con sumo cuidado se sentó al lado de la abultada silueta, atreviéndose a poner su mano sobre donde se dibujaba la cabeza del otro—Anda, además mamá preparó tu desayuno favorito —. Le frotó la espalda intentando animarlo antes de tomar el borde del edredón y apartarlo, dejando a la vista los aguanosos ojos de su hijo, provocando que su semblante cambiase a uno preocupado —¿Qué tienes, Light?


—Nada... — Contestó apenas audible, mordiéndose los labios al segundo siguiente, incapaz de mantenerle la mirada a su padre —Lo que pasa es que... estoy triste por el amigo de un amigo —. Mintió, dijo lo primero que vino a su mente, pero es que no podía ni quería que su estado de ánimo afectase a su progenitor.


—¿Conque el amigo de un amigo, eh? — Soichiro sonrió levemente, un poco más aliviado se acomodó en el colchón mostrando interés en la excusa que Light acababa de inventar, que si bien sabía que era una mentira, al menos ya era un comienzo —¿Quieres decirme que sucedió con el amigo de tu amigo?


El castaño lo pensó por unos segundos, no se sentía de humor para platicar, aunque honestamente intentar ocultarse del mundo tampoco volvía más llevadera la situación, así que luego de un largo suspiro se atrevió a comenzar.


—Pues hay un chico que me gusta... es decir, al amigo de mi amigo le gusta un chico—. El señor Yagami tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para controlar sus celos de padre, todo sería perfecto si Light aún creyera que los demás chicos tienen gérmenes. Pero ya que no era el caso intentó recobrar la compostura y se acomodó los lentes mientras fingía una sonrisa, permitiéndole al otro continuar —Y el amigo de mi amigo creía que ese chico también sentía algo por él, porque se besaron y...


—¿¡Qué!? — Sus ojos parecieron estar a punto de salir de sus cuencas, su reacción fue tan abrupta que sonsacó un respingo al castaño, quien de forma apresurada quedó sentado sobre el colchón –¿Y cómo se llama ese chico?


—Ell...ward —. Bajó el tono de voz al último, sus manos se habían puesto heladas y su corazón aún palpitaba desbocado.


—¿Ellward? — Con notable ironía enarcó una ceja, recibiendo un leve asentimiento con la cabeza por parte de un sonrojado Light —Entonces ustedes dos... es decir, el amigo de tu amigo y éste tal Ellward, ¿¡se besaron!?


—¡Sí, pero el amigo de mi amigo dice que solo fue una vez, lo juro!— El señor Yagami sintió la sangre subir a su rostro en un segundo, pero con la misma rapidez descendió cualquier coraje al ver los ojos de su hijo nuevamente cristalinos —Pero de todas maneras no importa porque a Ellward le gusta alguien más.


Probablemente para Soichiro debía ser un alivio escuchar dichas palabras, aunque realmente se estaba enfrentando a los sentimientos más contradictorios; por una parte le agradaba la idea de que ese rarito estuviese interesado en alguien más y no en su retoño, pero ver que su hijo la estaba pasando mal también le afectaba.


—Escucha, Light, debes de decirle a ese chico que no gustarle a alguien no es lo peor ni el fin del mundo —. Le enmarcó el rostro con ambas manos y le acarició las mejillas con los pulgares.


—Pero se siente feo —. Murmuró haciendo un leve puchero.


—Pero no vas a dejar de respirar por eso, quizá simplemente Ellward no es el indicado.


—Para ti es fácil decirlo, estás casado con la mujer que dices amar desde secundaria, pero el amigo de mi amigo es raro y no tiene muchos amigos, a nadie le gusta pasar los almuerzos con él —. De forma bastante infantil se cruzó de brazos y dejó escapar el aire por la boca, sonsacándole una leve sonrisa a Soichiro.


—De seguro el amigo de tu amigo no necesita estar rodeado de esos idiotas de secundaria, ellos se lo pierden —. Se encogió de hombros para restarle importancia —El amigo de tu amigo debe de ser muy simpático, los raros son ellos —. El más joven sonrió antes de rodear sorpresivamente al mayor con los brazos, recordando que de pequeño su padre solía consolarlo de esa forma —¿Me lo he ganado, eh? — Devolvió el abrazo al instante, dichoso que la conversación hubiese salido mejor de lo esperado, claro, solo debía ignorar que ése inglés ojeroso se había atrevido a besar a su hijo —Dile al amigo de tu amigo que no debería dejar de sonreír por Ellward, ni por ningún flacucho de piel pálida, seguramente su padre se ha de sentir muy mal por ver a su hijo triste.


—No te preocupes, papá, se lo diré, intentará ya no estar triste —. El joven aún podía sentir las lágrimas escocer tras sus párpados, sin embargo sonrió lo más amplío que pudo, aliviado de ver como sus palabras calmaban a su progenitor, quien luego de darle un beso en la frente se puso en pie.


—Es un hecho que ya perdiste este día de clases de nuevo, pero ve y toma una ducha para que bajes a desayunar con nosotros —. Revolvió los castaños cabellos de su hijo antes de girar sobre sus talones, ansioso por bajar e ir a contarle a Sachiko que su hijo había preferido hablar con él y no con ella.


—Tú irás a trabajar, ¿verdad?— Le preguntó antes de que dejara la habitación.


—Creo que me tomaré el día libre —. Sonrió aún sujetando la perilla, recordando que cuando era pequeño Light solía preguntarle lo mismo cada que quería que se quedara en casa —Deberíamos ver una película luego del desayuno —. El castaño asintió emocionado, poniéndose en pie y prometiendo que bajaría en un segundo.


Soichiro cerró la puerta, consciente de que quedarse en casa le acumularía el trabajo para el día siguiente, pero no le daba mucha importancia en ese momento, porque la idea de una mañana familiar realmente le animaba, así que con ello en mente bajó las escaleras mientras intentaba escudriñar en su memoria que tan grave era la condena por castrar a alguien, tal vez buscar los métodos más dolorosos y enviárselos por correo electrónico a Elle Lawliet sería una buena opción.


oOo


Las platicas telefónicas con tu novio pueden ser lo más cursi y a la vez lo más esperado por cualquier enamorado, sobretodo cuando sé es adolescente, aunque ese no parecía ser el caso de Misa, quien en ese momento se encontraba acostada boca abajo sobre su cama, una almohada a la altura de los pechos le servía de soporte mientras aplicaba barniz a sus uñas; el sudor en su oreja derecha por mantener el celular pegado a ella ya le incomodaba, de hecho su cara de fastidio dejaba en claro lo poco que estaba disfrutando aquella conversación.


—... Light piensa que tiene un ojo más grande que el otro, yo no le veo nada raro, ¿tú, sí? La otra vez me hizo medírselos con una regla para confirmar su teoría, la señora Yagami dice que él es un exagerado; hablando de la señora Yagami, ¿te he dicho que cocina delicioso? Esa mujer es un amor. Aunque quien realmente me tiene entre ceja y ceja es el señor Yagami, el otro día me invitaron a un día de campo con ellos, ¡y el señor Yagami mató a un conejo porque éste mordió a su hijo! Light quería acariciarlo y seguramente el animal se asustó, claro que nosotros también nos asustamos al ver cómo le sangraba la mano —. Elle se lanzó de espaldas sobre su cama, sin detener su relato en ningún momento, de hecho ni se percataba de lo rápido que pasaba el tiempo, aunque para Misa era todo lo contrario, cada minuto parecía eterno —Como sea, de verdad espero que el señor Yagami deje de odiarme algún día, aunque lo dudo mucho, su punto débil es su familia, y aunque su esposa me ame, Light creo que me odia, sigue sin contestar mis mensajes...


Misa puso los ojos en blanco cuando escuchó el hondo suspiro que Elle dejó escapar.


—¿Terminaste? — Soltó con claro fastidio mientras veía el lindo color rosa de sus uñas —¿O aún hay algo de Light que debas decirme? Porque sinceramente estos días que he sido tu novia he conocido todo lo que en tres años no había conocido de él.


—Perdón... — Murmuró, completamente sonrojado. No era la primera vez que discutían sobre lo mismo, y eso que tenían menos de una semana de ser novios —Hablemos de ti —. Sugirió, apostando a lo seguro, a las chicas les gusta ser escuchadas —Me encantó pasar la tarde contigo.


—¿En serio? — Ahí estaba de nuevo ese tono lleno de hastío. Quizá en otra ocasión hubiese suspirado mientras veía corazones en el aire al escuchar la melosa voz con la que su novio le había hablado, pero no cuando la cita había sido un fiasco —Porque por un momento me pregunté si al besarme estabas pensando en ese amiguito tuyo —. Los ojos de Elle se abrieron de par en par y sus mejillas se tornaron más rojas, ¿él, pensar en Light mientras besaba a Misa? Nah, imposible. A lo mejor si había hablado un poquitito del castaño durante su cita pero solo porque aún se sentía culpable, nada exagerado—. Sabes que no nos agradamos pero no haces más que mencionarlo a cada momento, hablas de él la mayoría del tiempo que hasta ya me sé su color favorito, su número de contacto en caso de emergencias, la edad en la que se le cayó su primer diente... ¡oh! Y no me quiero ni preguntar cómo sabes de su adorable lunar color durazno y en forma de corazón que tiene en la parte trasera de su muslo izquierdo.


De acuerdo, a lo mejor si había exagerado un poco, ni siquiera recordaba haber descrito dicho lunar como "color durazno", ¿ya hablaba por inercia? Porque no había otra manera en que Misa supiera la adorable forma de corazón.


—Misa, yo... — Intentó excusarse, aunque ni siquiera sabía cómo hacerlo, y la chica tampoco se lo permitió.


—¡No, Misa nada! ¡Podría haber ido de compras con mis amigas pero preferí pasar la tarde contigo! — Farfulló. El pelinegro realmente le gustaba, pero ¿valía la pena? —A muchos chicos en el colegio les desagrada Yagami por sus preferencias sexuales, a otros nada más nos desagrada porque es demasiado idiota, y ya sé que no te gusta que le llame así pero me vale tres mil hectáreas de verga, simplemente no lo soporto y eso tú lo sabías desde antes que me pidieras ser tu novia, así que si me lo mencionas aunque sea una vez más, te juro que esta relación y tu imagen se van a la mierda. Te dejo que lo pienses, amor, por hoy lo mejor será que duermas.


La falsa voz melosa que Misa había usado al final provocó escalofríos a Elle, quien hubiese intentado pedir disculpas o inventar alguna excusa sino fuese porque la chica desconectó la llamada antes de permitirle hablar.


Genial, su primera relación amorosa en Japón estaba yendo del asco. Sin embargo no se quedó acostado sobre el colchón mientras reflexionaba sobre cómo mejorar las cosas con su nueva novia, en cambio salió de la cama y sin dudarlo se dirigió a su armario, sacó una vieja caja de zapatos de uno de los cajones y volvió a su cama, sentándose a la orilla de ésta. En esa caja guardaba objetos que consideraba valiosos; como uno de los guantes blancos que su madre siempre usaba, la medalla que ganó junto a su padre en una competencia de escupitajos, algunas fotos con sus amigos y, por supuesto la carta anónima; ésta última fue la que tomó entre sus manos para desdoblarla, no había día en que no la hubiese leído luego de aquella noche.


El hecho de que ahora aquellas palabras tuviesen un dueño le daba un significado diferente a la carta, hasta se imaginaba a Light entrecerrando los ojos y sacando la punta de la lengua por uno de los extremos de la boca como usualmente hace cuando está concentrado; ahora las posdatas le causaban gracia, y leer sobre el beso le provocaba un extraño hormigueo. Joder... Misa era una chica hermosa, podía considerarse hasta un honor ser visto en público al lado de ella, pero honestamente los últimos días junto a ella no se los había pasado ni la mitad de bien que la pasaba con Light.


El adolescente tomó la mochila que yacía en el suelo y la colocó a un lado de él sobre el colchón, buscando dentro la caja del artículo que había comprado por la tarde durante su cita con Misa. Un bonito aunque poco avanzando teléfono celular. Extrañaba a Light, es lo único que tenía en mente mientras desempacaba el objeto, queriendo convencerse que esa medida desesperaba tenía una justificación razonable, hablaría y arreglaría las cosas con su amigo, si el castaño no atendía sus llamadas o mensajes por tratarse de él quizá podría hacerlo si se trataba de un número nuevo .


Al menos había sido una buena idea en un principio, aunque ahora ya no estaba en posición de arrepentirse, ya había gastado parte de su mesada en la osita de peluche y el teléfono, por lo que impulsado por la desesperación se atrevió a marcar ese número que sabía de memoria, sus manos comenzaron a temblar tan pronto llevó el aparato a su oreja, su corazón palpitaba con más rapidez en cada tono.


—¿Hola?


Por un momento el tiempo pareció detenerse para Elle, y una inevitable sonrisa se formó en su rostro de tan sólo escucharlo.


—Light... — El susurró escapó como un acto reflejo, aunque luego de el hubo silencio, algo que el pelinegro ya esperaba —Por favor no cortes, necesito que me escuches...


—¡Usaste otro número para que te contestara! — Interrumpió completamente indignado.


—Porque tú no quieres hablar conmigo, quería...


—¡Pero me hiciste romper la ley del hielo! — Bufó antes de cruzarse de brazos, mientras Light parecía molesto, Elle se quedó confundido.


—¿Ley del hielo? — Susurró mientras parpadeaba con rapidez —¡No inventes! ¡Eso lo usaba mi abuelo en su época! — Soltó una suave carcajada, la cual se detuvo abruptamente ante el silencio del otro lado —Era broma... ¿Light?, ¿¡Light!? — Se alejo el teléfono de su oreja solo para comprobar que, efectivamente, el castaño le había cortado.


Desesperado llamó de nuevo, pero en esta ocasión la llamada fue dirigida automáticamente al buzón de voz. Elle sintió su rostro arder, y en su mismo coraje pataleó y lanzó el celular mientras maldecía esa estúpida ley del hielo. El aparato rebotó contra la pared y cayó al suelo, pero no se quebró, ni siquiera tenia un rasguño; más molesto aún lo recogió dispuesto a lanzarlo de nuevo hasta hacerlo añicos, sin embargo regresó a la cama, al menos le quedaría el consuelo de que había realizado una buena compra.


El problema en su plan es que había sido impulsivo, estaba enfocado en resolver las cosas pero no pensó en cómo, ni siquiera sabía qué es lo que diría, solo se dejó llevar y claramente salió mal.


"Extraño tus mensajes de buenas noches.


Atte. Elle."


Sabía que llamar de nuevo no funcionaria, pero quizá, y si acaso Light no había bloqueado su nuevo número celular, podía enviarle un mensaje. Y no pasó mucho para que la notificación de "visto" apareciera debajo del texto, ocasionando en Elle una leve sonrisa antes que dejase el aparato sobre la mesita de noche; no esperaba respuesta, sabía que no la obtendría, pero al menos Light sabría que había pensado en él antes de dormir esa noche.


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