—¡Shin-chan! ¡Vámonos pronto que abuela me va a dar dulces, y a mi me encantan! —Decía Seitarou con una gran sonrisa. Al igual que su madre, se había acostumbrado a llamarle Shin-chan, aunque cuando cometía travesuras, le llamaba "Papá" para no recibir un llamado de atención.
—Tranquilo Seitarou. Aunque lleguemos tarde, ella aun asi te guardará dulces. —Comentaba Midorima, quien tenia entre su brazo derecho a su hijo, y entre su mano izquierda, entrelazaba la mano con su esposo.
—Shin-chan, deja que Sei-chan se sienta emocionado. A parte que así podremos pasar un delicioso tiempo a solas. —Carcajeaba Takao emocionado por lo que pasaría esa noche. Ya que habían pasado varios meses de la última vez que tuvieron un tiempo a solas con buenos resultados.
Midorima no respondió, ya que estaba demasiado avergonzado para ello. Aun asi, se mostraba con un semblante serio e indestructuble. Pero este tenia un par de debilidades, su hijo sonriéndole, y su marido besándole. Hace ya varios años estos dos individios habían contraido matrimonio. Y gracias a ello, ese pequeño fruto aparecio en el vientre de Takao, aunque tambien gracias a Midorima, el creador del antidoto.
Actualmente eran una familia de buenos registros, con buena situación económica. Aunque eso no era lo que realmente les importaba. Ellos, comparados con una gran cantidad de personas, gran parte de sus ganancias estaban intactas. Ya que lo usaban para lo que necesitaban, y quizas a veces algunas por ocio. Pero lo que les completaba la felicidad era la compañía del otro.
Eran tremendamente felices.
—Papa... Mamá... —De pronto Seitarou guardó silencio. El haber llamado papá a Midorima, les había precupado a ambos padres.
—¿Que pasa, Sei-chan? ¿Te duele algo? —Preguntó Takao, mirando fijamente a su hijo, perplejo.
—Quiero... preguntarles algo. Pero no se enojen conmigo, por favor. —Dijo apenado Seitarou.
—Pregunta, hijo. No podemos enojarnos por ello. —Respondió Midorima de la misma manera.
—Primero... lleguemos a casa. —La madurez del niño, en algunos casos era notable. Con una edad tan corta, era un niño completamente cuerdo, y con los pies en la tierra. Ambos padres asintintieron preocupados, dejando de lado su cita, y rápidamente caminaron a casa.
Al llegar, todos se sentaron en la gran alfombra que adornaba su hogar. Takao preparó un cafe, —Y un vaso de leche para Seitarou— para luego sentarse con ellos. Esperaron dispuestos a escuchar a su bebé.
—En la escuela... me molestan. —Soltó sin mas Seitarou. El no deseaba comentarles el que le molestaran. Pero tambien tenia dudas. —Me molestan porque mis dos padres son hombres... y mi mama no es mujer.-Eso hizo que Takao se derrumbara. Tenía pena de no haber podido ser mujer, y eso lo reconocia. Pero jamás pensó que su hijo fuera a decirle algo así. No estaba preparado. —Aunque... a mi no me molesta que mama sea hombre. Pero quería saber. ¿Como mamá me tuvo a mi? ¿Y como dos personas que son hombres pueden estar juntos? —Soltó inocente. De verdad Seitarou no planeaba provocar que sus padres sufrieran por ello. Si bien le molestaban, poca importancia le daba. Sin embargo, la curiosidad de un niño era demasiado grande.
Midorima y Takao estaban estupefactos. No creyeron nunca que su hijo, su bebe, preguntara eso aún. Takao sentía un dolor agudo en el pecho, y sentía que deseaba llorar. Midorima miró al suelo, y apretó sus dientes. Eso preocupo a Seitarou, y comenzó a llorar en silencio. —. Perdón papá... perdón mamá... yo no quería preguntarles algo así... perdón... —Se lamentaba. Tanto Midorima como Takao lo notaron y pronto le fueron a abrazar con fuerza. El no tenía la culpa. El era un niño bueno.
—Yo te contaré. Pero deberás escuchar nuestra historia por completo. ¿Estas de acuerdo con ello? —Preguntó Midorima intentando tranquilizar el llanto de Seitarou, quien asintió abrazándoles a ambos, y se escondió en el pecho de su madre, para después darse la vuelta, y enfrentar a su padre.
Takao calló. Creía que ahora era turno de su amado el comentar la historia que los conllevo a una vida tal como la tenian ahora.
—Nosotros éramos compañeros de secundaria. Cuando teníamos 16 años, nos conocimos. Yo no era un hombre bueno. —Dijo sin pelos en la lengua. —Yo era callado, y menospreciaba a todos. Entre ellos, tu madre no se habia salvado. Aunque Takao fue diferente, ya que aunque le tratara mal, le alejara de mí, el volvía con una sonrisa en su rostro al lado mio. Porque él entendía que esas palabras dolorosas que le daba eran en realidad todas mentira, y es que él escucha más que solo las palabras simples, entiende todo lo que tengo en mi corazón. Eso fue lo que me enamoró de el. ¿Sabes hijo? Antiguamente, muchos años atrás, las relaciones entre dos hombres era completamente normal. —Las palabras de Midorima sorprendieron a Seitarou. —Pues los hombres no se aman por su cuerpo. Ya que ellos tienen lo mismo. Ellos se enamoran del alma. Tal como yo me enamoré de Takao. Yo no me enamoré de el por su cuerpo, ni algo mas; Yo me enamoré de su alma, sus bellos ojos y su sonrisa. —Las mejillas de Takao pronto se tornaron rojas, las cuales adornaban una sonrisa de lado a lado mientras miraba a quien más quería. Se sentía amado, y sabía que lo era desde hace ya tiempo. —Pero... la felicidad y el amor es algo que se debe tener después de mucho esfuerzo. Cuando te enamores, entenderas todo. Pero no cambiemos nuestro tema de conversación. —Le sonrió a su hijo, y arregló sus lentes, ya que estaba con un ligero rubor al haber dicho todo eso. El no era alguien tan hablador. —Yo estoy tan enamorado de tu madre, tanto, tan enamorado, que es difícil de creer que a veces ni yo lo puedo soportar. No quiero tener nada si no es de él, o de él para mí. Por lo que hace bastantes años, justamente al terminar mis estudios en la escuela, mientras estudiaba en la universidad, busqué por todos los medios. casi de manera imposible, la manera de que el lograse tener un bebe, aunque su cuerpo masculino no lo permitiera. Y a pesar de las horas, días, semanas y meses sin dormir, las peleas constantes con Takao ya que no le prestaba suficiente atención, lo logré. Habia logrado crear el cuerpo. Si te soy sincero, hijo, eso momento me sentí tan feliz, que lloré. De ese fruto de trabajo, lograste nacer tú. Y de mi deseo egoísta, comencé a ser el doctor tan reconocido que soy ahora. Tus amigos, Kouta, Yoshiki, y todos, están aquí contigo gracias a eso. Porque sus padres se aman de tal manera que también son capaces de hacer cualquier cosa con tal de estar juntos.
Seitarou, se sintió tan feliz al oír eso, que no pudo evitar comenzar a llorar. Estaba feliz, no podía sentirse más amado de lo que se siente ya ahora. Sus padres sonrieron, y le acariciaron para abrazarse nuevamente los tres.
-Perdón papas... yo los quiero mucho a ambos... ¡Así de mucho! —Estiró sus cortos bracitos lo que más que pudo. —¡Así que no importa lo que el estúpido de Daichi me diga! ¡Yo los amo a ustedes! —Reía abrazándoles. —Y no importa que no tenga una mama mujer. Preferiria mil veces a mi mama Takao. Porque el es bueno. Porque él no me deja solo, como otras mamas que si lo hacen. Mamá es bueno. Muy bueno.-Takao comenzó a llorar de la alegría que le hizo sentir esas palabras. Su corazón se sentía cálido, y lleno de alegría.
—No importa hijito. —Susurró entre lágrimas Takao. —No importa... —Beso con dulzura su frente.
—También perdón por haber retrasado su cita....
—No importa, tendremos otro día para hacerlo. —Sonrió Midorima.— A parte que nos sirve para estar contigo. Ambos hemos estado ocupados con el trabajo, y no te hemos dado la atención que necesitas.
—Gracias... Shin-chan. —Dijo Seitarou, apenado, y feliz abrazando a su padre. —Muchas gracias mamá.
Los tres se quedaron un buen rato abrazados, y un rato despues cenaron. Por último, se fueron a dormir abrazados, con Seitarou al medio. Pateando a diestra y siniestra los estómagos de sus padres.