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Algún día por Princess of hell

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Notas del capitulo:

A quienes les haya gustado el fanfic, lamento muchísimo no haberlo continuado, tuve una serie de problemas que me impidieron actualizarlo a tiempo.

Este capítulo se lo dedico a Angi, la primer persona en dejarme review. Me pone muy feliz que te haya gustado mi fanfic y también que ma hayas dejado review <3

    Esto está mal, esto está muy mal. Por qué no pude simplemente matarlo y ya. Debe ser culpa de la abstinencia de chocolate, cómo es que no comí uno antes de dormir. Ha de ser por eso que tuve esa terrible pesadilla. Mejor voy a buscar más, no me queda ninguno de los que me dio ayer Roger.
    Con pereza por haberme levantado recién, me incorporo y salgo de mi cuarto con rumbo decidido a la cocina, sé que allí voy a encontrar mi manjar favorito y por lo visto también la droga que evita que tenga alucinaciones.
    En el camino no me cruzo con muchos niños la mayoría en éstos momentos debe estar desayunando en el comedor. Al parecer estoy de suerte, no quiero socializar con nadie por ahora.

     La cocina se encuentra en planta baja y considerando el hecho de que estoy en un tercer piso significa que debo bajar muchas escaleras, pero el esfuerzo no me importa, todo valdrá la pena cuando tenga mi preciado tesoro en manos.
    Una vez en el pasillo correspondiente, me apresuro a alcanzar la puerta. Llego hasta allí pero antes de abrir me detengo ya que escucho ruidos adentro del lugar. No quiero que descubran que estoy aquí, Roger me castigará si ve que intento sacar chocolate sin su permiso. Pero, de haber ido a su despacho a pedirle una autorización previamente, hubiera demorado mucho y no, no podía hacer eso, esto es una urgencia.
    Abro lentamente la puerta para poder ver de quién se trata. Mi sorpresa fue grande al ver que allí se encontraba nada más ni nada menos que el chico de mis pesadillas. Ese niño que fastidia con tan solo verlo, se cree superior a todos solo por el hecho de tener las mejores calificaciones. A veces me dan ganas de matarlo a golpes, para poder ver al menos un rasgo de humanidad en ese rostro tan inexpresivo. Sin embargo no puedo hacerlo. No porque no quiera, si no porque Roger me castigaría de por vida y lo más probable es que lo haga tocando donde más me duele y con mi mayor debilidad: el chocolate, sí, eso es un golpe bajo. Bien, nadie dijo que mi suerte duraría para siempre, pero este castigo no era necesario.
    Sin pensarlo más entré. Sería una muestra de debilidad y una puñalada a mi gran orgullo el hecho de esperar a que saliera para poder pasar yo. Una total y completa cobardía. No podía permitirme que eso pasara. No, ¡antes muerto!

     Una vez dentro, me dediqué a lo que realmente me importaba, encontrar el chocolate y largarme de aquí. Pero inevitablemente miré hacia donde estaba ese niño engreído. Se encontraba sentado en una silla junto a la gran mesa que había en medio de la cocina.
    Pero eso ahora no importa la cuestión es por qué el algodón está tomando la leche aquí, cuando en el comedor están sirviendo el desayuno, acaso quería venir a fastidiarme la mañana, pues felicidades porque lo ha logrado, he incluso antes de que lo viera, no basta con remontarme a la pesadilla que tuve. Y me estoy yendo nuevamente de tema, a mí lo que me importa realmente es encontrar mí preciado manjar de los dioses o como los mortales lo llaman: chocolate.
    ―Buenos días Mello ―. Es que acaso ese niño no podía quedarse callado así olvidaba su existencia. No, tenía que rematar con un saludo, por pura cortesía, con esa vocecita suave que tiene.
    ―Buenos días algodón― respondí  mientras seguía en mi tarea de encontrar chocolate.
    ―Mello, agradecería que si yo tengo la decencia de llamarte por tu nombre, tú también lo hagas―. Es que acaso quiere ganarse un golpe ni bien comienza el día, no sabía que era tan masoquista.
    ―Mejor agradece que tuviera la decencia de corresponder tu saludo. No me importa lo que digas enano, te llamo como quiero. Además, el apodo que te puse no se aleja mucho de la realidad―. Lo sentía, podía percibir su mirada fija sobre mí, observando cada movimiento que realizaba. Si quería intimidarme no lo iba a lograr.
    Hubo un silencio que pareció eterno. Un silencio en el que el único sonido que había eran nuestras respiraciones y el ruido de los objetos que revolvía para poder encontrar lo que buscaba.
    ―Mello, no se te ha ocurrido buscar allí―. Entonces para saber qué sitio me indicaba tuve que voltear a verlo. Con sus ojos fijaba el objetivo. Seguí su mirada, para saber dónde me indicaba que buscara. Usualmente no le haría caso, pero como dije antes, esta es una urgencia.
    Era una puerta detrás de un viejo tapiz, cuyo objetivo era ocultarla, cosa que para mí no funcionó. Finalmente el niño “yo lo sé todo” tenía razón, porque al abrir aquella puerta secreta me encontré con una pequeña despensa en la cual había variedades de alimentos en grandes cantidades y en el fondo de ésta, mi tesoro. Saqué la cantidad que necesitaba, con el cuidado de que luego no se notara la diferencia.
    ―No creo que Roger hubiera puesto dulces en lugares tan obvios como la heladera sabiendo que cualquier niño podría venir a sacarlo cuando quisiera―. Y ahí se encontraba claramente remarcando que él tenía razón con un leve tono de superioridad y una mirada altanera, mientras que con su mano derecha enrulaba un mechón de su cabello.
    Ya se había terminado su vaso de leche y como no tenía puzzles ni ninguna clase de entretenimiento a su alrededor evidentemente yo era su juguete en estos momentos. Esa idea no hizo más que enfurecerme.
    ―Si si, como digas― comento restándole importancia al asunto. No voy a seguirle la corriente. No voy a rebajarme a su nivel. Hoy no. ―Toma― digo lanzándole una barra de chocolate para que la agarrara.
     Es imposible que ceda a alguien tal majar, pero creo que sabrá interpretar que es en forma de agradecimiento ya que nunca escuchará salir de mi boca la palabra “gracias” y mucho menos dedicada a él.
    Me encaminé a la salida, sin mirar atrás, pero de repente su voz me detuvo.
    ―Mello ―. Lo miré de costado. Ahora se encontraba de pié, junto a la mesa, aún así a una distancia considerable entre ambos. ―Gracias ―. En su rostro se formó una leve sonrisa, que instantáneamente borró.
    Luego de eso, retomé mi caminar. Salí de la cocina y fui directo a mi habitación.
    Ese simple gesto me sorprendió y provocó una sensación que no logro describir. ¿Estaré todavía dormido? No puedo sacar de mi mente aquella imagen. Es extraño verlo sonreír. Era una sonrisa sincera que evidentemente fue inconsciente, como un acto reflejo, algo fugaz aunque igualmente llegué a verlo.

     Ahora los pasillos se encuentran más concurridos. Hay muchos niños, de diversas edades, corriendo y saltando por doquier. Felices, sin ningún tipo de preocupaciones. Miro con un poco de melancolía como se divierten cada uno a su manera. Pensar que en algún momento yo fui así. El tiempo pasa rápido y cuando menos lo esperas eres casi adulto y tienes problemas mayores y lo único que más deseas es regresar el tiempo y volver a ser el niño feliz que en algún momento fuiste.

     Llego a mi habitación pero en el momento de tocar el picaporte para abrir la puerta veo que alguien se acerca hacia mí corriendo desesperadamente. A la lejanía percibo que es Linda, una niña de voz chillona y un poco entrometida en asuntos que no le importan. La cuarta más inteligente de este lugar, no sé cómo logró llegar a tal puesto.
    ―Mello ― dijo agitada e hizo una pausa para tomar aire. Se la notaba cansada, con el rostro colorado y su cabello castaño, atado en dos colitas, un poco revuelto. Yo, por mi lado, me encontraba impaciente. Quiero saber qué es lo que me tiene que decir con tanta urgencia. ―Roger me mandó a llamarte. No me dijo para qué, solo sé que es algo urgente y que tienes que ir ahora a su despacho ―dijo, con la voz aun jadeante.
    Lo primero que se me viene a mi cabeza es que probablemente quiera hablar sobre el severo castigo que recibiría por haber sacado chocolates de la cocina sin su permiso.
    ―Bueno― respondí, de manera cortante y la quedé mirando como para que entendiera que ya  podía retirarse cosa que comprendió al instante.
    Primero me encargué de dejar los chocolates bien ocultos por si a alguien se le ocurría ingresar en mi habitación y sacar evidencias en mi contra durante mi ausencia.
    Caminé nuevamente por los pasillos que tantas veces recorrí. A través de las ventanas podía percibirse el clima frío y el sol no podía brillar en todo su esplendor ya que a su alrededor había algunas nubes impidiéndoselo. Un día que reflejaba tristeza, a mí parecer.
    Llegué a mi destino y me quedé contemplando la puerta por un tiempo con un extraño mal presentimiento, pero la valentía suficiente para enfrentarlo. Sin esperar más abro la puerta.

    Hoy me llevé muchas sorpresas que me han hecho a reflexionar.
    Hoy no pude estar tranquilo porque siempre algo me lo impedió.
    Hoy al parecer me levanté con el pié izquierdo, como suelen decir los supersticiosos.
    Hoy...

 

 

 

Notas finales:

La semana que viene SI o SI subo el próximo capítulo.

Gracias por leer <3


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