Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Rompiendo Las Reglas por AniBecker

[Reviews - 27]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Perdón por haber tardado mucho, me quedé algo bloqueada en saber cómo escribir este capítulo, pero aquí está. 

Gracias a las dos encantadoras personitas que me dejaron sus comentarios, lo agradezco a mil :)

Capítulo II

A la mañana siguiente, cuál fue la sorpresa para Kuroko cuando Kagami llamó a su puerta.

—Kagami-kun, ¿cómo sabías dónde vivía? —preguntó sorprendido el peli celeste.

—Bueno, sabía el bloque, sólo pregunté al portero cuál era tu apartamento.

—Oh, vaya. ¿Quieres pasar? Voy a recoger mi mochila.

—No te preocupes, te espero aquí.

—Está bien, no tardo —respondió adentrándose en la cocina.

—¿Quién era, Tetsu? —cuestionó Aomine.

—Un compañero, vive en el edificio de al lado —dijo con rostro inexpresivo.

—¡Oh! No me digas que es el chico ese —Tetsuya debió la mirada, nervioso—. ¡No me lo puedo creer! Tengo que verlo —pero el de menor estatura rápidamente se negó.

—Ni hablar, es sólo un compañero, nada más. A la noche nos vemos.

—Pero si te has sonrojado así, por algo será —no le dio tiempo a negarse, porque el peli azul lo siguió hasta la entrada, encontrándose con un alto pelirrojo, tanto como él, de ojos penetrantes de color rojo y cabellos del mismo color. Musculoso y fuerte.

El de menor edad se le quedó mirando, sin poder apartar esos fieros rubíes, a sus fosas nasales le había llegado un dulce olor a canela, y algo en su interior había hecho que empezara a quemar.

Con el silencio incómodo que se generó, Kuroko habló, haciendo las presentaciones.

—Kagami-kun, él es mi padre, Aomine Daiki.

—Encantado —saludó el pelirrojo.

—Igualmente —salió de su trance Daiki.

—Bueno, nos vemos, o sino llegaremos tarde.

Ambos adolescentes se despidieron y salieron del edificio, rumbo a Seirin.

Kagami tenía todo el rato la duda en la cabeza, y es que con solo verlo, sabía que era omega, su omega, pero tenía una duda que quería resolver.

—Oye Kuroko, él es tu…

—Si preguntas si él es mi verdadero padre, sí lo es —no le dejó terminar.

—Pero no llevas su apellido.

—Porque llevo el de mi padre alfa —se encogió de hombros—, y él no lleva el de mi padre tampoco porque están divorciados.

—Oh, lo siento.

—Tengo fe en que vuelvan a estar juntos.

Divorciados. Ahí estaba su respuesta, la que quería escuchar. Ese hombre era su destinado, y era libre, aunque tuviera un hijo, fuera mayor que él, pero era libre. Libre para que fuera suyo. Nada más verlo supo que era él, su pareja destinada, su omega.

—¿Por qué tanta pregunta, Kagami-kun? —la cuestión del peli celeste lo sacó de sus pensamientos.

—Oh, no, por nada, sólo era curiosidad —después de lo dicho, ninguno de los dos volvió a hablar camino a la preparatoria.

..

Aomine, en cuanto se marcharon y pudo reaccionar, fue hasta su habitación, buscando desesperadamente su frasco de inhibidores, y se tomó dos de golpe. Su cuerpo se sentía extraño, caliente y con un cosquilleo en su bajo vientre.

Sabía a qué se debía, y era precisamente porque ese chico, era su destinado. Encontró a su alfa destinado, y tenía que ser justamente un adolescente de dieciséis años, amigo y compañero de su hijo.

Eso no andaba bien, no podía intentar lo más mínimo con un niño de preparatoria, era menor de edad, ¿qué era él? ¿un asaltacunas? ¿un degenerado? ¿un pervertido? ¡no podía ser! Tenía que evitarlo a toda costa, fuera o no su alfa destinado, tenía que mantener a raya a sus instintos omegas.

Definitivamente, la vida le estaba jugando una mala pasada.

Con el paso de los minutos, notó como su cuerpo volvía a la normalidad con la toma de los inhibidores y con la ducha que se dio. Una vez calmado y sin ningún rastro de posible celo, se vistió y salió hacia la comisaría.

Al llegar, como siempre, su amiga de la infancia, lo saludó con efusividad.

—¿Te pasa algo Dai-chan? —cuestionó, siguiéndolo por el pasillo hasta su despacho.

—Sólo no he dormido bien —mintió, dejándose caer en su silla de escritorio.

—Entonces necesitas un buen café, te necesito despierto para la reunión —entró en la habitación Imayoshi—. ¿Leíste los informes?

—Sí los leí —restregó ambas manos por su rostro, hasta subirlas hacia su cabello.

—Interesante información, ¿no crees?

—Si lo que me quieres decir es que si sabía algo sobre ello, ya te digo de ante mano que estoy tan sorprendido cómo tú.

—Bien, mueve el trasero y ven a mi despacho, tenemos que discutir este asunto —se dirigió a la fémina—, y llama también a tu marido, lo necesito.

—En seguida —la peli rosa salió, dejándolos solos.

—¿Es todo esto lo que te tiene así?

—No, es por otra cosa, nada importante, venga vamos.

Ambos hombres se marcharon hacia el otro despacho, para poco después, aparecer Wakamatsu, el otro integrante de esa reunión.

—A ver, Aomine, ¿entonces todo este tiempo no llegaste a sospechar de que tu ex marido tuviera esta empresa encubierta? —insistió el de lentes.

—Ya te repito que estoy tan sorprendido como tú.

—Tenemos que vigilarlo de cerca, su empresa es una de las más importantes de contrabando de armas —apoyó su espalda en su silla—, y al ser tu ex marido, podrías buscar algo de información.

—Sí, claro, si quieres voy y le pregunto —le dijo al rubio con ironía.

—Pero puedes acceder a su despacho, cuentas, informes o cualquier cosa.

—Os recuerdo que llevo seis meses sin vivir con él —respondió molesto—, y aunque sea por algo tan importante como trabajo, me niego a tener que verle la cara.

—Es por trabajo —insistió Wakamatsu—, es tu trabajo.

—Sí, claro, ¿y también es mi trabajo acostarme con él ya de paso?

—Hombre, lo has estado haciendo todos estos años, por una vez más no pasará nada.

—Bueno, ya, dejad de discutir —intervino el cara de zorro—, tampoco hay que llegar a esos extremos, pero sí te pido que intentes sacarle información de alguna forma.

—Veré lo que puedo hacer. ¿Cuál era la otra empresa que colabora con él?

—Una americana, de Los Ángeles, creo, pero aún no hemos investigado lo suficiente para saber quién hay detrás de esa empresa.

—Siempre se veía un hombre retorcido, pero no un delincuente traficante de armas —murmuró el rubio, y los otros dos, asintieron.

—Últimamente ha cambiado mucho, no sabes cuánto.

..

Se sentía cansado, el día había sido agotador, entre tener la desgracia de conocer a su alfa destinado a esas alturas y que éste fuera un adolescente, sumarle también el asunto de su ex marido, tenía que averiguar más sobre esa supuesta empresa y no sabía cómo hacerlo.

Al entrar, oyó un ruido proveniente de arriba, por lo que se puso alerta. Tetsuya no regresaba hasta la noche, así que pensó que podría ser un ladrón que se había colado en su casa. Tomó nuevamente su arma, y subió sigilosamente.

El ruido provenía de la habitación del peli celeste, hasta que por fin pudo percibir que se trataba de su hijo hablando con alguien más. Llamó a la puerta, y la abrió, encontrándose con un número de adolescentes, entre ellos, precisamente su alfa.

—Tetsu… me asustaste, pensé que era un ladrón, como me dijiste que volvías a la noche —notó como la fijada de algunos se posaron en su arma, por lo que la escondió detrás de su espalda.

—Es que hubo un problema en el gimnasio, por lo que se suspendió el entrenamiento, así que los invité a casa para tener una reunión del equipo. Ellos son mis compañeros —después de la pequeña explicación, fue presentando uno a uno.

—Perdón por la intromisión, esperamos no molestar —habló Hyuga Junpei, el capitán.

—No os preocupéis, no hay problema. Tetsu, qué mal anfitrión eres, no les has ofrecido nada de tomar.

—No se preocupe, estamos así bien, no tiene que molestarse —intervino otro integrante, de cabellos negros y lisos. Por su aroma, percibió que era omega.

—Si no es molestia. Tetsu, baja a ayudarme —se despidió de los chicos de Seirin y salió del lugar.

Fue hasta la cocina, para al menos ofrecerles algo de tomar, y buscó en la despensa por si tuviera también algo para picar. Oyó unos pasos bajar las escaleras, y sin volverse le habló a su hijo.

—Tetsu, ven a ayudarme con esto —no sabe por qué motivo se estremeció más, si por el aroma que llegó a sus fosas nasales que lo hizo temblar, de tener demasiado cerca a ese alfa detrás de él, o de la forma en qué le habló cerca de su oído.

—No soy Kuroko —una frase tan simple hizo que se tuviera que sujetar bien de la encimera, porque sus piernas flaquearon.

—¿Qué haces tú aquí? ¿Dónde está Tetsu? —se alejó de él, con la excusa de ir a preparar otra cosa.

—Yo me ofrecí a bajar a ayudarte —le sonrió, de manera seductora—. ¿Voy preparando esto? —señaló unos aperitivos, cerca de dónde se encontraba el moreno.

—Ah, no, ya lo preparo yo, no hace falta que me ayudes.

—A mí no me molesta hacerlo —volvió a acercarse, para tomar un cuchillo, haciendo que el peli azul se estremeciera más aún.

—Oye mocoso, guarda la distancia, ¿qué te crees? —se molestó, por lo pretencioso que parecía ese chico.

—¿No te has dado cuenta que somos destinados? ¿No es algo genial? Encontrar a tu pareja destinada no es sencillo, la mayoría de las veces ni siquiera la llegas a conocer.

—¿Y qué si lo somos? Tú eres un adolescente mocoso, y yo un adulto, es completamente imposible.

—¿Y qué más da la edad? A mí no me importa —respondió, con sinceridad.

—¡Pero a mí sí! Te puedo numerar varios puntos que haga que una posible relación entre tú y yo es imposible. Además, ¿qué te hace pensar que yo me voy a enamorar de un niño de dieciséis años?

—Casi diecisiete —le corrigió, con seriedad—. Y explícame eso de imposible —se cruzó de brazo—, ¿sólo porque soy más pequeño que tú? ¿y eso qué? ¿o porque estoy estudiando y no tengo trabajo? ¿o porque soy el compañero de tu hijo? ¿o porque tienes un hijo de mi edad? Son pequeñas tonterías.

—¿Pequeñas tonterías? ¿Te parece poco todo eso? Lo que puedes hacer es ignorar esto y  buscarte a alguien de tu edad.

—Pero es que ahora que sé que eres mi compañero no quiero rendirme.

—No somos compañeros porque tú no me has marcado. Que esa es otra, ¿no ves esta marca? —señaló su nuca—. Ya estoy marcado por otro alfa, que es el padre de Tetsu, así que es imposible que tú puedas marcarme y ser mi compañero.

—Pero eso me da igual, una marca es algo superficial, lo que sí importa es el vínculo que podemos tener. Eres mi omega y no voy a rendirme tan fácil.

—Eso lo dices porque eres un maldito mocoso hormonal. Quítate —lo trató de empujar al ver que invadía su espacio personal, pero sin éxito. Aún siendo un simple adolescente, e incluso dos centímetros más bajo que él, no conseguía separarlo, tenía más fuerza que él. Maldita condición de omega.

No pudo conseguir separarlo y, en consecuencia, recibió leve beso a traición, que fue subiendo de intensidad.

—Tan inexperto… —pensó el moreno de los besos de Taiga. Era un adolescente y sin duda era su primera experiencia besando a alguien.

—¿Por qué tardas tanto en subir, Kagami-kun? —la presencia de Kuroko es lo que consiguió que el pelirrojo se separara y lo dejara en paz. Sólo esperaba que no hubiera visto nada—. Llevamos un rato esperándote.

—Lo… lo siento, es que estaba conversando muy animadamente con tu padre —mintió, nervioso, tomando la bandeja y acercarse al de ojos celestes.

Tetsuya miró a Aomine, quién se mantenía de espaldas a ellos, apoyando sus manos sobre la encimera.

—¿Todo bien?

—Sí, todo bien, sube y atiende a tus amigos, yo saldré un momento, se me olvidó que tengo que estudiar unos informes, estaré en mi despacho, Tetsu. Estáis en vuestra casa —pasó por el lado de Kagami, sin ni siquiera levantar su mirada.

Se encerró en su habitación con rapidez, y echó el cerrojo. Volvió a tomarse dos inhibidores más, y agradeció que no le diera tiempo a su aroma de esparcirse, sino Tetsuya se hubiera dado cuenta.

Su cuerpo temblaba. Ese maldito mocoso hormonal lo había asaltado a traición, pero aunque se notaba que era un completo inexperto por el beso que le dio, ese beso hizo que sus defensas flaquearan.

¿Cómo era posible que reaccionara de esa forma a otro alfa estando marcado ya por uno? Aunque estuviera divorciado, la marca no desaparecería, por lo que sólo reaccionaría al alfa que lo marcó, al igual que únicamente ese alfa, reaccionaría a su aroma.

¿Se debía porque era su pareja destinada? ¿Esa chorrada que parecía más bien una historia fantasiosa de la pareja destinada iba más allá de eso y era capaz de romper el vínculo que tenía ya con otro alfa?

Fuera como fuera, no podía permitir que pasara nada con ese chico, ¡solo era un adolescente! Cada quién debería estar con alguien cercano a su edad, no podía dejarse llevar por sus instintos de omega.

¿Cómo le miraría todo el mundo? ¿Y su hijo? ¿Qué pensaría de él al saber que podría liarse con su amigo? Además, la familia de él, capaz y al enterarse de denunciarlo, por asaltacunas.

Meneó su cabeza hacia los lados, no podía permitirlo, no. Tenía que evitar a toda costa a ese chico.

Por el momento, se quedaría encerrado en su habitación, hasta que se le pasara ese pequeño celo que estaba teniendo, y hasta que los amigos de sus hijos, en específico ese pelirrojo, abandonasen su casa.

¿Por qué tenía que pasarle cosas como esas a él?

 

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).