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Liberación por Naomiyaoi38

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Notas del fanfic:

Esto es algo que surgió durante breves intervalos en el trabajo. En realidad, es un “pequeño experimento” sobre mi manejo del AU intentando evitar caer en un profundo OoC, para lograr una base de experiencia para futuras historias XiCheng con un estilo narrativo de sucesos no tan “comprimido”.

Pero en fin, ha sido bastante divertido escribir esto.

La primera vez que sucedió creyó indudablemente que estaba loco. Después de todo, ¿qué lógica había en que ante él apareciese un hombre cuya serenidad y apariencia fuesen tan etéreas que incluso pareciese de otro mundo?

La emanación de un aura que incitaba a la absoluta paz. Ojos dorados cuya mirada apacible por fugaces segundos parecía empañarse con una sutil pena, pero que a pesar de todo yacía llena de calidez . Un rostro poseedor de una masculina y fina belleza tan malditamente perfecta junto con un suave halo de luz que envolvía todo aquel ser lo cual solo hacía pensar en una mágica criatura, un espíritu o incluso algún dios que estuviera visitando el mundo terrenal. Todo aquello, aquel absurdo aire etéreo y sobrenatural le hicieron creer que en definitiva había enloquecido, ya fuese por estrés, por cansancio; por todo el ajetreo derivado de su mudanza a aquel nuevo apartamento y su transferencia a otra estación de policía, para Jiang Cheng no hubo otra explicación.

Sin embargo, a pesar de aquella posible decidió dejarlo pasar, y pronto, aquella fugaz aparición quedó sepultada en lo profundo de su cerebro por el bien de su cordura. Aunque para su desgracia esto no fue durante mucho tiempo.

La segunda vez que ocurrió, un par de semanas después lo atribuyó sin dudar al alcohol. Había perdido la cuenta de cuántas cervezas bebió mientras farfullaba una y mil maldiciones a la nada, producto del intenso cabreo y frustración que llevaba acumulados durante toda la semana debido a un caso aquellos famosos estafadores y traficantes que llevaba semanas tratando de localizar.

Aquellos bastardos siempre lograban evadir la justicia cuando él creía que finalmente les tenía. De una forma u otra, aquellos sujetos al final siempre lograban desaparecer dejando a su paso muertes y miles y miles robados, mientras que sus superiores empezaban a impacientarse e incluso a dudar durante algunos instantes de sus capacidades.

¡¿Cómo aquellos hijos de puta podían hacerlo?! ¡Él más que nadie merecía la posición a la que había llegado tras años de trabajo duro! Toda su vida, toda su energía siempre había sido centrada en su trabajo. Para él desde hacía mucho no existía más que eso. Por eso había logrado alcanzar aquello con lo que muchos mediocres solo soñaban porque jamás ponían el suficiente esfuerzo para lograrlo.

Pero él sí que lo hacía. E incluso aquella fama de intimidante y aterrador en algunas ocasiones era algo que había construido por sus propios medios y a los cuales sin lugar a dudas hacía honor. Y a pesar de ello aquellos bastardos osaban cuestionarle. Por eso durante aquella noche bebió y bebió como no lo había hecho en años, despotricando y sintiendo una impotencia y amargura similar (aunque jamás tan fuerte) como la sentida hacía tantos años cuando sus padres y hermana fueron asesinados por unos vulgares criminales, como cuando su hermano adoptivo desapareció un día sin dejar rastro para aparecer tiempo después dentro de una fosa común solo por buscar una venganza que nunca pudo cumplir. Durante esa noche Jiang Cheng solo pudo beber y maldecir, hasta el punto que aquellas lágrimas reprimidas en el pasado amenazaron con brotar debido a la rabia mientras que su mundo se veía reducido a una imagen inestable.

Debido a eso quizá no tomó demasiado en serio cuando frente a él apareció nuevamente la figura de aquel hombre. Aquel ser, espíritu imaginario o lo que fuese le contempló con ojos compasivos y una suave sonrisa ante la cual Jiang Cheng reaccionó con un insulto ante el cual el hombre no pareció ofendido. En lugar de ello pareció reprocharle con delicadeza su cuestionándole sus motivos a lo que Jiang Cheng respondió con su aspereza habitual mandándole a la mierda. Pero, en algún momento, para cuando se dio cuenta se encontraba despotricando contra aquella absurda aparición, contra sus superiores, los estafadores y el podrido mundo en general mientras la se limitaba a escucharle con atención respondiendo de forma ocasional e incluso comentando algunas cosas sobre sí mismo: su profesión de abogado, su apego con aquel apartamento que fue su apartamento e incluso sobre la soledad de su propia muerte.

Jiang Cheng escuchó todo aquello en un estado de ebriedad, sintiéndose tentado a reír ante las absurdas cosas que creaba su imaginación. ¡Estaba conversando con un supuesto fantasma que había sido asesinado en aquel mismo lugar! Cuán ridículo resultaba aquello. Pero, en algún momento terminó desvaneciéndose y luego de eso todo lo ocurrido durante esa noche quedó como el absurdo recuerdo de los desvaríos causados por el exceso de alcohol.

Sin embargo, todo esto no quedó así durante mucho tiempo cuando aquella aparición volvió a hacerse presente en su vida.

La tercera vez que ocurrió, que vio la imagen de aquel hombre, no fue en su apartamento o en sus sueños inclusive sino en su trabajo, específicamente en una de las carpetas de archivos sobre el caso de aquellos estafadores y asesinos que llevaba. Con ojos desconcierto observó la fotografía de
aquel hombre mientras sostenía en sus manos el documento con las descripciones que le acompañaban.

Al parecer aquel hombre había sido un reconocido abogado que se había negado a prestar sus servicios a ese grupo de criminales por lo cual al final, había sido asesinado en el mismo apartamento en el cual él se encontraba viviendo actualmente.

Cuando terminó de leer una carcajada irónica y cargada de escepticismo escapó de sus labios mientras sus compañeros quienes jamás le habían escuchado reír en la vida (nada más allá de las aterradoras sonrisas que usaba como el preludio del sufrimiento de más de uno) le miraron como si hubiese enloquecido, encontrando aquel sonido absolutamente aterrador . Aunque Jiang Cheng no prestó atención a esto. Su mente se hallaba en total confusión.

Aquello no tenía sentido. Aunque mientras más pensaba en eso más detalles sobre su conversación con aquel ¿fantasma? se hacían presentes. Incluso los detalles sobre su muerte. Algo que Jiang Cheng creyó que iba a enloquecerle por la falta de lógica hasta que finalmente un par de días después las cosas tomaron algún sentido o, mejor dicho, se trastornaron .



Eso ocurrió la cuarta vez que aquella aparición se presentó. Durante un par de noches las había durado en vela, revisando una y otra vez aquellos papeles echado cual felino malhumorado sobre el sofá de su hogar, pensando sin parar en las posibilidades de que semejante absurdo pudiera ser cierto hasta que finalmente cierta aparición se convirtió en el inicio de la disolución de todas sus dudas.

En la madrugada de aquella lluviosa noche apareció ante él el espectro de aquel hombre que ahora sabía que se llamaba Lan XiChen, y con un tono áspero el cual buscaba disfrazar su inquietud él le confrontó. Nunca en su vida Jiang Cheng había sido un hombre que creyera en las cosas sobrenaturales, pero sí en las pruebas irrefutables. Después de todo su trabajo se basaba en ellas. Por ello, cuando de una manera nunca esperada empezó a entablar una conversación con aquel hombre, corroborando datos que incluso él no conocía tuvo la certeza de que estaba ante algo que, aunque pareciera inexplicable o imposible era
real.

El hombre que estaba frente a él era un fantasma y aquello no se trataba de una alucinación sino de algo que era absolutamente real. Y mientras una parte de él pugnaba por ignorar aquello, dejarlo de lado como algo que nunca hubiese ocurrido, que nunca debería ocurrir, otra parte de él; aquella que evaluaba aquellas pruebas irrefutables, que contemplaba fijamente a aquel hombre-espíritu frente a sí, le decía que debía creer, que tenía que aceptar la presencia de aquel hombre que había sido asesinado por aquellos bastardos que él buscaba atrapar.

Y justo esto, el rememorar a aquellos criminales, la rabia y frustración y los crímenes cometidos por aquella organización fue lo que le hizo aceptar por completo la presencia de Lan XiChen, no solo en su apartamento sino en su vida por completo.

Y es que, en realidad no se trataba solamente de la aceptación de que aquel hombre que aparecía frente a él era un fantasma, sino el hecho de que aquel espíritu representaba la clave para atrapar a aquellos criminales. Por ello, para cuando se dio cuenta había terminado siendo ayudado por Lan XiChen en la búsqueda de cada uno de los miembros que componían esa organización. Gracias a Lan XiChen contrario a lo que muchos esperaban Jiang Cheng logró atrapar a cada uno de esos hombres y de esta manera, hacer justicia a Lan XiChen.

Sin embargo, en medio de todo esto sucedió algo que también pudo ser catalogado como inesperado, en especial para el mismo Jiang Cheng. De alguna manera, a medida que el tiempo trascurría sus conversaciones con Lan XiChen (ya nunca más llamado espíritu o espectro por él) se hicieron absolutamente habituales e incluso más necesarias de lo que alguna vez hubiese creído.

En algún momento aquellas conversaciones limitadas al plano de obtención de información, de conocer la vida de Lan XiChen como parte de esto, se encontró disfrutando de cada uno de esos momentos, escuchando con atención, compartiendo sus pensamientos, su pasado e incluso algunos de sus deseos, de aquellas pequeñas cosas sepultadas en lo más profundo de sí bajos capas y capas llenas de aspereza, haciéndole sentir de alguna manera una pequeña paz y una chispa de calidez casi olvidada.

Y ante la presencia de aquel sentir, ante el anhelo de mantener aquella compañía a pesar de que fuese un deseo egoísta. Después de todo si Lan XiChen se mantenía atado a aquel mundo era por el horror del crimen que representó su muerte. Y con este resuelto no existiría nada más que pudiera atarle a ese mundo, ¿cierto?

Aquel fue un pensamiento inesperadamente amargo que durante un par de meses le acompañó, haciéndole mantenerse a la espera de un final que al igual que en ocasiones anteriores no fue lo que creyó.




En aquella ocasión, cuando Jiang Cheng despertó, debió considerar extraño el hecho de que al abrir los ojos con lo primero que se encontró fue con la mirada ambarina de Lan XiChen. Sin embargo, esto no le pareció extraño. En lugar de ello lo que sí le desconcertó fue la ligera bruma que empañaba su mente, la cual poco a poco se fue difuminando haciéndole cuestionarse ciertos puntos de su situación como el porqué estaba tendido sobre su cama, por qué no recordaba cómo había llegado allí y, sobre todo, por qué podía sentir la calidez de la mano de Lan XiChen rozando suavemente sus dedos.

Pero, al contemplar aquella sonrisa plasmada en Lan XiChen que denotaba una pena mucho mayor que la que le embargaba aquella primera vez que se presentó ante él, al notar la melancolía que refulgía en aquellos ojos ambarinos que parecían decir sin palabras acerca de un pesar que parecía no ser capaz de pronunciar, justo en ese momento pudo recordar y sobre todo entender.
Recordaba cómo la noche anterior (¿o fue hacía un par de noches?) mientras regresaba a su hogar un disparo había cegado su vida. Alguno de aquellos que había atrapado había encargado su muerte.

Jiang Cheng solo recordaba de manera vaga el estupor inicial, el dolor que ahora parecía un recuerdo fantasmal, el líquido carmesí que fluía de sus entrañas y luego la oscuridad total.

”Lo siento ”musitó Lan XiChen con profunda pena mientras Jiang Cheng aún intentaba asimilar todo lo que estaba ocurriendo, atraído especialmente por la sensación de aquellas manos de dedos elegantes y suaves que ahora se aferraban a su mano con cierta firmeza.

Contrario a todo lo que una vez pudo creer, Jiang Cheng no sentió la misma pena que Lan XiChen. Ante lo ocurrido Jiang Cheng podía llegar a sentir desesperación e intensa rabia por lo ocurrido. Anhelar venganza, justicia. Pero a pesar de esto mientras contemplaba el rostro lleno de pesar de Lan XiChen no pudo dejar de cuestionarse qué sentido tendría todo ello.

Durante años, prácticamente durante toda su existencia había vivido sumido en el rencor y la amargura, alentado solo por el deseo de justicia contra todos aquellos criminales. Mas, nada de esto le había devuelto a sus padres, a su hermano, ni nada de esto le devolvería nuevamente su vida.

Lan XiChen se había mantenido atado a este mundo por un deseo de justicia, pero este deseo no estuvo empañado de un oscuro odio o de una corrosiva venganza. Pero él, en caso de que decidiera intentarlo cómo podría hacerlo.

¿Debería esperar a encontrar alguien que pudiese verle? ¿Convencer a ese alguien de ayudarle?
Y mientras tanto, ¿qué sentido podría darle a su existencia? ¿Mantenerse solo guiado por el odio y el resentimiento? No, por primera vez en muchos años, Jiang Cheng admitía que estaba cansado.

”No sufras por algo que ya no tiene solución ”dijo pero sus palabras solo parecieron aumentar la pena en Lan XiChen, ante lo cual Jiang Cheng negó con una tenue sonrisa amarga la cual fue desvaneciéndose”. Desde hacía tiempo ya no existía nada que te atara a este lugar. Ya se ha hecho justicia en tu nombre, pero aún así decidiste seguir aquí”afirmó viendo la verdad ahora tras cosas que antes no hubiese podido entender.

La mirada de Lan XiChen se transformó en una llena de sorpresa, para luego ser reemplazada por una que reflejaba cierta culpa y vergüenza. Mas antes de que este pudiese decir algo Jiang Cheng volvió a hablar:

”¿Cuándo sea tu momento de partir puedo ir contigo? ”preguntó obteniendo nueva estupefacción por parte de Lan XiChen, mas luego de unos instantes aquella expresión fue reemplazada por una suave sonrisa y unos ojos que le contemplaban llenos de calidez.

En su vida solo había tenido el trabajo y nada más, sin familia, sin amigos; solo trabajo y un amargo resentimiento como compañía. El permanecer allí más allá de cualquier deseo de justicia solo traería más de aquel odio tras el cual solo quedaba una dolorosa desolación. Pero al contemplar aquella expresión Jiang Cheng pudo sentir nuevamente dentro de él aquel sentimiento, haciéndole pensar que a pesar de lo ocurrido conocer a Lan XiChen había sido su liberación.

Quizá no la que hubiera esperado, ni una que en cierta manera pudiera ser deseada a causa de la muerte. Pero a pesar del inevitable y amargo destino, aquella era una liberación de las cadenas del resentimiento, del odio y de la soledad, suplantándolas por una paz y calidez que causaban un sinfín de confusos de sentimientos dentro de él, que a pesar de todo no se sentían desagradables de ninguna manera. Pero para los que a partir de ese momento, tenía toda la eternidad para comprender su profundo significado.

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