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La mirada del extraño por Augusto2414

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Notas del capitulo:

Hola a todos. Dejo con ustedes el siguiente capítulo de la historia, un poco más breve que los anteriores.
Espero sea de su agrado.

XXVIII
 
El turno acabó y los chicos, tras finalizar sus labores, fueron a cambiarse. Francisco y Sebastián fueron los primeros en marcharse, luego Ignacio, quien fue detenido por Ariel antes de irse.
 
–¿Qué te traes con ese chico Nicolás? –preguntó, intentando sonar casual.
 
–No es de tu incumbencia –respondió con frialdad y pasando de él.
 
–¿No será que también te gusta Nicolás? –se acercó al bartender, bloqueándole el paso.
 
–Eso tampoco es de tu incumbencia, ¿algo más? –dijo con sarcasmo y cerrándose el abrigo. La noche estaba fresca.
 
–¿Por qué eres así?, ¿por qué te comportas tan agrio y distante conmigo? –dijo Ariel con un tono más serio que el usual.
 
–Porque siempre te estás entrometiendo en mis asuntos, y lo que yo haga no es del interés de nadie, ¿te basta? –la voz de Ignacio reflejaba su irritación.
 
–¿Y es del interés de Nicolás?
 
–Eso lo decido yo, no tu. Yo elijo de qué y con quién hablar, y contigo no se me da la gana –se encogió de hombros y se apartó de él, dándole la espalda para irse del lugar.
 
–Ojalá eso cambie, quiero que nos llevemos bien y seamos amigos –dijo, mirando en la dirección contraria, con expresión dolida.
 
–Ya te lo dije y recuérdalo bien, Ariel, el que decide soy yo y eso incluye la elección de mis amistades.
 
Ignacio se alejó hasta desaparecer entre la gente. El ayudante de cocina movió la cabeza con decepción, en lo que Cristina salía del local, sorprendiéndose con su presencia.
 
–¿Ariel?, ¿aun aquí?
 
–Sí, pero ya me iba, es solo que… –su voz se cortó antes de poder terminar.
 
–No me digas, ¿intentaste hablar con Ignacio?
 
–Sí –dijo casi con culpa.
 
–Pero Ariel, deberías dejarlo ya, es inútil. Olvídalo –dijo Cristina, acercándosele y dándole unas palmaditas en la espalda.
 
–De verdad quisiera, pero no puedo y aquí estoy, un tonto más.
 
–No creo que seas tonto, Ariel, más bien eres demasiado bueno –le dijo, intentando hacerlo sentir mejor. No conocía las razones, pero la realidad parecía indicar que Ignacio no quería tener algo que ver con ninguno de ellos. Fue ahí que se le ocurrió algo–: ¿Te gustaría venir conmigo?, iré con Alejandro a tomar un té.
 
–No lo sé, no creo que sea un buen momento –respondió no muy convencido.
 
–Vamos, te hará sentir mejor –insistió la chica.
 
–Bueno, supongo que sí, mientras no sea un problema.
 
–Claro que no. Vamos.
 
… … … … …
 
La cafetería y salón de té estaban ubicados en otro sector de la ciudad, alejado del barrio que todos solían frecuentar. El viaje fue en silencio la mayor parte, con breves intercambios de palabras entre Cristina y Ariel. La ciudad estaba por completo iluminada y era cada vez menos la gente que se desplazaba por las calles. Cuando llegaron por fin a su destino, no tardaron en encontrarse con Alejandro en las cercanías: había llegado unos minutos antes y quedó sorprendido con la presencia de su compañero.
 
–Qué agradable verte, Ariel –dijo, saludándole.
 
–Sí, bueno yo…
 
–Lo invité ya que ninguno de los chicos pudo venir conmigo, supongo que está bien –explicó Cristina.
 
–Claro que sí –respondió Alejandro.
 
–Además, Ariel preguntó hoy por ti, de manera que esta es una ocasión ideal para hablar, sobre todo si consideramos lo que ocurrió recientemente –continuó diciendo ella.
 
–¿Sí?
 
–Sí, pero no querrás que nos quedemos hablando aquí afuera. ¿Vamos adentro? –dijo Ariel, indicando la entrada.
 
Se sentaron en una mesa para tres y tras revisar el menú, ordenaron. A continuación, el camarero trajo una bandeja con el servicio de té, cubiertos y un plato ovalado con macarons; el aroma a frutos rojos inundó el ambiente luego de que el agua recién hervida se sirviera en las tazas, dando paso a la conversación que habían interrumpido.
 
–Bueno, ¿qué pasó hoy? –preguntó Alejandro, tomando uno de los dulces franceses.
 
–Suerte que no estuviste, porque Nicolás se presentó en el local –dijo Cristina.
 
–¿Nicolás?, ¿de verdad? –Alejandro abrió los ojos como platos.
 
–Sí, y fue algo tenso. Intenté cuestionarlo sobre los motivos que le traían de regreso, pero me ignoró y de no ser por los chicos que me detuvieron, quizá lo habría golpeado.
 
–¿Tanto así?, ¿y a qué fue? –preguntó Alejandro, recuperándose de la impresión.
 
–A beber, supongo. Fue directo a la barra y se quedó ahí todo el tiempo.
 
–¿Preguntó por mí?
 
–No lo sé, como te dije, me ignoró.
 
–Pudo preguntárselo a Ignacio –intervino Ariel, dejando su taza a un lado.
 
–¿A Ignacio?, ¿qué tiene que ver él en todo esto?
 
–Estuvo conversando con Nicolás y se los veía muy animados, ¿sabes si son amigos? –preguntó Ariel.
 
–No que yo sepa, ¿en serio estuvieron conversando?, ¿y de qué? –Alejandro volvió a sorprenderse, más por la repentina participación del bartender en los hechos.
 
–Ni idea. No estuve cerca de la barra como para oír lo que decían –se excusó.
 
–Nosotros nos mantuvimos alejados así que tampoco pudimos oír, sumado a que al poco de llegar Nicolás, los chicos y yo salimos a nuestro descanso –dijo Cristina, bebiendo su té.
 
Alejandro quedó intrigado con la idea de que Nicolás e Ignacio estaban en conversaciones. Y sobre qué podrían estar hablando, ¿sobre él?
 
–Como sea, hay posibilidad de que Nicolás siga presentándose en el local y se encuentren un día de estos –dijo Cristina.
 
–Lo sé, pero es algo que enfrentaré, ya lo dije –dijo Alejandro, volviendo a la conversación.
 
–Háblame de eso, por favor –pidió Ariel–, sé que no somos muy cercanos, pero me gustaría oír la historia de ti, dime, ¿te gusta ese chico, Nicolás?
 
–Aún no lo sé con certeza, me atrae, sí, y provoca sensaciones que me hacen dudar, pero de ahí a gustarme, no lo sé –dijo Alejandro con la voz baja.
 
–Ya veo, ¿y quisieras averiguarlo?
 
–Si te digo la verdad, Ariel, me da miedo descubrir algo más –respondió.
 
–Pero, ¿de qué tienes miedo?, no deberías tenerlo.
 
–Me da miedo enamorarme de Nicolás, así como creo que lo ha hecho él –esto último lo dijo más para sí mismo.
 
–Oh…, pero si Nicolás también siente lo mismo, no debes tener miedo. Enamorarse es una de las experiencias más hermosas, aunque no todos podemos concretarlas y hacerlas algo duradero –Ariel adoptó un aire nostálgico por un instante–. Mi consejo es que no te prives de conocer esa sensación, y aunque he visto poco, hay algo serio ocurriendo entre ustedes, desde ese día que se abrazaron frente a todos en el local.
 
–No estoy de acuerdo, Ariel –intervino Cristina–. Iniciar una relación no es cosa simple, lleva tiempo y dedicación, además de paciencia.
 
–Y no he dicho lo contrario, solo que, si puede darse la ocasión de concretar algo más serio, ¿por qué negarse a ello?, pueden emplear el tiempo que necesiten para conocerse, seguir hablando y bueno, el tiempo dirá si pueden o no formar una relación.
 
Alejandro escuchó con atención a los chicos mientras bebía su té, dando vuelta a sus pensamientos: sentía curiosidad por seguir experimentando sensaciones nuevas, pero luego de eso qué, ¿besos?, ¿caricias?, ¿sexo?, la sola idea le hizo estremecerse. Más aún, ¿qué haría la próxima vez que se vieran con Nicolás? No podía ignorar los comentarios de Cristina sobre la presencia frecuente del chico en el local. Fuera como fuera no iba a dar marcha atrás en su decisión: enfrentaría lo que tuviera que enfrentar, sin forzar las cosas y el resto se lo dejaba al tiempo. Volviendo a la realidad, miró a sus amigos, que ahora tenían puestos sus ojos sobre él.
 
–Bueno, ¿y si cambiamos de tema? –sugirió con una sonrisa que solo sacó risas a Cristina y Ariel.
Notas finales:

Como siempre, pueden dejar sus opiniones y comentarios sobre el capítulo, me gusta mucho leerlos.
Muchas gracias a todos los que siguen fielmente esta historia. Volveré tan pronto como pueda con la siguiente actualización. Hasta pronto.

El autor.

 

Recuerden que pueden seguirme en la cuenta oficial de Instagram @augusto_2414 LMDE.


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