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Vía Crucis por Kuro Kaori

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Beyond centró su mirada en Matt. Había estado llorando, se notaba en sus labios y ojos hinchados, en sus mejillas y nariz sonrojada. Era un desastre… pero se veía tan hermoso.

—¿No me invitarás a pasar?... Está lloviendo.

Matt se hizo a un lado y Beyond ingresó a la iglesia. Caminaron por el pasillo central, sin decir nada y B. alzó sus ojos hacia el altar. Desde allí, parecía mirarle de manera acusatoria, el Cristo en la cruz.

—Te traeré una toalla-

—No…- dijo tomándole de la mano antes de que se marchase. Sus dedos se enredaron entre los de Matt y él no se resistió, pero solo duró unos instantes.

—¿Y tu esposa? ...- preguntó avanzando hacia una de las bancas para tomar asiento. B, lo siguió y se sentó a su lado, con el cuerpo inclinado para que quedasen frente a frente.

Las gotas frías bajaban por su rostro, pero no le molestaban. Quería verle, una vez más, antes de alejarse de él para siempre.

—Estaba tan ebria, que no se despertará hasta muy tarde.

—¿La amas?

—No como a ti, pero sí

—Está bien… me alegro.

—¿De que no pueda amarla como a ti?

—De que puedas amar a alguien más.

Beyond esbozó una sonrisa triste.

—¿A qué viniste?

—A decirte que me iré… y no voy a regresar.

Matt esbozó una mueca de dolor y volteó el rostro para que no le viera.

—Ya lo sé... supongo, que te has cansado de mí.

—De esperarte, Matt… Llevo 15 años haciéndolo.

—Yo no te lo pedí… tu sabías que…

—Lo sé, pero igual lo hice. Me quedé porque te amo, Matt.

—Pero ya no más- sonrió con amargura.

—Jamás dejaré de amarte… Es por eso que me voy, porque ya no lo soporto y porque merezco rehacer mi vida.

—Lamento haberte hecho infeliz. Espero, un día puedas perdonarme.

—¿Podrás perdonarte tú, Matt?

El pelirrojo se mantuvo en silencio y él se puso de pie.

—Lamento haberte molestado… solo vine a despedirme.

—Está bien… Te deseo lo mejor- respondió sin atreverse a mirarle.

Beyond le dio la espalda y caminó por el pasillo, hasta llegar a la puerta y salir de allí.

La lluvia seguía cayendo y las gotas golpeaban heladas sobre su piel, sin embargo, algunas eran cálidas.

Caminó en silencio, sintiendo en su pecho una aguda punzada que parecía querer ahogarle entre tanto dolor.

Era mejor así. Era mejor ya no verlo, ni suplicar porque alguna vez dejase de lado a su Dios.

—¡B.!

Sintió los pasos de Matt acercándose rápidamente a él y sus brazos aferrándose a su espalda.

—Por favor, no me dejes. Por favor, no te vayas- dijo con voz suplicante y desesperada.

La angustia que sentía dentro, se hizo tan grande que le pareció iba a derrumbarse por completo. Volteándose hacia él, le abrazó con fuerza contra su pecho, sintiendo los fuertes latidos de su corazón.

—Huyamos juntos- rogó una vez más, como tantas otras.

—Yo no puedo… No puedo- sollozó y trató de esconder su rostro en su pecho, sin embargo, Beyond no se lo permitió. Alzando su rostro por su barbilla, le obligó a mirarle a los ojos. Las gotas de lluvia resbalaban por sus facciones y la luz de la luna le daba un aire frio y encantador. ¿Era posible, amar tanto a alguien?

—Entiende que ya no puedo quedarme… Ya no puedo más- soltó terriblemente cansado y besó sus labios varias veces, deseando permanecer para siempre así con él.

—Solo por esta noche… Quédate conmigo, esta noche.

B. Le besó, porque ya no era capaz de retener sus propios sentimientos, porque lo amaba, porque siempre lo había hecho.

Su corazón latía con fuerza y sus sentidos parecían haberse centrado en lo único que le importaba, él. Su calor, su cuerpo tembloroso bajo la lluvia, quedaría grabado en su memoria para siempre.

Ingresaron a la iglesia a trompicones, sin dejar de besarse y tocarse por todas partes.

Beyond abandonó los labios de Matt para bajar por su cuello repartiendo los besos que el incómodo habito le permitía dar sobre la piel húmeda y fría.  Sus manos descendieron por su esbelta espalda, hasta llegar a las nalgas, las cuales apresaron, deseosas, pegando así sus caderas para sentir sus erecciones.

—Aquí no- dijo, Matt suplicante y gimió cuando sus penes volvieron a frotarse —Por favor, aquí no- empujó a B. quien no quería soltarle y lo tomó de la mano para llevarlo a la habitación que tenía detrás del altar.

Beyond apenas era capaz de seguirle sin volver a abalanzarse sobre él. Trató de distraer su mente, del movimiento de caderas que Matt hacía al caminar y recordó el hábito blanco y dorado que había tenido puesto durante la ceremonia de su matrimonio.

—Me gustó como estabas vestido hoy- dijo y al divisar la cama de dos plazas en la habitación lo obligó a darse la vuelta para apretarse nuevamente contra él. —Te veías como la virgen Maria- le susurró al oído y sus ojos se encontraron con una cruz, con un Cristo, en la cabecera de la cama.

—Blasfemo- le reprendió Matt casi sin aliento y buscó sus labios para besarle con fervor.

Rápidamente, Beyond le quitó el hábito mojado para encontrarse con el pecho desnudo de Matt. Sobre este, caía hasta llegar al centro, un rosario negro que contrastaba con la blanca piel. De inmediato, B. se lo arrancó rasguñando la piel a su paso, y lo tiró hacia cualquier parte. Dios no se entrometería entre ellos esa vez, demasiado mal había hecho. Sus labios fueron a parar sobre los pezones, para mordisquearlos y lamerlos con fruición y los gemidos de Matt no se hicieron rogar.

El pelirrojo lo obligó a incorporarse y se adueñó de su boca, en un beso desesperado. Se apretó a él con fuerza, entorpeciendo los intentos de B por quitarse el saco y la camisa, aun mojados, que llevaba puestos.

Se abrazaron con fuerza cuando sus pechos al fin se rozaron desnudos, deseosos por sentir aún más la piel del otro, esa que anhelaban por volver a acariciar hacia demasiados años ya.

Con movimientos torpes, ayudaron al otro a quitarse las ultimas prendas que les faltaban y observaron la desnudez de su pareja, antes de abrazarse y besarse con hambre renovada. Poco a poco, se recostaron en la cama.

Sus caderas se movían por instinto, provocando un placentero roce, pero resultaba insuficiente. Los besos lo eran, las caricias lo eran, deseaban más. Unirse al otro hasta que se los confundiera con un solo ser.

—Lubricante- dijo Matt entre suspiros.

—¿Qué? – preguntó tratando de que su cerebro pudiese procesar algo más que el deseo abrumador que estaba embargándole.

—Lu…Lubricante- gimió —No tengo-

“¿Qué?... ¡Maldita sea!... él tampoco tenía”

Aturdido aún por la lujuria, se alejó de Matt y comenzó a buscar algo alrededor que sirviera.

—No… ¿Qué haces? - protestó el pelirrojo y estiró los brazos hacia él, como llamándole.

B. buscó entre los hábitos de Matt, hasta que al fin lo encontró, el pequeño frasco con el aceite bendecido que utilizaba para dar los sacramentos.

El pelirrojo le miró con los ojos abiertos, con una expresión horrorizada.

—No…No- se negó.

—Shhh…- le hizo callar de manera tranquilizadora, Beyond, antes de besarlo, siendo correspondido. Abrió el pequeño frasquito y esparció un poco con sus dedos, antes de dirigirlo a la entrada de Matt, quien intentó zafarse empujándolo con las manos, sin embargo, cuando uno de los dedos ingresó a su cuerpo, no pudo hacer otra cosa más que gemir de placer y mover sus caderas en búsqueda de más.

Beyond se acomodó nuevamente, entre las piernas de Matt y comenzó a prepararlo de manera apresurada y algo torpe, ansioso por estar dentro de él.

Ambos gimieron de placer una vez que lograron unirse y poco esperaron antes de moverse. Matt gemía y se aferraba a él con fuerza, mientras movía sus caderas para ir al encuentro de las suyas.

El goce de tenerle después de tantos años nublaba su cordura, provocando que lo único que pudiese hacer fuese besar, gemir y desear tomarlo todo.

Abrió los ojos para observarle y suspiró encantado con lo que encontró. Aquella expresión en el rostro de Matt, quien acariciaba su mejilla sudada contra las sábanas y abría los labios, para tomar aire entre jadeos, para luego morderlos tratando de acallar sus gemidos.

Era tan hermoso. Lo deseaba todo suyo.

—Más…- suplicó el pelirrojo y gimió cuando lo complació, sin embargo, pronto pidió más de nuevo. Era insaciable.

Beyond se abrazó de él para voltear a ambos, dejándolo encima y Matt no se hizo esperar, pronto comenzó a cabalgarlo, ido en placer como estaba.

El movimiento serpenteante de las caderas ajenas y lo apretado y cálido de su interior, provocaron que Beyond aumentara la cadencia buscando obtener más. Pero siempre era insuficiente.

Nuevamente, se abrazó a Matt, obligándolo a recostarse sobre su pecho y a quedarse quieto, recibiendo sus profundos besos. B. aprovechó el mayor acceso al interior del pelirrojo y comenzó a embestirle con mayor fuerza, adueñándose con las manos de sus nalgas para abrirlas un poco más.

Matt gimió entre sus labios y sollozó un par de incoherencias. Pronto, ocultó la cara en el cuello de B. y lo mordisqueó y lo lamio, antes de dar un fuerte gemido y venirse entre ambos pechos.

Beyond empujó suavemente el cuerpo de Matt, quien quedó boca abajo sobre el colchón y lo obligó a voltearse, para tomar sus piernas y colocarlas sobre sus hombros, volviendo a penetrarle.

El deseo lo inundaba todo y el cosquilleo placentero que anunciaba su propio orgasmo, comenzaba a formarse en su bajo vientre como un fuego abrazador, que le obligaba a moverse más deprisa, deseoso por obtener más de aquella húmeda estrechez.

Matt se abrazó a él con fuerza y lo besó un par de veces antes de hablarle al oído.

—Así, B. más, dame más… vente dentro de mí.

El aludido gimió con fuerza, apretando fuerte los ojos y dejándose ir.

Su cuerpo agotado y tembloroso cayó sobre el de Matt, quien también temblaba.

—Te amo- dijo en un susurro y besó al pelirrojo varias veces, antes de que pudiese responder, temeroso de lo que pudiese decirle.

Matt detuvo los besos colocando sus manos en las mejillas de B. y le miró a los ojos, completamente conmovido.

—También, te amo- respondió, volviendo a besarle.

—Matt… Yo nunca tuve un hogar... pero en tus ojos, encuentro el camino a casa.

Los ojos verdes se empañaron y Beyond alzó la mano para acariciarle la mejilla. Matt tomó su mano y la besó.

—Te amo tanto- dijo.

Beyond sintió que su corazón latía con fuerza, feliz de haber escuchado esas palabras viniendo de él, sin embargo, había algo en su pecho, que también dolía.

**

Abrió los ojos al sentir frio y se dio cuenta de que estaba solo en la cama. Volteándose, para mirar al techo, se encontró con la cruz que estaba en la cabecera. El Cristo parecía observarle como si le juzgara.

Incorporándose, buscó sus calzoncillos encontrándolos tirados en el suelo. Se los colocó y fue a buscarle. Hacía frio, tanto, que se abrazó a sí mismo; el piso parecía helado en sus pies descalzos.

Avanzando por la oscuridad observó la luz entrante por la puerta que daba a la iglesia. En silencio, se asomó por ella y lo vio. Matt estaba arrodillado frente al altar, aferrando con fuerza contra su pecho, el rosario que le había quitado antes de hacer el amor, mientras sollozaba desesperado, suplicando perdón.

El dolor que sintió dentro, pareció doblegarle. La sensación de derrota, la frustración, el saber que el amor de su vida, la persona que más había amado… que más amaba, nunca dejaría de lado a su Dios por él, le destrozó por completo y no estuvo seguro de que alguna vez fuese a recuperarse de aquello.

Tenía que irse, marcharse lejos y no regresar, porque ahora lo sabía… nunca podría estar junto a Matt.

**

La vida con Lisa, era maravillosa. Era una mujer muy buena, una excelente esposa y una mucho mejor amiga.

Se habían mudado a una casa pequeña, a las afueras de la ciudad, sin que les importase que el poder adquisitivo que tenían diera para más. Eran felices así, en la sencillez.

Lo único que frustraba al matrimonio, era el no poder tener niños, sin embargo, Beyond sospechaba que la ansiedad de su mujer tenía mucho que ver. Ella deseaba demasiado ser madre.

Acomodándose en la cama, suspiró cansado y cerró los ojos. El sueño estaba comenzando a invadirle, cuando se dio cuenta de que había dejado el teléfono inalámbrico en la mesa de la sala de estar que se encontraba un piso abajo.

Deseando darse una patada mental, se debatió entre levantarse e ir o resignarse y dormir, optando por lo segundo, al mirar su móvil sobre la mesa de luz. Si Lisa necesitaba llamarle, al no recibir respuesta en el teléfono de la casa, probaría ese como segunda opción.

 

Hacía unos minutos que había finalizado su llamada con ella. Le había contado lo preciosa que había estado la fiesta de su madre y él se sintió contento de escucharla tan feliz. En esos días, había estado demasiado estresada.

El cumpleaños de la madre de Lisa, era algo que deseaba evitar. Por suerte, la empresa le había dado la excusa perfecta para hacerlo… y solo bastaba con una pequeña disculpa y un gran obsequio.

Suspirando, B. observó la fecha en el reloj electrónico que tenía, también, sobre la mesa de luz y se sintió abatido.

Tres años habían pasado desde que había visto a Matt y no hubo un día en que no dejase de pensar en él. Había aprendido a lidiar con ello y el dolor había menguado o por lo menos, era más sobrellevable. La opresión en su pecho le permitía, ahora, respirar.

Las llamadas de Matt, diciéndole que lo amaba, se habían vuelto menos frecuentes, quizás, eso ayudaba a su vano intento por ignorarle. No estaba seguro del porqué de haberle dado el número de la casa… quizás, porque deseaba de vez en cuando, con desesperación, escuchar su voz, pero lo más probable era que se tratase de un gesto de infantil venganza de su parte… si Lisa lo atendía, le haría sentir lo mismo que sentía él cada día al recordar el porqué de que no estuviesen juntos.

No supo en qué momento se había quedado dormido. El sonido del teléfono se escuchaba demasiado lejano, pero hacía un buen rato que sonaba con insistencia.

Alzando los ojos hacia el reloj, se sintió preocupado de que alguien llamase tan tarde.

Levantándose en medio de la oscuridad, bastante adormilado, buscó sus pantuflas y caminó torpemente por el pasillo, para bajar por las escaleras.

Se encaminó hacia la mesilla y tomando el teléfono, sin siquiera atinar a observar el identificador de llamadas, contestó.

—Hola…- Silencio al otro lado de la línea. —Hola- volvió a repetir, pero nadie contestó. —¿Te has fijado la hora que es, maldito hijo de…? - soltó sumamente disgustado.

—B…- dijo en un susurro, la voz al otro lado de la línea y su corazón, al reconocerle, latió con la violencia de alguien que se creía muerto, hasta que es capaz de tomar una bocanada de aire. El dolor y la dicha lo invadieron por partes iguales, como cada vez que él llamaba.

—Te amo, B.- continuó susurrando y él deseó decirle que también lo amaba…

 Pero estaba tan cansado…

—Matt, por favor, para…- suplicó sintiendo que ya no daba para más — Para de hacerme estas llamadas… Ya te he dicho que si no estás dispuesto a renunciar a tu Di…

—Ven a buscarme- pidió con simpleza.

 

Notas finales:

¿Fin?... si, fin... aunque, seria como un eterno continuará... o algo así XD 

Pero... más allá de que este sea el final, ustedes pueden decirme (si quieren) que creen que sucederá a continuación... 
¡Me encantan las teorías locas! XD 

Muchas gracias por leer...
Espero que les haya gustado y que no quieran matarme ♥
Saludos n.n/


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