Prólogo
Scorpius Malfoy observó a su hermano mayor con la rabia escrita en sus facciones. El dolor se manifestaba en un joven rostro que, aunque idéntico al de su padre, expresaba tanto como madre alguna vez lo hiciere. Su malestar, inmenso como nunca antes, se aglomeraba a forma de lágrimas gruesas que se negaba a derramar. Entre sus brazos el pequeño cuerpo continuaba quieto, comenzando a perder el calor, y muerto... Su pequeño estaba muerto.
—No puedo aceptarlo... —comenta, y, frente a él, James Sirius le dedica una mirada que intenta calmarlo sin éxito.
No cuenta con ese tipo de poder sobre él. Nadie tiene ese poder sobre él. Nadie, salvo él.
En su pequeña familia, madre era quien tenía poder. Y tras su partida, siempre fue él.
—No podemos hacer nada, Scorp... —le recuerda, con voz calma
Impasible como él solo, el hijo mayor del matrimonio más inesperado del mundo mágico, se dedica a mantener una máscara de tranquilidad que oculta perfectamente la revolución de pensamientos y emociones que le recorren. Se obliga a permanecer así. Él es quien tiene que ser fuerte allí.
No importando si siente tanto o más deseos de venganza que el propio menor. O que su propio padre.
La sangre que nunca debió ser derramada.
Las verdades que nunca debieron ser dichas.
—Puedo intentarlo... Puedo volver atrás...
El mayor de los Malfoy-Potter cierra los ojos, negándose a tener fe.
—Scorpius... Él murió—dice, y su voz consigue evidenciar su tristeza por fin
—¡No! ¡No lo hizo!—es la dura respuesta del rubio, y el mayor abre los ojos solo para mirarlo con pena— ¡Ella lo asesinó! ¡Él no debía morir!
—Albus no querría esto....
Scorpius aparta la mirada, y se enfrasca de nuevo en el cuerpo entre sus brazos.
—No, James... Albus no quería morir—le contesta, frívolo— Él me lo dijo... Nuestro hermano no quería morir.
El mayor empezó a desesperarse. El descabellado plan tenía que ser un maldito chiste.
—Si regresas para evitarlo, eliminarás todo rastro de la vida que tenemos ahora. Todo cuanto existe en este mundo desaparecerá para siempre... ¿Estás dispuesto a asesinarnos a todos por una sola persona? ¡No puedes hablar en serio!
El rubio soltó una risa amarga.
—¿Asesinar? No bromees, hermano.... Sabes que no pertenecemos aquí, para empezar. ¿Por qué proteger a los que nos desprecian....? Especialmente ahora, que le lastimaron a él.
James guardó silencio.
—¿Crees que seremos felices algún día? Sin madre aquí... Sin Albus aquí... Padre terminará en Azkaban luego de ir a por ellos. Hemos perdido a los únicos que se interesaban por nosotros, ¿y me hablas de proteger al resto?
—Scorp...
—No me queda a quien proteger... No si no es él.
—Si algo sale mal, no volverás a verlo nunca... Ni siquiera será seguro que tu llegues a nacer. Yo mismo seré solo un hubiera... ¿Lo quieres tanto como para correr ese riesgo?
—Es mi hermano....
—También es el mío, pero yo puedo darme cuenta que estas no son maneras...
El menor no responde inmediatamente. Deposita el cuerpo en el suelo con cuidado. Acaricia una última vez el pacífico rostro de Albus Severus Malfoy Potter y se levanta con parsimonia.
—Rose te acusó antes... Y no hiciste nada por negarlo. Mucho menos él...—continuó el más alto.
Pese a que intentó sonar severo, parecía más bien incrédulo.
—¿Lo amas de ese modo? Scorpius... Eso...
—Sé que es incorrecto, y sé que nadie puede entenderlo... Ambos lo sabíamos.
—¿Ambos?
—Hemos estado juntos desde siempre, James... Es gracioso que no quisieras aceptarlo antes—dice, sin pizca de humor en su voz, se giró hasta encarar a su hermano y sacó la cadena de oro de debajo de su ropa, el mayor dio un paso atrás— Tía Herms nos envió antes... Y fuimos capaces de volver.
—No pudiste...
—Se suponía que salvaríamos a madre... Se suponía que todo sería mejor ahora...
El rubio miró una última vez a su pequeño amante, y caminó hasta apartarse de éste.
—¿Puedo confiar en que cuidarás de él ahora?—pregunta, estando a un lado de su único hermano.
El único que le queda ahora.
—Un solo gira-tiempo no pudo ser capaz de enviarte tan lejos...
—Ella creó el hechizo para hacerlo... Se dio cuenta de lo que pasó realmente. Esos Weasley se la jugaron a todos. Engañándola a ella, y a nuestros padres...
James miró a Albus, antes de dedicar una mirada más a su otro hermano.
—¿Podrás salvarlos, Scorpius? ¿A ambos?
—Lo haré...
El mayor ahoga un suspiro, toma su varita y hace aparecer una llave en frente al otro. Scorpius, sorprendido, toma ésta mientras el ahijado de Granger explica:
—En mi cámara de Gringotts está todo lo que pertenecía a él... Padre nunca se deshizo de nada. No quiso negarles la oportunidad de conocerlo...
Scorp le miró con asombro.
—Date prisa, y ve. O empezaré a arrepentirme... Darle a mi hermano menor semejante responsabilidad.
—Si vienes conmigo...
—Hay algo que tengo que hacer. Ve....
James casi saltó del susto cuando los brazos del más joven le rodearon de manera inesperada.
—Eres el mejor hermano que pudimos tener...
—Lárgate, Scorpius. Porque como sigas aquí, no te dejaré hacer esto nunca.
Lo último que el primer hijo de Harry Potter pudo escuchar después fue una voz que se desvaneció en el viento:
—Hazla pagar por ésto... Weasley no merece más nuestro respeto.
Tenía razón. La misma comadreja se condenó al meterse con su familia.
Y el último Malfoy Potter no dejaría que su padre fuese quien terminase en la cárcel por detenerla.
No cuando él estaba allí para hacerlo.
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