En la actualidad es un poco egoísta pensar que los seres humanos somos la única raza existente en el planeta, y más egoísta aun pensar que somos los superiores en la cadena alimentaria. No estamos solos. No somos los únicos… Cuanta la leyenda retrocediendo mil lunas atrás, que existían en el mundo diferentes razas, unas tan peculiares como otras, viviendo entre sí. Sin embargo en un pequeño pueblo alejado de la civilización no estaban tan acostumbrados a las cosas que para ellos consideraban anormales.
El clan Uzumaki empezaba a causar terror entre los pueblerinos. Su gran fuerza y rápida sanación dada por los grandes espíritus lobos los hacía ser un poco menos humanos. El gran líder, Minato, intento por todos sus medios de mantener una relación amigable, porque tenían muchas décadas viviendo en ese pueblo, pero fallo. Una noche mientras todo el clan dormía, los pueblerinos los tomaron por sorpresa y antes de poder hacer algo, los exterminaron.
Minato se enfrento y lucho con lágrimas de sangre con la única esperanza de que sus únicos familiares aun con vida, sobrevivieran. Su amada esposa corría profundizándose en el bosque con un cachorro de aproximadamente 5 años. Este dormía entre sus brazos. Con el cuerpo agotado y casi al borde de la inconsciencia decidió tomar un descanso, su error, no tardaron en encontrar su rastro.
Se puede considerar una escena repetitiva, pero el sentimiento que representa el sacrificio de una madre por un hijo, no se puede explicar con palabras.
El cachorro despertó por la luz cegando sus ojos; su madre, su padre, su abuelo, su mejor amigo, su familia…Ya nadie estaba. No entendía nada, sentía hambre y frio. ¿Dónde estaba?
-Mami…papi…- su voz sonaba temblorosa caminando entre esos árboles sin fin, solo podía mirar un pequeño agujero de luz que a duras penas las copas más altas compartían. Sentía miedo. No quería caer porque su padre siempre le decía que algún día cuando fuera tan alto como él, tomaría la responsabilidad del clan.
Era fuerte, era un lobo, pero seguía siendo un niño, no tardo en sentarse derramando sus lágrimas.
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Los vampiros era una de las razas vanidosas, arrogantes, celosas y creyente a sus reglas para mantener el orden; preferían vivir alejados de la envidia de los humanos. Los Uchiha no eran la excepción.
Tal vez era el destino, pero Sasuke Uchiha se encontraba de regreso luego de darse un festín. Escucho aquel llanto desconsolado y no pudo evitar acercarse. Esos ojos azules fueron su perdición. El cachorro se asusto y rápidamente se puso en 4 patas gruñéndole con una mirada feroz. Para el vampiro le resulto muy graciosa la escena sin percatarse que estaba delante de una raza enemiga. Volvió a dar unos pasos y gracias a sus reflejos pudo esquivar un manotazo directo a su cara.
-¡Aléjate!- gruño el lobo sin abandonar su posición. Por un momento, solo por un momento surgió una tensión pesada que pudo acabar en una pelea, sino fuera por un gruñido más grande. Ambos se miraron y el cachorro se sonrojo.
-Ya no eres tan feroz…- Sasuke curvo sus labios.
El lobo abandono su actitud para sobarse su pancita haciendo un puchero.
-Tengo hambre- Lo miro con ojitos suplicantes.
Sasuke nunca había sentido ternura por alguien. Ese niño se veía inofensivo y lindo, y aunque rompiera todas las reglas, no le importo llevárselo a casa como una mascota. Y mucho menos le importo el grito en el cielo de su hermano mayor cuando le vio llegar con “eso” en brazos.
-¡Estás loco! ¡Cuando se enteren, van a querer matarlo!-
Su expresión no dudo al enterarse de que aquel niño era un lobo. ¿Y qué? Pensó.
-Solo no digas nada y no se enteraran- fueron sus palabras antes de encerrarse. Itachi suspiro por la ingenuidad de su hermano menor, pero debía admitir que su curiosidad ganaba.
Una semana exactamente lo escondio, sin tener la menor idea de cómo lo logro. Ese cachorro era un dolor en la espalda; hiperactivo, enojón, escandaloso y muy terco; y aun así, se dio cuenta de su error al traerlo, ese cachorro lo tenía maravillado.
-Hermano necesitas deshacerte de eso- Itachi miraba como el cachorro dormía entre la sabanas -Tan tu, como él, están en peligro-
-No permitiré que nadie le haga daño-
-¿Y qué harás? Te enfrentaras a la familia por un cachorro de lobo- acentuó su mirada- ¡Por dios Sasuke! somos vampiros, su mayor enemigo ¡Entiéndelo!-
El vampiro menor bajo su mirada.
-Los lobos son una raza libre y que vive en manada, no puedes dejarlo encerrado para siempre-
Esas palabras marcaron al joven, quería ser egoísta y mantener ese rayo de luz a su lado, pero sabía que tarde o temprano terminarían por descubrirlo y seria tarde. Lo tomo entre sus brazos y camino hacia el bosque con una pesadez en su pecho.
-¡Oye! ¿a dónde vamos?- hubo un silencio y el cachorro inflo sus mejillas con molestia -Estas sordo... te pregunte a donde...-
-Naruto debes ir con tu manada- el cachorro quedo observándolo con sus ojitos azules.
-Disculpa por dañar tu alfombra pero...-
-Hablo en serio- lo bajo dejándolo en el suelo y para que no se le hiciera mas doloroso le dio la espalda empezando a alejarse. Naruto corrió atrapando una de sus piernas.
-¡No! me portare bien, lo juro, pero no me dejes- El mayor se mordió el labio y se voltio con rapidez para tomarlo del cuello y mostrarle sus colmillos.
Naruto abrió sus ojos sorprendido.
-No dudaría en matarte así que... aléjate-
Fue así como el pequeño lobo se alejo corriendo a 4 patas con algunas lágrimas cayendo. Sasuke quiso ir tras de él, pero se contuvo; era lo mejor.
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Ninguno de los dos volvió a verse, y de vez en cuando tenían problemas con los humanos que querían cazarlos, sobre todo para el día de brujas donde sus "leyendas" causaban mas terror.
Sasuke sonreía al escuchar en cada luna llena un aullido alejado.
Y Naruto recordaba aquel hombre pálido con cada cuerpo sin vida que se encontraba entre lo profundo del bosque.
Cuentan las leyendas humanas que para finales del siglo XIX ya todas las razas habían sido exterminadas.
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