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Linaje por 1827kratSN

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Su mente razonaba a la par que la de un adulto, pero su cuerpo no funcionaba igual.

A sus cuatro añitos pensaba que las caras graciosas de sus hermanos eran innecesarias porque sólo bastaba con que le dijeran algo gracioso para que se riera, también creía innecesario que le enseñaran a dibujar cuando él quería aprender a entender las letritas de las hojas que sus hermanos llevaban al gran estudio, incluso quería saber por qué su padre tenía que conversar por horas con extraños o la razón por la que unos garabatos graciosos formados de palitos y bombitas fueran tan importantes.

Quería que le explicasen muchas cosas, pero siempre le decían que era muy pequeño para eso.

 

—Mami —miraba a la castaña que bordaba en medio de la sala, una mujer de largos cabellos y rostro muy bello—, ¿por qué el cielo es tan azul?

—Pues —se topaba los labios intentando encontrar la respuesta— no lo sé, Tsu-kun.

—¿Y quién sabe?

—¿Y por qué quieres saber eso?

—Porque Tuna quere saber —sujetaba el pequeño carrito de madera que le dieron y lo balanceó un poco.

—Eres muy curioso —su madre le acarició las mejillas y le cedió un beso—, eso es bueno pues así harás muchas preguntas y seguramente hallarás quien te las responda, de esa forma te convertirás en un hombre sabio.

 

Tsuna entendió que ser “sabio” era conocer las respuestas de todas las preguntas que le llegaban a su mente y por eso sonrió. Quería ser sabio, lo deseaba más que nada, lo necesitaba porque sólo así podría calmar las ansias de su pequeña mente. Se planteó entonces un objetivo, un deseo… un sueño.

 

—¿Por qué es importante que papá se reúna con ese señor?

—Porque es uno de sus socios —sonreía su madre quien le sujetaba cariñosamente de la mano para llevarlo a otro sitio, lejos de ese despacho.

—¿Y qué platican ahí dentro?

—Sobre ganancias, compras, ventas, de todo lo relacionado con el dinero.

—¿Y por qué no puedo entrar?

—Porque… —la castaña dio un pequeño suspiro antes de arrodillarse ante su pequeño hijo, el último, el menor y el más especial de todos—. Porque tú, tu segundo hermano mayor y yo somos diferentes.

—¿Cómo? —miró a la puerta cerrada antes de enfrentar la mirada de su madre—, y ¿por qué mi hermano sí pueden entrar?

—Tsu-kun —le acarició los cabellos y le apretó las mejillas—, tú, tu segundo hermano y yo tenemos deberes diferentes a ellos.

—¿Como cuáles?

—Nosotros somos los encargados de dar descendencia, de traer más hijos a nuestra familia… Nosotros somos los encargados de dar vida y nada más.

—¿Por qué? —no les encontraba sentido a esas palabras porque creía firmemente que él podía hacer más que eso.

—Porque ese es nuestro destino.

—¿Por qué?

—Porque somos una doncella —se apuntó a sí misma— y un doncel —apuntó al pequeño pecho de su retoño.

—¿Sólo por eso?

—Cuando seas más grande lo entenderás.

 

“Cuando fuera grande”, esa sería una frase que siempre permanecería en su cabecita cada día cuando despertase, cada noche cuando sus ojitos pesaran, cada vez que en su mente una nueva pregunta se formara.

Deseaba crecer pronto para entender por qué era diferente a su hermano mayor.

 

—Llévate a tus hermanos.

—Mamá, ¿qué está pasando?

—¡Haz lo que te digo!

 

A Tsuna le bastó con ver el rostro angustiado y desesperado de su madre como para concluir que algo estaba mal en su casa, por eso se aferró a la mano de su segundo hermano mayor y se quedó calladito esperando las instrucciones del mayor. Tenía miedo, pero sabía que su madre siempre hacía y decía las cosas por una razón.

Su hermano mayor corrió liderando el camino, su segundo hermano lo sostenía fuertemente de la mano mientras atravesaban los pasillos de la casa hasta que llegaron a la cocina y a la puerta trasera que los llevaría al patio. Jadeó porque su pequeño cuerpo no estaba acostumbrado a tanto ejercicio físico repentino.

 

—Todo estará bien.

 

La voz de su hermano tembló y los ojos de su otro hermano se aguaron. Tsuna supo entonces que nada iba a estar bien y por eso estaban escondidos en una esquina junto a las canastas de vegetales que las sirvientas trajeron el día anterior. Dio un rápido vistazo y se fijó que nadie estaba ahí, eso era raro porque pronto sería hora de cenar. Estiró un poco su cuello, se asomó por entre los brazos que lo protegían y logró captar una imagen dada por la puerta entreabierta.

Vio a las sirvientas correr, a unos hombres que no conocía también y después escuchó un grito agudo y largo que lo hizo temblar. Se volvió a esconder entre los brazos de su hermano quien le abrazó con más fuerza todavía.

Y todo empezó ahí.

Gritos y más gritos. Mujeres gritando a todo pulmón y hombres exigiendo algo con la voz profunda y autoritaria. Luego sólo explosiones. Estallidos fuertes y más gritos. Sus hermanos lanzaron pequeños quejidos en muestra de que estaban llorando y él agitó su respiración porque el miedo superó su voz pensante. Tsuna quiso empezar a llorar, pero no pudo porque en menos de lo que pensó estaba gateando en dirección de la puerta trasera de su casa.

 

—¿Hermano? —susurró con la voz rota.

—Shh… No digas nada, Tsuna.

 

Sus manos le temblaban mientras sus hermanos lo instaban a hacer silencio mientras salían y cerraban la puerta con extremo cuidado. Seguían escuchando todo aquel ruido entremezclado. Seguían estremeciéndose ante cada grito femenino y masculino, así como los estallidos, pero no se quedaron ahí. No se quedaron quietos ni un solo segundo.

Su hermano mayor lo tomó en brazos para alejarse corriendo de la casa e internarse en medio de las hierbas altas que decoraban el inicio de un pequeño bosque que existía detrás de su casa. Sus pasos resonaban entre las ramas, lo hicieron hasta que ellos lograron internarse lo suficiente para que el follaje los cubriera.

Fue ahí donde el más pequeño de todos escuchó como sus hermanos se deshicieron en lágrimas, quejidos y sollozos. Y él los siguió porque a más de no entender lo que pasaba, tenía miedo.

 

—No mires, no lo hagas.

—Tsuna… mírame a mí y no… a la casa.

—¿Por qué?

 

Sus ojitos le ardían porque ya no soportaba más y al sentir el miedo en sus hermanos, también sintió miedo. Sus lagrimitas se asomaron con rapidez y se dejó abrazar por su segundo hermano. Se ocultó y tapó sus oídos para dejar de escuchar el zumbido dado por los gritos lejanos que poco a poco se iban terminando… acabándose… ahogándose.

 

—¿Y mami?

—¡Ya no preguntes más!

 

Permanecía en brazos de sus hermanos mayores quienes se turnaban para cargarlo mientras caminaban lejos de casa en medio de la oscuridad, escuchando sonidos extraños y el viento que silbaba. Tsuna miraba a lo lejos una luz que fulguraba de forma extraña y que no era la luna ni las estrellas porque esas últimas siempre estaban por encima de su cabeza y no al final del bosque en el que se estaban metiendo.

 

—Mami dijo que el bosque es peligroso.

—Cállate, Tsuna.

 

Pero no podía simplemente callarse, y es que algo en su pecho le decía que tenía que preguntar por su madre… también por su padre, pero no era tan importante porque su papá siempre estaba lejos y suponía era lo suficientemente valiente y fuerte para cuidarse solo… en cambio su madre jamás se separó de ellos. Tenía ganas de verla, de escucharla, de que le dijera que no sabía por qué la noche era negra.

 

—¿Y mami no vendrá?

—Jamás odié tanto a tu estúpida curiosidad.

 

Sintió su pecho estrujarse porque sus hermanos jamás habían usado una mala palabra frente a él, tampoco le habían hablado en ese tono tan feo que hizo a sus oídos cimbrar y a su labio inferior temblar. Agachó su cabeza y apretó los labios, dejó que lo bajaran y sujetó la mano de su hermano mayor para caminar sin decir nada más.

Tsuna entendió que era malo preguntar algo en ese momento.

No supo cuánto caminaron, tampoco quiso decirles a sus hermanos que tenía sed, que estaba muy cansado y que quería a su mamá. No quiso darles problemas porque bien entendía que algo malo estaba pasando y que debía seguir las órdenes de su hermano más grande sin chistar.

Porque los más grandes saben más cosas, porque de ellos debía aprender.

Y sin embrago, un día, cuando hace muchas noches no veía a su madre y por eso lloró en susurros entre los brazos de su segundo hermano, y cuando su hermano más grande no volvió con ellos y el sol ya se ocultaba de nuevo… se atrevió a volver a preguntar.

 

—¿Y mami? ¿Y mi hermano?

—Tsuna, cállate.

 

La voz de su otro hermano temblaba, sus ojos no se veían, el frío hacía que su nariz estuviera fría y aguada… y como en las otras noches se puso a llorar en silencio, sentadito contra un árbol, abrazando sus pequeñas piernas en un intento por no morirse de frío, sintiendo el saco de su hermano más grande posarse encima suyo como si fuera una enorme cobija.

Jamás volvió a ver a su hermano mayor. Y dedujo que fue su pregunta la que ocasionó que su hermano mayor se fuera muy lejos.

No supo a donde caminó o por cuántos días lo hizo, tampoco el por qué su hermano tosía de vez en cuando, sólo sabía que no había comido nada en dos días y que sus piernitas le temblaban. Ya habían salido del bosque, así que ya no había arboles de dónde coger manzanas o bayas que su hermano decía eran buenas. Ahora pisaban tierra y veían casas, personas, gatos y perros que pasaban junto a ellos sin hacerles mayor caso.

No entendía por qué no volvieron a casa. No entendía por qué su madre no iba por ellos. No entendía por qué no podían dormir en una cama. No entendía por qué su hermano mayor no volvió. No entendió jamás qué fue lo que pasó.

Le daba miedo preguntar. Porque si preguntaba algo malo pasaría después.

 

—Tengo hambre.

—Yo también, pero no me estoy quejando.

—Lo siento.

 

Se aferraba a la mano de su hermano mayor y al saco de su otro hermano como si su vida dependiera de ello. Hacía frío, su barriguita hacía ruido y de nuevo empezaba a oscurecer. Se detuvieron en un callejón, se sentaron en una esquina y se abrazaron. Su hermano seguía tosiendo y temblaba a pesar de que su cara estuviera caliente. Tsuna se aferraba a él para así darle un poquito de calor.

 

—¿Tú también te irás? —no pudo evitarlo, le ganó la curiosidad.

—No digas tonterías, Tsuna.

 

No supo por qué no podían regresar a casa. No supo por qué su hermano a veces le daba un pan que sabía raro o un pedazo de carne que estaba empolvada. No supo cuándo fue la última vez que vio a su madre. No supo cuándo fue la última vez que vio a su padre. No supo cuándo fue la última vez que vio a su hermano más grande.

No supo por qué su hermano no despertaba en esa nueva mañana.

 

 

Continuará…

 

 

Notas finales:

 

Este fanfic está enfocado a la batalla de familias organizado por R27 fan club (The chaos club) grupo en Facebook.

¡Hail Millefiore!

¡Aquí está su sol sirviendo a su macabro cielo!

XDDDDD

Ok ya, espero les haya atraído la temática. Son cinco capítulos que serán publicados hasta el 26 de diciembre que es la fecha final de entrega.

Besitos~

Los ama: Krat~

 


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