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KNB.OS- La camisa de la cesta por amourtenttia

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Notas del fanfic:

 

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Notas del capitulo:

Encontré esto entre mis documentos. Está escrito desde Diciembre de 2016~. Así de viejo es este. Espero lo disfruten tanto como yo~ 

 


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Kise le mira con intensidad en ese momento, el más pequeño se limita a devolverle la mirada con el ceño ligeramente fruncido.


—Kise-kun-menciona en un tono algo exasperado — ¿Es suficiente?


La pregunta ha salido de su garganta con tranquilidad fingida, no soporta un minuto más con aquellas prendas puestas.


Incluso aunque ha dejado Seirin desde hacía algún tiempo, seguía sintiéndose un poco... Traidor.


—No~~~—responde el rubio de inmediato, moviendo sus manos al mismo tiempo— Kurokocchi, verte con mi uniforme es una oportunidad única—dice, tomando con toda la discreción que posee un par de fotos más, Kuroko le mira mal.


—Ya te dije que fue un accidente, tú dejaste esto en mi cesto...


—Ya, ya~ Asumí que Kurokocchi lo notaría de inmediato...


El peliceleste rueda los ojos. Toma las orillas de la enorme camisa, deslizando con cierta lentitud sus manos por sus muslos, Kise traga grueso ante la visión que tiene de su novio haciendo esos pequeños gestos.


—Ten más cuidado la próxima vez—advierte Kuroko, con la camisa a medio pecho.


Sus slips negros han quedado a la vista, la mitad de la camisa cubre su rostro mientras el resto continúa sobre su pecho. Su vientre desnudo captura la atención del rubio, quien se relame los labios.


Kuroko lo siente aproximarse por lo que no le sorprende sentirle a un par de centímetros unos segundos después. Kise le ha tomado del brazo hasta acercarlo a la cama, el rubio sentado ya en la orilla le hace colocarse sobre sus piernas, de espalda a él. El rubio ha tomado la tela del uniforme de Kaijo y ha regresado está a su sitio, cubriendo perfectamente la esbelta figura del mayor.


—Kurokocchi—ronronea en su oído, Kuroko ha temblado tan imperceptiblemente que Kise no lo ha notado.


—Kise-kun...—responde en el mismo tono al sentir las manos del rubio acariciando sus piernas, recorriendo toda piel a su alcance...


Kise ha comenzado a comenzado a besar su cuello, alcanzando poco a poco los hombros, deslizando sus manos a través de la prenda que cubre el cuerpo del otro. Sus manos se pierden bajo su propia camisa, el azul del uniforme nunca le había resultado más atractivo. La piel lechosa de Kuroko parece darle un brillo único a su atuendo. Kuroko deja salir un suspiro ansioso cuando las manos del rubio llegan a su abdomen, mientras que siente los labios de éste, aun sobre su piel, curvándose hasta volverse una sonrisa.


—Luces tan hermoso... —escucha que murmura el otro, Kuroko espera que su rostro no muestre lo avergonzado que se encuentra.


Solo en esas ocasiones tan íntimas se permite bajar tanto la guardia. Ha aprendido, muchas veces, que estando en momentos así, con Kise, y solo con Kise, su muralla de frialdad se viene abajo. Sus gestos de escapan de su control y su rostro parece disfrutar traicionando su integridad mostrando facetas que él mismo desearía ocultar más que cualquier otra reacción en el mundo.


Kise disfruta, a su vez, más que nada en el mundo, poder leer el placer que le produce a su pareja en cada ocasión que están juntos. La forma en que frunce ligeramente el ceño, la manera en que sus labios forman una diminuta "o", los sonidos gloriosos que sueltan los mismos mientras acaricia sus zonas más erógenas. Todo en Kuroko le parece digno de apreciar, pero la reacción que logra derretir por completo al "Gato copión" es sin duda alguna la forma en los ojos del otro parecen brillar durante el orgasmo.


Kise ha logrado deslizar su mano bajo la ropa interior del peliceleste, ha comenzado a acariciarle con un ritmo lento pero delicioso, conoce tan bien el cuerpo de Kuroko que ha llegado a encontrar ese ritmo perfecto que al mayor vuelve loco.


Lo escucha comenzar a gemir muy bajo, primero tratando de ocultar los sonidos que escapan de sus labios, de ignorar el movimiento que sus caderas han comenzado a bailar al compás de la mano que atiende su sexo, tratando, por todos los medios, de que aquella reacción tan vergonzosa de su cuerpo no le cause más miradas poco disimuladas por parte del rubio, que sabe le observa con toda la atención. Poco a poco esos suspiros se vuelven gemidos más altos, algunos más graves, otros apenas agudos. Su voz tiembla cada vez que Kise le pone en una situación como aquella, como cada vez que su cuerpo cede ante los caprichos del rubio.


El más alto siente su propio miembro endurecerse mientras le oye gemir de ese modo, y Kuroko siente, a su vez, como un bulto se va formando tras su trasero, duro como una piedra, y tan grande que no puede evitar ponerse nervioso por un momento.


Comienza a mecer sus caderas de nuevo, las reacciones tan naturales de su cuerpo ante la excitación del otro nunca dejan de sorprenderle. Sus mejillas, apenas coloreadas por el calor del momento, se van volviendo cada vez más rojas. Está jugando con la cordura del rubio al moverse de ese modo, pero no desea quedarse atrás.


La mano de Kise sigue ahí, jugando igualmente con su resistencia. Sube y baja, sube y baja, una, otra, demasiadas veces. Aprieta un poco, y afloja apenas. La sensación deliciosa que recorre su espina es enviada a cada rincón de su cuerpo.


—Kise-kun...—dice entre fuertes gemidos


—Di mi nombre...—le ordena entonces el rubio, igual de excitado.


Kuroko se muerde los labios al oír su voz tan cerca de su oído, y sentirlo restregarse con aun más saña contra su retaguardia. Suelta el aire que contiene cuando Kise aumenta el ritmo en su miembro, gime con más fuerza al sentir el apretón sobre éste.


—Di mi nombre—repite el rubio


El peliceleste, entre gemidos, intenta recuperar el aliento.


—Ryouta…—dice con voz ahogada de placer.


—Tetsuya~—musita Kise con voz cantarina


La voz del rubio ha enviado una señal de alivio en cada célula del más pequeño, quien tiembla visiblemente ante el íntimo llamado.


Kuroko se corre entonces aún en manos de Kise, quien le acaricia hasta que el menor cae exhausto sobre su pecho. Dirige su mano, aun con los restos del otro, a sus labios, probando la esencia del peliceleste.


Este esboza una sonrisa apenas, y se da media vuelta aun sobre el rubio hasta alcanzar sus labios. Le besa lentamente, degustando su propio sabor de los labios de su novio. Se aleja para mirarlo a los ojos, y Kise ve con orgullo aquel brillo que le quita el aliento.


—Eres un pervertido—acusa Kuroko sin poder ocultar el tono burlón.


La mano de Kise toma la del peliceleste y le dirige hasta su propia erección, Kuroko le mira sin decir nada, y Kise le sonríe de una manera pícara. La sonrisa que se ha pintado en los labios del ex jugador fantasma llena su pecho de felicidad.


El peliceleste se ha levantado solamente para acomodarse de rodillas entre las piernas del rubio, quien suspira complacido ante la visión. Kuroko viste aun esa camisa vieja del uniforme que con tanto orgullo portó; Kaijo 7.


Toma el mentón del peliceleste cuando está a centímetros de su sexo, el panorama pinta tan perfecto que está seguro de que no existe cámara alguna capaz de capturar la magia de ese instante, y mucho menos la belleza que Kurokocchi exhibe.


—Has sido un chico muy malo, Kise-kun… —murmura Kuroko, con la mano del rubio aun en su rostro, la toma con una de sus manos y entrelaza los dedos lentamente, en un gesto más bien involuntario—¿Cómo debería castigarte?


Kise sonríe nuevamente entonces, ansioso por lo que viene. Los ojos azules continúan mirándole, ahora con un deseo creciente.


No existe cámara alguna que pueda capturar ese momento, ni historia que logre describir lo que siguió después...


 


 


 


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