Como un grito en el último aliento que se dibuja.
—Hubiera sido mejor que- que no me conocieras… —murmura Sangwoo a través de la sangre que inunda su boca. A través del dolor causado por el disparo que destrozó uno de sus pulmones y ahora le impide respirar.
—Shhh… shhh… no- no- no hables —suplica Bum, que sostiene la cabeza del otro en su regazo y tiembla de miedo con cada átomo de su cuerpo, porque no importa dónde hagan presión sus manos, la sangre no deja de escapar del cuerpo de Sangwoo.
Bum no quiere que hable. No quiere que malgaste sus únicas energías y se provoque más dolor por algo que no vale la pena.
Las sirenas de los carros de la policía están sonando tan fuerte que Bum no podría escucharlo bien de todas formas y no lo va a obligar que malgaste sus últimos minutos de conciencia tratando de consolarlo. No cuando Sangwoo –su ridículo, herido y malvado Sangwoo– parece que está haciendo un esfuerzo sobrehumano por mantenerse con vida, segundo a segundo.
Porque son sus últimos minutos con la persona que más odia y más adora en todo el mundo. Lo sabe. Lo supo desde el instante en que el policía idiota levantó el arma hacia ellos. Lo sabe porque nadie se ha tomado la molestia de llamar una ambulancia. Lo sabe porque nadie ha osado interrumpirlos, como si entendieran que ese final es lo menos que pueden darles, aunque no lo merezcan.
Todo sucedió tan rápido.
Tan malditamente rápido.
Yoon Bum comprende muy poco de lo que sucede a su alrededor. Las últimas dos neuronas funcionales que le quedan están enfocadas en Oh Sangwoo, que parece que todavía tiene algo que decirle.
—Tengo tanto sueño…
—No, Sangwoo, no, no puedes hacer esto…
—Sabías… tú sabías…
—Sangwoo, por favor, no hables, descansa, estarásbien-
—No. Esta es la últ- la última vez que me mientes —y aún en su lecho de muerte, cubierto de sangre, con el tórax perforado y tendido sobre la calle vulgarmente, como si de basura se tratara, Sangwoo habla con tanta autoridad que Bum solo puede callarse y escucharlo—. Tú sabías… que no íbamos a tener un final feliz.
El sonido estrangulado que se arranca de las cuerdas vocales de Bum es algo tan descompuesto, tan pequeño y quebrantado, que le saca una sonrisa a Sangwoo.
—Eres tan… ¿alguna vez te dije… lo patético que eres? —una punzada de dolor lo domina por un instante pero no le borra la mueca socarrona del rostro—. Es increíble como- como bajé mis estándares por ti.
—Sangwoo, por favor, no digas-
—La cosa es- es que… me hubiera gustado conocerte mejor. De otro modo…
Bum se da cuenta de que está llorando con desesperación hasta que las lágrimas están cayendo en la cara de Sangwoo y le están humedeciendo el cabello, que Bum acaricia y coloca detrás de sus orejas con ademán frenético.
Le sonríe, aunque le duele hasta el alma.
—¿No puedes dejar de ser cruel? Aunque sea una vez.
—Oh, me conoces… Tu- tu cara me provoca ser cruel, ya ves… aunque últimamente, me daba ganas de vivir.
—Ya basta, porfavor, no-
—Eso se sentía tan… extraño…
—Shhh… shhh…
—No. Vas a quedarte solo y necesito… necesito que recuerdes que tienes que aprender a defenderte. Ya no voy a estar- a estar aquí para arreglar tus… ugh… tus desastres.
—Calla, Sangwoo, calla, por favor-
—¿O vas a cumplir la promesa?
—No quiero vivir sin… ohDios, no quiero… sin ti no puedo-
—No pretendas que no… que no imaginaste cómo sería una vida sin mí —y si Bum no responde a eso, es porque no encuentra la manera de confesar que, para él, no valía ni el esfuerzo el imaginar una vida sin Sangwoo—. Así es… como tenía que ser.
—Sangwoo…
—Me arrepentí de haberte conocido —dice Sangwoo, asfixiándose de tormento—. Me gustaría decir… que te odio, que te detesto… pero no puedo.
—Sangwoo…
—Adiós, Bumi.
Esas fueron las últimas palabras que Bum escuchó de Sangwoo, ya que justo en ese momento los policías decidieron dar por terminada la despedida del trágico par, para poder cerrar el espectáculo y que la mayoría pudiera regresar a su casa, con su familia.
Drenado de fuerzas, a Bum lo esposaron y encerraron en una celda con relativa facilidad, mientras terminaban de trasladar la evidencia de la casa de Oh Sangwoo a la comisaría y ataban los cabos sueltos acerca de la identidad de Yoon Bum y la culpa que le correspondía.
Le quitaron las esposas luego de encerrarlo. Después de todo, no representaba una amenaza en su estado; petrificado de emociones y con la mirada vacía. Pensando, aturdido y absorto en la simple verdad de que todo había pasado demasiado rápido. Que había pasado demasiado. Que todos darían por cerrado “el caso”, se felicitarían unos a otros y pasado el tiempo, nadie recordaría su nombre.
Muerto Oh Sangwoo y ajusticiada sus víctimas, todo lo que alguna vez él quiso o creyó, desaparecería sin dejar rastro.
Y Yoon Bum no tendría nada de él para recordarlo.
Ni siquiera una foto.
Existiría…
… solo
… en su memoria.