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Punto final por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

 

Hola ~

Interrumpo su tranquilo jueves para traerles esta pequeña historia. Espero la disfruten!!

 

 

Resumen: 

Una boda “concertada”, un hombre desesperado en busca de ayuda y un joven dispuesto a ayudar. Las aventuras para detener una boda y un romance nuevo surgiendo en el proceso. Porque hasta la nupcial es importante y debe elegirse con cuidado.    

No puedo creer que realmente este haciendo esto. Debo estar loco para haber hecho caso de Robín ¿Cómo pude no recordar antes que sus ideas siempre me meten en problemas?  Nunca sale nada bueno de seguir las ideas de Robín, por más buen amigo que sea.  Al menos el lugar es muy decente y no un bar de mala muerte como pensé que sería  cuando me dijo que viniera aquí, un restaurant bar, con mesas al fondo y una larga barra que es donde estoy esperando. Será mejor que me vaya ahora por más bonito que este lugar, estoy a tiempo para hacerlo y seguir con… ¿con que?  Yo debería ser quien resuelva esto y no Robín, ni nadie más.


— ¿Eres Wilhelm?— dios, me asusto, casi tiro la cerveza.


— Si, lo soy— no estoy acostumbrado a que me llamen por mi nombre completo. El recién llegado es un hombre joven, cercano a mi edad creo. Él me sonríe, y a mí se me olvida hasta respirar: él es alto, y tiene un rostro como de estatua griega, muy hermoso. Tiene el cabello rubio oscuro o castaño muy claro, la luz no me deja notarlo bien pero lo tiene largo hasta los hombros y en perfectas ondas que cualquier chica envidiaría, sus ojos son grises y cálidos, los dientes blancos y bien alineados, y se  le marcan hoyuelos en las mejillas al sonreír. Casi me siento mal por mi cabello castaño y corto, mi rostro más ovalado y mis ojos oscuros.


— ¿Wilhelm?


— ¿Si? eh, ¿Qué?


— que pasemos ¿Ya comiste? Te invito la comida si quieres, aún tenemos algunos asuntos de que hablar— su voz… tiene un acento ¿Es francés?— ¿Te sientes bien? 


— Sí, si…— me levanto y de milagro no me tambaleo— vayamos dentro— no creo que pueda comer nada. Él pasa primero y le sigo hasta una mesa libre, donde una mesera con la cara roja nos (le) pasa el menú.  Yo ni siquiera lo miro y pido una soda, ya me bebí dos cervezas antes de que llegara él y no quiero estar más influenciado por el alcohol. El pide un filete, creo o algo así, me cuesta entenderle.     


— llegaste temprano. Aún faltan diez minutos para la hora acordada.


— no tenía nada que hacer.


—  oh, yo creí que estarías muy ocupado. Soy Fabien, por cierto.


— Wilhelm… pero ya sabias eso— añado, sintiéndome tonto porque ya me ha llamado por mi nombre. Fabien solo mueve la mano como espantando un mosco y comienza a preguntarme las que yo llamo “Preguntas de cortesía”: Mi trabajo, mi edad, donde vivo, las cosas que me gustan. Me siento orgulloso de poder responder a todo sin parecer un idiota (Trabajo en como uno de los directores ejecutivos de la empresa de mi familia, es una empresa de imagen digital, tengo 30 años, tengo casa propia cerca del centro de la ciudad y me gustan los dulces y las películas.)  La mesera nos trae la comida y se demora demasiado con Fabien. Casi pienso que se va a ofrecer para darle de comer ella misma. No lo hace y se marcha aun dando miraditas— emm ¿Vienes seguido a este lugar?


— no tan seguido, he venido tres o cuatro veces antes, me queda lejos  pero hoy estaba cerca. Así que aquí estamos— pasamos un rato en silencio, en el que dejo que coma sin molestarle— ¿y bien? Robín no me explico mucho de tu situación.


— no hay mucho que explicar.


— no me malentiendas, no es simple curiosidad, si voy a ayudarte quiero saber por qué razón lo hare. Estoy sorprendido, normalmente quien me pide ayuda son las chicas, es la primera vez que un hombre me pide ayuda.


— ¿vas a ayudarme?


— tal vez. Aun no sé por qué debería hacerlo.


— ¿no piensas que debería ser yo quien arregle todo?


— son situaciones complicadas, puedo entenderlo. Se requiere mucho valor y se puede perder mucho— su mirada es distante, como cuando recuerdas algo.


— me caso en dos meses.


— eso es lo único que sé.


— ella es… una buena persona. Me agrada, nos conocemos desde hace un tiempo y no dudo que las cosas irán bien si me caso con ella.


— ¿Por qué no quieres casarte?— mi miseria logra mantenerme concentrado en mi problema y no en como  pronuncia las palabras que tienen R, porque suena muy sexy.


— yo no quiero casarme. Es un… matrimonio arreglado— Fabien se queda mirándome, sin moverse ni para parpadear.


— ¿es una broma?


— ojala lo fuera.


— Creía que eso ya no existía— le doy un largo trago al vaso de soda  y luego suspiro.


—  no existe como tal, o sea,  no es que su familia la esté vendiendo… o eso creo.  Hay muchos negocios de por medio— ni siquiera con el ceño fruncido deja de parecer atractivo.


— discúlpame pero sigo sin entender, esos negocios pueden hacerse sin una boda de por medio ¿no?— eso es lo que yo pensaba también— eso es muy injusto.


— como dije, los negocios y las apariencias. Este matrimonio demostrara que hay un frente unido y estable, que los negocios van bien y esas cosas— sí, me sigue sonando igual de ridículo que la primera vez que lo escuche.  


— no puedo creerlo.


— no sería un problema para mí, o sea me llevo bien con ella, es bonita y me agrada, no me importaría casarme con ella sí al menos me gustaran las mujeres— uy, realmente debo estar desesperado si le solté todo eso a alguien que acabo de conocer. Se siente bien poder soltarlo de una vez, ni siquiera Robín sabe de esto, él solo sabe que no quiero casarme— y eso es todo. 


— entiendo, imagino que nadie sabe eso ¿verdad? ¡Seria cruel obligarte a eso sabiéndolo!— el tono de indignación que usa me hace reír.


— No, nadie lo sabe, ni mi familia, ni ella, ni siquiera Robín— eso le hace relajarse— bueno, ya sabes mi historia, ahora ¿Cómo es que piensas ayudarme? Robín tampoco me dijo que es lo que hacías… no quiero que ella sufra un accidente o desaparezca misteriosamente— Él sonríe de nuevo, y los hoyuelos en sus mejillas aparecen.


— nada de accidentes  o desapariciones misteriosas. Es algo mucho más sencillo, o… eh, no sé cómo explicártelo porque como te dije antes yo he hecho esto para ayudar a las chicas.


— ¿llevas mucho haciendo… lo que sea que hagas?


— No— se ríe otra vez y me mira— Robín debió decirte bien que hacía. Es muy sencillo, el día de la boda pues… seré quien se oponga.


— ¿Qué?


— sí, ya sabes, quien detiene la boda diciendo “Yo me opongo” me presento como el amor de ti vida… oh ¿estás bien? tienes que respirar— respirar, claro, como si escupir la soda y hacer que todos me miren se solucione con respirar.


— ¿Qué harás qué? – siento la cara ardiendo, al igual que la nariz. Debí imaginarme que nada bueno sale de las ideas de Robín.   


— bueno, eso lo hago porque son las mujeres quienes me piden ayuda ¡Nunca ha sido el novio el que necesita ayuda! Pero no te preocupes, lo resolveremos.


— mejor olvídalo, ya desde antes estaba dudando de encontrarme contigo. Estar casado no es… bueno, siempre puedo optar por un divorcio en unos meses o un par de años— porque no todos tienen finales felices y por suerte existen los divorcios.


— pero no deberías hacer eso si no quieres— le veo sacar una lapicera del bolsillo y  escribir en una servilleta— es mi número, piénsalo unos días y si cambias de opinión no dudes en llamarme— me extiende la servilleta, la tomo solo porque me parece maleducado dejarle allí.


— Gracias por escucharme al menos. Voy a pensarlo— espero que esto no haya sido una broma de Robín, aunque él no tiene la sensatez de hacer una broma así, creo que ni siquiera él sabía a qué se refería Fabien con ayudar. No parece molesto por mi reacción, ni porque esté intentando salir de aquí ya.


Total voy a seguir mi vida como si esto no paso nunca, es el pensamiento más positivo que tengo aunque es difícil olvidarme de lo que paso. Tal vez debí esperar un poco más antes de irme o decir algo más. Mi preocupación por eso disminuye, pero no me olvido del todo de eso, en especial cada que veo a Robín andando por allí. No hemos hablado mucho por el trabajo, solo le dije por mensaje que después hablábamos. Y no ser yo quien inicie esa conversación. Ah, allí viene, como si lo hubiera invocado.


— ¿Estás libre? traje café— dice, alzando los vasos. Robín es tres años menor que yo, no fuimos vecinos pero sus padres y los míos son conocidos, y por eso pasamos mucho tiempo jugando tanto en su casa como en la mía. Fuimos a los mismos colegios y a las mismas reuniones aburridas.


— Entra— Robín cierra la puerta y deja un vaso en el escritorio antes de sentarse en una de las sillas.


— ¿te sirvió la ayuda?


— ¿la ayuda? ¿Te refieres a la persona con quien me citaste? – Robín me dice que si con la cabeza.  Robín siempre ha sido alguien que actúa antes de pensar, demasiado curioso para la salud de cualquiera: ¿Quién escala más rápido ese árbol? ¿Qué pasa si saltas del primer piso? ¿Podemos usar la tapa del cesto de basura para deslizarnos por las escaleras?  Tuve dos fracturas en el brazo cuando niño. Ninguna fue mi culpa. Al crecer no ha cambiado mucho en ese aspecto porque si lo ves, siendo un adulto vestido con traje, con el cabello castaño bien recordado y peinado, no pensarías que es así. Ni siquiera al mirar sus ojos lo adivinas— ¿sabías al menos que clase de ayuda era?


— pues, una amiga me contó que había solucionado el problema de una de sus amigas con una boda. Como es el mismo problema…


— no es para nada el mismo problema.


— ¿entonces no sirvió? Que mal, esperaba que funcionara ¿Qué harás ahora?— suspiro y le doy un trago al café. He pensado mucho en lo que hare, si voy a dejar que las cosas sigan o decir la verdad y liberarme de esto.  Ojala fuera tan sencillo como eso, como todos dicen que debería ser. En la realidad todo está más entretejido.


— aun no lo sé. He estado haciendo horas extras para evitar hablar de eso con mis padres o con Bianca.


— no podrás evitarlos  todo el tiempo— como si no lo supiera.


— Mi mejor idea es hablar con ella y explicarle todo— eso no evitara la boda pero es lo más cercano a un acuerdo marital que puedo soportar. Robín suspira también, pero antes de que pueda decir algo más el teléfono suena. Tenemos que seguir trabajando— ya lo resolveré—  no me gusta pensar en eso, siento que si lo hago todo será peor, mejor seguir con mis rutinas. Sigo repitiéndome que una boda no es algo malo, tampoco es algo bueno para mí pero podría ser peor, simplemente es una firma en un papel y una palabra más  para referirse a mí, a nosotros y las dos pueden deshacerse fácilmente.


Así es como intento vivir, ingenuamente quizá.


— Hola.


— Bianca… ¿Qué estas…?  ¿Por qué estás aquí?— Bianca hace una mueca, aunque en sus ojos puedo notar que está contenta.


— ¿Se te olvido lo que haremos hoy?— se cruza de brazos, esperando ¡No tengo idea de que haríamos hoy! ¿Quedamos en algo? no lo recuerdo.  Bianca trae su cabello sujeto en una coleta baja, un vestido floreado y unos zapatos con correas— oh, vamos ¿en serio? te dije que pusieras un recordatorio.


— lo siento, lo olvide. Pero tengo tiempo.


— Claro que tienes tiempo— se ríe, y me toma del brazo. Ella se ha tomado bien lo de la boda… tal vez demasiado bien— porque iremos a elegir el pastel para la boda.


— el… pastel— ah, no me extraña que se me olvidara. Bianca me toma del brazo, y me encamina a la salida— pero aún falta para ese día.


— pero lleva tiempo hacerlo, no será un pastel cualquiera— me siento un poco aturdido. No me he involucrado en ninguna elección para la boda, ni siquiera se en donde será— te invitaría a que me ayudes a elegir el vestido, pero ya sabes, da mala suerte que el novio vea el vestido. Pero casi ni te he visto últimamente y también es tu boda, estará bien un poco de ayuda.


— Bianca…— siento la boca seca, y el estómago frio y como una masa.


— Vamos, se nos hace tarde— no puedo hablar, ni pensar. Dejo que ella me guie, y mi malestar no disminuye, al contrario, me siento peor cuando entramos a la tienda de los pasteles. Ver los pasteles en exposición, con detalles, flores, figuras… normalmente me gusta mucho el olor a dulce pero ahora me da nauseas. Bianca saluda a la empleada como si se conocieran desde hace mucho, tal vez sea así. Hay una mesa al fondo con platos y rebanadas de pastel— me adelante un poco y pedí los sabores que nos gustan, el diseño lo he dejado para hoy.


— Claro…— la chica nos guía hasta la mesa y comienza una larga explicación donde solo entiendo palabras como “Fresas” “chocolate” “duraznos”… nunca me había sentido tan asqueado. El pastel no es más que una masa blanda en mi boca.


— ¿Te sientes bien?


— No, no me estoy sintiendo bien. Necesito aire, regreso enseguida— antes de que me detenga logro regresar a la calle y respirar. Esto está muy mal. Solo puedo pensar en eso cuando regreso, cuando seguimos viendo pasteles y cuando por fin elegimos uno. Todo pasa como si yo o estuviera aquí, apenas recuerdo haber llevado a Bianca a su casa. Esto no está bien, no lo está. No puedo dejar que llegue tan lejos, pero tampoco quiero…  no tengo el valor para decir que no. he pasado años ocultando todo tan bien que pensar en revelar todo es casi igual a morir pero tampoco quiero ocultarme toda la vida, fingiendo ser algo que no soy. Solo necesito tiempo… solo…


Rebusco entre mi ropa sucia hasta que encuentro el papel arrugado. Los números no se han borrado. Apenas timbra tres veces cuando responden. La voz con ese acento es inconfundible. 


— ayúdame. No puedo hacer esto. No puedo…


 


****


  El edificio es bonito, no queda tan lejos como pensé que sería cuando Fabien me dio su dirección después de hablar por teléfono. Acordamos encontrarnos,  por lo delicado del asunto preferimos usar una de nuestras casas. No me atreví a proponer la mía así que quedamos el fin de semana en su casa. Subo por las escaleras hasta el tercer piso, no veo a nadie, y cuando llego al pasillo solo escucho música de rock muy fuerte y que me hace pensar en paredes negras, pisos sucios y gente con piercing. El número 4, el cuatro… ¿no se equivocó? La música sale de este lugar, es tan fuerte que no tiene caso llamar. Incluso escucho la voz de Fabien siguiendo la letra a gritos.  Le voy a mandar un mensaje, tal vez lo vea antes de que termine la canción.  Ah, la música bajo. La puerta se abre tan rápido  que me hace pegar un brinco hacia atrás.


— ¿te asuste? Lo siento, pasa— yo no sé si estoy más sorprendido del susto de la puerta o de verle. La música sigue sonando dentro, no tan fuerte. El lugar está limpio, no hay paredes oscuras ni el suelo lleno de basura y tampoco hay piercing visibles— He pedido una pizza y llego hace un rato.


— Ya comí, gracias— intento no mirar mucho alrededor, pero es muy difícil. Hay una pequeña sala frente a mí, con una alfombra en el piso y una mesita con sodas y la pizza, hay un mueble grande donde está la televisión y el aparato de sonido, en la pared del fondo hay una ventana, entra mucha luz por ella.


— luces mal.


— me siento mal. Esta semana elegí el pastel para la boda— me siento en uno de los sofás, no es tan blando como parece. Fabien se sienta en la alfombra, junto a la mesita. Trae puesta una camisa negra, un pantalón flojo y esta descalzo, el típico atuendo de fin de semana en casa.


— Entonces la boda sigue en pie— y más que nunca podría añadir— ¿quieres mi ayuda?— ah, esperaba tardar un poco en entrar al tema.


— me gustaría mucho no casarme. Me siento muy mal cada que planeamos algo más de la boda. Me había mantenido ajeno a todo eso pero ahora no puedo. La realidad me ha golpeado en la cara… tampoco estoy de acuerdo en interrumpir la boda, porque sería llegar muy lejos.


— en eso tienes razón.


— esto es incómodo, no te conozco y te he estado contando una historia lamentable.


— no te preocupes por eso.


— ¿Cómo terminaste siendo el que se opone en las bodas?— él se ríe— bueno, tengo curiosidad por eso, si es que puede saberse.


— claro que sí. no es una gran historia, yo tenía una amiga, ella estaba por casarse y se dio cuenta que no podía hacerlo, no importa mucho el porqué, solo se arrepintió y no podía decirle eso al chico, porque ella aun lo quería. Fue algo desesperado, me lo pidió y acepte. Así que llegue a la boda e hice todo ese número. Me creyeron.


— ¿no es eso más cruel? El novio pensara que ella es infiel.


— Wilhelm, es verdad eso pero también interrumpe la boda, ese escándalo puede dar tiempo extra para aclarar todo.


— no tiene mucho sentido pero eso de tiempo extra me gusta.


— lo he hecho tres veces más además de esa, al parecer se corrió la voz de que yo hacía eso pero no es mi trabajo. Es curioso porque no me siento bien al hacerlo, pero tampoco puedo decir que me sienta mal por ayudarles.


— ¿y cuál es tu trabajo?


— Soy veterinario— nunca lo hubiera adivinado. No parece que tenga mascotas aquí— no me dejan tener animales en el edificio, estoy buscando mudarme. 


— ¿Y puedes tener la música a ese volumen pero no mascotas?— Fabien se encoge de hombros, riendo.


— tienen buen gusto. Pero olvídate de eso ahora, hablemos de tu boda ¿Cuándo es el gran día? ¿En dónde será?— ahora si tengo muy presente esos dos datos, y se los doy a la primera— aún tenemos tiempo para planear algo. Es bueno que hablemos con tiempo.


— parece que lo tienes muy planeado ya. Pero yo… no quiero que seas tú quien haga eso. Es decir… quiero seguir ocultando que yo soy… que a mi…


— Lo entiendo. También estaba pensando en eso, porque ese es el problema con tu boda. Aunque podría incluirte un escape en auto, ya sabes, como en las películas. Sería un giro interesante  secuestrar al novio— es…— ah, te ríes. Debes relajarte.


— es fácil decirlo cuando no eres tu quien tiene la soga al cuello.


— Wilhelm, pero es muy fácil quitarte esa soga. Desde ese día estuve pensando ¿Por qué no decirlo? Tal vez a tus padres o a ella para que lo sepan. Sé que no es fácil decirlo, pero si yo estuviera a punto de casarme lo diría para librarme de eso.


— no importa mucho ¿no? es irrelevante para lo que dijiste que harías.


— ah, sí. Continuando, como no sería apropiado que yo fuera, lo más adecuado es que una mujer sea la que interrumpa la boda.


— ¿una mujer?


— Podría ponerme un vestido y peluca pero me temo que no me vería bien— ¿está hablando en serio? ¡Ahora no podré quitarme de la cabeza la imagen de Fabien con vestido y peluca!— le preguntare a algunas amigas.


— ¿crees que funcione?


— funciona, nunca he visto que la boda continúe después del escándalo que se hace. Tal vez no se cancele del todo, pero tendrás más tiempo— tiempo, eso es lo que quiero. Solo un poco más de tiempo.


— podemos… organizar todo y aun así estar esperando, pueden pasar muchas cosas en estos días.


— claro que sí, qué más quisiera yo no tener que ayudarte en esa situación. Lo haremos creíble, no te preocupes, Wilhelm.


 


*****


Los planes de la boda siguen, y cada vez me veo más involucrado. Después del pastel, me vi obligado a elegir un diseño para las invitaciones, y luego revisar la lista de invitados, la enorme lista de invitados.


— ¿Esperaste mucho?— levanto la vista para encontrarme con Fabien. Nos hemos llamado (yo le he llamado y mandado mensajes) y desde la primera visita a su casa me dio una tarjeta con la dirección de su clínica veterinaria, donde a veces le espero. Nunca creí que el olor a desinfectante y pelo de animal fuera tan relajante.   


— llegue hace poco.


— me alegra que no esperaras mucho. Entonces ¿A dónde iremos?


— hice una reservación en un restaurant.


— Oh, nunca he ido a un restaurant con reservación. Me siento importante. Eddie, me voy, nos vemos mañana— Eddie es el otro veterinario de la clínica, según Fabien es el dueño del local y vive en el segundo piso lo cual es conveniente para cuidar a los animales que internan. He aprendido un poco de los dos las veces que he venido, Fabien está más familiarizado con mascotas y Eddie con animales exóticos y poco comunes— mi auto está afuera— le pregunte si podíamos usar su auto para ir hoy, desconectarme un rato.


— ¿tu amiga ya te respondió?


— ¿no quieres hablar de eso más tarde?


— no puede ser… no puede ser ¡¿ese es tu auto?!— es un descapotable amarillo, no sé de modelos, pero este es increíble. Fabien sonríe y presiona el botón para que el techo se repliegue.


— Ese es mi bebé, vamos— me tomo mi tiempo para admirar el auto antes de subirme. El clima es perfecto para andar en uno de estos autos— solo dime a donde ir— el auto enciende, y dejo que avance unas calles antes de comenzar a decirle las indicaciones.


— es estupendo.


— No bromeaba cuando dije que podías hacer una salida de la boda como de película—me rio, sintiendo el aire en el rostro y dejando que la tensión se quede atrás. Hablamos de cosas comunes mientras llegamos. Tenemos como un acuerdo no hablado en el que no hablamos de la boda hasta que llegamos al punto de reunión, cualquier restaurant o plaza en qué quedamos. Últimamente solo me que quejado de todo, nunca pensé que tener una boda fuera tan complicado.


— lamento si solo hablo de esto, pero…— estamos intentando comer en el restaurant. Hace un rato nos trajeron los platos


—no te preocupes, me hubiera gustado tener con quien hablar cuando tuve momentos difíciles. Y nunca me había puesto a pensar  en lo complicado que es una boda— no me imagino a Fabien con un momento difícil.


— ¿has pensando en casarte?


— no realmente.


— supongo que sí es con alguien a quien ames debe ser un momento inolvidable— él solo mueve la cabeza para darme la razón— ¿tienes novia? Pienso que a ella no le agrade mucho saber lo que haces.


— no tengo pareja, no tengo problemas en eso. Tampoco estoy cada fin de semana arruinando bodas. Aunque mis padres estarían muy escandalizados si se enteran.


— tus padres… ¿viven cerca?


— Oh, no, no. Ellos se quedaron en su casa, en Francia… Wilhelm, tal vez te entiendo mejor de lo que crees, mis padres se parecen un poco a los tuyos— no entiendo muy bien lo que está diciendo— cuando les dije que gustaban los chicos ellos dijeron aceptarme, pero yo podía ver como intentaban ocultarlo a los demás. Eso no es una aceptación precisamente, me alegraba que no me hubieran dado la espalda pero  las cosas fueron complicadas un tiempo. Entonces me mude. Hace varios años de eso, y aun no puedo deshacerme de este espantoso acento.


—… no es...— me aclaro la garganta— no es espantoso. Es muy lindo— Fabien sonríe, rompiendo el ambiente lúgubre que sentía.


— Gracias.      


 


*********


 


No hay música esta vez en el departamento de Fabien, cuando llamo a la puerta escucho los pasos primero. Ya está sonriendo cuando le veo.  También yo estoy sonriendo.


— Vamos, rápido— me da un jalón para que entre— tengo buenas noticias.


— ¿Si?—  en la sala hay una mujer, sentada en el sofá. Ella nos mira sin decir nada. Tiene el cabello lacio y castaño y el rostro maquillado con tonos oscuros.


— ella es mi amiga Gwendoline, ¡Ha dicho que nos ayudara!


— hey, aún no he dicho que si— oh. Faltan dos semanas para la boda. De no ser por las salidas con Fabien ahora mismo estuviera perdido. Hemos hablado con algunas de las amigas de él pero ninguna ha aceptado— por más que me interese la idea, si llego a interrumpir una boda voy a terminar en el suelo peleando con la novia.


— Bianca no haría eso.


— O con una de las madrinas, créeme— tiene una expresión un tanto divertida, me parece que es de las personas que disfrutan viendo el mundo arder.


— Te puedo dar un pago extra por cada golpe, si es que hay— Fabien intenta no reírse, pero le escucho disimular una risa—  no te lo pediría si no fuera mi última opción— estoy dispuesto a rogarle.


— está bien, lo hare. Dime lo que tengo que saber— suspiro y comienzo a contarle cuando y donde será la boda, la hora y como Fabien puede llevarla y sacarla de allí, incluso se quedara en la ceremonia para saber el momento en el que ella tiene que entrar. Todo está planeado y es tan sencillo que me hace reír cada que lo pienso. Es tarde cuando ella se levanta y se estira, bostezando— Me tengo que ir. Creo que lo tengo, no es muy complicado— camina hasta la puerta, seguida de Fabien— pero…— voltea a mirarme— no digas que esta es tu última opción, porque no lo es— dicho eso se va. Fabien regresa, frunciendo un poco el ceño.


— Gwendoline es muy directa, no lo tomes personal— pero si ha sido muy personal. Me quedo callado un momento.


— ¿tú piensas lo mismo? ¿Piensas que debo decirles todo y detener la boda?— me mira fijamente, así puedo notar cómo se mueve incómodo y aprieta los labios.


— pienso que yo no dejaría ilusionar a alguien al punto de tener todo un evento preparado. Pero también entiendo porque lo haces, o al menos quiero entenderlo ¿Por qué no les dices?


— ya me han dicho que si no me caso perderá muchas cosas. No podré seguir trabajando allí, no sé qué pasara con mi casa y…


— Wilhelm


— puedes llamarme Will.


— esas son solo cosas materiales, Will. Tienes tu talento para conseguir otro trabajo, y a tu familia tal vez le tome tiempo entenderlo, y si no lo entiende, entonces no hay mucho que hacer. Es tu decisión como quieres vivir.


— también tengo que irme.


— Está bien— no me espero a despedirme o quedar en algo más. Claro que he pensado mucho en todo eso, en como acabara todo, en que tal vez Bianca este enamorada de mí y que yo no quiero hacerle sufrir, pero es justo lo que estoy haciendo.


Uso el hecho de que encontramos a la chica para no llamar a Fabien. Tengo tantas cosas dando  vueltas en mi cabeza que no me extraña pasarme dos días con migraña.


— Ah, aquí estas— Robín se asoma por la puerta y luego entra— ¿hoy no tienes nada que hacer? estuviste evitando a Bianca un tiempo


— yo no la evitaba.


— claro… ¿Tienen todo listo para la boda?


— si…


— Todo saldrá bien— Robín intenta hablar conmigo, pero le pongo poca atención. Así me paso un par de días, intentando sacar adelante lo que me queda de vida. Tal vez pueda fingir mi muerte o golpearme la cabeza y causarme amnesia, bah, con mi suerte solo me causare una lesión en el cerebro. Ah, ojala las cosas se arreglaran con solo desearlo. El edificio está casi vacío, hace un rato fue la hora de salida para el personal que no tiene nada más que hacer aquí y por eso me sorprende encontrarme con alguien en la entrada.


— ¿Qué haces aquí?— Bianca hace una mueca.


— me dijeron que estabas aquí. Pensé en ir a cenar— me toma del brazo  y dejo que me lleve hasta el auto. Es uno de los pocos que quedan en el estacionamiento y es fácil encontrarlo. Me gustaría que fuera como el de Fabien. Terminamos en un restaurant pequeño, me hace recordar esos encuentros con Fabien mientras decidíamos que hacer— hoy hicieron la prueba final de mi vestido.


—…ah…— no sé qué decirle. Ella no parece notarlo, porque continua hablando de cómo fue la búsqueda del vestido, como todos son muy caros y que se divirtió probándose varios muy extravagantes. Yo intento ponerle atención,  pero cada poco termino pensando en otras reuniones en restaurant. Cuando terminamos salimos, y como el auto quedo un poco lejos, caminamos. Bianca se sujeta de mi brazo.


— Will


— ¿umm?


— Solo quiero recordarte que… sé que en tus planes no estaba una boda y que te han estado presionando, luces mal últimamente, así que… aunque estemos casados, llevemos las cosas con calma— me suelta y antes de que diga algo, la veo alejarse en dirección a un taxi.


 


******


La veterinaria está muy concurrida hoy, me siento incomodo estando aquí sin una mascota, pero no me atreví a ir a su casa. Esperarle aquí es mejor. Hay un chica que llama a las persona para que pasen a los consultorios, así que hasta que no se va el ultimo cliente veo a Fabien despedirse de un par de chicas con una caja con un montón de gatitos. Sonrió al verle, Fabien es de esas personas que te cambian el humor con solo verles. O tal vez me pase solo a mí, cada que veo a Fabien siento como si todo estuviera bien. Él me ve, y aunque sigue sonriendo, noto como parece no estar tan feliz.


— ¿estás ocupado?


— Ya estoy libre, es hora de cerrar y Eddie atiende las emergencias— ya he estado otras veces  en el consultorio, una habitación amplia y de colores alegres— ¿paso algo?


— yo… te traje un pastel. Un pastel de disculpas. La última vez que hablamos creo que fui un poco grosero— levanto la caja con el pastel pequeño que compre de camino— iba hacer uno yo mismo pero la cocina no es uno de mis puntos fuertes— por un momento pienso que no lo aceptara, pero Fabien lo toma y abre la caja.


— gracias, tampoco fue para tanto— no espera para tomar la cuchara y comenzar  comer— ¿Cómo estás? No he tenido noticias de ti.


— Mejor de lo que esperaría— le miro, notado de nuevo esa sensación ligera— ya no es necesario que Gwendoline intervenga. Decidí casarme.


— Ah, sí es tu elección entonces bien.  Espero que seas feliz, Will— también yo lo espero— ¿quieres ir a cenar? Este pastel está muy bueno, pero aun puedo comer algo.


— Claro, pero esta vez te seguiré en el auto porque no quiero dejarlo aquí— puedo vivir con eso, así que conduzco hasta el primer lugar en el que nos vimos. Cuando baja del auto, Fabien está sonriendo otra vez— buena elección— por un buen rato tenemos una conversación  como las de siempre: como nos fue en el día, el trabajo, las cosas que hicimos y nos gustaron… me siento como en una burbuja tan perfecta. Siempre ha sido así con Fabien, todo es mejor cuando hablo con él.


— Lo único que he logrado es que no haya ensayo de la boda— le comento cuando salimos del restaurant. Vamos caminando en dirección a los autos.


— ¿Y no pensabas invitarme al ensayo? ¿Cómo iba a saber en qué momento intervenir?— los dos reímos— ¿Y lograron elegir un vals? ¿La canción de entrada? Dijiste que no sabías que elegir.


— eligió Bianca, lo tradicional.


— umm, yo hubiera elegido  Inmigrant Song para entrar a la ceremonia— no tengo idea de que canción es, debe notarse en mi cara porque Fabien busca en su teléfono y pone la canción. En  la primera estrofa ya me estoy riendo— ¿no es genial? Es la mejor entrada.


— no sé si lo sea.


— ¿prefieres Highway to hell? También es muy buena.


— Esa es muy apropiada cuando estas casándote— me carcajeo. Fabien abre la puerta de su auto y me hace una seña para que entre. Enciende el reproductor de sonido y el auto se llena con las potentes notas de una guitarra eléctrica. Me relajo, reclinado en el asiento mientras Fabien habla sobre las canciones, las bandas que tocan y los conciertos a los que ha ido. Yo disfruto mucho de estar aquí, como si no existiera nada más. Me recuesto más y cierro los ojos.


— ¿estás bien?


— sí. Estoy disfrutando esto.


— Me alegro— se queda callado un momento, luego le escucho cantar bajito. Abro los ojos para verle, concentrado en cantar mientras sus dedos siguen el ritmo de la música. Una de sus manos está muy cerca de mí. Siento la boca seca, pero la oscuridad me da valor para mover mi mano hasta alcanzar la suya. Cierro los ojos de nuevo, sintiendo el corazón en la garganta. Fabien deja de cantar, va a quitar su mano en cualquier momento…


No lo hace.


Gira su mano y cruza sus dedos con los míos. Vuelve a cantar, bajito, como si no hubiera parado. Pasan varias canciones hasta que me atrevo a abrir los ojos. Él no está mirándome, pero creo que nota mi mirada porque voltea a verme y me sonríe. Yo siento de nuevo el nudo en mi garganta y suelto mi mano.


—Fabien…


— Aquí estoy— dice, con humor.


— Yo… creo que estoy sintiendo algo más que amistad por ti. Creo que me he enamorado. Eres increíble, y contigo siento que puedo ser yo mismo, cuando estoy contigo siento que no existe nada más que nosotros. Y eso duele— él no me dice nada, solo nos miramos en la oscuridad del auto. Y sé que no tendré otra oportunidad, que no tendré perdón si no lo hago ahora, así que me inclino hasta rozar mis labios con los suyos. Pienso que me va a apartar, pero no lo hace y eso me anima a acercarme más, desde que le conocí quiero tocar su cabello y no pienso quedarme con las ganas. Con una mano le atraigo para besarnos en serio, tocando su cabello, sintiendo el sabor a menta en su boca. Su mano me acaricia el rostro mientras el beso sube de intensidad, dejándome sin aire pero sin ganas de moverme.


— Esto no está bien— se separa un poco, lo suficiente para hablar y sentir el movimiento de sus labios en los míos— tú vas a casarte, no deberías hacer esto.


— Lo sé, y lo siento— Fabien me da un beso en la mejilla.


— espero que seas muy feliz, Will.


— será mejor que me vaya. Lo lamento…— lamento haberle hablado de mis sentimientos, lamento saber que sería correspondido, lamento hacerle sentir mal con mi declaración. Salgo del auto y camino hasta el mío. El auto de Fabien aún no se ha movido del lugar, y yo solo me limpio la única lágrima que se me escapo.   


 


*****


El día de la boda es como despertar en una pesadilla: no sé qué está pasando pero es aterrador. Mi casa está llena de personas que apenas conozco, riendo e intentado darme ánimos y bromear. Mi madre se ve muy feliz mientras arregla mi corbata. Apenas me reconozco en el espejo cuando me miro.


—  ¿estás nervioso? todo saldrá bien, Will— mi madre me alisa el saco— vamos, no podemos llegar después que la novia— Robín me dirige una mirada de pesar pero no me dice nada. Es él quien conduce hasta el lugar de la boda. No he puesto un pie aquí antes. Es un lugar amplio, la puerta grande y con una alfombra roja en el piso que lleva al interior. Hay un montón de sillas con telas blancas y moños, enormes floreros con ramos rosas y blancos. La alfombra termina en una tarima bajo un enorme arco de rosas blancas. Siento ganas de vomitar. El salón es abierto, la zona en la que estamos está  cubierta, pero puedo ver un jardín al fondo, no hay  paredes y donde comienza el jardín solo hay arcos. En el jardín veo el lugar donde será la fiesta: una carpa blanca, globos y cintas colgando, una docena de mesas y sillas, mas flores, me parece que incluso veo el pastel.


— Will, sonríe un poco— de nuevo mi madre me da unos golpecitos en las mejillas, pero yo no puedo obligar a mis músculos a moverse. Poco a poco el lugar se llena, las sillas antes vacías se empiezan a ocupar. El juez que oficiara la boda nos saluda y toma su lugar. Alguien dice que llego Bianca, yo solo puedo ver el auto desde mi lugar, y un montón de gente en la entrada. Todos me dejan solo allí, y entonces la veo: Bianca en la entrada, con el vestido, un vestido blanco, con pedrería brillante, no es esponjoso, pero aun así me corta la respiración, y  no en el buen sentido. Comienza a sonar música, la marcha nupcial, y Bianca se acerca, paso a paso. Tengo la boca seca y no puedo moverme. Todo se pone en cámara lenta, solo puedo escuchar la marcha nupcial, Fabien tiene razón, es aburrida y una entrada con las notas de una guitarra eléctrica causaría más impresión.


Me sorprende notar a Bianca frente a mi. Ella me sonríe y se para a mi lado. Extiende su mano hacia mí y me toma un momento más de lo normal en tomar su mano.  No escucho nada de lo que dice el juez, solo siento todo se cierra, todo se hace más y más pequeño. Me aferro al recuerdo de los cometarios amables de Fabien, de su acento…


— no puedo… no puedo hacerlo. No puedo.


— ¿Will?— la mano de Bianca me da un apretón. Volteo a mirarla. No puedo seguir con esto, es agotador, es imposible y ella no merece esto, yo tampoco lo merezco.


— Bianca, yo…— unos golpes pesados me interrumpen. El juez también se queda callado, mirando hacia la entrada ¿Quién llego tarde? o… oh, desearía no haber volteado ¡Fabien!  Él está aquí aunque yo le dije que no… dios, me siento tan… no lo sé, siento todo ahora mismo, me siento feliz, siento miedo, emoción, estoy nervioso… no siento las piernas. Fabien camina por el pasillo, la gente del fondo le ve y comienzan los murmullos, que se extienden como un enjambre. Yo no puedo apartar los ojos de él, él también me está mirando.


— No puedes hacer esto, estas cometiendo un terrible error— su acento es más notorio que nunca ¿está nervioso?— por favor, no lo hagas— su voz resuena sobre los murmullos y me rompe el corazón. Alguien intenta detenerle, pero logra zafarse y avanzar un poco más— no puedes hacerlo sin saber que te quiero.  


— Lo siento, lo siento mucho— me escucho decir.


— ¿Quién eres? yo no te conozco— Bianca se adelanta, no puedo verle la cara.  Fabien nos mira, y luego mira a Bianca.


— ¿ahora vas a negarme?


— ¡Te has equivocado de boda!— y de pronto hay un montón de gente de pie, hablando, gritando, no sé lo que está pasando. Alguien me jala y casi tropiezo.


—  Vamos, salgamos de aquí— Fabien. Nadie nos presta atención mientras corremos a la salida. El auto amarillo está detenido tras el lujoso auto blanco en el que llego Bianca. Me detengo, mirando atrás— Will, no te dejare hacerlo, lo sabes.


— pero… Bianca…


— Sube— dudo un poco antes de subir. Apenas logro sentarme cuando acelera— ella lo ha entendido— apenas le entiendo yo, vamos muy rápido, hasta que nos toca una luz roja y Fabien se detiene—  estaba actuando, ella te miro y luego me ha mirado a mí… espero que no sea solo mi mente intentando calmar mi conciencia.


— iba a decirle que no. yo… iba a decir que no— Su rostro parece dejar atrás la preocupación y se ilumina con una sonrisa. 


— Me alegra escuchar eso— enciende el sonido del auto y la música suena a todo volumen mientras la luz cambia a verde y arrancamos. 


No me atrevo a ir a casa y mi teléfono se quedo con alguien, no sé si mi madre o Robín, así que terminamos en el departamento de Fabien. No ha pasado mucho desde que salí de la boda pero a mí me parecen días. Solo nos detuvimos a comprar comida.


— Quiero quitarme esto— no me siento cómodo con el traje de la boda. Fabien busca en la habitación y me pasa un montón de ropa y me señala la puerta del baño en la habitación.  No puedo creer que realmente haya pasado todo esto, me escape de la boda, estuve a punto de decirles que no. Nadie sabe qué fue lo paso aunque Bianca si debe saber que no iba a casarme con ella. No puedo volver a mi vida de antes, si lo hago solo me quedan dos caminos o digo todo o todo continua como hasta ahora. No quiero hacer ninguna de las dos, no quiero pasar de negro a blanco solo así.  Pero si que quiero hacer algo ¿Cómo iniciar? ¿Cuál es el primer paso que debo dar? Una caricia me hace regresar de mis pensamientos, no me di cuenta cuando Fabien entro, ni cuando me senté en la cama.


— ¿te arrepientes?


— estaba  pensando en que hacer ahora. No podría arrepentirme de haber escapado— Fabien se sienta a mi lado— pasaron muchas cosas y estoy… agotado. No puedo más.


— lo entiendo. No pensaba dejarte escapar de nuevo— me pasa el brazo por los hombros y me apoya en él— no estaba seguro de si debía ir, estuve pensando mucho, porque aunque yo lo quisiera… tu habías dejado claro lo que sentías y lo que harías.


— ¿Cómo te decidiste?


— Eddie y Gwendoline. Ella me dijo que esos errores son los que se pagan más caro y que nos arrepentiríamos de eso toda la vida— suelta una risita— Eddie me dijo que no pensaba sopórtame en la veterinaria estando tan sombrío y me arrojo las llaves del auto.   


— tienes buenos amigos.


— lo sé.   


— gracias por haber ido.


— Aun tienes que compensarme por haberme besado y dejarme— se me sale un risita— Will, te quiero ¿quieres intentar salir conmigo? como pareja.


— ¿me preguntas si quiero ser tu novio?  Si quiero— Fabien me da un beso en la sien, yo ahora si ya no puedo más, y Fabien lo nota, porque nos recuesta en la cama, y así nos quedamos, juntos, abrazados… de vez en cuando siento una caricia en la espalda, en el cabello, un beso en la mejilla, hasta que me vence el sueño y ya no sé nada.


 


*****


Me quedo sin aire cuando caigo en la cama. No es culpa en si del golpe, eso pasa cuando estas besándote con alguien.  Apenas tengo tiempo para pensar en eso: las caricias de Fabien no me dejan pensar en otra cosa que no sea ese toque de su piel con la mía. Siento cosquillas cuando intenta sacarme la camisa, le abrazo, atrayéndolo a mí para besarle.


— mañana…


— Lo sé, si no quieres ir, entonces me quedare contigo— me rio, en parte por las cosquillas y en parte por lo que dice.


— Allí estaré, voy a estar esperándote— Fabien me besa, su cuerpo presiona mas contra el mío, sin pensarlo mucho comienzo a desabrochar sus pantalones. No diría que tenemos una rutina al momento del sexo, además no me cansaría  pronto de las caricias de Fabien. Siempre se toma su tiempo para desvestirme, y hoy no es la excepción: es una tortura sentir las caricias y esperar. Fabien siempre termina desnudo primero debido a mi impaciencia, su risa me hace cosquillas en el hombro, y mientras él sigue con su juego yo me entretengo tocando su cabello, pasándolo entre mis dedos. Me besa, su mano acaricia mi entrepierna y mis pensamientos se concentran en esa parte, mi respiración entrecortada y el calor que sube y sube. Fabien no me deja terminar, mi queja le hace reír y besarme— debemos dormir temprano hoy. Mañana… mañana habrá mucho tiempo.


— Tienes razón— otro beso, más largo,  sus manos en mi cadera, buscando una posición más cómoda para moverme.  Logro empujarle y girar, por esta noche yo tengo el control también.  Sentado en u entrepierna, es mi turno de hacerle sufrir un poco,  disfruto mucho escuchar como poco a poco va perdiendo el control, sus manos acariciándome la espalda hasta mi trasero, verle de ese modo… me inclino para besarle, siento su pene restregarse en mi trasero, no puedo contener un gemido. Las manos de Fabien me sujetan con fuerza y me impulsan a levantarme un poco, le siento entrar  en mí con fuerza. El placer me recorre el  cuerpo, y yo solo quiero sentirle más, nunca me doy cuando de cuando empiezo a moverme, pero sí que noto el placer que siento, las manos de Fabien acariciándome y empujando más, a veces murmura cosas en  francés, con un tono ronco. Mi mente se pone en blanco cuando ya no puedo más con el placer, cuando todo se libera, y me recuesto sobre él. Nunca se muy bien como terminamos cómodamente en la cama, pero lo hacemos, sintiendo nuestros cuerpos cálidos.


 


Hace un buen día. No hace mucho calor, pero tampoco está fresco, lo cual es bueno porque esperar a Fabien me está poniendo nervioso.


— si sigues así vas a  deshacer el nudo y no sé quién podrá volverlo hacer— Robín me da un golpe en la mano cuando intento volver a tocar mi corbata— ¿estás nervioso? como si él no fuera a venir— resopla. Ha pasado un tiempo desde que le conté la verdad, casi el mismo desde que me mude y conseguí un nuevo trabajo. No tengo el mismo nivel que tenía, pero no me importa mucho,  tengo más tiempo libre para disfrutar— ¿tus padres vendrán?


— les invite, pero si no quieren venir es su problema. No voy a arruinar este día pensando en eso— Después de la boda cancelada tuve que enfrentarme a los problemas que eso causo, no fue fácil pero tampoco tan malo como había pensado. Le conté la verdad a mis padres cuando me decidí a mudarme y después de dejar mi renuncia. Me hablan poco desde entonces.


— claro, lo siento. Mira, llego Bianca— no puedo creer que este aquí, después del intento de boda, hable con ella para explicarle que no quería casarme con ella. Fabien tenía razón y ella había entendido un poco el asunto, pero no dijo nada. Me hace un saludo con la mano y la veo sentarse junto a un hombre que la acompaña. No lo conozco— Ya casi es hora— algunos de mis nuevos compañeros de trabajo también me saludan y les regreso el saludo con una sonrisa.


— ¿Ya?


— Ya cálmate, te digo que no va a dejarte— Robín pone los ojos en blanco. Debería agradecerle por haberme puesto en contacto con Fabien, de no ser por él esto no estaría pasando ahora— ¿lo ves? llego— Me quedo mirando la puerta, más allá de las sillas decoradas. Fabien está allí, viendo todo con una sonrisa, su sonrisa. Trae un traje blanco similar al mío y le veo tan apuesto como siempre. Da un paso hacia la alfombra del pasillo que le trae directo a mí, a la mesa donde nos casaremos. Cuando pisa la alfombra la sonrisa de Fabien se hace más grande y la sala retumba con los acordes de la marcha nupcial: Una guitarra eléctrica sonando  todo volumen con las notas de Inmigrant Song.

Notas finales:

Pues ya esta. Es la primera vez que escribo sobre una boda, y la primera vez tambien que caso a mis protagonistas (Bien, no estan casados casados pero espero se entienda) 

Agradezco a mi amiga Fer, de no ser por una imagen y una platica sobre eso, esta historia no existiria. 


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