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Intercambio antes de Navidad por Kokoro Yolotzin

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Notas del fanfic:

¡Hola mis queridas/os lectores! Después de mucho tiempo, les escribo de nuevo. Espero que con esta historia perdonen mi ausencia de dos años. Les quiero decir que estoy muy emocionada por esta historia. Tal vez no sea lo que ustedes esperan pero deseo que la disfruten al igual que yo. Una idea un tanto loca que se me vino a la cabeza. Yo sé que esto es un cliché bastante recurrente pero tengo la idea de que si se ejecuta bien, puede quedar una buena historia. Como ya dije con anterioridad, espero que la disfruten y saben que sus críticas son bien recibidas. Eso es lo que me ayuda a mejorar mi redacción. Sin más, les dejo esta especial de Navidad que escribí con mucho cariño para ustedes.

Notas del capitulo:

Los personajes pertenecen a la maravillosa Ayano Yamane. Habrá un personaje de mi autoría, para que las situaciones a continuación presentadas tengan lógica. Puede cambiar ligeramente la actitud de los personajes con respecto a la obra original.

La Navidad se acercaba. Las calles resplandecían por las luces en los aparadores de las tiendas, que anunciaban regalos que uno podía comprar para su pareja, familia o amigos. Las risas de los niños se escuchaban en todos los lugares, emocionados por la pronta llegada de Santa Claus.

 

La ciudad de Tokio, al igual que todo Japón, lucía engalanada por la llegada de la Navidad. Árboles con decoraciones de estrellas en su punta eran el centro de atracción para que las familias se tomaran una foto.

 

Era 23 de Diciembre, solo faltaban dos días para que llegara la fecha esperada por muchos… Excepto por Takaba Akihito. Él observaba desde lejos, con una mirada nostálgica, como las personas gozaban de esta festividad. Suspiró con pesadez y comenzó a caminar rumbo a su departamento. ¡No! No era su departamento. Era propiedad de Asami Ryuichi, al igual que su libertad.

 

—Idiota. —dijo con molestia al recordar que Asami había tomado su cuerpo contra su voluntad esta mañana. Nunca le importaban las protestas del rubio ni cuanto le suplicara que le dejara ir. Asami siempre terminaba haciendo con Akihito lo que él quería.

 

Akihito miró su reloj y se percató que casi eran las 10:00 de la noche. Debía darse prisa si no deseaba que su verdugo le impusiera un castigo por desobedecer sus órdenes. Se acercó a la calle, para así poder pedir un taxi que lo llevara a “casa”. No esperó mucho a que uno se detuviera. Con pesadumbre se subió al vehículo. Le dio la dirección a la que deseaba ir y sin más preámbulos el chofer arrancó para llevarlo a su destino.

 

Akihito miró por la ventanilla y decidió abrirla un poco. Los colores de las luces navideñas lo deslumbraban pero tenía que admitir que le recordaban los momentos de fiesta que había vivido en años anteriores con sus amigos Kou y Takato. Este año no se iban a poder reunir debido a que sus compañeros de travesuras tenían que visitar a sus familiares y pasar esas fiestas con ellos. Akihito sabía de antemano que pasaría solo la Navidad, ya que Asami debía trabajar. Además, para él, no tenían importancia alguna ese tipo de celebraciones.

 

Una llamada de su teléfono lo apartó de sus pensamientos. Con temor tomó el aparato, pensando que se trataba del hombre de sus pesadillas. Pero se tranquilizó al ver que era solamente su jefe.

 

— ¿Diga? —respondió con fastidio. Se suponía que por ese día, ya había terminado sus deberes.

 

—Takaba, necesito que vengas urgentemente a la oficina —Akihito sólo arqueó una ceja al escuchar la petición tan apresurada de su jefe.

 

— ¿No podría esperar hasta mañana? Es que la verdad se me está haciendo tarde para un asunto —Obviamente ese asunto era Asami.

 

—Si quieres puedo esperar para mañana pero no te puedo garantizar que el trabajo esté disponible hasta entonces —finalizó con una risita burlona.

 

Akihito sabía de qué se trataba: su competencia de trabajo Daichi. Ni siquiera se había tomado la molestia de aprenderse su apellido. Desde que Daichi entró a trabajar con él, se había convertido en un constante dolor de cabeza. Akihito estaba harto de sus desplantes y sus bromas estúpidas acerca de su aspecto. Pero a pesar de todo esto, no tenía el suficiente valor para enfrentarlo. Era un hombre de aspecto robusto y alto. Podía asegurar que era similar a la complexión de Asami, pero en lo demás, no se le comparaba con el pelinegro.

 

—Estaré allá en un momento. —bufó con ira y colgó. Pensó en llamarle a Asami para avisarle que se tardaría debido a asuntos de trabajo pero prefirió guardárselo para sí mismo. De todas formas, cuando él llegaba a tarde a casa por sus negocios, ni siquiera se molestaba en llamar a Akihito para que no lo esperara despierto.

 

—Disculpe señor —le dijo al chofer— Debo ir a otro lugar antes así que cambiaremos de ruta. Por favor, gire a la derecha en la siguiente avenida. —Akihito trató de conservar la calma. No quería ir a la oficina pero tampoco deseaba que su rival se llevara los frutos de su trabajo solo por ser más complaciente con su jefe.

 

Mientras tanto, en otro lugar de Tokio, Asami se encontraba en su oficina firmando unos papeles mientras fumaba un poco.

 

—Disculpe señor Asami —Kirishima entró con una pila de papeles—, aquí están los nombres de los invitados de mañana.

 

—Gracias, déjala en la mesa por favor —ordenó mientras dejaba el cigarrillo a un lado.

 

—Con respecto al banquete señor, mañana vendrán los encargados a primera hora a preguntarle que desea como menú —Asami no mostró expresividad alguna.

 

—Te dije que les dijeras algo acorde a una reunión formal —era evidente su molestia. Sólo faltaba un día y lo más importante aún no estaba listo.

 

—Lo siento señor Asami, es que el chef no se encontraba disponible. —trató de disculparse Kirishima. No quería decepcionar a su jefe. La reunión era de suma importancia ya que eso hacía que más socios se unieran al club Shion.

 

—Vaya incompetencia —pronunció Asami, refiriéndose a los encargados del banquete— Sólo espero que no haya ningún contratiempo para mañana —si lo había, Kirishima tendría que pagarlo con su pellejo.

 

—No lo habrá señor, ahora bien, si me disculpa, revisaré lo demás —Kirishima salió de la oficina casi corriendo.

 

Asami vio de la hora y pensó en Akihito. Firmó un último papel y se levantó de su asiento. Tomó su saco y se marchó de su estudio. Ya mañana sería un nuevo día.

 

°°°°°°°°°°°°°°°

 

Akihito llegó a la oficia de su jefe. Trató de disimular una sonrisa para que no notara que le había incomodado que le llamara a esas horas de la noche.

 

—Oh, veo que ya llegaste —dijo su jefe—, lamento informarte que como tardaste un poco y pensando que ya no ibas a venir, le di la oportunidad a Daichi de que realizara este trabajo. —Akihito no lo podía creer. Había ido en vano y se sentía como un idiota.

 

— ¡Pero…! —trataba de articular una oración pero simplemente la ira lo estaba cegando.

 

—Lo siento Akihito, así es este trabajo. Ahora puedes retirarte y no olvides llegar mañana temprano que voy a necesitarte —su jefe volvió a posar su mirada en unos documentos y eso le hizo recordar a Asami. Lo único que había ganado sería un castigo que duraría hasta el amanecer.

 

Akihito salió desganado de la oficina pero sólo para encontrarse con una sorpresa aún más desagradable. Ahí, al final del pasillo, apoyado de la pared estaba Daichi con una sonrisa burlona en sus labios.

 

—Así que el pequeño Akihito está aquí. Veo que no te dieron el trabajo que esperabas… ¡Ah! Es cierto, que me lo dieron a mí —el rubio trató de contenerse. Deseaba golpear a Daichi pero sabía que si lo hacía, seguramente recibiría una golpiza que nunca olvidaría y lo que menos deseaba es que Asami se diera cuenta. Sabía de lo que era capaz el yakuza, incluso de mutilar a quienes tocasen lo que según él, le pertenecía.

 

— ¿No deberías estar trabajando? —Akihito rodó los ojos. No estaba a gusto con esa conversación. Ya había tenido suficiente por ese día.

 

—Es cierto, debería. Pero no estoy preocupado. Al contrario, tú deberías estarlo. —y le lanzó a Akihito una mirada desafiante.

 

— ¿Por qué lo dices? —Akihito se consternó por el comentario de tan desagradable persona.

 

—Porque tus días aquí están contados. Pronto subiré de puesto gracias a mis influencias sobre el jefe y a ti te despedirán. Así que aprovecha los días que te quedan aquí. Sinceramente no creo que llegues a Año Nuevo. —las palabras de ese sujeto hacían que la sangre de Akihito hirviera de coraje.

 

—No tengo tiempo para escuchar tonterías —Akihito siguió su camino ignorando una vez más las risas desagradables de Daichi.

 

El rubio salió del edificio. El conductor del taxi lo había esperado así que prosiguieron con la ruta inicial.

 

Akihito no podía evitar sentirse preocupado por dos razones: Asami y las palabras de Daichi. Si él perdía el empleo, tendría que atenerse a las ganancias del yakuza y eso era algo que no deseaba por nada del mundo. No quería ser una carga para nadie. Ya suficiente tenía con vivir en su departamento.

 

El vehículo se detuvo enfrente de un edificio ya bastante conocido para el rubio. Dio las gracias, pagó y se dirigió hacia la entrada. Con algo de temor subió por el elevador sabiendo que Asami ya se encontraba en el departamento. Llegó hasta la puerta y antes de abrirla con sus propias llaves, escuchó la nítida voz de Asami hablando con alguien.

 

Cuando entró, observó que Asami estaba de espaldas a él, con el teléfono en manos. Por su expresión, era obvio que se trataba de un asunto de suma importancia.

 

Asami volteó y le lanzó una mirada amenazante. Sin más, él colgó y se dirigió hacia Akihito.

 

—Llegas tarde. —le dijo con una voz tan profunda que Akihito no logró evitar la perturbación que le había provocado.

 

—Lo siento, tuve que hacer algo de último momento en la oficina —por nada del mundo dejaría que Asami supiese de la humillación que había sufrido.

 

El mayor no dijo nada. Se dirigió a la entrada y tomó chaqueta que colgaba del perchero. —Date prisa que se nos hace tarde. —fue lo único que salió de sus labios.

 

Akihito se quedó confundido. No sabía a dónde iban. Salió junto con él sin hacer más preguntas. No deseaba que Asami tomara una actitud irritante contra él.

 

El rubio se sorprendió al ver a Kirishima al pie de la limusina.

 

—Buenas noches, joven Akihito —él nunca entendía porque se dirigían hacia su persona con tanto respeto. Después de todo, sólo era el amante de su jefe. Su relación no se podía tomar en serio.

 

—Hola Kirishima, ¿qué tal tu día? —preguntó para no ser descortés.

 

—Algo agitado —Kirishima se detuvo cuando vio la desafiante mirada que le dirigió su jefe. Sabía que tenía prohibido hablar con Akihito.

 

El rubio se limitó a responder después de la escena. Subió al vehículo al lado de Asami. El silencio reinaba el ambiente. Akihito supo que sería un trayecto largo y pesado.

 

°°°°°°°°°°°°°°°

 

¿Qué había hecho para merecer algo así? Esta preguntaba rondaba la mente de Akihito. No era un castigo pero tampoco sabía si era una recompensa.

 

Asami lo había llevado a cenar a un restaurante de lujo. Se arrepintió al no haberse cambiado de ropa. Llevaba sus típicos pantalones rasgados y una chamarra. No lucía tan pulcro como su acompañante, que evidentemente era el centro de atención.

 

— ¿Por qué estamos aquí? —preguntó un poco desconcertado. Que él supiera, no había nada que celebrar.

 

—Tenía apetito y no había nadie que me complaciera —Akihito se cabreó con esa respuesta. Sabía a la perfección que él tenía que encargarse de las labores domésticas, eso incluía cocinar para Asami. Se podría decir que era una cláusula del convenio que ambos habían acordado.

 

—He tenido mucho trabajo —dijo secamente. A pesar de que el lugar donde estaban era esplendido, no podía decir lo mismo de su compañía.

 

Un mesero llegó a interrumpirlos, Asami pidió una botella de alguna bebida que Akihito no conocía y sus respectivos platillos. No tardó mucho para que les trajera lo que ordenaron y se retiró.

 

Akihito comenzaba a degustar su comida cuando Asami lo interrumpió.

 

—Si no fueras tan holgazán y no te metieras en problemas, terminarías con tu trabajo acumulado —no sabía cuál era su afán de seguir con esa discusión. Si tan sólo él supiera que, su empleo estaba en riesgo y que por una estúpida disputa con su compañero de trabajo, se quedaría en la calle. Pero primero muerto antes que decirle una palabra al yakuza.

 

—Oh claro, así como tú, ¿no? —dijo refiriéndose a que la mayor parte del tiempo, Asami estaba metido en sus negocios.

 

—Deberías aprender un poco —hizo una pausa para tomar un poco de su bebida— Hablando de esto Akihito, mañana tendré una reunión importante con algunos de los clientes de Shion así que necesito que estés presentable —el rubio se detuvo a pensar en unos instantes. Seguramente Asami hacía eso cada año para ganar más socios que se afiliaran con él. Debía ser una celebración importante. Lo más posible es que se aglomeraran personas adineradas, gente común con la que Asami hacía negocios todos los días. No evitó meditar acerca del interés que debió tener Asami para considerar invitar a alguien sin ninguna significación para sus negocios, como lo era él. Pero las palabras que había dicho con anterioridad, hirieron el orgullo del rubio.

 

—Ni siquiera lo pienses, tú mismo lo acabas de decir. Tengo que dejar de holgazanear y terminar mi trabajo. No faltaré a mis deberes por ir a asuntos que no me incumben en lo más mínimo —no podía negar las ganas que tenía de ir a la reunión, pero si asistía, estaría a merced de Asami.

 

—No te estoy preguntando si quieres ir. Debes ir y punto. —la forma en la que lo dijo, causó un efecto extraño en Akihito. Se ruborizó un poco pero no era por pena, más bien un ligero enojo comenzaba a salir a flote.

 

—Se me olvidaba que tú eres Asami, el señor y amo del universo. Todas las personas deben estar rendidas ante ti, ¿no es así? —La conversación se iba convirtiendo en una pelea acalorada— ¡Dígame señor Asami! ¿No quisiera estar en la mente de todos para así guiar su vida al éxito? —Asami no evitó que una pequeña sonrisa soberbia se asomara de sus labios.

 

—Créeme Akihito, si yo estuviera en tu lugar, seguramente terminaría tu trabajo mucho más rápido y sin tantas complicaciones de por medio —esa respuesta fue lo que destrozó la poca prudencia que el rubio tenía.

 

—Pues si yo fuera tú, no sería un maldito egocentrista y adicto al trabajo —le recriminó por las tantas veces que lo había dejado esperando— Lo único que rige la lealtad de tus trabajadores es el miedo —Asami frunció el ceño ante esto.

 

— ¿En verdad crees eso? Si piensas de esa forma, deberías tenerme miedo y entender de una vez que soy tu sueño. Como tal, debes complacerme en todo lo que te diga.

 

—Para ti es fácil decir que si fueras yo, todo sería perfecto, lo ideal. Pero en verdad no conoces todo a lo que debo enfrentarme en un día. Hablas como si fuera tan sencillo reemplazar a una persona. Y si piensas así, te puedo asegurar que yo sería un mejor jefe de la mafia y negocios que tú.

 

—No creo que hables en serio. Si no puedes llevar tu insuficiente trabajo de fotógrafo, mucho menos podrías llevar una responsabilidad como tal.

 

—Te puedo asegurar que sí. Sólo quisiera estar un día en tu puesto para cerrarte la boca.

 

—Demuéstramelo con tu trabajo. Haz una labor sin tener que ir a rescatarte cada cinco minutos —el rostro de Akihito enrojeció de ira y sin previo aviso a lo que iba a hacer, terminó lanzándole el líquido contenido en la copa, en el perfecto traje de Asami.

 

Todos los que estaban a su alrededor presenciaron la riña entre los hombres.

 

Asami solo permaneció en silencio, observando a un enojado Akihito.

 

—La cena ha terminado, es momento de irnos —dijo Asami y se levantó de la mesa.

 

Akihito con un pésimo humor, lo siguió hasta que ambos abandonaron el restaurante. Por lo visto, el mayor había reservado el lugar con anticipación, y por lo mismo, la cuenta ya estaba saldada.

 

Kirishima vio los rostros de ambos y decidió no decir nada que provocara una riña en el automóvil.

 

Los dos se miraron fijamente el uno al otro. Sus miradas denotaban molestia.

 

—Espero que esta escena nunca se vuelva a repetir Akihito —la voz de Asami era tan fría que el rubio no sabía lo que le haría cuando llegaran al departamento.

 

Akihito solo se limitó a mirar a través de la ventanilla, ignorando la advertencia de Asami. Pensaba en lo idiota que se había comportado. ¿Acaso era necesario humillarlo en cada oportunidad que se le presentaba? Sabía que Asami desaprobaba su trabajo, pero eso no le daba derecho a burlarse de lo que él amaba hacer.

 

Cuando llegaron al departamento, Akihito se fue rápidamente a su habitación. Prefería que Asami no le dirigiera la palabra. Además, no quería seguir discutiendo otra vez, acerca de lo mismo. Ya había tenido suficiente con esa noche.

 

Por su lado, Asami no le detuvo. Era cierto que deseaba tener a Akihito debajo de él, pidiendo clemencia por sus malas acciones. Pero sabía que el rubio poseía una terquedad infinita y doblegar su voluntad tardaría un poco. Decidió retirarse a dormir. Asimismo, no tenía tiempo que perder. Sabía que al día siguiente se encontraría demasiado ocupado. Tal vez Akihito cumplía su promesa de no asistir, pero sinceramente, ya le daba igual.

 

°°°°°°°°°°°°°°°

 

Akihito abrió los ojos lentamente. La luz, que entraba por la enorme ventana con las cortinas abiertas de par en par, lo vislumbró. Se recriminó no haberlas cerrado el día anterior. Ahora no podría dormir de nueva cuenta. Ante este pensamiento, el rubio se incorporó velozmente. ¡Él no tenía cortinas en su habitación! Miró a su alrededor aún adormilado y se dio cuenta que se encontraba en el cuarto de Asami. ¿Qué diablos hacía allí? Por lo que él recordaba, no había tenido cercanía alguna con el pelinegro desde la noche anterior, debido a su pelea. Pensó que seguramente el yakuza lo había llevado hasta allí sin su consentimiento, para realizarles cosas pervertidas mientras él dormía.

 

—Ese grandísimo tonto —bufó. Pero su sorpresa no se hizo esperar cuando escuchó la voz de Asami pronunciando esas mismas palabras. Giró hacia atrás de él violentamente, para corroborar la presencia del mayor. Pero simplemente no había nadie. Se llevó las manos a la cabeza y su asombro creció aún más, al notar, que esas manos no eran las suyas.

 

Antes de que se desmayara ahí mismo, corrió al baño, para verse ante el espejo. Quedó estupefacto al ver a Asami, delante suyo. Pero sólo era un reflejo. Gritó. No era su voz, no era su cuerpo, no era Akihito.

 

Escuchó como la puerta de la habitación se abrió de golpe. Salió temeroso del baño. No quería contemplar aquella rareza de la naturaleza pero sencillamente lo hizo. Su corazón estaba agitado. Y podía observar lo mismo de la persona que se hallaba en frente de él.

 

— ¡¿Quién eres tú?! —gritó Akihito con aquella voz pesada que caracterizaba a Asami. No podía creer lo que estaba viendo. Era él mismo, con una cara confundida.

 

— ¿Akihito? —qué raro era oírse así mismo. Y sobre todo, verse así mismo. Pero sabía que algo estaba cambiado. Este Akihito tenía una mirada atemorizante a pesar de su desconcierto. Poseía unos ojos igual de profundos. Se le parecía a cierta persona. Y después de mucho razonarlo, ese Akihito, no era nada más y nada menos que el mismísimo Asami.

 

— ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué estoy en este cuerpo? ¡Dime que sigo dormido! ¡Dime que esto es una pesadilla! —Akihito se estaba volviendo loco. No sabía si se encontraba dentro de una ensoñación. Tal vez había muerto y ahora estaba en el infierno. Sí, eso tenía que ser, el infierno. De otra forma, esto no podía estar sucediendo.

 

Asami (en el cuerpo de Akihito) lo tomó de los hombros y lo atrajo hacía él de una forma autoritaria.

 

—Cálmate Akihito. Lo que menos necesitamos es que actúes como un demente —a pesar de tener la voz de un chico joven, había algo en él que indicaba que era Asami. Y eso Akihito lo podía notar.

 

— ¡¿Pues entonces como demonios quieres que me ponga?! Creo que no estás midiendo lo grave de la situación. ¡No estamos como deberíamos estar! —se estaba desesperando. Cada vez que hablaba solo podía escuchar la voz de Asami.

 

—Akihito, creo que eso es bastante obvio, pero no es pretexto para perder la cordura —le sorprendía que aún, en estos casos, lo tomará tan a la ligera.

 

Akihito tomó de la mano a Asami y lo llevó hasta el espejo del baño.

 

— ¿Crees que esto no es suficiente para perder la cordura? Tan solo míranos —señaló al espejo con la mano temblorosa.

 

Asami se mantuvo callado unos instantes mientras observaba el reflejo.

 

—Me haces lucir como un completo idiota —ese comentario sacó aún más de sus casillas a Akihito.

 

— ¡Asami, estoy en tu cuerpo y lo único que dices es que te hago lucir como un idiota! —gritó. La mirada de Asami era inexpresiva, aun estando en el cuerpo de Akihito, ¿cómo podía lograr eso?

 

—Akihito —y volteó para verlo directamente a los ojos—, quiero recuperar mi cuerpo. No sé cómo haya sucedido esto, pero no me voy a quedar cruzado de brazos. —Esas palabras tranquilizaron un poco al rubio.

 

—No podemos salir así a la calle Asami. No puedo ir a mi trabajo siendo tú. Ni siquiera sé hasta cuando dure esta mierda. ¡No quiero permanecer así toda mi vida! —sólo se escuchó un golpe seco. Asami le había dado una bofetada a Akihito. Estaba seguro que no le dolería, ya que las manos que poseía en esos momentos eran muy pequeñas.

 

—Tenía que hacerlo Akihito. Debes tranquilizarte. Ya te dije, no podemos quedarnos aquí esperando a que algo posiblemente ni llegue. Dure lo que dure, tenemos que ser conscientes que tarde o temprano tendremos que reincorporarnos a nuestras actividades —la seriedad de Asami perturbaba a Akihito. Esto era jodidamente anormal pero parecía que no tenía importancia alguna para él.

 

—Entonces sugieres que vaya a fotografiar con tu cuerpo. ¡A mi jefe le dará un infarto! —otra vez estaba al borde de un ataque de nervios.

 

—No me refería exactamente a eso. —Akihito arqueó una ceja.

 

— ¿Eh? —su expresión era de una persona confundida y asustada al mismo tiempo.

 

—Tú mismo me lo dijiste ayer, que si tuvieras una oportunidad de demostrarme que sencillo es mi trabajo, lo harías. Afortunada o desafortunadamente esa oportunidad llegó y no creo que te retractes de tus palabras —observó como una sonrisa traviesa se asomó por sus labios. ¿Por qué osaba molestarlo en esa situación tan embarazosa para ambos?

 

—Tú dijiste lo mismo —reprochó Akihito —, ¿o es que ya olvidaste todas las cosas horribles qué me dijiste anoche? —

 

—No lo he olvidado y es cierto todo lo que dije anoche. Tú trabajo es fácil de hacer. Incluso terminaré todos tus deberes pendientes antes de que finalice el día —Akihito quería matarlo. Ya estaba otra vez retándolo.

 

—Entonces sugieres que yo vaya a la oficina a dar órdenes —colocó ambas manos en sus caderas, como era característico de él, sólo que al estar en el cuerpo de Asami, esto se veía extremadamente raro.

 

—No, hoy tu labor es aún mayor. Tienes que encargarte de que la reunión se lleve a cabo exitosamente. De no ser así, te informo que mi negocio se iría a la quiebra —sabía que lo último no era verdad, pero le divertía preocupar al menor.

 

— ¿A la quiebra? —preguntó con inquietud. Era verdad que a veces no lo soportaba, pero a pesar de eso, no deseaba que su estabilidad económica se viera afectada.

 

—Así es —miró el rostro de intranquilidad de Akihito— ¿Acaso ya te arrepentiste? —y volvió a sonreír.

 

—Claro que no. Te demostraré que puedo ser un mejor jefe que tú, incluso un mejor yakuza —habló Akihito denotando seguridad pero la verdad es que estaba hecho un mar de nervios.

 

—Deseo con ansias que me lo demuestres. —Asami le lanzó una mirada fría y Akihito sólo sintió como el miedo lo controlaba. ¿En verdad iba a ser capaz de lograr todo lo que Asami hacía? No estaba seguro de la respuesta pero tampoco quería verse humillado de nueva cuenta por el yakuza.

 

—Simplemente te dejaré con la boca abierta —escuchó como Asami se reí de él. —Ahora, si me permites, tengo que mentalizarme para ser como tú. Te sugiero que hagas lo mismo. La gente cercana a nosotros no debe sospechar que algo anda mal. —Akihito llevó fuera a Asami de “su habitación”. Tenía que darse un baño, aunque eso era lo que menos deseaba. Si cada vez que veía a Asami desnudo se ruborizaba, no imaginaba lo que sería estar despojado de toda prenda en el cuerpo del pelinegro.

 

Asami se dirigía al cuarto de Akihito para hacer lo mismo.

 

—Espero que este niño no me haga ver como un completo soquete ante mis subordinados —conocía a la perfección la personalidad de Akihito y sabía que a veces podía llegar a cometer tonterías, pero ese no era el momento para que las hiciera.

 

Muy a su pesar, él también tenía que suplantar al fotógrafo y actuar como Akihito lo haría. El tan sólo pensarlo, le provocaba desagrado. El rubio era tan alegre y feliz. Emitía un brillo único. Y eso era lo que le había atraído de ese pequeño travieso. Ni siquiera deseaba imaginarse cuánto duraría ese calvario. Era verdad que había permanecido con calma delante de Akihito, pero sin estar a la vista de él, le preocupaba la situación. No podría soportar vivir así toda su vida. Esperaba que todo fuera un sueño raro, como los que tenía a veces con Akihito. Recordaba que una vez, soñó que él era un gato. Y aunque esa ensoñación era divertida, la posición en la que se hallaba ahora, era la de una completa pesadilla.

 

Ambos estaban confundidos y no tenían una idea clara de lo que harían ese día para suplantar al otro...

Notas finales:

¡Hola mis queridas/queridos lectores! 

 

Espero que este capítulo haya sido de su total agrado. Originalmente este iba a ser un One-shot, pero debido a la circunstancias decidí dividirlo en dos partes. La 2da parte la estaré subiendo el 31 de Diciembre (en Año Nuevo). 

 

Espero que la lectura haya sido de su agrado y cualquier crítica, ya saben que yo estoy en la mejor disposición de escuchar sus sugerencias. 

 

Por lo tanto, quiero desearles una feliz Navidad. Espero que la disfruten con sus seres amados y la comida. Les deseo lo mejor en estas fiestas.

 

¡Gracias por leer!

 

Nos vemos hasta Año Nuevo.

 

Atte. Kokoro Yolotzin


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