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El forense por VidelFujoshi

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Notas del capitulo:

segundo capitulo....

Sábado 27 de octubre


Un nuevo día, un día nuevo cuerpo que examinar.


El forense observa el cuerpo desnudo frente a él, tendido en la camilla de su área de trabajo, muy temprano pasaron por el cuerpo de Brief.


El lunes fue Brief y ahora él, gran inicio de semana, no se podía quejar, trabajo no le faltaba.


Y aunque le faltara, el se encargaba de tener en que entretenerse.


Dos días seguidos, que productivo estaba resultando todo.


Se sienta en su silla de escritorio, por más que quisiera empezar ya, no puede, necesita la aprobación de los de arriba.


Nadie a venido a reclamar el cuerpo por lo que no tiene permitido comenzar con la autopsia.


En la esquina de su laboratorio hay una silla con las ropas del susodicho.


Ropa de marca para nada llamativa.


Debió haber sido una persona con mucho dinero. 


Se reclina un poco, no tenía planeado tener a alguien más en su libreta esa semana, pero cuando las oportunidades se dan, es imposible desaprovecharlas.


"van cambiando por las oscuras calles iluminadas por la tenue luz de las farolas, el vecindario está solo, una vista un poco lúgubre y tenebrosa, pero ninguno le temía a lo que se podría ocultar tras ese manto negro perlado de estrellas donde lo único que se escucha es el ulular de las lechuzas que han salido a cazar.


Los locales evitan salir a esas horas de la noche, se dice que las almas de la morgue deambulan buscando la razón del por qué han dejado de ser incorpóreas.


Patrañas, ellos saben que hay que temerle a los vivos y no a los muertos, por algo conviven con los muertos, ¿no?


-es extraño ¿por qué no estas parloteando como de costumbre? - pregunta el forense a la mujer extrañado.


-nunca me escuchas, así que prefiero no gastar mi saliva - responde tranquilamente sabiendo que es la verdad, siempre termina hablando sola.


-tienes buen argumento.


Black queda en silencio y mira de reojo a su acompañante, no parece molesta, por lo que deja pasar el tema sin preocupaciones.


Continúan con su camino rumbo a su apartamento en completa comodidad, cuando faltando una cuadra, el pelirrosa se detiene.


-Bulma, ¿no viste si tome una libreta del escritorio? No se si la tiré o la deje - pregunta consternado, palmeando los bolsillos en busca de su libreta.


-no vi nada - responde la mujer sin mucho interés


-vete a la casa, regresaré a la morgue - ordena y la peliazul se detiene y voltea a verlo arqueando una ceja


-¿no puedes esperar a mañana?


-no


El forense contesta y se da la media vuelta para regresar por donde vino, dejando a la mujer en medio de la banqueta.


-¡espero que traigas llaves, por que no pienso esperarte despierta! - grita y ella también continúa con su camino."


Si no hubiera sido por esa libreta quizás el peliflama aún estaría vivo, quizás él aún pudiera seguir en completa tranquilidad.


Desde anoche había algo que lo incomodaba.


Encontró su libreta donde la había dejado, al parecer nadie había entrado después de que ellos se fueran.


En parte eso fue un alivio.


Pero sabe perfectamente que no puede cometer esas estupideces, un error de tal magnitud le puede salir fatal.


"nunca se había sentido tan nervioso en su habitad de trabajo, quizás las tontas supersticiones lo estaban afectando, pero juraría que en cuanto cerró la puerta de su área escucho ruidos extraños.


Pero lo único que había allí dentro era el cuerpo inerte de Brief.


Se sabe que el cerebro sigue mandando señales al cuerpo y que por esa razón mucha de las veces el cuerpo sigue teniendo movimientos involuntario.


Con ese pensamiento abandona la morgue y sale a las calles de nuevo, sintiendo el aire fresco en su rostro.


Comienza a caminar el trayecto a su apartamento pero al doblar la esquina se detiene y se pega lo más que puede al establecimiento de ese lugar.


Se escuchan voces y el sonido suave de un motor en marcha.


Se asoma solo un poco para echar un vistazo.


Un hombre de cabellera en punta está discutiendo con otros de apariencia ruda, desde donde está no alcanza a oír lo que dicen pero de algo estaba seguro, esa noche tendría un nuevo reto.


El peliflama con una mano les ordena a todos los que lo rodean que se retiren.


Los hombres se suben a una camioneta negra y lo dejan solo en medio de la penumbra.


El sujeto saca un puro y le da la primera calada.


Él observa a todos lados, asegurándose de que no hubiera nadie más que ellos dos antes de dar el siguiente paso.


La bandera blanca se alza y el sale de su escondite para ir hasta el azabache.


Conforme se acerca va pensando un plan para llevar a cabo, pero no se le viene nada a la mente.


El peliflama advierte la presencia de él forense pero el sigue con lo suyo, su puro es lo más importante para él en esos momentos.


Black se detiene y espera a que el sujeto termine su puro.


-largo de aquí insecto - dice soltando el humo de su última calada en el rostro del forense.


El forense frunce el ceño sin saber como dar el siguiente paso hasta que una idea le cruza la mente.


-lo siento, ya me iba - se disculpa mientras se agacha al suelo, toma una piedra de tamaño considerable y se pone de pie.


El peliflama busca otro puro en su saco pero antes de encontrarlo cae al suelo inconsciente, el pelirrosa le a pegado en la cabeza con la piedra.


Él forense mira a su alrededor y al confirmar que no hubiera alguien más, toma al peliflama de las piernas y comienza a arrastrarlo hasta un callejón que se encontraba en medio de ambas calles, un último vistazo y se escabulle junto con el pelinegro.


Lo revisa de arriba a abajo, tocándolo sobre la ropa para verificar que no estuviera armado.


Saca una pistola de muy buen calibre con un silenciador integrado, ¿quien seria ese tipo como para poseer una arma de tal magnitud?


Ni siquiera la de Brief era tan de buena calidad como aquella.


Saca una cartera pero no la revisa, solo la deja junto al arma.


Tiene que darse prisa. El peliflama puede despertar en cualquier momento.


Él forense se quita el cinturón y tal y como lo hizo con Brief, le amarro las manos por encima de la cabeza.


Hay varios trozos de cable a su alrededor, el callejón estaba lleno de ellos que habían sido desechados.


Perfecto.


Toma un trozo de tamaño considerable y lo utiliza para amarrarle las piernas, a la altura de los tobillos.


Ahora solo le falta amordazarlo para que cuando despierte no pueda emitir ni un sonido.


Podría usar otro calcetín pero corría el riesgo de que lo perdiera al igual que el otro. "


Mete la mano en su bata y saca un paño, tenía  que comprar otro y  deshacerse de él, de ser necesario incinerarlo, la saliva del pelinegro lo había humedecido casi por completo.


Se recarga en el respaldo de su silla y coloca sus manos en su cabeza, ¿por qué aún no había venido nadie a reclamar al peliflama?


"el pelinegro comienza a despertar, sintiendose desubicado, dándose cuenta de que esta completamente inmovilizado , ¿donde demonios estaba?


¿Acaso el enemigo lo había secuestrado? ¿¡En que momento paso todo eso!?


Consigue enfocar su vista y lo primero que reconoce es al pelirrosa, empieza a insultarlo pero  solo salen gruñidos, también lo han silenciado.


-hasta que despiertas - dice de forma calmada - no me gusta follar con gente medio muerta, eso todavía no entra en la necrofilia.


El sujeto empieza a soltar una sarta de insultos y maldiciones pero siguen sin ser entendibles.


Con brusquedad, él forense voltea al peliflama hasta dejarlo boca abajo, con el trasero levantado.


Le baja los pantalones junto a la ropa interior, lo mismo hace con su ropa propia.


El pelinegro se retuerce pero lo tiene bien sujetado de las caderas.


Y tal y como lo hizo con Brief, de una fuerte estocada lo penetro.


Los ojos del peliflama se abrieron de la impresión y la sorpresa, eso sin contar el dolor de la brusquedad con la que lo habían penetrado.


El pelirrosa se comienza a mover sin preocuparse si el sujeto lo disfrutaba o no, solo se quiere satisfacer así mismo.


Está estrecho y muy apretado, pero el no deja de dar sus estocadas, estrujando el trasero del peliflama, haciendo caso omiso a todo los gruñidos que este soltaba.


Unas cuantas embestidas más y termina por llenar hasta las entrañas el interior del sujeto.


Sale y sube su pantalón, voltea al pelinegro para verle la cara y se sorprende al ver que no a soltado ni una sola lágrima.


El peliflama solo tiene los ojos cristalizados  y la mandíbula tensa al igual que las mejillas, su mirada solo irradia odio puro.


¿Y ahora como acabaría con él?


Ve la pistola y niega.


No. Ayer fue una pistola.


¿Entonces como?


Por si acaso toma la pistola y la guarda en la cinturilla de su pantalón.


Le quita la mordaza de la boca, tenía curiosidad de saber que pensaba ese tipo sobre su situación actual.


-no sabes con quién te has metido - escupe el hombre con la garganta seca, por alguna razón la piel del forense se eriza. - pagarás lo que has hecho maldito insecto.


El forense intenta actuar normal, después de todo ese sujeto ya estaba muerto, así que no había por qué tomarse la amenaza enserio. 


El forense toma uno de los cables del suelo, ya ha encontrado la forma de silenciar al peliflama.


-podrás matarme y silenciarme, pero serás castigado de cualquier forma


Ya está harto de estar escuchando a tipo, se inclina y comienza a enrollar el cable en el cuello del peliflama.


Tira con fuerza de los dos extremos del cable sin dejar de observar al desconocido a los ojos.


El peliflama se retuerce al verse privado de aire, su rostro va adquiriendo un tono rojizo que pasa a ser morado, pero por la penumbra de la noche, no de pueden apreciar los colores. "


Se pone de pie y va a la silla con la ropa del sujeto, en una bolsa está la cartera del tipo.


Debieron traerla aparte, el no había guardado la cartera de nuevo, solo la había dejado tirada a un lado del cuerpo atado del peliflama.


Lo único que hizo fue limpiar superficialmente el semen de los muslos y acomodarle la ropa.


Por eso también le urgía comenzar con la autopsia. Tenía que verificar que el cuerpo no tuviera nada que lo vinculará de alguna forma con el.


Toma la cartera y la abre, hay mucho dinero en efectivo, los billetes son de números grandes, hay varias tarjetas bancarias de distintos bancos, algunos que ni sabia que existía y solo hay una tarjeta blanca.


Vegeta Ouji, 29 años.


Eso era todo. No había más.


Llaman a la puerta y sin esperar respuesta, la mujer la traspasa y se encuentra con el pelirrosa.


-¿que quieres? - pregunta esperando que la mujer le tuviera una respuesta satisfactoria.


-la policía judicial han autorizado la autopsia


-¿la policía judicial? ¿Y ellos que demonios tienen que ver?


-el sujeto a sido reconocido por ellos, Vegeta Ouji, uno de los principales mafiosos de todo Japón - contesta, ni ella se lo puede creer, uno de los principales criminales, que ni el FBI ni el ejército habían podido arrestar había aparecido muerto en medio de un callejón.


-salte de aquí - ordena algo exaltado, tenía que ponerse manos a la obra, este reto se le estaba saliendo de control.


Pero bueno, no había de que preocuparse, nunca antes lo habían descubierto. Su trabajo siempre había sido fácil, entretenido y nunca había tenido problema con eso.


-valla forma de agradecerle a tu linda hermana que se tomó la molestia de venir a darte aviso - contesta ofendida, da la vuelta y sale del lugar azotando la puerta.


Él se ajusta sus guantes y regresa la cartera a la bolsa de plástico.


Hora de ver como vive un mafioso.


Va a la boca  y analiza los dientes, el interior y las muelas están de color amarillento, producto del humo que liberan los puros.


Revisa las manos, no hay nada de extraño en ellas más que las marcas de los cables con las que fue atado.


La nuca del peliflama tiene sangre hecha costra, producto del golpe que le dio con la piedra.


El cuello también está rodeado de una línea  entre morada y rosa al igual que los tobillos.


No tenía caso maquillar las marcas, después de todo había sido encontrado atado.


Se mete entre las piernas del cuerpo y comienza a limpiar a detalle los restos de semen hasta dejarlo libre de su esencia.


Toma el bisturí sintiendo su pulso algo acelerado, era la primera vez que se sentía de esa forma ante un cuerpo.


La sangre comenzó a brotar por la delgada línea, conforme salía esta se iba oscureciendo.


Eso le extraño pero siguió con su trabajo.


Todos los órganos estaban quemados.


Todo su interior estaba teñido de negro.


Corazón, pulmones, hígado, estómago, páncreas, riñones, no había nada que se pudiera reconocer como tal


Estaba carbonizado por dentro.


Vuelve a cerrar el cuerpo sin saber que pudo haber sucedido, sin saber que decir, sin saber como   justificar aquello.


Piensa seriamente en ir a reportar aquella anomalía pero corre el riesgo de que alguien más se haga cargo de Ouji y eso sin duda no le convenía.


Tiene que carburar rápido.


Pero solo tiene dos opciones, o hablar o callar.


Vegeta Ouji, un mafioso de 29 años, toda palabra que ese cuerpo tenía para decirle fue carbonizada, no hay rastro de lo que fue en vida.


Que desperdicio había sido todo, una total pérdida de tiempo.


Lo único que sabía con certeza era que fumaba, era un mafioso importante de dinero, su nombre y su edad, de hay en más no había nada.


Literalmente el cuerpo estaba mudo.


Vuelven a tocar a la puerta y el acepta que pasen y de nuevo la peliazul entra al laboratorio.


-¿ya terminaste? - pregunta asombrada al ver que el sujeto tenía puntadas en el tórax.


-ya - responde - murió por estrangulamiento, las marcas en las muñecas y tobillos al parecer son de algún tipo de soga, por lo que se, lo tuvieron amarrado.


Esa era la verdad que el mundo sabría pero la que el tenia para si, solo su libreta lo sabría, una verdad de la cual solo estaba enterado a medias.

Notas finales:

mañana publico el siguiente capitulo, bye!


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