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Soul Collector por yuhakira

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Notas del fanfic:

Declaimer: Los personajes perteneces a Masashi Kishimoto, yo los uso solo para entretención sin animo de lucro.

Notas del capitulo:

¡¡Disfrutenlo!!

Cuenta la leyenda, que el rey del inframundo, desterrado a los infiernos desde tiempos inmemorables, recluta para sus filas humanos devorados por el odio, la codicia, la sed de venganza, pero, sobre todo, a aquellos con deseos incontrolables de ver correr la sangre entre sus dedos. Los hace sus fieles servidores, condenados a vagar en el inframundo y servirle, llevando a cabo la rigurosa tarea de recolectar almas, porque las almas son lo único que lo mantiene con vida. Quieran o no.

 

La oscuridad del lugar apenas era cortada por un rayo de luz, proveniente de una de las esquinas de la cripta, una luz débil y tambaleante. El sonido de dos gotas, provenientes de las estalactitas en el techo, se escuchó seco, en un sonoro cloc, cloc que borro por completo el silencio del lugar, seguido de una voz grave y trémula.

—Lo que quieres hacer no es nada fácil.

Unos ojos brillantes y rojos se dejaron ver por debajo de una capa, cerca del fuego.

—Lo sé, pero que otra opción tengo.

—Resignarte es una opción, una vez que estas acá atrapado, no tienes más opción que cumplir con tu labor.

—¿Pero tengo razón? ¿Con cada alma que atrapo me vuelvo más fuerte?

—No tardaste mucho en notarlo. Algunos terminan su misión sin darse por enterados, pero debes haberte dado cuenta que no solo basta con atrapar algunas almas.

—Necesito una roja.

—Tus ojos son especiales también, las almas poseen un color diferente dependiendo del poder de sus espíritus, las rojas sin duda son las más poderosas. Pero seguro te has dado cuenta de que no hay muchas.

—¿Pero existen?

—Sasuke, lo mejor es que desistas.

En un chasquido expreso su desespero. Estaba seguro de que lo que necesitaba era un alma roja, las había visto de todos los colores, en un principio había sido una sorpresa, pero al darse cuenta que cada alma que atrapaba tenía un color diferente y ocupaba un lugar distinto en su espejo, pudo deducir que la que necesitaba era el único color que no había visto, el rojo.  Como todos los recolectores no estaba ahí porque así lo hubiera decidido. Un día, un hombre apareció frente a él prometiéndole que le ayudaría a llevar a cabo su venganza, fue engañado de la peor manera, y el hombre contra el que había querido cobrar venganza había dejado de existir hace mucho tiempo, si se detenía a pensarlo no tenía mucho sentido querer recuperar su libertad, no cuando del otro lado no había nadie esperándolo, sin embargo, estaba ahí, buscando la forma de hacerlo.

—Hace poco se supo de la existencia de una, padre ha mandado recolectores a buscarla.

—¿Donde esta?

—No seas impaciente, es un alma roja, no será fácil de atrapar.

—¡Dime donde esta!

Se levantó de golpe apagando la luz de la vela, más sus ojos seguían siendo visibles en la trémula oscuridad, busco con la mirada la de su acompañante, que se recogió sobre si ante la fuerza de su espíritu.

—Hermano, tranquilízate, te diré donde esta…

 

 

Naruto salió de la oficina, cerró la puerta tras de sí y respiró hondo. Odiaba esas misiones, odiaba no poder rechazarlas, recién había ingresado a la fuerza especial y no podía darse el lujo de decir que no a una misión, pero sentía su cuerpo temblar. Un castillo abandonado, ¿a quién se le ocurría dejar una importante pieza de colección en un maldito castillo abandonado?, eso era, solo tenía que ir, encontrarla, y llevarla a su destino, nada malo tenía que pasar en el transcurso de su misión.

Fue hasta su casa y estudio los papeles que contenían los datos importantes de su misión, sus compañeros, las rutas de entrada y salida del castillo, y el lugar donde se esperaba estuviera la pieza a encontrar. Sintió un escalofrió recorrer su cuerpo al ver la imagen de la puerta principal del castillo, los enormes portones, pudo imaginar incluso el sonido metálico de los barrotes oxidados. Dejo los papeles sobre la mesa y se tiró en la cama, no sabía si era a causa de la misión, pero se sentía extraño, como si lo observaran. Respiró hondo, tiró de sus mechones dorados hacia atrás; no era un niño, no tenía derecho a estar asustado por algo así, si dejaba que alguno de sus compañeros lo notara no dudarían en burlarse de él.

Escuchó el sonido de las gotas de lluvia agolpándose a su ventana, intentaba dormir, saldría temprano en la mañana, de repente todo quedo aún más oscuro, pudo adivinar que la luz de la calle se había ido. Se asomó tímido por la ventana, la luz de un rayo cayendo frente a su cara le iluminó el rostro por completo, abrió los ojos asustado, segundos después el sonido ensordecedor que viajo desde los cielos hasta el suelo le hizo meterse entre las cobijas, una gota de sudor resbalo por su frente, no había sido el rayo lo que lo había asustado, en la calle del frente… por los cielos, estaba seguro de haberlos visto, dos hombres… no, dos niños, uno de cada lado del edificio del frente viendo a su ventana, dos niños vistiendo yukatas azules al estilo japonés, en sus cinturones llevaban algo, pero no supo el que. Volvió a asomarse, pero las calles seguían demasiado oscuras para distinguir algo. Buscó su celular entre las cosas sobre la mesa, encendió la linterna, trato de iluminar las calles, pero no vio nada. El espejo colgado en la puerta de su habitación reflejó su imagen, el cabello rubio alborotado, su pijama y cobijas desordenadas, sus ojos azules brillaron con intensidad al ver en el reflejo el techo del edificio de enfrente, uno de los niños lo miraba fijamente. ¿Acaso venían por el?, apunto la luz hacia él, con la mirada en el espejo, tratando de descubrir algo más, hasta que la luz volvió y el cuerpo en la terraza desapareció.

Por un momento permaneció quieto en la cama, se alejó lo más que pudo de la ventana, luego de cerrarla con seguro. No lo había imaginado, estaba seguro de haberlos visto, eran dos niños de no más de trece años, no pudo distinguir sus rostros, pero tenían la complexión de un niño de esa edad. ¿Qué era lo que llevaban en el cinturón? ¿Porque estaban frente a su casa? ¿acaso lo estaba imaginando todo? Esa noche no pudo dormir, escuchaba ruidos provenientes del exterior, pasos sobre su techo, tras su puerta escuchaba las voces de los niños susurrando su nombre —Naruto—, estaba seguro que todo era culpa de esa estúpida misión.

 

Estaba pronto a cumplir cien años a su servicio, o eso le parecía, en realidad no sabía cuánto tiempo llevaba allí, cuando estaba en el mundo humano no tenía mucho tiempo para fijarse en fechas y lugares. Había visto desde las sombras como su hermano finalmente era asesinado en un robo a mano armada en un frio y sucio callejón, él hubiera preferido lanzarlo desde lo más alto de la torre de Tokio, no sin antes haberle arrancado una a una las uñas de sus dedos. Sacudió su cabeza, justo esos pensamientos eran los que lo habían llevado a terminar en un lugar así. Odiaba el olor a azufre, los pozos de fuego, las almas en pena vagando a su alrededor, almas que no podía atrapar y que vagaban libres, llenas de lamentos y dolor a su alrededor.

Ya tenía la ubicación exacta del lugar donde encontraría el alma roja, necesitaba de su poder para poder recuperar su forma y enfrentar al dios de las tinieblas en pro de su libertad.

Cuando cruzo la puerta al mundo terrenal, apenas era medio día, respiro hondo y dirigió su rostro pálido en dirección al sol, quería sentir su calor, más la sangre helada y negra que recorría sus venas lo hacía imposible. Emprendió su camino con prisa, consciente de que no era el único tras él.

 

Naruto salió temprano en la mañana, con papeles y maleta en mano emprendió camino. Iba cansado, no había podido dormir, sus ojos estaban ojerosos, los ruidos no habían cesado en toda la noche, y aun, a plena luz del día podía sentir la presencia de los dos chiquillos siguiéndolo.

A las afueras de la oficina se encontró con el resto del grupo, Sai, miembro antiguo de la fuerza especial a pesar de tener su misma edad, tenía mucha más experiencia. Kakashi, miembro superior y líder de misión, por último, los acompañaba Yamato, experto conocedor de cosas antiguas, el verificaría la autenticidad de la pieza en el mismo lugar, antes de que se atrevieran a trasladarla.

—Pero mira qué cara llevas. ¿acaso no dormiste anoche? —pregunto Kakashi preocupado.

—No mucho.

—Es tu primera vez en un castillo antiguo —arremetió Sai divertido.

—No seas tonto, como si pudiera temerle a algo así.

—No he dicho que puedas tener miedo, pero me sorprende.

—He dicho que no…

—No importa que digas Naruto, ya te has expuesto —Kakashi sonrió divertido, a pesar de su experiencia y de mostrarse como un tipo serio la mayoría del tiempo, disfrutaba bastante de compartir su tiempo con jóvenes extrovertidos como Naruto y Sai, que, aunque más retraído, no se quedaba atrás en buscar enojar al rubio— será una misión tranquila, no hay ningún peligro aparente, así que no te preocupes, estaremos bien.

Naruto estaba consiente de eso, que la misión era ir y traer la pieza de colección, nada más, según lo que sabían nadie más estaba interesado en el objeto, su valor no era demasiado alto, por lo que no esperaban que pudieran recibir un ataque sorpresa en el transcurso de la misión.  Pero Naruto estaba seguro de que había algo más, mucho más allá de su control. 

El castillo estaba a unos cientos de kilómetros, no era necesario que viajaran en avión, o mejor no había forma de llegar en avión, por lo que compartirían el auto por unas cuantas horas, Kakashi al contrario de lo que se esperaba no iba manejando, le había relegado la tarea a Yamato con demasiada confianza y él entre pucheros y quejas había terminado aceptando la tarea. Sai compartía el asiento trasero con él, iba distraído en sus dibujos, no sabía ni entendía como  un artista con su talento había terminado trabajando para la fuerza especial, eran casi espías, dedicados a diferentes tipos de trabajos, cumplían las misiones que les fueran llegando, no eran un ente del gobierno, pero trabajaban para ellos, no era un sistema demasiado complicado, Naruto no había tenido más opciones, su padre había sido un antiguo miembro de la fuerza, había muerto en acción, ese era su mundo, era todo lo que conocía, pero Sai era un genio, dentro del poco conocimiento que tenía sobre él y sobre arte podía considerarlo así. Iba concentrado en sus pensamientos mientras Kakashi comentaba detalles de la misión, nada que él no hubiera pensado ya. De repente desvió su mirada al retrovisor, allí vio su rostro reflejado, más noto algo extraño en sí mismo, una luz roja que parecía emanar de su interior, se tocó las mejillas para medir la temperatura de su cuerpo, pero no noto nada extraño. Trato de desviar su mirada del espejo, vago entre las cabezas enfrente suyo y el paisaje en el cuaderno de Sai. Su mirada fue al camino verdoso, un árbol tras otro, hasta que salto sobre su silla, Sai detuvo sus manos sobre el cuaderno y Kakashi guardo silencio.

—¿Sucedió algo?

—¿Qué?

—Acabas de brincar en tu puesto ¿Por qué?

—De que hablas, no hice algo así.

Su rostro se tornó pálido, estaba seguro de haberlo visto de nuevo. Pero no, no era ninguno de los niños que había visto antes, era otro, vestido igual de un azul más claro, un poco más grande, pero solo un poco. Miro hacia atrás a través de la ventana y no vio nada, ¿que había sido aquello? Sintió la piel de sus manos helarse al recordar sus ojos rojos, estaba seguro de que había visto sus ojos rojos y resplandecientes mirándolo. Podía escuchar el murmullo de sus voces hablándole, pero por unos momentos su boca no se movió, trato de explicárselo a si mismo antes de poder decir algo, pero no pudo hacerlo.

—Naruto —se encontró de frente con los ojos negros de Sai— ¿Estas bien?

—Si —Pronunció en un murmullo suave— no tuve una buena noche, por lo que, de pronto me quedé dormido estando despierto, seguro fue una pesadilla.

—Si no te sientes bien, por favor dinos algo, nos detendremos si hace falta —comento Yamato desde su asiento.

—No hace falta, estoy bien.

Odiaba sentirse en ridículo, por más que ellos hubieran actuado de forma comprensiva sabía que Sai en cuanto estuviera más tranquilo volvería a buscar la forma de atacarlo, de burlarse de él.

 

Su hermano, bueno… el otro recolector, se llamaban hermanos entre ellos, como solían llamarle padre al rey. Odiaba eso, entre las cosas que antes había mencionado. Él le había dicho que según lo que había escuchado, el chico del alma roja vivía en ese apartamento donde se encontraba ahora, no había nada, más que un par de muebles desperdigados, una cama desordenada, descubrió sobre la mesa una caja de leche vencida, respiro hondo, que clase de persona poseía su preciada alma. Sintió un olor dulce inundar sus sentidos, un olor muy lejano en su memoria, algo que de repente lo hizo sentirse cálido, muy diferente al olor del azufre al que no había logrado acostumbrarse.

—¿Dónde estás?

Escarbo entre los documentos y encontró la información de su última misión, tenía que encontrarlo pronto. No más salir a la calle pudo sentir el olor azufre con más fuerza, ellos habían estado ahí, sus hermanos, debía darse prisa.

En el camino se detuvo por un instante, sentía un calor brotarle desde dentro del cuerpo, como un fuego intenso, se detuvo a mitad de camino, sintiendo como esa sensación se hacía más fuerte en su pecho, sus ojos se cruzaron, supo de inmediato que se trataba de él, no lo había visto ni siquiera en fotos, en su habitación no encontró nada que le diera una pista de cómo era él, pero al verlo lo supo, no solo porque había visto el color rojo de su alma brotando en su cuerpo, tan poderosa y fuerte como ninguna otra que hubiera visto antes, lo sintió en sus ojos, en esos ojos azules tan fuertes y vivos, tan contrarios a los suyos, estaba seguro de que él también había podido verlo, el que sus ojos se encontraran no había sido una casualidad, él había podido verlo, tan poderoso era su espíritu que le permitía verlo, a él, un ser invisible e intangible para los mortales. Fue al castillo en cuanto recupero la conciencia, no volvió a encontrar el auto en el camino, pero sabía que había llegado antes porque no lo encontró allí, por un momento dudo en esperar a que ellos llegaran, o ir en su búsqueda de una vez, ¿qué iba a hacer si sus hermanos lo encontraban antes que él? Necesitaba ese poder, a como diera lugar.

 

Por más que aceleraron el paso, les fue imposible llegar esa misma noche al castillo, de todas formas, aunque lo negaban no dejaba de ser algo escalofriante la idea de pasar la noche allí. El estado de Naruto mejoro pronto, aun así, no dejo de sentirse nervioso. En algún momento del trayecto intentó decirles lo que le estaba pasando, pero no tuvo el valor de hacerlo. Se hospedaron en un hotel cerca al castillo, a solo unos cuantos kilómetros de allí, compartió habitación con Sai, Kakashi y Yamato compartieron una junto a la suya. Tal como lo imaginó Sai no tardó mucho en burlarse de él, se defendió lo mejor que pudo de sus ataques humorísticos subidos de tono.

—¿Crees que haya algún fantasma en el castillo que quiera robarte tu virginidad?

—¡Sai! ¿De que estas hablando? Los fantasmas no hacen eso.

—¡Oh! Así que si hay una virginidad que robar.

—¡¿Qué?! No… —se abalanzó sobre él en su cama y trato de golpearlo en la cara— sigue diciendo estupideces y te borrare esa estúpida sonrisa.

Sai solo reía a carcajadas soportando el cuerpo de Naruto sobre él, pero efectivamente Naruto no alcanzo a golpearlo, por alguna razón que no pudo entender se detuvo en un rudo movimiento que le hizo volver a su cama.

—¿Paso algo?

—No lo sientes.

—¿El que?

—El frio, de repente bajo la temperatura.

—Estamos como a 26 grados está lejos de hacer frio —lo vio ponerse nervioso de nuevo— valla, empezara a llover, de pronto baje un poco.

Naruto recordó que la noche anterior había empezado a llover antes de que “ellos” aparecieran, se levantó de la cama sobresaltado abrió las cortinas y miró hacia afuera, la habitación tenía un balcón, estaban en el tercer piso y abajo no había más que matorrales, no logro ver nada, sin embargo para estar seguro puso los seguros de las puertas y las ventanas y tan rápido como sus piernas se lo permitieron corrió de nuevo a la cama, no se metió entre las cobijas. Se regañó a sí mismo en silencio al darse cuenta de la forma en la que había actuado, pero seguía sintiendo frio, un frio que se le colaba entre los huesos, como si la muerte estuviera cerca, de repente trono, un rayo de luz atravesó las cortinas iluminando la habitación, de un salto se metió entre las cobijas. Sai no pudo evitarlo y soltó una sonora carcajada.

—¿Le temes a un par de truenos?

—¡No!

—Puedes dormir conmigo si eso te hace sentir mejor.

—Ya quisieras eso, pero en serio tengo frio.

—Por eso, ven y déjame darte calor.

Sai por respuesta obtuvo una almohada golpeándolo de lleno en el rostro, Naruto tenía excelente puntería, y para su favor buen humor, pocos de sus compañeros habían aguantado su ritmo, pero Naruto de ese modo era increíble, respondía con mucha energía a sus comentarios, siempre revoloteando, era increíble y le fascinaba.

Esa noche Naruto no pudo dormir, Sai luego del almohadazo y de arremeter contra él un par de veces más había logrado conciliar el sueño, Naruto envidió la forma descomplicada en la que dormía, deseaba poder hacer lo mismo, pero las cortinas seguían moviéndose por el viento del ventilador, dejándole ver muchas sombras del otro lado, aun en la espesa oscuridad podía ver como algo, que no sabía que, se paseaba por su balcón, vio los pasos de alguien ir de un lado al otro en el borde de la puerta de la habitación, la que daba al pasillo iluminado, las sombras de los pies diminutos y otra vez las voces susurrando su nombre. Quería despertar a Sai, pero sabía que este no le creería, temía que todo lo que estaba viendo se esfumara y sus miedos irracionales lo estuvieran controlando, pero lo cierto era que su mente le fallara o no, escuchaba los susurros, su nombre en un sonido bajo casi inaudible, sentía el frio recorrerle las venas, veía las sombras en el balcón, se maldijo a si mismo por no haber aprendido ninguna de las oraciones que la vieja Tsunade había intentado hacerle aprender.

Para cuando se dio cuenta la mañana había llegado, sus ojeras habían crecido un poco más y apenas estaba de humor, Sai no dijo nada en cuanto lo vio, al contrario, lo invitó a desayunar. Se encontraron con Yamato y Kakashi en el comedor del hotel, ambos resplandecientes y listos para continuar.

—¿Otra mala noche?

—Hacia frio.

—Tienes que estar bromeando, no he dejado de sudar desde que llegamos acá, no importa cuántas veces me bañe simplemente no se detiene.

—Yamato, ¿Qué es lo que vamos a buscar?

—Pensé que habías leído los documentos que te entregaron —Lo reprendió Kakashi.

—Lo hice, pero no entiendo cuál es su valor.

—Es un espejo, uno muy poderoso —empezó Yamato a despejar sus dudas, fascinado de poder hablar de un tema que le fascinaba— se dice que, en las manos correctas, tiene el poder de atrapar el alma de un recolector.

—Eso decía el informe, ¿pero que es un recolector? —pregunto Sai curioso.

—Un recolector, es un ente del inframundo encargado de recolectar almas para Lucifer, solo de esa forma mantiene su poder y su belleza, se alimenta de las almas mortales.

—¿Entonces un recolector es algo así como un demonio?

—Eso no está claro, pero según lo que he estudiado no puede ser un demonio, estoy seguro que es un alma maldita.

—¿Un alma mortal? —pregunto Naruto interesado.

—Si, un alma mortal manchada por algún pecado.

—¿Y el espejo, atrapa el alma de un recolector?

—Esa es la teoría, cada recolector lleva un espejo igual, atrapan el alma en el y luego la entregan a Lucifer, este espejo, hace la tarea contraria, atrapa el alma del recolector y lo libera de su maldición.

—Es un buen cuento.

—La historia de la humanidad es un cuento Sai, uno divertido hay que decir.

Naruto se quedó en silencio mientras desayunaba, repasando sus recuerdos. Un espejo, estaba seguro que era eso lo que los niños llevaban. En su casa cuando intentó reflejar la luz de la linterna de su celular en uno de los niños, pudo ver como la luz diminuta le era devuelta, era el reflejo de un espejo, ¿son recolectores? ¿venían por su alma?, ahora si se sintió asustado.

 

Sasuke al final decidió esperar en el castillo, su hermano, Kabuto, quien le había dado toda la información tenía razón, no era un alma fácil de cazar, su fuerza espiritual era muy grande, casi aun en la distancia que los separaban podía sentirle, Lucifer necesitaría más que un par de recolectores para atraparla, sin embargo, se sentía con la confianza suficiente para poder hacerlo por sí solo.

Lo vio venir por el camino en un auto, no había deparado en la presencia de los demás hombres, a diferencia del alma de Naruto no podía ver la de ellos, su color resplandecía desde su interior, al contrario de los otros de los cuales no sabría nada hasta tenerlos dentro de su espejo, hasta ese momento tampoco había pensado en la posibilidad de tener más almas en el camino, serían un premio extra.

A medida que el auto se acercaba pudo sentir como su interior se calentaba, tal como lo había sentido el día anterior en el camino, un calor que venía desde el interior de su cuerpo, como si su alma recobrara su propia vitalidad, una sensación que no había sentido durante los últimos años, una que estaba seguro de no recordar, una sensación que lo inundo en una dicha. Sonrió para su interior, saboreaba su poder, podía sentir en si la sensación de poder recorriendo su cuerpo como si ya estuviera dentro de su espejo.

 

—¿Cómo puedes evitar que un recolector consiga tu alma? —Naruto seguía haciendo preguntas respecto al tema de los recolectores, Yamato estaba encantado respondiéndolas, pero los demás no se sentían muy a gusto.

—Es solo una historia Naruto no es verdad, no existen.

—¿Pero si así fuera, como puedo hacerlo?

—En verdad no lo sé, la teoría no dice mucho sobre eso.

—Bueno ¿y como la atrapan?

—Con el espejo ya se los he dicho, pero no es tan simple, tienen que debilitar el espíritu, para que el alma entre por si sola al espejo.

—¿Debilitarla?, ¿cómo?

—Naruto, estas asustado, no me digas que tienes miedo.

—Es mejor que no lo tengas, porque justo así es como se debilita el espíritu, a través del miedo.

Miedo, Naruto lo tenía, y mucho, llevaba dos noches sin dormir por culpa del miedo, y podría enfrentarlos en cualquier otro lugar, pero justo ahí, en un castillo abandonado, le parecía la peor de las ideas, sentía como si empezara a ser el protagonista de una película de terror. ¿Qué pasaba si no iban solo por él?

El auto se detuvo enfrente de las enormes puertas metálicas, se bajó del auto y caminó un poco hasta la puerta y levantó la vista. El maldito castillo era muy grande.

—¿Sabemos dónde está el espejo?

—Según el informe está en una bodega inferior.

—Vamos por él.

 

Una risa nerviosa salió de sus labios cuando lo vio atravesar las puertas del castillo, su luz se hizo mucho más brillante no más tocar el césped del interior, como si de un momento a otro se hubiese fortalecido, sintió su corazón inmóvil palpitar de la emoción, cada vez que estaba cerca se sentía más fuerte el mismo.

Bajo a la planta baja para verlo en cuanto entrara, lo espero en la base de la escalera, odiaba su cuerpo pequeño, en verdad no era así, pero era un castigo por sus pecados.

 

Naruto espero que Yamato abriera la puerta, no falto mucho, un par de golpes y las puertas de la entrada principal se abrieron. Una ráfaga de viento entro antes que ellos y el polvo recogido durante años se levantó creando una espesa niebla. El lugar estaba casi oscuro, diminutos rayos de luz atravesaban las empolvadas ventanas, antes de ingresar se colocaron el equipo, guantes, tapabocas, cascos con linterna, y demás, encendieron las luces y se dieron paso al interior.

Naruto no había sentido a los recolectores cerca en la mañana, de alguna forma su aparente ausencia le hizo sentirse tranquilo, supo que si las palabras de Yamato eran ciertas debía luchar, ser fuerte, vencer sus miedos, y así permanecer con vida. Ingresaron en pasos lentos y dudosos, más que por algún tipo de miedo porque no estaban seguros de la estabilidad del lugar, debían hacerlo con cuidado. A medida que fueron ingresando el polvo se fue asentando, las pequeñas partículas se veían flotando en el aire, la entrada estaba precedida por una gran sala de estar que daba directamente a las escaleras para la segunda planta. Naruto recorrió el lugar con su linterna, el lugar estaba lleno de importantes esculturas de gran tamaño, aunque se notaba que el castillo había sido saqueado un par de veces. Las manos le temblaron cuando sus miradas de nuevo se cruzaron, su sonrisa socarrona brilló con la luz de la linterna, estaba allí sentado en el primer escalón de la escalera, con ambos brazos sobre sus piernas sosteniendo su rostro sonriente, se veía precioso, meneo la cabeza por lo absurdo de su pensamiento. No supo cuánto tiempo estuvo viéndolo, pero supo que el suficiente para grabar su rostro en su memoria, la sonrisa, sus ojos rojos, los mechones negros cayendo rebeldes sobre su rostro mientras en la parte trasera se levantaban peligrosamente, su rostro tan pálido, tan frio, vio su espejo en su cinturón y respiró profundamente —Tienes que mantenerte tranquilo— se repitió a si mismo —no le dejes saber que tienes miedo—, pero antes de que pudiera moverse el chico frente a él se levantó de golpe, incluso su rostro cambio en un gesto brusco y asqueado, supo que estaba mirando tras él, se giró sobre su propio cuerpo dándole la espalda y lo que vio lo hizo caer en el suelo, los dos chicos que antes había visto estaban ahí también, pero no lo veían a él, su mirada amenazante estaba sobre el otro chico.

—Naruto, levántate no es hora de tomar un descanso.

—Pero… Kakashi… es que no los ven.

—¿Qué? ¿estás viendo fantasmas Naruto?

Las palabras de Sai no lograron hacerlo reaccionar, si tenía miedo, aquello estaba lejos de estar en su control.

—Vamos Naruto el camino es por allí, debemos seguir.

Los chicos empezaron a caminar hacia él, pero antes de que pudieran alcanzarlo se levantó de golpe y alcanzo a su grupo que estaba cerca de atravesar el pasillo y dejarlo solo, no supo que paso después, cuando se giró a ver a los tres niños ninguno de ellos estaba ahí. Estaba seguro de no haberlo imaginado.

Continuaron caminando por el pasillo que los llevaría a la bodega inferior, donde se supone encontrarían el espejo, pero el camino se hacía cada vez más largo, y Yamato parecía no entender muy bien el mapa que traía entre sus manos. De repente los susurros empezaron, pero esta vez no solo fue Naruto quien pudo escucharlos, y no fue solo su nombre lo que se escuchaba. El grupo se detuvo de golpe solo al escucharlos, Kakashi giro sobre sí mismo tratando de descubrir el origen de las voces, pero a su alrededor no había más que paredes en piedra mohosa y pasadizos que no sabía a donde lo llevarían.

—¿Esta vez si los oyen verdad?

—Como ¿Ya habías escuchado las voces?

—Si, son ellos los recolectores.

—Espera un momento ¿de que estas hablando?, ¿Cuáles recolectores?

—Los recolectores de almas de los que Yamato hablaba, Kakashi créeme son ellos.

—Naruto, eso es solo una leyenda.

—Exacto estamos en un castillo abandonado es normal que escuchemos algunos ruidos.

—No, Sai no es normal.

—No pretendas contagiarnos tu miedo, ven dame tu mano, te guiare.

—Cállate.

Ahora podían escuchar las voces, sin decidían no creer lo que sus oídos escuchaban, mejor así, si las palabras de Yamato eran ciertas, entre menos miedo sintieran menores eran las probabilidades de que sus almas fueran atrapadas. Sin embargo, todos continuaron en silencio, muy atentos a lo que los susurros decían, era simplemente imposible que un castillo de esa antigüedad supiera y sobre todo pudiera a través de sus ruidos pronunciar sus nombres con tanta claridad, en un orden especifico que helaba los huesos, —Sai, Yamato, Kakashi— y en mayor intensidad, como en una fría sentencia —Naruto—.

Kakashi miro la hora en su reloj de bolsillo pasado un tiempo, no solo los susurros se hacían cada vez más intensos, se sentían más cercanos, habían tropezado un par de veces, Sai había estado a punto de caer en un abismo que, como era de esperarse no aparecía en el mapa, el cual Yamato muy hábilmente había desechado al descubrir que no le servía para nada. Justo estaban ahí viendo el atardecer en el horizonte, Kakashi al comprobar la hora supo que ya llevaban más de seis horas caminando en un laberinto subterráneo que los había llevado a casi perder la vida de uno de ellos, respiro hondo, se hacía de noche, y estaban agotados, tenían que volver a la entrada principal y buscar la forma de volver antes de que anocheciera por completo, el problema sería como encontrar el camino de vuelta.

—Estamos metidos en un lio.

—¿Qué... de que hablas?

—Así es, si no logramos salir pronto tendremos que pasar la noche aquí —Yamato se mostró incluso más preocupado que Kakashi—, volvamos.

—No podemos pasar la noche aquí, no sobreviviremos.

—Yo estoy aquí para cuidarte, no te preocupes.

Naruto deseo en lo más hondo de su corazón que fuera así, deseoso que en verdad su sola presencia fuera un seguro de que nada malo iba a pasar, pero no era así, las cosas malas apenas empezaban.

 

Sasuke enfrento a sus dos hermanos con furia, quería espantarlos, lograr que se fueran, pero como era de esperare ellos no lo hicieron, tenían un nivel más alto que el suyo, era entendible por que su padre los había enviado a ellos antes que a él, Deidara uno de sus hijos mayores, que trabajaba con el mayor de los gustos, y Tobi casi que su mano derecha, eran más pequeños que él en apariencia, según sabia con la obtención de almas ibas recuperando tu forma verdadera, pero ellos habían renunciado al beneficio, con tal de servir incondicionalmente a su padre.

—Esta no es un alma que puedas atrapar.

—Padre esta consiente de tus planes, y como puedes imaginar no está muy a gusto con ellos.

Al final lograron llegar a un consenso, no lo expulsarían, no lo obligarían a irse, pero ellos tampoco lo harían, todo estaba en la velocidad con la que pudieran hacer las cosas, si ellos llegaban primero a debilitar el alma de Naruto la tomarían, si al contrario lo hacia él, ellos no intervendrían, en cuanto a los otros tres, bueno, ellos solo eran un premio extra.

 

Descubrir el camino por el que tenían que regresar, no fue tan difícil como habían imaginado en un principio, ignoraron los pasadizos que estaban seguros no habían recorrido, para su buena suerte los tres a excepción de Naruto tenían buen sentido de orientación, dudaban mucho que Naruto hubiera logado salir solo de allí. Sin embargo, cuando llegaron a la puerta principal resulto obvio que no había forma de volver al hotel, no solo porque había oscurecido mucho, y el camino resultaba casi que intransitable a esas horas con la neblina, sino porque el auto no prendió, Yamato estuvo casi una hora intentando que el auto funcionara, pero a pesar de estar en perfectas condiciones no lo hizo.

—Tendremos que quedarnos aquí.

Kakashi tenía razón, no había otra forma, miro con desgano el interior de la propiedad, de seguro en el piso superior encontrarían un lugar agradable en el cual poder dormir, incluso tendrían tiempo suficiente para hacer una inspección exhaustiva de las plantas superiores en busca del espejo, antes de que el cansancio los venciera. Comieron en el auto parte de sus provisiones antes de iniciar el trabajo, por fortuna el auto reprodujo algo de música en el radio, y les permitió ahorrar baterías de sus linternas. Naruto recostó su cabeza contra el espaldar tratando de descansar un rato, mientras masticaba un trozo de cerdo en su boca y tarareaba la canción de turno, la señal no era muy buena, y por ratos no sonaba más que estática; miro a través de la ventana y en uno de los ventanales vio al chico de ojos rojos viéndolo directamente, no podría dormir esa noche, su mejor opción era no hacerlo; lo desconcertó un poco que su mirada fuera fría, no hizo ningún escándalo al verlo, al contrario se sentía como si hubiera estado esperando que se apareciera de nuevo, por eso se sorprendió al no verlo con la misma sonrisa con la que lo había visto en la mañana, por ahora no había rastro de los otro dos chicos.

—Oh maldición ¡¿qué es esto?!

Naruto se asomó a la parte delantera del auto, luego de que Yamato pegara un grito de muerte, vio con asombro y un poco de asco como de las rendijas del radio salía lo que parecía ser sangre, Yamato de inmediato abrió la puerta y salió a vomitar, pero el radio a pesar de parecer inservible continúo sonando en un ruido estridente, no solo estática —Vamos por ustedes— se escuchó en un tono lúgubre.

—¿Seguro que no tenemos otra opción?

Sai por primera vez se mostró asustado, para esto no había escusa, la sangre y la amenaza lo hacia un peligro real.

—No hay forma de volver, tenemos que quedarnos, no nos pasara nada si nos mantenemos juntos —Kakashi no fue capaz de dar una respuesta alentadora.

—Preferiría que hubiera terroristas adentro, así al menos tendríamos forma de defendernos.

Se bajaron del auto consternados, Naruto no podía ver a los otros dos, por alguna razón podía sentirlos cerca, pero no podía verlos, el chico de ojos rojos se alejó de la ventana cuando salieron del auto, Yamato logro tranquilizarse luego de vomitar todo lo que había comido, no era muy bueno con la sangre y empezaba a llover. El plan era estar juntos, mientras se mantuvieran así no tendrían por qué correr riesgos. Volvieron a ingresar en el castillo, dieron una vuelta por la planta baja sin encontrar nada útil, luego subieron al segundo piso, era un pasillo largo de lado a lado con un número incontable de puertas, se dividieron en dos para ahorrar trabajo, Sai a petición de Naruto se fue con Yamato, y él se quedó con Kakashi, luego de ver vomitar a Yamato y a sabiendas de que Sai lo molestaría, Kakashi era su mejor opción. Sai y Yamato se fueron hacia el lado izquierdo de la escalera, Kakashi y Naruto lo hicieron del otro lado. Una tras otras las habitaciones parecían más lúgubres y espantosas, no solo por el aspecto, por las telarañas, el polvo, el olor, y el saqueo, era su propia sugestión los que los hacía sentirse así. Kakashi se mostró calmado, incluso cuando se escuchó a Yamato gritar un par de veces del otro lado.

—¿El plan no era mantenernos juntos? No creo que estén bien.

 —No es posible, es demasiado terreno, seguramente estén bien, son dos agentes bien entrenados.

Kakashi abrió una de las puertas al final del pasillo, pero cuando Naruto intento entrar no pudo hacerlo, fue como si una fuerza invisible lo evitara. Su corazón se aceleró al instante, le llamo por su nombre, pero Kakashi no se giró a verlo, parecía incapaz de darse cuenta de su ausencia. Uno de los niños estaba en la habitación con él, le sonrió al verlo y el lugar se hizo más oscuro, lo vio todo como si de una película se tratase, una persona igual a él se ubicó detrás de Kakashi, imito su voz a la perfección y Kakashi pareció no dudar, él desde la puerta siguió gritando tratando de llamar su atención y lo hizo mucho más fuerte cuando desde la escalera vio como el chico de ojos rojos se acercaba a él. Su copia tomo uno de los trozos de vidrio votados en el suelo, se paró frente a Kakashi y corto su cuello. Kakashi cayó al suelo incrédulo de lo que había visto, luego mientras reaccionaba intento ayudarlo, pero le era imposible detener la sangre, su copia seguía sangrando, su boca se abrió tan grande que literal metió la cabeza de Kakashi en ella. El cuerpo de Kakashi cayo pesado sobre el suelo, inerte, su copia volvió a tomar la forma del niño de cabeza rubia, sonriendo se posó sobre él y luego desapareció.

—Su alma ya es suya, vendrán por ti pronto.

—¿Esta muerto? Kakashi…

—Si, lo está.

—¿Tu buscas mi alma?

—Si.

—Pero no dejaras que ellos la tengan —se deslizo por la pared hasta estar sentado en el suelo— ¿Qué hay con Yamato y Sai?

—Ya deben estar terminando con ellos.

Levanto la mirada para verlo fijamente, el chico de nuevo se mostraba inexpresivo, no había nada de esa tétrica sonrisa con la que lo había recibido en la mañana.

 

A pesar de todo lo que había visto el color rojo de su aura no disminuía, intensifico el nivel de los gritos de sus amigos para que los escuchara con mayor claridad, pero no pasó nada, ni dejo de mirarlo, era un digno oponente.

—Mi nombre es Sasuke.

—¿Qué?

—Mi nombre, es Sasuke, quiero ayudarte, ven conmigo.

—¿Ayudarme a qué? Quieres mi alma, no hay forma en que pueda confiar en ti.

—Aun no entiendo que es lo que hacen acá, llevan todo el día merodeando el lugar, ¿qué buscas?

Sus ojos se iluminaron no más recordarle su misión.

—Eso es, ayúdame a buscarlo, es un espejo, es parecido al que traes contigo, si lo encontramos puedo salvarlos y salvarte a ti.

—¿A mí? ¿de qué tengo que ser salvado?

—La leyenda dice que ese espejo sirve para liberar a los recolectores, eres un recolector, eres un niño, si vuelves a ser normal tendrás toda una vida por vivir.

—No soy un niño —Sasuke se mostró desconcertado por sus palabras, no solo porque le hubiera llamado un niño, sino porque hasta ahora no había escuchado de la existencia de un objeto así—. Es imposible, tal cosa no existe.

—Si existe, el vaticano mando por eso, por eso estamos acá, lo que quieres es mi alma, no entiendo porque, pero si en verdad quieres evitar que sean ellos quienes me atrapen te pido, me des la oportunidad de buscar el espejo, si no funciona dejaré que te lleves mi alma.

—Pero no lo han encontrado.

—No, se supone que estaba abajo, en un pasadizo, algo como una bodega o algo así, pero el mapa que nos dieron estaba mal, no encontramos nada.

—Estas a salvo conmigo, vamos lo encontraremos.

Naruto lo miro sorprendido, a pesar de su tragedia se mostró entusiasmado, era un rayo de esperanza que alumbraba su horripilante camino, dio media vuelta y vio con tristeza el cuerpo inerte de Kakashi, tenía una oportunidad, una sola para salvarlos.

Empezaron a andar, al llegar a la escalera dio un vistazo hacia el lado izquierdo del pasillo, en algún punto ni siquiera la luz de su linterna era capaz de alumbrar un camino, todo no era más que oscuridad. Los gritos de sus amigos se detuvieron, los imaginó al igual que Kakashi muertos en alguna habitación, inertes, inamovibles, ¿acaso en realidad tenía tiempo de salvarlos?

—Oye, si ellos ya tienen las almas de mis amigos, vendrán por mi antes de irse, ¿en verdad hay una posibilidad de salvarlos?

—No se irán sin ti, y sin sus espejos cerca no pueden atrapar tu alma, pero no tenemos más que esta noche para hacerlo, si el amanecer llega y todo lo que dices es mentira, seré yo quien te lleve conmigo.

Las alucinaciones no estaban funcionando, su aura no disminuía su poder, al contrario, con la mención del famoso espejo se había fortalecido, pero había logrado hacerse con su presencia lo que le daría más tiempo, en todo caso, solo era cuestión de tiempo para que en realidad Deidara y Tobi consiguieran las almas de los otros tres. 

A cada paso que daban juntos se sentía más y más confundido, él no dejaba de sentir miedo, se asustaba con las telarañas, con los ratones, creía disimularlo, pero era muy obvio que tenía miedo, no entendía cómo, si eso era así, el poder de su aura no disminuía, ¿se estaba equivocando la teoría? Además de eso estaba el hecho de que su cuerpo no dejaba de sentirse así, ese calor, esa sensación de vida, su corazón muerto palpitando, todo eso lo tenía confundido, se giró a mirarlo, para verlo caminar tranquilo detrás de él, con ese aire de confianza y suficiencia, era detestable.

—¿Cómo te haces recolector? —Naruto llamo su atención, luego de haber guardado silencio por un rato— además dijiste que no eras un niño, a que te refieres con eso.

—No puedo decirte como nace un recolector, no es más que una maldición —se detuvo y esperó a que Naruto avanzara un poco bajando las escaleras hasta estar a su nivel— tengo veintitrés años —y siguió caminando— o por lo menos los tenía antes de empezar a hacer esto, si sumara todos estos años, diría que soy mucho más viejo que tú, mi apariencia no hace más que parte de esta maldición.

—Veintitrés, vaya casi tenemos la misma edad. 

—Las almas empiezan a madurar después de los veinte años, por eso no habían venido por ti antes, atrapar el alma de un niño es muy problemático, no te voy a negar que a padre le gustan más, pero son almas con protección celestial, es un tipo de batalla distinta. Dijiste que el vaticano pidió que buscaran el espejo, como es que hasta ahora lo buscan.

—Llevan buscándolo hace muchos años, pero hasta ahora no habían tenido una pista real, se dice que este castillo perteneció a un antiguo duque, parte del clérigo sacerdotal, Orochimaru era su nombre.

Sasuke se frenó en seco, Orochimaru, que acaso él no era un demonio desterrado del mismo cielo, ese que se había autodenominado su padre, en realidad era un impostor, ¿cómo era que había ganado tanto poder en el infierno?

—Sabes mucho de historia.

—No, en realidad solo repito lo que Yamato nos contó en la mañana.

 Deidara y Tobi no estaban ahí por Naruto, ni por el alma roja, ni por detenerlo a él, estaban ahí por el espejo, lo único que podría salvarlo, eso si las palabras de Naruto eran ciertas. «Maldición» estaba perdiendo el tiempo desde el principio, había sido un idiota, no tenía que conseguir el alma de Naruto, necesitaba ayudarlo a encontrar el espejo.

Acelero el paso, debía encontrar el espejo pronto, con razón no le habían hecho daño cuando él había amenazado tan fervientemente por el alma de Naruto, lo hicieron creer que estaban interesados, seguramente habían torturado el alma de aquellos mortales para hacerse tiempo.

—Que sucede, te vez estresado.

—Tu deberías estarlo, tus amigos están en peligro, dime por donde fueron, no emos encontrado más que pasadizos sin salida, y el amanecer esta pronto a llegar.

—¿No hay forma de que tu espejo se conecte con él? o algo así, digo ambos son espejos de la misma clase.

El rostro de Sasuke se ilumino, si Orochimaru era el dueño de ese espejo y él había creado los espejos para mantenerse con vida en el inframundo, nada más que un espejo mostraría su ubicación.

—Volvamos, ya hemos recorrido toco el camino.

—¿Qué haremos?

—Dejaremos que el espejo nos guie.

Tal como había dicho, Sasuke avanzo a paso seguro recorriendo de nuevo cada uno de los pasillos que antes habían caminado, con su espejo al frente reflejando el camino. Al frente al final de uno de ellos, una luz se reflejó en el espejo, y luego el muro de piedra se abrió.

—Es una puerta secreta.

Ellos ingresaron luego de que los muros terminaran de moverse, Orochimaru era un hombre avaricioso, sediento de poder, por eso seguía consumiendo almas, para asegurar su estadía en el infierno, y si el vaticano estaba en busca del espejo era por que buscaban la forma de combatirlo, por mucho tiempo Sasuke los había creído indiferentes ante el robo desproporcionado de almas, pero ahora quedaba claro el porqué.

Ingresaron y encontraron todos los tesoros, monedas de oro, tan antiguas como el mismo castillo, piezas de joyería, rubís y diamantes.

—Es él.

—¿Qué?

—El esqueleto que esta allá, es suyo de Orochimaru.

—Murió con sus tesoros, que triste.

—No murió, es padre, es quien me maldijo.

 —Encontremos ese espejo.

 

Naruto prendió las antorchas en las paredes luego de mojarlas con algo de alcohol que llevaba en sus provisiones. La habitación se iluminó por completo, todo el oro brilló con más fuerza, pero entonces encontró a Sasuke, delante de él, igual a él.

—Sasuke.

Lo llamo por su nombre para llamar su atención. Sasuke se vio en el reflejo de una copa sorprendido, no recordaba la última vez que había visto su propia imagen así. Era un hombre adulto, con la misma apariencia con la que había sido maldecido.

—Es la carga espiritual.

Deidara y Tobi se mostraron detrás de ellos. Al cruzar el umbral de la entrada ellos también mostraron su forma adulta.

—Mis amigos, que hicieron con ellos.

Deidara sonrió a carcajadas y orgulloso mostró su espejo, en él estaba Kakashi, y Sai, Tobi por su lado mostró en el suyo a Yamato.

—Esto es un premio extra, el premio mayor eres tú, y una vez que tengamos el espejo, su alma —señalo a Sasuke— se quemara en el infierno.

—No podrán hacer eso.

—Por cierto, olvidaba decirte Naruto, poseedor del alma roja, tu amigo aún estaba vivo cuando lo dejaste, él te mostró una ilusión para que fueras con él, pero no te preocupes me encargue de hacerla realidad.

Sasuke lo había engañado, pero que esperaba, era un recolector de todas formas buscaría la manera de conseguir su alma, pero le molestaba haber sido tan ingenuo, como le había hecho para engañarlo, porque no había podido defenderse.

—Naruto, lo siento, pero no es hora de que te distraigas, busca el espejo.

 El espejo, si esa era la razón por la que estaba ahí, necesitaba encontrarlo, liberar a sus amigos, pensarse si era necesario liberar a Sasuke y llevarlo con el vaticano. Revolcó por todo el lugar en busca del espejo, si se guiaba por el aspecto del de la foto no se parecía en mucho al que ellos llevaban, pero no lograba encontrar ni uno igual, ni siquiera similar.

—Préstame el tuyo, de pronto sea igual que con la pared.

Sasuke no estaba seguro de que funcionara así, no podía deshacerse de su espejo, ni siquiera por un periodo corto de tiempo, por lo que Naruto tendría que buscar la forma de encontrarlo por sí mismo. Deidara y Tobi no iban a estar tranquilos por mucho tiempo, por ahora guardaban su distancia esperando que Naruto lograra encontrar el objeto. En el reflejo de sus espejos se podían ver las almas de sus amigos intentando salir, era curioso como las almas no perdían su conciencia si no hasta estar en poder de Orochimaru, por eso guardaba aun la esperanza de poderlas rescatar, solo por Naruto, de otra forma no se preocuparía por hacerlo. Pero un sentimiento extraño estaba naciendo dentro de él, quería seguir sintiendo ese calor, quería seguir sintiéndose vivo, ya no pasaba por su mente la idea de quedarse con su alma, hacer que dejara de existir sería muy doloroso, como si de nuevo pudiera morir, necesitaba conservarlo cerca, necesitaba volver a estar vivo para estar con él.

Naruto escarbo un poco más hasta encontrar una especie de caja fuerte, su intuición le dijo que hay estaba, Sasuke se puso en posición defensiva luego de que Deidara y Tobi hicieran lo mismo, Naruto lo había encontrado.

Fue una batalla espiritual en la que Naruto no pudo intervenir, luego de conseguir sacar el espejo de la caja incrustada en la pared se abrazó a el y espero, vio con sorpresa como los golpes iban y venían de un lado a otro, intento hacer algo, pero era como si no pudiera tocarlos, hasta ese momento no había intentado tocar a Sasuke, y ahora veía con asombro que le era imposible hacerlo, como si fueran espíritus intangibles que solo él podía ver, no pudo hacer nada más que esperar.

Sasuke no lo estaba pasando bien, ellos al ser protegidos de Orochimaru tenían mucha más habilidad espiritual que él, sus restricciones eran mínimas, a diferencia de él que apenas podía hacer uso de ellas, pero se defendió, lucho con todo lo que tenía, no había esperado tanto tiempo para darse por vencido ahora por un par de mequetrefes. Pero Naruto tenía el espejo, cuando cayó en cuenta que podía hacer algo con él, se levantó y lo apuntó hacia ellos, poco a poco se fueron debilitando, el espejo absorbía su fuerza espiritual, de esa forma Sasuke pudo atacar con mayor eficacia y vencerlos finalmente.

Sasuke tomo los espejos y los puso frente a Naruto, quien usando el que había encontrado lo reflejó sobre ellos, pero nada paso.

—¿Qué sucede, porque no vuelven?

—No lo sé, fuiste tú el que dijo que esto funcionaría.

Naruto se estaba desesperando un poco.

—¿Qué hora es?

—Oh, no puede ser —esculco en sus bolsillos hasta que encontró su celular— son las tres, todavía no amanece, ¿Qué pasa que debo hacer?

—Libérame, buscaremos los cuerpos y seguro así funcionara.

—No, no lo haré hasta que ellos no estén conmigo.

—Naruto, escúchame, tienes que liberarme, aquí en esta habitación esta la fuerza espiritual necesaria para eso, hazlo y te ayudare.

—No sé cómo hacerlo, mira lo que paso con ellos —se quedó en silencio un momento, pensando en que otra opción tenía— Yamato sabrá cómo hacerlo, él es el experto, vamos por él.

Sasuke al fin no tuvo otra opción que seguirlo, al salir de la habitación volvió a su apariencia anterior, como de un niño de trece años, llevo consigo los espejos y corrió detrás de Naruto quien por más que quiso tomarlos el mismo no pudo hacerlo.

Primero fueron hasta el cuerpo de Kakashi. Toda la sangre que había visto no estaba, como ya sabía, había sido toda una ilusión. Las voces y los susurros se habían detenido. Sasuke puso el espejo de Deidara sobre el cuerpo inerte de Kakashi, su alma se dejó ver de nuevo, Naruto coloco el otro espejo sobre él reflejándolos, el alma de Kakashi volvió, los ojos de Naruto se llenaron de lágrimas en cuanto Kakashi se despertó, lo abrazo, sintiéndose completamente feliz.

—Vamos, levántate, tenemos que ir por Yamato y Sai

—Espera, Naruto, explícame que esta pasando, de un momento a otro te quédate sin habla y volviste sin mí, luego apareciste de nuevo frente a mí y te cortaste el cuello, ¿Qué está pasando?

—Son los recolectores, tomaron tu alma, pero encontré el espejo y pude liberarte, ahora necesitamos ir por Yamato y Sai, de lo contrario morirán

Se levanto del suelo luego de que Sasuke volviera a tomar el espejo con el alma de Sai adentro, fueron corriendo a través del pasillo mientras Naruto respondía las preguntas de Kakashi, él seguía sin poder ver a Sasuke, pero ahora creyendo en las palabras de Naruto sabía que él estaba justo detrás suyo. El primer cuerpo que encontraron fue el de Yamato, estaba en una de las habitaciones, sentado sobre una mecedora con los ojos abiertos hacia la ventana, realmente parecía haber visto algo que lo había aterrado. Una vez hicieron el mismo procedimiento su alma regreso a su cuerpo. Había pasado una hora desde entonces, ya eran las cuatro y el tiempo estaba pronto a terminarse. Naruto de nuevo volvió a explicar toda la situación, Yamato a diferencia de Kakashi no dudo de sus palabras, sin embargo, se mostró preocupado.

Encontraron el cuerpo de Sai debajo de la escalera en el primer piso, al subir Naruto no lo había visto, al parecer había sido más fuerte al intentar escapar, sin lograrlo de todos modos.

Sasuke puso el espejo de Deidara sobre Sai, y Naruto hizo el mismo procedimiento que con Kakashi y Yamato, pero esta vez nada paso, a pesar de ser visible el alma de Sai en el espejo esta no se liberó.

—¿Qué sucede, no entiendo?

—Es justo lo que temía.

—Yamato, ¿de qué hablas? Naruto esta haciendo lo mismo que hizo contigo.

—Si, pero de ese espejo ya libero tu alma —se quedo en silencio respirando torpemente— no hay nada que podamos hacer, solo se recupera un alma.

—Eso es lo que dicen tus libros, debe haber algo que podamos hacer…

—No, no lo hay, si el recolector atrapo dos almas en un mismo espejo solo una puede ser liberada, son las reglas del más allá, no hay modo de romperlas.

Naruto cayó al suelo de forma pesada, se agarro los cabellos y los jalo con fuerza, llorando sin consuelo, Sai era su amigo, se divertía con él, nadie debería terminar de esa forma, no había pasado esa noche infernal para no lograrlo.

Sasuke guardo silencio por un tiempo prudente, pero el amanecer se acercaba con mas fuerza y una vez diera la hora el infierno se abriría debajo de sus pies y habría perdido su última oportunidad.

Se acerco a Naruto con sigilo sin saber como empezar, era un desconocido para él, ni siquiera estaba en la obligación de ayudarlo, pero no tenía más opción que pedir su ayuda

—Naruto, siento lo que estas pasando, pero… teníamos un trato.

—Yamato, ¿Cómo libero el alma del recolector? Sasuke cumplió su parte del trato, necesito cumplir la mía.

—¿Realmente piensas salvarlo?

—Si, soy un hombre de palabra.

—Es necesario que el coloque su espejo en su pecho, tu colocaras el tuyo enfrene de él, de esa forma su alma quedara atrapada en el espejo, luego… —guardo silencio de nuevo, de ninguna forma estaba acuerdo con eso— luego el espejo del recolector, que se supone se volverá físico se pondrá sobre un sacrificio, un cuerpo vació, y su alma lo ocupara.

Naruto miro a Sasuke fijamente, ninguno de los dos tenía idea de que esos eran los requisitos. Pero Sasuke quería vivir y estar con él, y Naruto de alguna forma no quería dejarlo ir.

—¿No hay otra forma?

—El alma necesita un lugar al que volver… si me preguntas a mí, no estoy de acuerdo con esto.

—Yo tampoco, pero es tu decisión —Kakashi le dejaba la decisión total a él

—Él me ayudo, y quiero ayudarlo también, Sai… espero lo entiendas —Naruto se quedo en silencio pensativo— su alma, ¿Qué pasara una vez que amanezca?

—Esta en el espejo, de cualquier forma, llegara con el rey del inframundo.

—Sasuke, si él se llega a convertir en un recolector vendrá a recuperar su cuerpo, lo entiendes.

—Estaré esperándolo.

Finalmente, Naruto decidido hacerlo, hicieron todo tal cual Yamato lo había dicho, efectivamente el alma de Sasuke se quedo en el espejo que al quedarse sin propietario se dejó ver por fin delante de los otros, que no habían podido ver si quiera donde ellos habían estado apresados. Luego Naruto lo dejo sobre el cuerpo de Sai y reflejando el suyo el alma de Sasuke se apodero de su cuerpo.

El espejo fue entregado al vaticano tiempo después. Aun cuando en apariencia Sasuke se veía como Sai, y pretendía serlo, solo Naruto, Kakashi y Yamato, sabían la verdad acerca de él. Para fortuna de todos nadie sospecho nada cuando Sasuke renuncio a su cargo en la fuerza especial para unirse al vaticano para hacerse eliminador de los recolectores, aun a pesar de su falta de fe, y de creencia en la iglesia, el vaticano no dudo en hacer uso de sus habilidades en la lucha de tan terrible mal.

Naruto trato de alejarse de él, era un recuerdo doloroso el encontrarse con él en el cuerpo de su amigo, le dolía, no dejaba de sentirse culpable, avergonzado por no haber sido lo suficientemente fuerte, sus ojos rojos eran de las cosas que en un inicio le recordaban que Sai no estaba más ahí que él, Sasuke, su nuevo acompañante. Pero a pesar de que en un inicio el objetivo real de los recolectores no era su alma, ellos no dejaron de buscarlo, no valió que intentara cambiar de apartamento, o que sus misiones ya no fueran en castillos abandonados, ellos seguían ahí, acechándolo, intentado asustarlo, cada vez les era más difícil hacerlo, se volvía mas fuerte con cada uno de ellos, pero no por eso dejaba de impresionarse cada que aprecian de la nada o cada que escuchaba su nombre en susurros o veía a sus amigos morir frente a él. A causa de eso continuo viendo a Sasuke, él se había autoimpuesto la idea de protegerlo, y aunque en un principio trato de evitarlo, pronto se acostumbro a su presencia, a su cercanía, a lo tosco y frio de su presencia, aun cuando en las noches se negaba a dormir en otra cama y se pegaba a él, se alejaban únicamente cuando sus propias responsabilidades se los exigía de lo contrario Sasuke siempre estaba ahí para él, pues Naruto era lo único que tenía.

 

Fin.


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