Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ópalo por Momino

[Reviews - 109]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¿Creyeron que ya no iba a volver con ustedes con la tercera parte?

Pues creyeron mal, jiji.

 

Notas del capitulo:

Les anuncio, para las nuevass personitas que entraron, que esta es la tercera parte de una larga historia, por lo que les recomiendo leer la primera parte: Scarlat, después la segunda: Strunz, para poder entender esta "nueva".

También discúlpenme a los lectores que desde siempre han seguido este fanfic, por tomarme el tiempo suficiente, ya que como les mencionaba mucho en la segunda historia: ando en mi último año de la carrera, por ende mi titulación, falta de tiempo, etc, etc. Pero ya ando de vacaciones y afortunadamente tengo adelantado bastante de esta tercera temporada, por lo que ¿para qué hacerlos esperar más?

¡Lean!

Capítulo 1

No estaba seguro de qué me despertó. El fuerte viento la intensa tormenta invernal de anoche se había calmado y mi cuarto estaba tranquilo. Pacífico. Me di la vuelta de lado y parpadeé.

Ojos del color de la noche cubiertos de rocío me miraban fijamente.

Ojos extrañamente familiares pero apagados en comparación a los que yo amaba.

Uchiha Itachi.

Apretando la manta en mi pecho, me senté lentamente y aparté el pelo enmarañado de mi cara. Tal vez aún seguía dormido, porque no tenía idea de por qué Itachi, el hermano mayor del chico del que estaba perdido, profundo y es posible que locamente enamorado, se encontraba sentado al borde de mi cama.

—Um, está... ¿está todo bien, ttebayou? —Me aclaré la garganta, pero las palabras salieron roncas, como si estuviera intentando sonar sexy y, en mi opinión, fallando miserablemente. Todo el griterío que produje mientras que el Sr. Jiraiya, el novio psicópata de mamá, me mantuvo encerrado en una jaula en la bodega todavía se reflejaba en mi voz una semana después.

El pelilargo bajó la mirada. Pestañas gruesas y oscuras abanicaban la cima de sus altos y angulosos pómulos que estaban más pálidos de lo que deberían estar. Si yo había aprendido algo, era que Itachi tenía una carga emocional excesiva.

Le eché un vistazo al reloj. Eran cerca de las 6 de la mañana.

—¿Cómo llegaste aquí, Itachi?

—Me metí solo. Tu mamá no está en casa.

Con cualquier otro, eso me habría asustado como el infierno, pero no le tenía miedo a Itachi.

—Está atrapada en la nieve en Sunagakure, ttebayou.

Asintió con la cabeza.

—No podía dormir. No he dormido.

—¿Nada?

—No. Sai y Sasuke están afectados por eso —Sólo me miró, como si quisiera que yo entendiera las palabras que no podía pronunciar.

Los hermanos Uchiha —Al diablo, todos— estábamos bastante nerviosos, esperando que el DOD apareciera todos los días, ya que su hermano mayor se había escapado de su prisión de Lux. Sai todavía intentaba procesar la muerte de su novio Gaara y la reaparición de su querido hermano. Sasuke intentaba estar allí para su hermano y protegerlos. Y aunque las tropas de asalto no habían irrumpido en nuestras casas todavía, ninguno de nosotros estaba relajado.

Todo era demasiado fácil, lo que por lo general no era una buena señal.

A veces... a veces siento como si se nos hubiera puesto una trampa, y caímos directamente en ella.

—¿Qué has estado haciendo, dattebayou? —pregunté.

—Caminar —dijo, mirando por la ventana—. Jamás pensé que volvería aquí.

Las cosas por las que había tenido que pasar Itachi y aquellas que había sido obligado a hacer eran demasiado horribles de siquiera pensar.

Un profundo dolor llenó mi pecho. Intenté no pensar en ello, porque cuando lo hacía, pensaba en Sasuke estando en esa misma posición, y no podía soportar eso.

Pero su hermano mayor... Él necesitaba a alguien. Levanté la mano, envolviendo mis dedos alrededor del familiar peso del collar del topacio azul.

—¿Quieres hablar de ello, Itachi?

Él sacudió la cabeza otra vez, los enmarañados mechones de cabello ocultando parcialmente sus ojos. Era mucho más largo que el de Sasuke —más lacio— y probablemente necesitaba un corte.

Ambos eran idénticos, pero justo ahora no se parecían en nada, y en más aspectos que el cabello.

—Me recuerdas a él, a Deidara.

No tenía idea de qué responder. Si lo amaba, la mitad de lo que yo amaba a Sasuke...

—Sabes que está vivo, ttebayou. Lo he visto, de veras.

La mirada de Itachi se encontró con la mía. Había una gran abundancia de tristeza y secretos en las profundidades de sus ojos.

—Lo sé, pero no es el mismo —Hizo una pausa, bajando la cabeza.

La misma sección de cabello que siempre caía en la frente de Sasuke cayó en la suya—. Tú... ¿amas a mi hermano pequeño?

Me dolió el pecho ante la desolación en su voz, como si al no esperar volver a amar otra vez, ya no pudiera realmente creer en ello.

—Sí, de veras.

—Lo siento.

Me eché hacia atrás, perdiendo el agarre de mi manta mientras la dejaba caer.

—¿Por qué te disculpas?

Él levantó la cabeza, dejando escapar un suspiro de cansancio. Luego, moviéndose más rápido de lo que pensaba que era capaz, sus dedos rozaron mi piel —sobre las tenues marcas rosadas que rodeaban ambas muñecas de luchar contra las esposas.

Odiaba esas marcas, rogaba por el día que se desvanecieran por completo. Cada vez que las veía, recordaba el dolor que me había causado el Strunz presionado contra mi carne. Mi voz arruinada había sido lo suficientemente difícil de explicarle a mamá, por no mencionar la repentina reaparición de Itachi. La mirada en su rostro cuando vio al Uchiha mayor con Sasuke antes de la tormenta invernal fue algo cómica, aunque parecía feliz de que el "hermano fugitivo" hubiera vuelto a casa.

Pero estos bebés tenía que esconderlos con camisetas de mangas largas.

Funcionaría durante los meses más fríos, pero no tenía idea de cómo los escondería durante el verano.

—Deidara tenía este tipo de marcas cuando lo vi —dijo Itachi en voz baja, soltando mi mano—. Se hizo muy bueno escapando, pero siempre lo atrapaban, y siempre tenía estas marcas. Por lo general, alrededor de su cuello.

Las náuseas subieron, y tragué. ¿Alrededor de su cuello? No podía...

—Llegaste... ¿Llegaste a ver a Deidara a menudo, ttebayou? —Sabía que se les había permitido al menos una visita entre ellos mientras estaban encarcelados en las instalaciones del DOD.

—No lo sé. El tiempo perdió la noción para mí. Lleve la cuenta al principio, usando a los humanos que me traían. Los curaba y generalmente si... vivían, podía contar los días hasta que todo se viniera abajo. Cuatro días —Volvió a mirar por la ventana. A través de las cortinas que habían sido bajadas, lo único que podía ver era el cielo nocturno y las ramas cubiertas de nieve—. Odiaban cuando todo se venía abajo.

Podía imaginarlo. El DOD —o Jinchuriki, un grupo supuestamente dentro del DOD— usaban a los Luxen para mutar con éxito a los humanos.

A veces funcionaba.

Otras no.

Observé a Itachi, intentando recordar lo que Sasuke y Sai habían dicho sobre él. Su hermano mayor era el agradable, divertido y encantador — el equivalente maduro de Sai y nada como el hermano de en medio.

Pero este Uchiha era diferente: taciturno y distante. Además de no hablar con sus hermanos, por lo que sabía, no había dicho una palabra a nadie sobre lo que le habían hecho. Kakashi, el guardián no oficial de ellos, pensaba que era mejor que nadie lo presionara.

El pelinegro ni siquiera le había contado a nadie cómo se había escapado. Yo sospechaba que  Jiraiya —ese mentiroso sapo bastardo— nos hizo comenzar una búsqueda inútil para encontrar a Itachi y así tener tiempo para huir, para luego "liberar" al mayor. Era lo único que tenía sentido.

Mi otra suposición era mucho, mucho más oscura y nefasta.

Itachi bajó la mirada hacia sus manos.

—Sasuke... ¿él te ama, también?

Parpadeé, regresando al presente.

—Sí. Eso creo, ttebayou.

—¿Te lo dijo?

No tanto en palabras.

—No lo ha dicho, dicho... Pero creo que lo hace, de veras.

—Debería decírtelo. Cada día —él echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos—. No había visto la nieve en mucho tiempo —dijo, casi nostálgico.

Bostezando, miré por la ventana. La tormenta que todos habían predicho golpeó esta pequeña partícula del mundo y cubrió el condado de Konohagakure este fin de semana. Las clases del lunes y hoy fueron canceladas, y las noticias de anoche dijeron que todavía habría tormentas para el final de la semana. La tormenta de nieve no pudo haber llegado en un mejor momento. Al menos teníamos una semana entera para descubrir qué demonios íbamos a hacer con Itachi.

No era como si pudiera simplemente volver a aparecer en la escuela.

—Jamás he visto que nevara así, en serio —dije. Yo era originalmente del norte de Tokio, y habíamos tenido un par de anormales tormentas de nieve antes, pero nunca la cosa blanca y esponjosa.

Una pequeña y triste sonrisa apareció en sus labios.

—Cuando sale el sol, será hermoso. Ya lo verás. Sin duda. Todo estaría envuelto en blanco.

Él se levantó de un salto y de repente apareció al otro lado de la habitación. Un segundo después sentí un cálido hormigueo a lo largo de mi cuello y mi ritmo cardíaco se aceleró. Él apartó la mirada.

—Mi hermano pequeño está viniendo.

No más de diez segundos después, Sasuke estaba de pie en la puerta de mi dormitorio. El cabello desordenado por el sueño, el pantalón de pijama de franela arrugado. Sin camiseta. La nieve allá afuera casi llegaba al metro, y él todavía andaba medio desnudo.

Casi rodé los ojos, pero eso habría requerido que apartara la vista de su pecho... y su estómago. Realmente necesitaba usar camisetas más a menudo.

La mirada del azabache menor se deslizó de su hermano a mí y luego de vuelta a su hermano.

—¿Tienen una fiesta de pijamas y no me invitaron?

Su hermano mayor pasó a su lado en silencio y desapareció en el pasillo.

Unos segundos después, oí cerrarse la puerta delantera.

—Bien —Sasuke suspiró—. Esa ha sido mi vida durante los últimos días.

Mi corazón dolía por él.

—Lo siento, ttebayou.

Caminó hacia la cama, su cabeza inclinada hacia un lado.

—¿Puedo saber siquiera por qué mi hermano estaba en tu habitación, dobe?

—No podía dormir, teme —Lo vi agacharse y tirar de las mantas. Sin darme cuenta, yo las había agarrado de nuevo. Sasuke tiró una vez más, y fácilmente las dejé ir—. Dijo que está situación les molestaba a ustedes, dattebayou.—Sasuke se deslizó bajo las sábanas, acostándose de lado y enfrentándome.

—No nos está molestando, dobe.

La cama era demasiado pequeña para los dos. Siete meses atrás —diablos, cuatro meses atrás— Hubiera  corrido colina abajo riendo si alguien me dijera que el chico más ardiente y malhumorado de la escuela estaría en mi cama. Pero habían cambiado muchas cosas. Y siete meses atrás, no creía en los alienígenas.

—Lo sé, bastardo —dije, poniéndome de lado, también. Mi mirada osciló sobre sus anchos pómulos, su labio inferior lleno, y esos ojos negros extraordinariamente brillantes. Sasuke era hermoso pero espinoso, como un cactus navideño. Nos había costado muchísimo llegar a este punto, estar en la misma habitación con el otro y no ser vencidos por la urgencia de cometer asesinato de primer grado. El Uchiha tuvo que probar que sus sentimientos por mi eran reales y lo hizo... finalmente. No fue la persona más amable cuando nos conocimos, y realmente tuvo que recompensarlo. Mamá no crió a un doncel fácil de manejar—. Dijo que yo le recordaba a Deidara, dattebayou.

Las cejas de Sasuke cayeron de golpe. Rodé los ojos.

—No de la manera en que estás pensando, teme.

—Honestamente, por mucho que ame a mi hermano, no estoy seguro de cómo me siento con él estando en tu habitación, usuratonkachi —Estiró un brazo musculoso y usó sus dedos para apartar unos mechones de cabello de mi frente. Me estremecí, y sonrió—. Me siento como si necesitara marcar mi territorio.

—Cállate, bastardo.

—Oh, amo cuando te pones todo mandón. Es sexy.

—Eres incorregible, teme.

Sasuke se acercó un poco más, presionando su muslo contra el mío.

—Me alegra que tu mamá esté atrapada en la nieve en otro lugar, dobe.

Levanté una ceja.

—¿Por qué?

Encogió un ancho hombro.

—Dudo que estuviera de acuerdo con esta situación.

—Oh, no lo estaría, ttebayou.

Más movimiento y nuestros cuerpos estuvieron separados por un pelo. El calor que siempre salía de su cuerpo inundó el mío.

—¿Tu mamá ha dicho algo sobre Jiraiya?

El hielo cubrió mis entrañas. De vuelta a la realidad —una temible e impredecible realidad donde nada era lo que parecía. Es decir, Jiraiya.

—Sólo lo que dijo la semana pasada, que él saldría de la ciudad por algún tipo de conferencia y para visitar a su familia, dattebayou, lo que ambos sabemos que es una mentira.

—Obviamente planeó esto con anticipación, así nadie dudaría de su ausencia.

Desaparecer era lo que él necesitaba, porque si la mutación forzada funcionaba en cualquier nivel, necesitaría algún tiempo libre.

—¿Crees que volverá, teme?

Pasando la parte posterior de sus nudillos sobre mi mejilla, dijo—: Estaría loco.

No, en realidad, pensé, cerrando los ojos. Sasuke no había querido curar al peliblanco pero fue chantajeado. La curación no había sido en el nivel requerido para mutar a un humano a escala celular. Y la herida de Jiraiya no había sido fatal, así que o bien la mutación se quedaría o se desvanecería.

Y si se desvanecía, el mayor volvería. Apostaría por ello. A pesar de que conspiraba contra el DOD a su propio beneficio, el hecho de que supiera que fue Sasuke quien me mutó era información valiosa para el DOD, así que ellos se verían forzados a hacer que él regresara. Él era un problema — uno enorme.

Así que estábamos esperando... esperando que algo malo ocurriera.

Abrí los ojos, encontrándome con que el bastardo no había apartado su mirada de mí.

—Sobre Itachi...

—No sé qué hacer, dobe —admitió, pasando sus nudillos por mi garganta, hacia donde se hinchaba mi pecho. Se me cortó la respiración—. No hablará conmigo, y apenas habla con Sai. La mayor parte del tiempo está encerrado en su habitación o afuera vagando por el bosque. Lo sigo, y él lo sabe. —La mano del azabache encontró su camino hacia mi cadera y se quedó allí—. Pero él...

—Necesita tiempo, teme, ¿de acuerdo? —Besé la punta de su nariz y me retiré—. Ha pasado por mucho, Sasuke.

Sus dedos se tensaron.

—Lo sé. De cualquier modo... — Él se movió tan rápido que no me di cuenta de lo que pensaba hacer hasta que me puso de espaldas y se cernió sobre mí, apoyando las manos a ambos lados de mi cara—, he sido descuidado con mis deberes, dobe.

Y simplemente así, todo lo que estaba ocurriendo, todas nuestras preocupaciones, nuestros miedos,  las preguntas sin respuesta, simplemente se desvanecieron en la nada. Sasuke tenía ese tipo de efecto. Levanté la mirada hacia él, encontrando dificultades en respirar.

No estaba cien por ciento seguro de lo que eran sus "deberes", pero tenía una imaginación muy vívida.

—No he pasado mucho tiempo contigo, usuratonkachi —Presionó sus labios contra mi sien derecha y luego mi izquierda—. Pero eso no significa que no haya estado pensando en ti.

Mi corazón saltó en mi garganta.

—Sé que has estado ocupado, dattebayou.

—¿Lo sabes? —Sus labios vagaron hacia el arco de mi frente.

Cuando asentí, él se movió, soportando la mayoría de su peso en un solo codo. Tomó mi barbilla con la mano libre, echando mi cabeza hacia atrás.

Sus ojos buscaron los míos—. ¿Cómo lo estás llevando, dobe?

Usando cada gramo de autocontrol que tenía, me enfoqué en lo que estaba diciendo.

—Estoy llevándolo bien. No necesitas preocuparte por mí, de veras.

Pareció vacilar.

—Tu voz...

Hice una mueca e inútilmente me aclaré la garganta otra vez.

—Se está poniendo mucho mejor, ttebayou.

Sus ojos se oscurecieron más mientras pasaba su pulgar por mi garganta.

—No lo suficiente, pero me está empezando a gustar.

Sonreí.

—¿En serio?

Sasuke asintió y acercó sus labios a los míos. El beso fue dulce y suave, y lo sentí en cada parte de mí.

—Es algo sexy, dobe —Su boca estuvo en la mía otra vez, con un beso más profundo y duradero—. Toda esa cosa ronca, pero desearía...

—No lo hagas, bastardo —Puse las manos en sus suaves mejillas—. Estoy bien. Y tenemos suficientes cosas por las que preocuparnos sin mis cuerdas vocales, dattebayou. En el gran esquema de cosas, no están ni un poco cerca de la punta de la lista.

Arqueó una ceja y vaya, sí que soné súper maduro. Reí ante su expresión, arruinando mi madurez recientemente descubierta.

—Te he extrañado, Uchiha —admití.

—Lo sé. No puedes vivir sin mí, dobe.

—Yo no iría tan lejos, bastardo.

—Sólo admítelo, Kitsune.

—Aquí vamos. Ese ego tuyo metiéndose en el medio, ttebayou —bromeé.

Sus labios encontraron la parte inferior de mi mandíbula.

—¿De qué?

—Del perfecto paquete, de veras.

Él soltó un bufido.

—Déjame decirte que tengo el perfecto...

—No seas asqueroso, idiota—Me estremecí, porque cuando besó el hueco de mi garganta no hubo nada de erróneo en eso.

Jamás le diría esto, pero además de su... lado espinoso que sobresalía de vez en cuando, él era lo más cercano a la perfección que jamás había conocido.

Con una sonrisa sabionda que me tenía retorcido, deslizó su mano por mi brazo, sobre mi cintura, y tomó mi muslo, enganchando mi pierna alrededor de su cadera.

—Tienes una mente tan sucia, usuratonkachi. Iba a decir que soy perfecto en todas las maneras posibles.

Riendo, envolví mis brazos alrededor de su cuello.

—Seguro que ibas a hacerlo, bastardo. Completamente inocente, eso eres.

—Oh, jamás he afirmado ser así de ingenuo, dobe —La parte baja de su cuerpo se hundió en el mío, y me tragué un fuerte jadeo—. Soy más...

—¿Atrevido? —Presioné mi cara en su cuello e inhalé profundamente. Él siempre tenía esa esencia a aire libre, como hojas frescas y especias—. Sí, lo sé, pero eres lindo debajo de lo atrevido, dattebayou. Es por eso que te amo.

Un escalofrío lo atravesó,  luego Sasuke se congeló. Pasó un latido tartamudo y rodó de lado, envolviéndome en sus brazos con fuerza. Tan fuerte que tuve que moverme un poco para levantar la cabeza.

—¿Sasuke?

—Está bien —Con la voz gruesa, besó mi frente—. Estoy bien. Es... temprano todavía, dobe. No hay escuela o mamá volviendo a casa, gritando tu nombre completo. Sólo por un momento podemos fingir que la locura no espera por nosotros. Podemos dormir, como adolescentes normales.

Como adolescentes normales.

—Me gusta cómo suena eso, de veras.

—A mí también, dobe.

—Perfecto —murmuré, acurrucándome contra él hasta que fuimos prácticamente uno. Podía sentir su corazón latiendo a la par del mío.

Perfecto. Esto era lo que necesitábamos —momentos silenciosos para ser normales. Dónde sólo éramos Sasuke y yo...

La ventana que daba al patio delantero estalló cuando algo largo y blanco estrelló a través de ella, enviando trozos de vidrio y nieve al suelo.

Mi grito sobresaltado fue cortado cuando Sasuke rodó, poniéndose de pie mientras se transformaba en su verdadera forma de Luxen, convirtiéndose en una forma humana de luz que brillaba con tanta intensidad que apenas podía verlo por unos preciosos segundos.

Santa mierda, dijo la voz del azabache, filtrándose a través de mis pensamientos.

Como el Uchiha no se había vuelto un mono salvaje con alguien, me puse de rodillas y miré por encima del borde de la cama.

—Santa mierda —dije en voz alta.

Nuestro precioso momento de ser normales terminó con un cuerpo tendido en el suelo del dormitorio.

 

 

Bajé la mirada al hombre muerto, vestido como si estuviera dispuesto a unirse a la alianza rebelde en el sistema Hoth. Mis pensamientos eran un poco confusos al principio, y por eso me tomó unos segundos darme cuenta, vestido así, él realmente se mezclaba con la nieve. A excepción de todo ese fluido rojo que salía de su cabeza.

Mis ya fuertes latidos del corazón se dispararon. —¿Sasuke...?

Se giró, estando de nuevo en su forma humana mientras pasó un brazo alrededor de mi cintura, tirando de mí detrás de la carnicería.

—Es un... un oficial —tartamudeé, tirando de sus brazos para liberarme—. Está...

Itachi de repente estuvo en la puerta, con sus ojos brillando tanto como los de su hermano menor. Dos luces rojas brillantes, como diamantes pulidos. —Merodeaba por fuera de la línea de árboles.

El brazo de Sasuke se aflojo. —¿Tú... tú hiciste esto, hermano?

La mirada del mayor cayó en el cuerpo. Este —porque yo no podía pensar realmente en él como un ser humano— yacía como un retorcido, montón antinatural. —Vigilaba la casa, tomando fotos, Sasuke —Itachi sostuvo lo que parecía una cámara derretida—. Yo se lo impedí.

Sí, el Uchiha mayor lo había arrojado directo a través de la ventana de mi dormitorio.

Dejándome, el menor pelinegro se dirigió hacia allí. Se arrodilló y retiró la chaqueta blanca para el frío. Había una mancha carbonizada en el pecho que fue quemado. El olor de la carne quemada flotó en el aire.

Me bajé de la cama, apretando la mano a mi boca por si acaso me pusiera a vomitar. Había visto a al bastardo golpear a un ser humano con la Fuente antes. Nada más que cenizas quedaron, pero este tenía un agujero a través de su pecho.

—Tu puntería fallo, hermano —Sasuke soltó la chaqueta, los fuertes músculos de su espalda rígidos por la tensión—. ¿La ventana?

Los ojos de Itachi se desviaron a la ventana. —He estado fuera de práctica.

Mi boca se abrió. ¿Fuera de práctica? En lugar de incinerarlo, lo lanzó en el aire y a través de mi ventana. Por no hablar de que lo había matado. No, yo no creo en eso.

—Mi mamá me va a matar, dattebayou —dije, sintiéndome aturdido—. En verdad, me va a matar.

Una ventana rota —de todas las cosas que debía preocuparme era la menos importante, pero prefería concéntrame en eso y no en quien yacía en mi piso.

El Uchiha menor se puso de pie lentamente, sus ojos brillando rojo y mandíbula apretada como una piedra. No quito la mirada de su hermano, su expresión una máscara en blanco. Me volví hacia Itachi, nuestras miradas chocaron, y por primera vez, tuve miedo de él.

 

Después de un cambio rápido y una visita al baño, me quedé en la sala de estar, rodeado de alienígenas por primera vez en días. Un beneficio adicional de estar hechos de luz es la capacidad de ir a cualquier sitio en un abrir y cerrar de ojos.

Desde la muerte de Gaara, todos más o menos mantenían una distancia de mí, así que no estaba seguro de lo que pasaría.

Probablemente un linchamiento. Yo sabía que querían lincharme porque fui responsable de la muerte de alguien a quien amaban.

Con las manos metidas en los bolsillos, Itachi presionó su frente contra la ventana por donde el árbol de Navidad había estado una vez, a espaldas de la habitación. Él no había dicho nada desde que envió la señal de ayuda y los alienígenas llegaron corriendo.

Sai se sentó en el sofá, sus ojos clavados en la espalda de su hermano mayor. Lo miré nerviosamente, sus mejillas encendidas por la ira. Creo que le molestaba estar en esta casa. O sólo estar cerca de mí. No habíamos tenido la oportunidad de hablar realmente después de... todo.

Mi mirada se deslizó a los otros ocupantes. Los asombrosos hermanos malvados, Ino y Sasori, estaban sentados junto a Sai, sus miradas se encontraron en el último lugar donde su hermano, Gaara, estuvo sentado... y murió.

Una parte de mí odiaba estar en la sala, ya que me recordaba lo ocurrido cuando Pain finalmente confesó su verdadero propósito.

Cuando tenía que venir aquí, lo cual no era a menudo ya que mudé todos mis libros lejos de la sala, miraba hacia la derecha, al punto de la alfombra debajo de la mesa. Los pisos de pino estaban desnudos y brillantes ahora, pero todavía podía ver la piscina de líquido azulado que yo había limpiado junto con Kakashi en la víspera de Año Nuevo.

Envolví mis brazos alrededor de mi cintura para tratar de suprimir el temblor.

Dos juegos de pisadas bajaron por las escaleras, y me voltee, encontrando a Sasuke y su tutor, el peligris. Antes, ellos se habían librado de... eso, lo incineraron afuera, en el bosque, después de hacer un rápido repaso de la zona.

Caminando a mi lado, el pelinegro tiró del borde de mi sudadera con capucha. —Lo hemos arreglado.

Kakashi y él se habían subido no hace más de diez minutos con madera, un martillo, y un montón de clavos. —Gracias, ttebayou.

Él asintió mientras su mirada se deslizó a su hermano.

—¿Alguien encontró un vehículo?

—Había un Expedition cerca de la carretera que da a la autopista — dijo Sasori, parpadeando—. Lo quemé.

Kakashi se sentó en el borde del sillón, parecía como si necesitara un poco de licor.

—Eso estuvo bien, pero esto no es bueno.

—No me digas —replicó Ino. Al mirarla más detenidamente noté que hoy no tenía la imagen perfecta de la princesa de hielo. Su cabello colgaba alrededor de su cara, y estaba sudorosa. Creo que nunca la había visto en chándal—. Ese era otro oficial muerto del DOD. ¿Cuántos ya van? ¿Dos?

Bueno, en realidad, era el número cuatro, pero ella no tenía por qué saberlo.

Se metió el cabello en la oreja, las uñas rotas presionando en sus mejillas. —Van a preguntarse dónde están, ¿sabes? La gente no desaparece.

—La gente desaparece todo el tiempo —dijo el Uchiha mayor tranquilamente sin darse la vuelta, sus palabras aspiraban el oxígeno del aire.

Los brillantes ojos de zafiro de Ino se deslizaron hacia él. Bueno, casi todo el mundo miró a Itachi, ya que era la primera vez que hablaba desde que nos reunimos todos. Ella negó con la cabeza, pero sabiamente se mantuvo callada.

—¿Qué pasa con la cámara? —preguntó el peliplateado.

Cogí la cosa derretida, examinándola. El calor seguía irradiando de ella. —Si tenía fotografías, ya no están, de veras.

El pelinegro mayor dio la vuelta. —Espiaba esta casa.

—Lo sabemos —dijo Sasuke, acercándose a mí.

Su hermano mayor ladeó la cabeza y cuando habló, su voz fue vacía. — ¿Importa lo que había en la cámara? Estaban espiándolo a él, a Naruto. A todos nosotros.

Otro escalofrío me atravesó. Fue su tono, más que nada, lo que me llegó.

—Para la próxima vez, necesitamos un poco... oh, no sé, hablar primero antes lanzar a la gente a través de las ventanas —El azabache menor se cruzó de brazos—. ¿Podemos intentarlo?

—¿Y nosotros podemos dejar vivos a asesinos? —dijo Sai, con voz temblorosa mientras sus ojos se oscurecían, brillando con furia—. Porque eso es al parecer lo que debería suceder. Quiero decir, ese agente pudo haber matado a alguno de nosotros, y tú acabarías dejándolo irse.

Oh, no. El estómago me dio un vuelco.

—Sai —dijo Sasuke, dando un paso hacia adelante—, sé que...

—No me digas ―Sai, sé quejó —Su labio inferior temblaba—. Dejaste ir a Pain, bastardo —Su mirada se movió hacia mí, y sentí como si me dieran una patada en el estómago—. Ambos permitieron que Pain se escapara.

El Uchiha de enmedio  negó con la cabeza mientras desenrollaba sus brazos.

—Sai, hubo suficiente muerte esa noche. Suficiente muerte.

El menor reaccionó como si su hermano lo hubiera golpeado con sus palabras, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura de forma protectora.

—Gaara no hubiera querido esto —dijo Ino en silencio, sentada en el sofá—. Más muertes. Él era un pacifista.

—Es una lástima que no podremos pedirle su opinión, ¿no es así? — La columna vertebral de Sai rígida, como si estuviera esforzándose por morder sus siguientes palabras—. Está muerto.

Disculpas burbujeaban en mi garganta, pero antes de que pudiera liberarlas, Sasori habló—: No sólo dejaron ir a Pain, también nos mentiste. ¿Por ese doncel? —Hizo un gesto hacia mí—. No espero lealtad. ¿Pero tú? Sasuke, que mantenías todo oculto a nosotros. Y Gaara murió.

Me di la vuelta. —La muerte de Gaara no es culpa de Sasuke, dattebayou. No se la echen a él, de veras.

—Naruto...

—¿Entonces de quién es? —La mirada de Sai se encontró con la mía—. ¿Es tuya?

Tragué una fuerte respiración. —Sí, lo es, ¡en serio!

El cuerpo de Sasuke se puso rígido al lado de mí, y entonces, el siempre árbitro, Kakashi intervino—: Muy bien, chicos, esto es suficiente. Pelear y culparnos no ayuda a nadie.

—Nos hace sentir mejor —murmuró Ino, cerrando los ojos.

Parpadeé para contener las lágrimas, me senté en el borde de la mesa, me sentía tan frustrado que estaba cerca de ponerme a llorar, aunque no tuviera el derecho de esas lágrimas. No como ellos lo tenían.

Apretando mis rodillas hasta que mis dedos se clavaron a través del suave material, dejé escapar un suspiro.

—En estos momentos tenemos que llevarnos bien —continuó Kakashi—. Todos nosotros, porque ya hemos perdido demasiado.

Hubo una pausa y luego—: Iré a rescatar a Deidara.

Todos en la sala se volvieron hacia Itachi de nuevo. Ni una sola cosa había cambiado en su expresión. Ninguna emoción. Nada. Y entonces todo el mundo empezó a hablar a la vez.

La voz de Sasuke resonó en el caos. —Claro que no, Itachi, de ninguna manera.

—Es demasiado peligroso —Sai se levantó, juntando sus manos—. Vas a ser capturado, y no voy a sobrevivir a eso. No otra vez.

La expresión del Uchiha mayor permaneció en blanco, como si nada de lo que sus amigos o familiares dijeran hiciera alguna diferencia para él.

—Tengo que recuperarlo. Lo siento.

Parecía como si hubieran abofeteado a Sai en la cara.

Probablemente todos nos veíamos igual. —Es una locura —susurró—, estás absolutamente loco.

Él se encogió de hombros.

El peliplateado se inclinó hacia delante. —Itachi, lo sé, todos sabemos, que Deidara significa mucho para ti, pero no hay manera que tú puedas traerlo. No hasta que sepamos a los que nos enfrentamos.

Emoción brilló en los ojos de Itachi, convirtiéndolos en un bosque en llamas rojas. Ira, noté. La primera emoción que había visto de Itachi fue ira. — Yo sé con lo que estoy tratando. Y sé lo que le están haciendo.

Merodeando por delante, Sasuke se detuvo delante de su hermano, las piernas abiertas y los brazos cruzados de nuevo, listo para la batalla. Verlos uno frente al otro era surrealista. Eran idénticos, con la excepción del cuerpo más delgado de Itachi y el pelo largo.

—No permitiré que hagas eso —dijo el menor en voz tan baja que apenas lo oí—. Sé que no quieres oír eso, pero no hay manera.

El pelinegro mayor no se movió. —Tú no tienes opinión en esto. Nunca la tuviste.

Por lo menos estaban hablando. Eso era algo bueno, ¿verdad? De alguna manera yo sabía que verlos discutir era extrañamente reconfortante como angustiante. Algo que Sasuke y Sai pensaron que nunca experimentarían de nuevo.

Por el rabillo de mi ojo vi a Sai avanzando hacia ellos, pero el pelirrojo mayor se acercó, cogiendo su mano y lo detuvo.

—No estoy tratando de controlarte, Itachi. Nunca se ha tratado de eso, pero acabo de volver del infierno. Acabamos de regresar.

—Yo todavía sigo en el infierno —dijo él—. Y si te metes en mi camino, voy a arrastrarte conmigo, tonto hermano menor.

Una expresión de dolor cruzó en el rostro de Sasuke. —Itachi...

Me puse de pie, sin pensar en respuesta a la respuesta del bastardo.

Un impulso desconocido me impulsó a hacerlo. Supongo que ese impulso fue el amor, porque no me gustaba el parpadeo de dolor en su rostro.

Ahora entendía por qué mi mamá era toda una Mamá Oso a veces, cuando pensaba que yo corría peligro o algo.

Un viento sopló a través de la sala de estar, revolviendo las cortinas y volteando las páginas de las revistas de mamá. Sentí los ojos de los chicos en mí y su sorpresa, pero me centré.

—Muy bien, la testosterona alienígena ha subido un poco en estos momentos,  de veras, y no quiero tener una pelea alienígena en mi casa, dattebayou. Ya tengo demasiado con una ventana rota y un cuerpo sin vida atravesándola, ¡en serio! — Tomé una respiración—. Pero si no se detienen, voy a patearles el trasero a ambos, ttebayou.

Ahora todo el mundo me miraba. —¡¿Qué?! —Exigí mientras mis mejillas se ruborizaban.

Una lenta sonrisa irónica curvó los labios de Sasuke. —Cálmate, Kitsune, antes de que tenga que conseguirte un ovillo de lana para jugar.

Molestia estalló dentro de mí. —No empieces conmigo, idiota.

Él sonrió mientras se centraba en su hermano.

A su lado, Itachi parecía algo... divertido. O con dolor, una de los dos, porque en realidad no sonreía ni fruncía el ceño. Pero luego, sin decir una palabra, salió de la sala, cerrando la puerta principal detrás de él.

Sasuke me miró, y yo asentí. Suspirando profundamente, siguió a su hermano, porque realmente era imposible saber lo que Itachi iba a hacer o a dónde iría.

La reunión alíen terminó después de eso. Los seguí hasta la puerta, mi atención fija en Sai. Nosotros teníamos que hablar. En primer lugar, tenía que pedirle disculpas por un montón de cosas, y luego tenía que tratar de explicarle. No esperaba que me perdonara, pero tenía que tratar de hablar.

Apreté el pomo de la puerta hasta que mis nudillos se pusieron blancos.

—¿Sai...?

Se detuvo en el pórtico, su espalda recta. No me miró. —No estoy listo.

Y con eso, la puerta principal se soltó de mi mano y se cerró.

Continuará...

Notas finales:

Espero que les haya gustado este primer capítulo, dedicado para esas personitas que me estuvieron preguntando ¿qué iba a pasar a ahora que Itachi ya regresó a casa?

También déjenme anunciarles que temporada estará más cardiaca que las demás.

Estaré ansiosa esperando sus comentarios que tanto me animan a no dejar esta historia a medias.

¿Nos leemos pronto?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).