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Tardes Negras por Mascayeta

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Notas del capitulo:

Recordemos que paso hace tres años....

POV Usagi-san

Los asistentes a la boda están preocupados, la novia no aparece y tu simplemente estas tan nervioso que has secado en el pantalón por enésima vez tus manos.

Evitas mirarme, quizás piensas que al hacerlo te arrepentirás, que usarás como excusa esa demora. Pero ese pensamiento es una forma de tratar que cumplas mi deseo, que corrijas el error que cometí al obligarte a aceptar esta locura.

Takahiro sonríe, su esposa no está muy contenta, en sus ojos veo la total reprobación de lo que sucede; me culpa, y lo peor de todo, es que tiene razón. La evado, no quiero reproches, es mejor pensar que todo es por tu bien.

Al fin los padres piden que nos acomodemos en nuestros lugares, la novia está cerca. Estamos uno al lado del otro, igual soy el padrino. Tus ojos brillan como lo hicieron tantas veces para mí. Entonces las palabras salen como si otro las pronunciara:

- ¿La quieres?
- Tú me enseñaste a quererla - respondes con una sonrisa.
- ¿Qué tanto la amas?
- Nunca igual que a ti - me dices serio, un poco hosco. Me gusta verte así.
- ¿Me extrañas?
- Nunca dejare de hacerlo - tu tono era tranquilo. ¿Por qué lo había hecho? ¿En qué momento me rendí?
- ¿La dejarías por mí? ¿por lo nuestro? - entonces me miras, tus ojos esmeraldas tienen la expresión de ese día.
- Nunca compares mi relación con ella a "lo nuestro" - vuelves el rostro a la entrada de la iglesia.
- Es cierto, siempre has sido más fuerte que yo cuando tomas una decisión. - respondí agachando la cabeza.

La novia ya ingresa, la marcha nupcial comienza a sonar. Todo es tan lejano, pero no había más que sonreír. Como buen padrino te paso los anillos. La mirada de ambos era de amor, una mirada que yo nunca volvería a tener, porque simplemente, a partir de ahora, nunca volveríamos a tener esa intimidad, por primera vez seríamos solo amigos.

La pareja sale corriendo en medio del arroz y las felicitaciones, el ramo es lanzado cayéndome en las manos, las chicas ríen, y como siempre Isaka-san hace un comentario inapropiado "los hombres que reciben el ramo de bodas, nunca se casan"... que importa, por lo visto este es mi día para los nunca.

Ya en la fiesta, las cosas siguen como debe ser... el brindis, el vals, los regalos, la liga, y otras tantas tradiciones de recién casados... por ser el padrino, en varias de estas cosas tengo que participar. Misaki solo ríe, nunca más esa risa será solo para mí, ahora tendré que compartirla con ellos.

Estoy en el balcón, pronto se marcharán para la luna de miel... el regalo de mi padre. Nunca pensé que los apoyaría de esa manera. Hasta en mi familia esa mujer deja marca... ella también eso me quita.

Sus pasos suenan a mi espalda, lo reconozco tan fácilmente...

- ¿Prometes que seguirás a mi lado? - ese era el chico que conocí años atrás.
- Nunca te dejaría, nunca podría.
- ¿Te arrepientes de haberlo hecho? – dices casi como un susurro. Los recuerdos regresaron más fuertes - ¿De haberme apartado de tu lado?
- Nunca, - respondí con total hipocresía - era mejor para ti, por tu hermano, por tu familia - escuchó tu risa entre dientes. Me extiendes la mano, acercándome cuando la tienes. Me abrazas, dejándome sentir el calor del día en que me dijiste que me amabas.
- Gracias. Si no me hubieses dejado ese día, no la tendría a ella. Realmente eres mi amigo, senpai.
- Nunca lo dudes, siempre estaré para ti Misaki - siento un sollozo. Apartándolo, vi tu cara, dos lagrimas resbalaban por tus mejillas.

Limpiándolas como siempre, por última vez me atreví a besarte. Hubiese dado el mundo para que ese instante no acabara, sentí como temblabas por las caricias que no pude evitar darte, sentí como mi cuerpo rogaba porque te hiciera mío. El ruido de la bocina nos separó, tomándome de la mano, me hiciste correr hasta la entrada.

Ayude con las maletas, abrimos la champaña y rociamos el contenido sobre los recién casados y el auto, realmente te veías feliz. Un último estrechón de manos, para luego irte con ella, tu mujer.


Me quede mirando la carretera hasta que el auto desapareció. Fue cuando sentí el papel en el bolsillo de mi saco, buscando privacidad, ansioso lo abri...

Usami-san:

¿Me preguntas si la dejaría por ti?

Cada día me arrepiento por no haber luchado lo suficiente, por no haber insistido, por creer que era mejor mantener el teatro frente a mi hermano, a pesar de que mi cuñada sabía de lo nuestro. Todo porque nunca he dejado de ser un cobarde.

Pero bien lo has dicho: Hay cosas que es mejor que nunca sucedan.

Me voy con ella, pero nunca podrá ocupar tu lugar, porque lo nuestro es más fuerte que un anillo.

Misaki.

Rio como tonto, al principio es solo una sonrisa, pero la carcajada y las lágrimas comienzan a brotar sin pensar, cuando puedo llorar debidamente, me siento tranquilo, como siempre me había salido con la mía. Él cumplía mi capricho.

- Nunca vas a cambiar - bese la carta y la guarde, porque lo nuestro nunca podría ser profanado, un verdadero lazo de amistad, un verdadero y siempre eterno lazo de amor.





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