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Mi segunda vida por Kuro081298

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Notas del fanfic:

He vuelto para escribir, lo sé, lo sé, me tarde bastante, casi 2 años, pero es que esta historia me costo mucho desarrollarla, tanto que aún no he terminado de escribirla, pero, estoy cerca de terminarla así que decidí irla subiendo poco a poco. Para tener tiempo para escribir y atender mis responsabilidades al mismo tiempo subiré capítulos todos los sábados, si tengo bloqueos o responsabilidades entonces me tomare una o dos semanas de descanso en la historia.

Sin más que decir, me gusta volver aquí a escribir para ustedes, así que espero les guste la historia que he estado desarrollando, como un regalo subiré los primeros 5 capítulos de un aventón XD, la historia es complicada de entender por que va algo lenta, así que con 5 capítulos los puedo ir adentrando de que se va tratando más o menos.

Esta historia pues tiene escenas un poco fuertes y deliciosas 7u7, pero hasta después, aun no se como la clasificare, pero de una vez voy advirtiendo que más adelante puede que haya este tipo de escenas.

En fin, disfrútenlo, recuerden que la historia esta publicada aquí y en Wattpad, si la encuentran escrita en otro lado es sin mi consentimiento. Esta historia fue escrita por mí.

 

¿Alguna vez te has sentido solo?, muchas personas se sienten solas. A veces no están del todo solas, tienen personas que los apoyan, pero nunca pueden verlos ya que uno mismo se venda los ojos. Sin embargo, hay personas que realmente están solas, que les va de la mierda, que no quieren ser ellos mismos, no quieren estar ahí, no quieren vivir. 

Con este tipo de soledad uno tiene dos opciones. La primera es ser fuerte, soportar el dolor de la carga esperando a que algún día puedan encontrar la compañía que desean. La segunda es ser débil, acabar con la vida para así dejar de sufrir. 

Algunos encuentran la salvación, otros simplemente acaban con su dolor. 

A mí me pasó algo totalmente diferente, algo qué tal vez nunca le había sucedido a alguien. Tal vez sea difícil de explicar, yo tampoco le encuentro lógica a lo que me pasó, pero simplemente me envolví en algo que creí un milagro, cuando no lo era.  

Es aquí donde comienza mi historia, donde mi vida toma un giro completo, donde todas las cosas que me pasan empiezan a tornarse cada vez más raras conforme avanza mi “milagro”. 

Mi nombre es Mía Fleming, tengo 20 años y vivo en un pueblo bastante humilde, pero a la vez ignorante y asustado. ¿Asustado de qué?, asustado de las brujas. 

Mujeres que poseen cierta habilidad para utilizar la magia blanca o negra, un don, pero también una maldición. Temidas por la gente de los pueblos ya que ellas no tenían tan buena reputación que digamos. Eran sirvientes del demonio que solo buscaban hacer sufrir a los más débiles con hechizos y pactos peligrosos. 

Mi madre Carmen Fleming es una bruja. Ella es una mujer descuidada, pelo negro, ojos grises, algo alta, con ojeras todo el tiempo y esa mirada perdida de odio. Si ella se cuidará sería una mujer hermosa. Ella usa su mágica para beneficio propio, no ayuda a las personas, pero tampoco las perjudica. Ella me odia, ella no me presta atención, no habla conmigo, no me cuida, ni mucho menos me alimenta, simplemente me da un lugar donde dormir. 

Vivimos un poco apartadas del pueblo, yo debo vender objetos que luego ella me da porque no le sirven, eso me ayuda a tener un poco de dinero para poder comer por lo menos una vez al día. Tampoco puedo socializar mucho con la gente, si ellos se enteran que mi mama es una bruja entonces nos matarían quemándonos. Así que no tengo amigos o alguien con quién pueda compartir la soledad que siento. 

A veces me gustaría acabar con mi vida, pero la verdad no soy capaz de cometer tal locura, no soy capaz de hacerme daño a mí misma, así que sigo con la esperanza de que algún día podré conocer a alguien, o por lo menos que mi mamá me hable y trate como a su hija. 

De todos los días este fue el más horrible de mi vida y tal vez el último... o por lo menos eso pensaba. 

Me encontraba vendiendo cosas como de costumbre, no había nada fuera de lo normal. El día estaba nublado y hacia un poco de frío por las lluvias que habían estado cayendo por el reino. Miraba con detenimiento el palacio de los nobles, era tan inmenso que a veces me daba envidia de que hubiera personas tan afortunadas para tener esa clase de lujos. Todos los días lo contemplaba y en mis pensamientos cruzaban miles de historias asombrosas que me imaginaba.

- ¿Cuánto es por esta pequeña flor? – esa voz me saco de mis pensamientos. Se trataba de una mujer algo vieja, tenía cubierto el pelo y la cara con una manta morada así que no pude ver bien su rostro, pero sobre todo tenía una peculiar sonrisa que solo logré ver.

- Es una moneda de cobre – decía mirándola curiosamente.

- Es de una muy rara especie – la mujer la tomo. La flor estaba en una bota que yo aporté para que tuviera dónde crecer. Era una flor algo rara, estaba algo marchita, pero por alguna razón nunca se caían sus pétalos, era negra y siempre desprendía un olor agradable. Mi madre solo me la aventó un día, pensé que no serviría de nada, pero días después me di cuenta que la flor seguía intacta, aunque se viera como marchita.

- Yo no sé de dónde sea – decía sería y tomando la moneda de bronce que me ofrecía.

- Es de tierras lejanas, dicen que es la flor que nunca muere. Es excelente para dar salud y tranquilidad a la gente – desvíe la mirada, no me interesaba saber sobre cosas sorprendentes – o también para hacer hechizos permanentes – cuando dijo eso mire de nuevo a la anciana, pero ya no se encontraba, había desaparecido.

Aunque me dio curiosidad lo de la tarde no le tome importancia y continúe mi día tranquilamente. Al final del día reuní el dinero para comprar un pan, se vía tan delicioso qué tal vez le guardaría un poco a mi madre. Sé que ella me odia desde que nací, pero era mi madre y por alguna razón yo era tan bondadosa que nunca podría hacerle algún mal.

Llegue a casa. Vivíamos en una casa vieja, estaba cayéndose a pedazos. Cuando entrabas te encontrabas con una chimenea dónde podía cocinar, algunos sartenes y cazuelas para poder poner la poca comida que teníamos, y finalmente platos viejos. No muy lejos se encontraba una cama vieja dónde yo dormía y justo a mí izquierda se encontraba una cortina que tapaba la entrada a la segunda habitación, es dónde se encontraba mi madre. 

Entré, cerré la puerta, me quite el abrigo que me cubría algo del frío, me quite la capucha de la cabeza y libere mi pelo corto. Yo era una chica atractiva, ojos azules, pelo negro corto y delgada, el problema es que no soy buena socializando y quería ser invisible para los demás, todo para proteger a mí madre. 

Me senté en una silla frente a la chimenea y prendí fuego para poder calentarme y comer mi pan tranquilamente. Me relaje y empecé comer, después le deje una pequeña rebanada de pan a mí madre encima de una pequeña mesa de madera. Había sido un día largo así que me decidí dormir, pero escuché varios murmullos afuera de la casa. Cuando me asomé un poco por la ventana vi una gran cantidad de personas dirigiéndose furiosas a mi casa, con antorchas y trinches. Sabía qué significaba eso. 

Decidí tomar de nuevo mi abrigo y capucha, me las puse y entre rápidamente a la habitación de mamá. Se supone que yo nunca debo entrar y yo nunca había entrado, pero la situación lo ameritaba así que lo hice sin pedir permiso. Para mi sorpresa ella no estaba. Había un caldero gigante en la habitación, había varios frascos con sustancias y especies raras, y una increíble cantidad de hojas en la pared. Si la multitud llegaba a mi casa tendrían evidencia para matarla así que decidí salir mejor de la casa y desviarlos hacia otro lugar. 

Salí por la parte trasera y corrí hacia el otro extremo, después grité a lo lejos.

- ¡Hey!, ¿¡Qué creen que hacen!? – decía gritando lo más que podía para llamar su atención.

- ¡Ahí está!, ¡Es ella!, ¡La bruja! – después de decir eso ellos corrieron rápidamente hacia mí. 

No sabía que estaba pasando, no sabía porque me estaban culpando, pero no pensaba quedarme a averiguarlo así que corrí rápidamente lejos de la gran multitud enfurecida. Si ellos me atrapaban me quemarían y esa era la peor manera de morir, no quería morir de esa manera.  

Mientras corría pensaba en lo mierda que había sido mi vida. Mi madre no me trataba como su hija, vivía en la miseria, tuve que arreglármelas de pequeña y ahora, justo ahora iba a morir por una multitud que me culpaba de algo que yo no era, iba a morir de un crimen que era de mi madre no mío. Pero, ¿Eso no era un alivio?, pasaría a una mejor vida, me iría de este sufrimiento, pero entonces, ¿Por qué seguía corriendo?, ¿Por qué sigo aferrándome a las ganas de vivir?  

No tenía todas las respuestas, ni siquiera pude pensarlas porque yo ya había tropezado y caído en dirección a un barranco, pero pude sostenerme a tiempo.

- Demonios – decía suspirando de alivio. Pero entonces sentí una gran piedra golpeando mi cabeza y haciéndola sangrar – Auch – decía con las lágrimas en los ojos.

- Maldita bruja, suéltate y muérete.

- Si, haznos un favor y muérete.

De nuevo me venían estos pensamientos. ¿Por qué sigo aferrándome a una vida de mierda?, sería mejor si solo me soltara, le haría un favor al mundo, a mi madre. La imagen de mi madre me hizo romper en llanto, ella era la única esperanza que tenía de vivir, pero ella no está aquí, ella nunca estuvo aquí. 

Mis manos no dejaban de aferrarse y no entendí porque, pero entonces…un trinche me hizo soltarme. Mientras caía vi el cielo azul, cerré los ojos con fuerzas y entonces…todo se volvió negro.

- Señorita... – había un susurro muy leve a lo lejos – señorita – se hacían más fuerte cada vez más – ¡Señorita despierte! – un enorme sacudimiento me hizo despertar. Abrí los ojos y me costó algo de trabajo acostumbrarme a la luz – oh gracias a Dios, me preocupaba que estuviera muerta o algo así – decía una chica algo baja, joven, pelo pelirrojo y corto, de piel algo blanca y pecas en la parte de las mejillas y nariz. Ella llevaba puesto un traje de sirvienta – vamos debe levantarse para que pueda vestirla señorita Alicia, es hora del desayuno real y usted no está lista. Yo sé que no le gusta que la molesté con cosas reales, pero… – la interrumpí.

- ¿Cómo me llamaste? – preguntaba confundida.

- Señorita Alicia – decía con la voz temblándole.

- Yo no me llamo Alicia, soy Mía – decía mirando con más detenimiento mi alrededor. Estaba en un cuarto bastante grande, con cortinas elegantes, una alfombra elegante, una ventana espectacular que tenía vista a un jardín enorme. Estaba en una cama grande, con sábanas increíblemente suaves y agradables, miles de almohadas y llevaba puesto un camisón blanco que se veía de una tela muy fina.

- Señorita Alicia, me está preocupando – decía la chica mirándome algo asustada.

- ¿Dónde estoy? – decía levantándome rápido de la cama.

- Pues…usted está en su habitación – decía la chica algo confundida.

- ¡No!, me refiero a.…está es otra vida, ¿no? – decía recordando a la perfección mi muerte – ¿Es el cielo? – decía mirando a la chica que se encontraba algo asustada al otro lado de la habitación.

- Yo…creo que iré por el joven Henry – decía la chica saliendo apresurada de la habitación. 

Mire con más detenimiento la habitación. Había una enorme chimenea enfrente de mi cama y a los lados había varios muebles con ropa y accesorios realmente caros, pero lo que más me llamó la atención fue un cuadro dónde se encontraba una chica bastante atractiva. Era una chica rubia, de ojos miel, una piel blanca muy bien cuidada (no como la mía), pómulos hermosos, cuerpo perfecto. Era como estar viendo una princesa.

- Y ella está diciendo cosas raras – decía la chica con vestimenta de sirvienta entrando de nuevo en la habitación, pero esta vez con un chico bastante atractivo. Alto, pelo negro, ojos miel como la chica del cuadro, se veía en buena forma y su piel se veía igual de cuidada. Vestía un traje azul, con hombreras amarillas, algunos toques amarillos y unas botas negras. Guapísimo, era casi un príncipe.

- Debe ser otra de sus bromas idiotas – decía el chico mirándome algo serio – ¿Qué te pasa Alicia?, llevamos una hora esperándote mi padre y yo para que bajes al desayuno real, ¿Es una mala broma o qué? – decía el chico acercándose a mí con una mirada furiosa.

- Yo…  – no tenía respuesta alguna, no sabía porque demonios estaban llamándome Alicia – No sé de qué me hablas… – decía algo insegura de mi respuesta.

- ¿Qué demonios dices? – decía el chico molestándose más.

- Yo…yo no soy ninguna Alicia, yo no sé dónde estamos, no sé quiénes son ustedes y no sé de qué mierda me estás hablando. Solo recuerdo que morí, pero estoy aquí – decía tratando de procesar todo lo que estaba pasando. 

El chico se quedó en silencio, suspiró y luego me miró furioso.

- Eres Alicia Athens, hija del rey Charles Athens y Julieta Dunne. Soy tu hermano Henry Athens y ella es tu sirvienta personal Dafne. Vives en el castillo real del imperio Fire. Y ahora que ya te seguí el puto juego, deja preguntar estupideces y baja cuando quieras tarada – el chico se dirigió furioso a la salida – Dafne, déjala sola, solo está jodiendo como siempre – después de eso desapareció junto con la chica, cerrando la puerta detrás de ellos.

- ¿Qué? – decía aún más confundida. 

Mire hacia la venta y podía ver un pueblo bastante familiar a lo lejos. Ahora que lo recordaba, el imperio en el que vivía se llamaba Fire, pero, eso era imposible, ¿no?, no puedes vivir la misma vida en el mismo sitio.  

Decidí mirarme en el espejo y mis ojos no podían creer lo que estaban viendo, era la chica del cuadro que estaba en la habitación. Toque mi cara, toque mi cuerpo y mire mis manos confundida, ¿Qué mierda estaba pasando?

- ¿Qué está pasando? – decía más confundida. 

Estaba en el mismo lugar, diferente vida y cuerpo, ¿Por qué?, ¿Acaso era una segunda vida?

 

Notas finales:

Gracias por leer


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