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La mirada del extraño por Augusto2414

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Notas del capitulo:

Hola a todos. Dejo con ustedes el siguiente capítulo de la historia.

Una actualización express. Aproveché un momento de inspiración durante los pasados días y escribí nuevamente.
Espero que logre transmitirse el ambiente aquí descrito.

XV
 
La plática fue interrumpida por Cristina, que regresaba con las bebidas. Para la chica no pasó inadvertido que algo ocurría entre su amigo y el otro muchacho, sobre todo porque Alejandro desviaba la mirada y Nicolás tenía un aspecto decaído. “¿Qué está pasando aquí?, ¿por qué se siente esta atmósfera tan cargada?”, pensó Cristina tras dejar los bebestibles y dar un respiro profundo. 
 
–Las pizzas estarán listas en unos momentos. Si necesitan algo más, avísenme –dijo antes de retirarse.
 
Ninguno de los dos respondió, solo un leve movimiento de cabeza por parte de Alejandro, que en nada la hizo sentir más tranquila.
 
… … … … …
 
El calor del horno inundaba la cocina.
 
Ariel aguardaba que las pizzas de la última orden se cocinaran. Había dicho que tardarían de quince a veinte minutos. Tomó su pequeño pañuelo y lo pasó sobre su frente, algo húmeda por el sudor, y vio a su alrededor: aunque era domingo, había mucho trabajo, sus compañeros se movían rápidamente en sus puestos, siguiendo las instrucciones del chef jefe, una mujer entrada en años –una anciana para algunos–, pero que conocía algunas de las recetas mejor reputadas y que pocos afortunados tenían la dicha de conocer. Siendo asistente de cocina, Ariel no podía aspirar a estar tan cerca de la mujer para captar algo de su conocimiento, pero confiaba que con su desempeño podría ascender y aprender más.
 
Sus pensamientos fueron dispersados por la voz de Cristina que, asomada a la ventanilla, le preguntaba si estaba listo el pedido.
 
–No todavía, cinco minutos más –respondió Ariel con una sonrisa y, acercándose a su compañera, le preguntó–: ¿Cómo va todo allá afuera?
 
–Bien, supongo –Cristina suspiró y miró en dirección a la mesa de su amigo–, ¿sabes?, siento que algo no anda muy bien.
 
–¿A qué te refieres?, ¡ah!, ¡es cierto!, hoy Alejandro almorzaría aquí con su amigo, eh… ¿Nicolás?, ¿son para ellos las pizzas?
 
–Sí, así es.
 
Ariel se asomó fuera de la cocina y miró en la dirección que Cristina lo hacía. Vio a la pareja en una actitud que él interpretó parecía de discusión: Nicolás hacía movimientos con sus manos, como si quisiera explicar algo, mientras que Alejandro negaba con la cabeza. 
 
–No parece que estén bien, ¿verdad?
 
–No, y es lo que temo.
 
–¿Qué les habrá pasado? –la voz de Ariel, siempre segura, había sido cubierta por la preocupación–, ¿deberíamos hacer algo?
 
–No lo sé, pero algo me dice que la situación entre esos dos no va por buen camino y… –Cristina dejó la frase sin acabar y sacudió su cabeza en un intento por alejar esas ideas–, y ahora, ¿sí están listas?
 
–Sí, las preparo en tu bandeja y te las llevas de inmediato, que no se enfríen. 
 
Ariel se dio la vuelta y tomando sus guantes, abrió el horno y un delicioso aroma llegó hasta ellos, incluso hasta un silencioso Ignacio que estaba en la barra, pero escuchando la conversación de sus compañeros. Sin dejar de hacer su trabajo, el bartender miró hacia la mesa y vio que los chicos ya no hablaban: Alejandro tomaba su bebida con una expresión rara que no le había visto antes. “¿Tristeza?, ¿ansiedad?, ¿nerviosismo?”, pensó Ignacio, luego miró a Nicolás: este cubría su rostro con ambas manos, “ese tipo ha recibido una noticia horrible, de seguro algo chocante”. Por último, miró con melancolía el cóctel que acababa de preparar. “Si tan solo las relaciones fueran tan bellas y dulces como los cócteles que preparo”.
 
… … … … …
 
Aun no oía la respuesta. Nicolás había quedado en silencio. Alejandro vació un poco de su bebida en el vaso junto a ella y bebió sin dejar de ver al otro, que permanecía mirando a la nada.
 
–¿Vas a responder algo? –preguntó al fin.
 
–Sí…, solo dame un momento –hizo un gesto con la mano a modo de pausa. La voz de Nicolás intentaba sonaba firme, pero daba la impresión de que se quebraría en cualquier momento.
 
–Hazlo ahora, no quiero hablar de esto mientras comemos, responde por favor –Alejandro estaba nervioso, aunque adoptaba la postura de un interrogador, negando con la cabeza.
 
–Si eliges no hablarme más… yo… me sentiré más solo de lo que he estado, pero te dejaré en paz –hizo una pausa–, y no, no me convertiré en un acosador, aunque…
 
–¿Aunque?
 
–Aunque será difícil, porque sé que vives cerca de mí en algún punto, también sé que trabajas aquí y, en el fondo, quiero saber más de ti –su voz se quebró–. Ahora que te conocí, no quiero que te vayas. Si quieres una respuesta, es esta, quiero que te quedes a mi lado, el resto se lo dejo al tiempo.
 
–¿Al tiempo?, ¿qué quieres decir con eso? –cuestionó Alejandro. No entendía el sentido detrás de esas palabras. “¿Es que no sabes ni siquiera qué tipo de relación quieres tener conmigo?, ¿siquiera es eso lo que quieres?, ¿una relación?, ¿y qué diablos significa eso de quedarme a tu lado y que le dejas el resto al tiempo?, ¿esperas que sienta algo por ti?”, pensaba mientras aguardaba una respuesta más clara.
 
Nicolás se cubrió el rostro con ambas manos. ¿Qué más podía decirle?, no quería precipitarse ni forzar al otro chico. Su pecho comenzaba a quemar y no estaba pensando con claridad. Ya no pudo controlar las palabras que salían por su boca.
 
–La razón por la que no quiero que te vayas es porque… porque… me… gustas.
 
–¿Qué dijiste?
 
–Me gustas, Alejandro, esa es la razón –Nicolás hundió más su rostro entre las manos, no podía creerlo, pero esa era la verdad, la verdad de lo que estaba sintiendo por el otro chico. Lo angustiaba. Le dolía. Jamás se había sentido de esa manera, pero no había otra explicación: le gustaba Alejandro.
 
–Así que esa es la razón –se quedó viendo a Nicolás, que había enmudecido, bebió otro poco y aclaró su garganta. Estaba hecho un lío por dentro, pero quería decirlo antes de caer en el silencio–: Yo… no puedo decir lo mismo en este momento, me atraes, sí, pero no estoy seguro del resto. La verdad… me da algo de miedo pensar en ello.
 
–¿Miedo? –preguntó Nicolás sorprendido. Él también conocía ese sentimiento.
 
–Miedo a que pase el tiempo y… –Alejandro bebió otro sorbo–, y enamorarme de ti. Tengo miedo de enamorarme de ti.
 
–Ya veo, eso me entristece –Nicolás levantó la cabeza con lentitud y miró al otro fijamente, tenía los ojos llorosos, casi tanto como él–, me entristece saberlo, que tienes miedo a quererme, porque si llegaras a ser la persona que busco, no sabes lo feliz que sería y cuan feliz intentaría hacerte, yo…
 
La atmósfera se rompió bruscamente. Cristina no pudo menos que abrir bien los ojos ante tan extraño escenario. 
 
–Aquí está su orden –dijo, depositando un plato delante de cada uno, y aunque no quería hacerlo, su papel de amiga preocupada pudo más–. ¿Está todo bien?, ¿Alejandro?
 
–Sí, Cristina, está bien –respondió. Nicolás, por su parte, no dijo palabra y se giró para secar sus humedecidos ojos.
 
–Bien, que disfruten la comida –Cristina se alejó tan rápido como pudo y con su mano libre, jaló a Sebastián que iba pasando cerca.
 
–¿Qué pasa tan de repente? –preguntó extrañado a su novia.
 
–Esos dos no están bien, de ninguna manera, solo míralos.
 
Sebastián obedeció y también notó la ahora más que evidente sombra que cubrió los rostros de ambos muchachos.
 
–Algo grave pasó entre ellos, estoy seguro, hay que hablar con ellos –iba a caminar hacia la mesa, pero Cristina le detuvo en seco.
 
–Lo haremos luego, te lo prometo, sabremos qué es lo que pasa –la chica caminó en dirección opuesta y fue seguida por Sebastián, rumbo a la barra en donde continuaron hablando en voz baja.
 
Antes de comer, Nicolás volvió a hablar.
 
–¿Aun quieres ir al Jardín Botánico?, no hemos terminado esta conversación.
 
–Quiero ir, hay cosas que todavía quiero preguntar –respondió Alejandro sin más.
 
Una vez empezaron a comer, no volvieron a cruzar palabra.
Notas finales:

Como siempre, pueden dejar sus opiniones y comentarios sobre el capítulo, me gusta mucho leerlos.
Muchas gracias a todos los que siguen fielmente esta historia. Volveré tan pronto como pueda con la siguiente actualización. Hasta pronto.

El autor.


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