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Punto final por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

La verdad es que Kian odia muchas cosas además del frio. Odia el tráfico en las mañanas, odia las reuniones de padres y tener que hacer reportes al final de mes. También odia la navidad. No es la navidad en sí lo que odia, solo es una día más, pero si odia todo lo que tiene que ver con la navidad. Decorar, comprar, las películas y las tontas cancioncillas que ponen en la fecha. Pero estaba dispuesto a hacer una excepción por su novio, así tuviera que luchar contra las luces de navidad y el pino. Porque después de todo, es navidad.

 

Y en navidad, todo cuenta.

Ah, ya llego. Sé que no gano nada mirando la televisión y fingir que no lo he visto, pero no estoy de humor.  Le veo de reojo, mirándome con  reproche y los brazos cruzados.

 

— Kian— Me llama. Suspiro, y despego los ojos de la televisión para enfocarlos en el recién llegado, un chico castaño y pecoso, y mi pareja desde hacía más de un año— ¿Sigues en la cama?— Eso es algo obvio. Pienso que a Henry se le olvida que no estoy acostumbrado al frio,  crecí el sur, y odio el frio, y vaya que en la ciudad hace mucho frio. Demasiado como para tenerme en cama toda la mañana, en unos pantalones de franela, una sudadera y un gorro hasta las orejas

 

— Hace frio— Le respondo. Las cejas de Henry se juntan, y luego suspira.

 

— ¿No hiciste nada?

 

— ¿Cómo?

 

— Te pedí que… ¡La decoración de navidad, Kian!

 

— ah, eso— La verdad es que odió mucha cosas además del frio. Odió el tráfico en las mañanas, odió las reuniones de padres y tener que hacer reportes al final de mes. También odió la navidad— lo olvide.

 

— te lo he estado diciendo desde la semana pasada— Henry acaba de firmar un contrato importante en la firma de abogados en la que trabaja,  y pasa casi todo el día en la oficina. Eso no me molesta, me gusta que Henry se esmere en su trabajo y tenga sus recompensas por eso, aunque tenga que verlo unas horas menos al día— vamos, Kian, es la primera navidad que pasamos juntos.

 

— no sé si sea buena idea decorar, solo es por unos días— Me molesta ¿para qué sacar todo si solo lo usaremos seis o diez días? no tiene caso. Además, es un departamento, nadie más que nosotros vera la decoración, y a mí no me importa.

 

— No digas eso. Faltan solo tres días para navidad, y solo tenemos la corona navideña en la puerta— y eso porque Henry la puso, pero como está afuera, no importa tampoco— ¿Por qué estás viendo un noticiero?— me encojo de hombros. Una de las cosas que odio de la navidad: Películas y especiales navideños por todos lados. Los noticieros son un mal menor a comparación de ver otra vez una de esas películas.

 

— ¿Cómo te fue?— le pregunto, en un intento de dejar de hablar de esto. Henry suspira y se acuesta a su lado. Extiendo mi brazo, levanto la cobija y dejo que Henry se acurruque a mi lado. Esto me gusta más que nada.

 

— Hay… algo.

 

— ¿Umm?— Ah, debo dejar de pensar en besarlo. Se molestara más si nota que no le pongo atención— ¿Qué es?

 

— Hay un contrato… no es importante, pero…— Conozco mucho a Henry para saber que sí es importante— Se tiene que firmar antes del veinticinco, pero el veinticinco nadie trabaja. Y aun se tiene que ver lo de las clausulas…— Le pongo un dedo sobre los labios para que no hable.

 

— ¿Cuál es el problema?

 

— Que tendría que ir al otro lado del país.

 

— Oh— Con que eso era. No tengo problema en quedarme solo tres días. Trabajo como profesor de preparatoria y ahora que están las vacaciones, tengo libre todos los días hasta que inicie el curso de nuevo, en enero— No veo el problema.

 

— ¿Cómo? Kian,  es navidad. Quiero estar aquí. 

 

— ¿Estarías fuera para navidad?— No es tan malo. Podría quedarme solo en casa, sin tener que aguantar ninguna palabrería sobre la navidad.

 

— No lo sé. Creo que puedo regresar en navidad. ¿No te molesta?

 

— No, es importante ¿no? Ve— Estoy seguro de que si Henry estuviera de pie, se pondría a saltar. Es muy predecible— ¿Y cuándo tendrías que irte?

 

— Esta noche. ¿En serio no te importa?

 

— Está bien. Es trabajo— Al menos tenemos todavía un par de horas para pasar un buen rato, en el calor de la cama, así que dejo que Henry se gire un poco y me alcance para besarle. Me gusta besarlo, sentir el calor de su cuerpo en esos días tan fríos. 

 

 

 

No es la navidad en sí lo que odio, solo es una día más, pero si odio todo lo que tiene que ver con la navidad. Decorar, comprar, el frio, las películas y las tontas cancioncillas que todo el mundo pone. En serio, no tiene sentido.

 

— ¿Llevas ya los abrigos?

 

— Si— Henry intenta cerrar la maleta que recién acaba de llenar— Solo son tres días, no ocupo tanto.

 

— Bien.

 

— ¿Me vas a esperar para navidad?—Uh... finjo ponerle atención al closet, donde ya no hay nada que Henry pueda llevar— Kian.

 

— ¿Sí?

 

— ¿Vas a decorar?— Me quedo inmóvil, mirando la maleta que le ayude a hacer. No. no pienso decorar nada. Escucho el suspiro de Henry. — Kian, en serio me gustaría tener algo más navideño aquí. 

 

— ¿Para qué? Realmente no vas a estar. Y cuando llegues, no tendrá sentido tener decorado—  Con un manotazo, Henry me quita las manos de la maleta. ¿Ahora qué?

 

— Bien, entiendo— ahora yo suspiro. Henry está molesto.

 

— Henry, vamos, no es para tanto. Solo son unos tontos adornos navideños— Henry me mira como si hubiera dicho la peor grosería del mundo— escucha…

 

— No— me dice, tomando la maleta— Contigo es imposible. No lo vas a hacer ¿verdad?— Decir que si sería una mentira muy grande— Arg, eres como todas esas personas que odian la navidad. No necesito que me acompañes— Dice, y lo último que veo es su espalda saliendo por la puerta. ¿Todas esas personas? ¿De qué está hablando?  Cuando entro a la sala, sé que Henry ya se ha ido y no tiene caso buscarle. No es la primera vez que Henry hace un berrinche como ese, porque los hace todo el tiempo. Y en serio no quiero pelear por una fecha. Posiblemente Henry me llame en unas horas a punto de llorar y disculpándose por haberse ido así. 

 

Casi, Henry llama hasta la mañana.

 

— Oye, no te preocupes. No estoy molesto— Hace un rato que le escucho, pero no entiendo lo que balbucea.

 

—Pero… es navidad y yo estaba tan molesto por una cosa sin importancia. Incluso te deje ahí…me siento mal por eso.

 

— Está bien… supongo que yo también te hice enojar, no es tu culpa. Olvidemos eso ¿quieres?

 

— Está bien. ¡Ah!, volveré para navidad. Arregle todo para que esté listo antes, y estar en casa para navidad.

 

— Oh genial.

 

Si, espero que podamos alcanzar alguna buena cena ¿no crees?— Quiero preguntarle porque es tan importante, pero le acabo de decir que olvidemos todo.

 

— ¿Quieres que vaya a comprar algo para navidad?— Me cuesta decir eso, pero es un esfuerzo que bien lo vale. No quiero que Henry este molesto y sé que él apreciara esto.

 

—Eso debería ser una sorpresa, Kian— Henry suena divertido. Por fin sonrió de puro alivio al notar que Henry al parecer ya recuerda que no me gusta mucho la navidad, y que no espera nada de mi— Ah, tengo que colgar, te llamare cuando tenga  tiempo libre.

 

— Hasta pronto— No sé si Henry me escucho. Nos conocimos hace ya cuatro años, mientras Henry todavía estaba haciendo de pasante. Alguien había chocado con Henry y le había tirado un montón de papeles que volaban por la calle y nadie parecía tener intención de ayudarle. Solo yo me quede a ayudarle y Henry me invito un café en agradecimiento. Después de eso fueron más salidas e invitaciones a lugares cada vez más privados.  No me sentí atraído tan pronto,  pero Henry era gracioso,  y muy alegre, tanto que era difícil no contagiarse con esa alegría. Y fue una noche mientras le acompañaba de regreso al edificio donde vivía antes, que me atreví a besarlo.

 

No me considero una persona con mal humor, pero a comparación de Henry… bueno, cualquiera pensaría que soy amargado si me ven en esta época. 

 

La sala y el lugar son simples, no tiene mucha decoración de ningún tipo. Nos mudamos juntos justo después de año nuevo, y no pasamos la navidad anterior juntos tampoco. ¿Por eso es tan importante para Henry? A mí me da nada que pasara eso. Tenemos el resto del año para vernos, que no nos veamos un día no es el fin del mundo.  Ver esto me recuerda la corona navideña que Henry colgó en la puerta, por la parte de fuera. Es el único símbolo navideño que hay. Suspiro, derrotado. No puedo dejar las cosas así, no cuando Henry intenta convivir conmigo de la mejor manera y siempre busca la forma de que las cosas salgan bien.  Además ¿Qué no la navidad es el tiempo para hacer algo por los demás? O eso siempre dicen.

 

Estoy dispuesto a soportar unos días con adornitos por ver feliz a Henry.  La sala está demasiado vacía.

 

Bien, puede esperar hasta mañana. ¿Qué tan difícil es colgar esferas y esas cosas?

 

 

 

 

 

Tengo que adornar, lo sé, pero no sé cómo iniciar, y he pasado toda la mañana mirando la televisión.  No tiene caso perder el tiempo, ya he decidido hacerlo,  y aplazarlo solo me traería problemas. Solo logro levantarme de la mesa y mirar alrededor. No tengo idea de donde pone Henry estas cosas de navidad. No tenemos ático, ni sótano, en donde se supone van esas cosas.

 

— Estúpida navidad—  Murmuro. Luego, como si la navidad hubiera escuchado, recuerdo el closet en la habitación, la repisa superior más específicamente.  Hay un montón de cajas ahí, cajas llenas de polvo. Espero que ahí estén,  porque no se en donde más podrían estar, y salir a comprar todo ahora…

 

El closet es amplio, eso me gustó cuando nos mudamos juntos, y pronto lo llenamos todo, hasta que no cabe ni una cosa más. Tengo que quitar un par de abrigos y puedo ver las cajas encima de una tabla. Ah, solo son cajas, ¿son estas?  Me empujo más hacia adentro, y me estiro para tomar la que tengo más cerca. ¿Cómo es que metimos tantas cajas ahí? ah, es la letra de Henry, recta y perfecta, “Recuerdos” dice. ¿Recuerdos? ¿Qué será? No, si la abro me quedare mirando lo que hay y tengo que adornar ¿Él había guardado eso? no lo recuerdo. Me estiro más para alcanzar otra caja, parándome de puntas, es más difícil leer lo que pone en las otras cajas.   Mientras muevo una, para no tener que bajar todas, alcanzo a ver que una caja esta por caerse. Uff, la tengo. ¡Salvado!  Eh… espera. Otra caja se cae, encima de mí, y otra y otra. ¿Qué demonios tienen estas cosas? pierdo el equilibrio y caigo hacia atrás, con las cajas encima.

 

— Auch. ¿Qué es esto?— parecen un montón de figurillas de arcilla.  No son mías, estoy seguro. ¿Y que se supone que son? Bien, era inevitable que no cayeran. Desde el suelo, miro al armario, y la sangre se me cógela, literal. Ahí, balanceándose como si no hubiera nada mejor, está la caja que dice “Navidad”— No, no, no…— la caja parece tener vida propia, porque se queda quieta unos segundos, y luego  se cae libremente, sin nada que la detenga.  El sonido del cristal rompiéndose me  deja más helado.  Me arrastro hacia la caja, y lo primero que veo es el cristal pulverizado de las esferas.  La giro y caen pedazos más grandes. Les miro, entrecerrándoles los ojos aunque sé que son objetos inanimados.  Bien, no necesito las esferas.  Puedo decorar con las otras cosas que hay, que al cabo hay cientos de adornos ¿no?

 

Pero mientras reviso las demás cajas, sacando por fin los adornos, siento que la navidad me ha ganado una.

 

 

 

— ¿Cómo va todo?— intento sonar alegre, o normal.  Henry me llamo cuando termine de traer la última caja a la sala. Siguen siendo cosas muy extrañas para mí.

 

— Todo bien. Ya quiero volver. ¿Sabes que aquí tienen un enorme pino de navidad? es hermoso, y tiene tantas luces.  Todos se toman fotos— Suena un poco celoso. Yo deseo decir una palabrota. Sin duda, si logro terminar esto, Henry recibirá una hermosa sorpresa.  Lo sé por la forma en que habla de ese pino. Me imagino la cara que pondrá cuando entre y vea que si le hice caso. 

 

— ¿Ah, sí?

 

— Ojala hubieras venido, aunque quizá no te guste tanto— no sé si lo hace con esa intención, pero me hace sentir culpable con esas palabras. No debo sentirme así, lo sé, pero no puedo evitarlo tampoco— ¿Qué has estado haciendo?

 

— Pues…— miro con desconfianza una larga tira de…. ¿Qué se supone que es? no tengo idea de cómo se llaman las cosas verdes que cuelgan en las paredes y le ponen adornos ¿guías? ¿Cómo se supone que voy a poner esto?— Nada en especial. Sigo pensando en qué podría comprar. Por cierto, ¿Qué quieres de regalo?

 

— Kian, ya te dije que eso debe ser sorpresa. Se supone que regalas lo que te nace del corazón— Eso suena tan cursi y no lo entiendo. Lo único que entiendo es que Henry quiere que le compre algo por mi cuenta, sin que él tenga que decime que quiere, aunque lo siento más como una prueba, una que no voy a pasar. Los gustos de Henry son muy variados, podría regalarle otro juego de lapiceros, o un maletín nuevo, como el año pasado, y el antepasado.

 

— Vale, ya pensare en algo. ¿Sabes que el gato de la vecina se perdió otra vez?

 

— ¿En serio? sería lindo tener una mascota— Henry es alérgico a los gatos, y no dejan tener perros en este edificio— Te extraño.

 

— Yo también.

 

— Ah, tengo que colgar de nuevo. Como odio esto. Te llamo más tarde— Dejo el teléfono, necesito concentrarme en los adornos. Será una larga batalla.  Estoy seguro de que no me tomara mucho tiempo poner estas cosas, así que creo que mejor inicio con el árbol.  Apenas levanto la caja alargada, se rompe y todo cae al suelo, de nuevo. Por suerte, es el pino artificial y armable, así que no pasa nada. Después de esta llamada, estoy más decidido a darle la sorpresa a Henry. 

 

Pero no es tan fácil. Una hora después, apenas y logró ensamblar las tres piezas de la base. La caja no viene con instrucciones, o si venían, ya no son visibles. ¿Qué tan difícil puede ser armar un árbol de navidad? habría jurado que no era difícil.  El pino no es una cosa chiquita, es enorme, frondoso, y tiene tantas ramas que no se en dónde va cada una. Ninguna parece ensamblar en donde las pongo, y estoy seguro de que ya puse todas en un solo espacio y ninguna quedo, ¿¡Cómo puede pasar esto!?  Ni siquiera he comido, y todo este ramerio me está dando dolor de cabeza. Ya ha oscurecido. Más de la mitad de las cajas sigue cerradas, y el pino parece más un adorno de Halloween que de navidad. Estoy exhausto, quiero dormir. Comer y dormir.

 

Hasta el momento, navidad 2, Kian 0.

 

 

 

Por la mañana me siento mejor, incluso el esquelético pino se ve más bonito. En otra caja encuentro más coronas navideñas, y figuritas de cerámica y cristal. Qué alivio ver esto, porque son cosas que si puedo acomodar. Tenemos algunas repisas y aunque quizá no se vean mucho, estoy seguro de que esto va bien ahí. Una figura de santa Claus, varios renos y algunos ángeles de cristal, y ni siquiera sabía que los teníamos aquí.

 

Observo como quedaron,  y me dan ganas de llamar a Henry y decirle lo que hice.   Y apenas es medio día.  Mientras desenredo estas cosas verdes que no son pinos pero parecen, mi teléfono comienza a sonar, y tengo que dejar las cosas a un lado para responder.

 

— Hombre ¿estás ocupado?— Es mi amigo Adam, también da clases en el mismo lugar y seguido salimos.

 

— Un poco.

 

— Vamos a reunirnos para comer, tarde. Más bien una cena, ¿quieres venir?— umm, estoy seguro de que  necesitare unos tragos al final del día.

 

— Quizá.

 

— No seas amargado, es navidad.

 

Si me das la dirección, a lo mejor me doy una vuelta—  Primero tengo que terminar la decoración, o al menos hacer lo que pueda. Cuando cuelgo, vuelvo a mirar alrededor, intentando adivinar en donde se verían bien las guías verdes. Hay una ventana, y creo que puedo poner una ahí, enredada en el cortinero.

 

Maldición no es nada fácil, apenas pongo un lado de la guía, el otro se cae. No se sostiene.  He enredado una buena parte de la guía en el tubo de la cortina, pero es imposible con lo demás.  Después de recorrer otra vez la sala, encuentro cinta adhesiva. ¡Ah!, mejor, servirá.

 

 Queda algo burdo, y es muy notorio que está pegado, pero al menos quedo. Doy unos pasos hacia atrás, evaluando el resultado. Por algún motivo, no parece demasiado festivo.  Es solo una guía verde, algo escuálida debido a las tantas vueltas que le di, pero sigue siendo una guía. Aunque… creo que falta algo más aquí.  Puede esperar, aún me quedan tres largas guías más.  Con la cinta adhesiva, todo marcha perfecto. Pongo una alrededor del marco de la puerta que va a la habitación y la otra  en la pared sobre la televisión. 

 

Tengo que terminar hoy, lo sé, pero la siguiente caja... Son las luces de navidad. No veo cuántas hay, solo veo que son muchas, y que todas están enredadas. Las saco, sin saber dónde inicia una y termina la otra o si es solo una muy larga línea de luces.

 

— Pero qué demonios…— He visto muchos comentarios hablando al respecto de esto, pero no creía que el problema fuera tan grave.  Saco con cuidado todo lo que puedo, y al fin logro ver el cable de enchufe.  Oh, ahí hay otro,… y otro. Al parecer son tres series de luces, ¿Las del pino? Bueno, no creo que el pino necesite muchas luces este año.

 

 

 

A las ocho, llego al restaurant que Adam me indico, necesito relajarme un rato de este asunto de la navidad,  ahí se encuentran casi todos mis colegas del colegio donde trabajo. Camino entre las mesas y llego hasta ellos, la mesa está llena de comida, y el lugar, como toda la ciudad, está decorado con motivos navideños. Lejos de animarme, esto me está deprimiendo.

 

— Kian, que bueno que llegas— Adam es el primero que me saluda. Saludo a algunos de los demás, pero tengo hambre, no he comido aun— ¿Por qué esa cara?

 

—  No se dé que hablas— no le diré que he roto dos de las tres líneas de luces intentando desenrédenlas, y que ahora el marcador va navidad 3, Kian 0. Después de eso, solo peine mi cabello oscuro y  salí para venir acá.

 

— Bueno, bueno. Creí que no ibas a venir, ¿no es la primera navidad que estas con tu… eh, con él?

 

— No está, regresa mañana— Y ya no sé si quiero que regrese o no. Mi decoración no está quedando como debería, algo estoy haciendo mal, pero solo puedo pensar en que la navidad y yo somos una mala combinación.

 

— Oh, mala suerte— Solo me encojó de hombros— Pero mira, tienes que probar esto, esta delicioso.

 

— Claro— Le acepto un plato con lo que parece un guisado.

 

— ¿Y ya tienes tus regalos?

 

— No— ¿Incluso ahí tienen que recodármelo?  No sé qué darle a Henry— Pero no creo que sea muy importante, es navidad ¿no? quiero decir, cualquier cosa que se regale está bien.

 

— Bueno, técnicamente así es. Pero no por eso vas a dar cualquier cosa. Tiene que ser especial—  Especial… fácil decirlo. Me la paso bien en la cena, y mientras me río de los comentarios graciosos que hacen,  deseo poder pasarla así con Henry. No es que la pasemos mal mientras cenamos o estamos juntos en casa, pero este momento se siente especial, como dijo Adam. Quiero que todos los momentos con Henry sean especiales.  ¿Qué fue lo que dijo Henry? ¿Una cena?  Sí, creo poder hacer una cena.  

 

Es tarde para ir a comprar comida, y no traje el auto. Hacer toda la cena es ridículo porque no soy tan buen cocinero, pero si puedo comprar algo ya casi listo, no habrá muchos problemas.  Las calles están llenas, y la fila para tomar un taxi es muy larga. No tengo otra cosa que hacer, así que me pongo en la fila para esperar a que llegue uno y pueda irme.

 

— Señor— me da cosa que me llamen señor. Es un chico, casi un niño— ¿No quiere comprar?— Me muestra una caja con un solo adorno dentro— Es el último que me queda.

 

— Eh…

 

— Por favor— le miro. Está haciendo frio, y el chico tiene las mejillas rojas. Quedan unas pocas personas delante, y ya llevo un buen rato esperando. El adorno no es más que un par de cascabeles plateados con un listón rojo atándolos.

 

— Bien. Me lo llevo— Le digo, pero solo porque ya es el último, han llegado tres taxis más y porque por fin puedo irme. Le pago al chiquillo y guardo el adorno en el abrigo.

 

La casa sigue igual que como la deje, y como es imposible desenredar las luces, mejor las dejo así. Estoy cansado otra vez, y solo quiero dormirme. Es un poco tarde, pero quiero escuchar a Henry. No creo que este ocupado a esa hora, voy a llamarle. Con solo marcar el número uno, ya estoy llamando a su teléfono.

 

Kian— Henry suena alegre— Estaba por llamarte— Siento un calorcito agradable al escuchar la voz de mi novio.

 

  Estaba en una cena con los otros maestros. Estaba pensando en verte ¿Sabes?— Me siento  un poco cursi, pero estoy seguro  de que todo esto de la navidad está influyendo, haciendo que extrañe muchísimo más a Henry que otras veces— Quiero besarte.

 

— Tú quieres hacer otras cosas.

 

— También, pero me conformo con besarte— Sonrió, porque es verdad. No quiero solo besar a Henry, y son ya dos días sin verle.

 

— Mañana, volveré mañana— Con esa promesa, me quedo dormido más rápido.

 

 

 

Si hay algo que odio más que nada en navidad, es la gente en las tiendas. Decidí que iría primero por la cena, antes de terminar de adornar. Encontré una pieza de pavo lista para cocinar en el horno. También elegí una botella de champaña, y un lindo juego de velas que exponían en uno de los pasillos. Todo estaba bien hasta que quise pagar, justo ahora… ¡La fila! Es larguísima. Bah, no pienso quedarme aquí, voy a dejar todo. Me detengo apenas doy la vuelta. “Hazlo por él”  tengo que…. Henry será muy feliz con esto.  Así que suspiro, y me quedo ahí, haciendo fila.

 

Dos horas después, en casa, llego a sentarme. Estoy de mal humor. Una hora de fila y una hora de tráfico para llegar.

 

—Ah, el árbol…— Murmuro, mirándolo. Debo poner las demás ramas en su lugar. Por ahí, y por allá… ¿en serio es solo un árbol? ninguna pieza queda en ningún espacio. Estoy molestándome... y al final le hecho las luces encima, como queden. Jalo el enchufe y lo conecto. Vaya, al menos si sirven. Ya son casi las tres.  

 

En la envoltura de pavo vienen las instrucciones para calentarlo. No soy mal cocinero, pero tampoco hago cosas tan complicadas, y casi nunca uso el horno. Solo las leo, es temprano y no  pienso volver a calentarlo después, cuando llegue Henry, lo mejor será dejarlo listo para que cuando llegue aun este caliente y tengamos una linda cena. Me pongo a ver televisión, pero en todos los canales hay especiales navideños, en todos.  Ah, pues ya que, buscare el menos enfadoso. 

 

 Henry llegara pronto, según me dijo por la mañana, en la última llamada que hicimos.  Estará aquí antes de la cena, así que tengo el tiempo justo para terminar todo. Me levanto y meto el pavo al horno después de ajustar la temperatura y releer las instrucciones, y también me pongo a preparar una ensalada. Ah, olvido que todavía me queda una caja de adornos, una pequeña, que decidí dejar hasta el último justamente porque era pequeña.

 

No sé si a Henry le gustara o no terminar de decorar. Si es una sorpresa, creo que debería hacerlo todo yo y dejar que se sorprenda.  En la caja quedan las únicas esferas que no se rompieron cuando se cayeron las cajas. Bueno, viendo cómo está el pino, creo que se verá mejor si termino de decorarlo, solo tiene las luces encima, y ni siquiera están bien puestas.  Aún tengo tiempo para sacar el pavo, y para lo demás.  No son muchas esferas, pero tampoco hay mucho de donde colgarlas.  Solo pondré la mesa y luego seguiré con las esferas.

 

Una a una, las voy poniendo en las ramas, hasta que solo queda la estrella  de la punta, un adorno dorado y muy brillante. Antes de ponerlo, retrocedo para valorar el resultado. El pino luce un poquito más alegre. Sonrió satisfecho. Si bien, no es como lo que ponen en las películas, al menos está decorado para navidad, tal y como Henry quería. El pino es más grande que yo, así que para poner la estrella, tengo que pararme de puntas, e inclinarme un poco.  Cuando vuelvo a alejarme para ver como quedo, no me doy cuenta de que mi pie se enredó en el enchufe de las luces, y doy un jalón para soltarme, el pino se inclina, hasta caer. Esto tiene que ser una broma, ¿cierto? el pino en el suelo, las luces apagadas y las esferas rotas.

 

Debo estar soñando, si, es eso, porque esto no puede pasar. No cuando queda nada para que Henry llegue.  Doy vueltas alrededor del pino, observando los daños.  No todas las esferas se quebraron, pero si se desmontaron algunas ramas, no importa, puedo salvarlo, aún puede verse bien. Me agacho para levantarlo y dejarlo así, cuando el olor a quemado me hace mirar a la cocina. Del horno sale un humo negruzco.

 

— Carajo— ¡El maldito pavo se está quemando! Y todo por culpa del pino— que no sea tarde, que no sea tarde—  Murmuro, buscando algo para no quemarme al sacar la bandeja. El pavo humea. Lo llevo a la mesa y lo pongo en el lugar que prepare antes, en el centro de la mesa. El pavo esta negruzco. Ingenuamente quiero creer que solo es la cubierta.  Será una divertida anécdota para Henry, si, esto le hará reír. Y hablando de él, me está llamando. Ya debió haber llegado al aeropuerto, y tengo que ir por él— Hey, ya voy, ¿vale? ¿En qué terminal estas?

 

Kian— no identifico el tono de su voz— Lo siento, yo… el vuelo está atrasado. No sé si voy a poder llegar esta noche— Suena mal, parece muy triste, pero sus palabras son la gota que derrama el vaso.

 

— Entiendo, no importa— Sueno molesto incluso para mí.

 

Kian, no es mi culpa, yo quiero estar ahí.

 

— Lo sé, pero esto es un asco— No quiero decir nada hiriente— Creo que es mejor que no veas esto.

 

— ¿Cómo?

 

— Intente decorar ¿sí? quería darte una sorpresa, pero esto es una mierda— Suelto, sin pensar. Estoy enojado. El pavo está quemado,  la decoración es tan mediocre que hasta un niño puede hacerlo mejor. En un arrebato de furia, arrojo el teléfono contra el muro. Muy tarde me doy cuenta de que es la única forma que tengo para llamar a Henry— Mierda.

 

Estoy cansado, todo es un asco y la casa huele a quemado.  No pienso quedarme aquí.  Tomo el  abrigo, las llaves y me largo.

 

— Feliz navidad— Es la vecina, una mujer que nunca me habla en el año, sé que no le gusta que una pareja homosexual viva en el departamento contiguo. Nunca he tenido más problemas con ella, pero le miro de tal manera que ella deja de sonreír y sigue caminando. No es una feliz navidad para mí.  Cruzo la calle y me siento en una de las bancas que hay ahí.  Hice todo esto por Henry, y ni siquiera va a estar aquí para navidad. Todo lo que hice fue en vano, aunque una parte de  mí se alegra de que  Henry no vea  esta mierda. No voy a llorar porque no es para tanto, no es nada.

 

Afuera hace frio,  pero no me importa. Me quedo viendo al edificio, sin hacer nada más. No quiero entrar al departamento mal decorado y oliendo a quemado. No soy idiota, aunque diga que no me gusta la navidad, sé que no quedo nada bien. Si tan solo hubiera podido armar el árbol.  Pero si seré imbécil,  ¿Por qué no fui a comprar más esferas? ¿Por qué no compre más luces si no podía usar las que tenía? pude haberme ahorrado tanto si no me hubiera concentrado en no querer hacerlo. Ahora me siento tonto, y ridículo.

 

No hice todo lo que podía para ver feliz a Henry, pero es tarde para lamentarme. Ahora solo tengo  que esperar, y encontrar la manera de que no todo este arruinado. 

 

No sé qué hora es, mi teléfono esta arruinado y no tengo reloj,  hace un rato que está oscuro, y solo veo los autos pasar por la calle. Las lámparas es lo único que hace que no  me quede a oscuras. Suspiro y veo mi aliento en forma de humo. No sé cuánto me quedo aquí, hasta que veo de reojo como alguien deja algo a mi lado y luego se sienta.

 

— ¿Qué haces aquí?— Es Henry…

 

— Nada. 

 

— Está helando aquí afuera. ¿Quieres ir adentro?— Niego con la cabeza. Henry suspira.  Yo debería estar disculpándome con Henry, y en cambio, Henry intenta ser comprensivo conmigo— ¿Dejaste tu teléfono? Intente llamarte.

 

— Se quebró. Lo arroje contra la pared.

 

— Oh… tienes las mejillas rojas…— Veo como Henry se levanta, y luego me enreda su bufanda en el cuello. El abrigo que Henry trae es más grueso— ¿Qué fue lo que paso?

 

— Yo…— No sé cómo  explicar todo lo que paso— Intente darte una sorpresa… ¿Cómo has llegado?— Decido evitar un poco el tema, aunque sé que se lo tengo que decir.

 

— se solucionó el problema que había en el aeropuerto. ¿Qué clase de sorpresa exactamente?— Le miro, un poco cansado. Ya le dije que quise decorar y me fue mal. Que Henry este ahí, sin embargo, y no molesto, me hace sentir mejor. No quiero que Henry sepa lo patético que soy decorando todo, pero no hay forma de que lo deje esperando en la calle mientras voy a limpiar el desastre. Además, se lo debo por haberle hablado así antes por teléfono, y por qué ahora está intentando hacerme sentir mejor.

 

— Ven— Le digo, levantándome y tomándolo de la mano. No hay nadie en la calle, imagino que todos están dentro, teniendo una bonita cena de navidad. Sigo sin saber la hora, y solo suspiro mientras cruzamos la calle. El camino se me hace largo, y eso que lo recorro a diario. Finalmente llegamos a la puerta.

 

— Kian…

 

— solo entremos ¿Si?— Le suelto la mano para abrir, y si tuviera algo de humor ahora, le taparía los ojos y luego le dejaría ver lo que hay dentro. Lo primero que  noto cuando abro es el olor. Entro primero y luego me hago a un lado. No puedo más que ver nervioso las expresiones de Henry. 

 

Henry se queda inmóvil en la entrada, sin poner ni una expresión al inicio, mientras recorre las paredes, su expresión es de desconcierto, luego pasa a sorpresa cuando sigue viendo hacia el  pino en el suelo y al pavo quemado en la mesa.

 

— ¿Qué paso aquí?

 

— Te dije que era un asco.

 

— Parece que los duendes de santa se pelearon aquí— Entonces, a Henry se le levantan las comisuras de los labios. Se está aguantando la risa. Siento que se me quitan como cincuenta kilos de encima.

 

— ¡Oye! No te rías, la pase muy mal haciendo esto— Henry aprieta los labios, y sus mejillas se inflan, unos segundos después, se pone a reír a carcajadas. No sé si sentirme humillado o aliviado porque Henry no está molesto y ahora creo que no arruine la navidad.

 

— ¿Qué rayos le paso a ese pavo?

 

— El árbol de navidad se cayó, e intentaba arreglarlo, olvide que lo tenía en el horno— Henry ríe más, y me hace sonreír— De verdad intentaba hacer algo lindo para ti, aunque termine haciendo algo así como masacre en navidad.

 

— Puedo verlo— Henry me sonríe, hay lágrimas en sus ojos de tanto reír— Gracias— Me toma desprevenido cuando me jala de la bufanda y me besa. No es un beso corto, como los que nos damos frecuentemente. Como soy más alto que Henry, me tiene que inclinar para besarle— Lamento que la pasaras mal por mi culpa.

 

— ¿Cómo? no, de ninguna manera— No permitiré que Henry se culpe por esto.

 

— Creo que debí haber sabido que no podrías hacer esto solo, y yo solo insistí más.

 

— Bueno, en cualquier caso, yo quería darte la sorpresa…

 

— Es una gran sorpresa— Henry sonríe, está burlándose de mi desastre— Pero se puede arreglar. ¿Levantamos el pino?— Nos dirigimos al pino y entre los dos logramos ponerlo de pie de nuevo Henry le da una mirada cuando ya está de pie— ¿Qué paso con las demás ramas?

 

— Están en la caja. Y las esferas se quebraron, la caja se cayó cuando las estaba buscando— Vuelvo a conectar el enchufe y las luces encienden.

 

— ¿No se te ocurrió comprar más?

 

— No— Ah, está muy cerca, puedo ver las luces del árbol  reflejadas en su rostro.  Le beso otra vez, tengo que sujetarme para no caer contra el árbol y dejarlo peor.

 

—  Preparare sándwiches de pavo. Deberías darte un baño o algo, estás helado—  No sé qué hacer, así que  me voy a sentar al sofá. Aun no son las doce. Encuentro una película de acción fuera de temporada, y me quedo ahí, por fin sintiendo que todo está bien.

 

Cuando faltan unos pocos minutos para las doce, voy a la cocina. Henry ha logrado salvar parte del pavo, y ya tiene los sándwiches listos. No sé si hice ruido o  él sintió mi presencia,  pero Henry se gira a mirarme, nos sonreímos.

 

— Te amo—Henry deja los platos.

 

— Te falto poner muérdago  en las puertas— Resoplo, y le atraigo, abrazándolo primero y luego le levanto el rostro para besarlo.

 

—  No necesito eso para besarte.

 

— Ah, tengo un regalo para ti— Se me congela el alma, literal ¿Un regalo? Por estar en guerra contra la navidad, se me olvido comprar un regalo para Henry. Henry me extiende una caja, cuadrada y no muy grande pero plana, envuelta en papel rojo y un moño dorado.

 

— Henry…

 

— Vamos, ábrelo.

 

— Aun no es navidad…y… ah, vaya, lo siento pero…

 

— Que va, solo ábrelo— Reconozco el tono de Henry que no acepta replicas. Tiró del moño y comienzo  a romper el papel.  La caja solo tiene un trozo de cinta, la rompo y la abro— Es solo un detalle pequeño— Es un portarretratos, al parecer de plata o plateado y pesado, y con una fotografía de los dos, la reconozco, es del año pasado, estamos en un bar, en año nuevo, aunque eso no sale en la foto, en ella solo estamos los dos, mirando a la cámara y de fondo unas luces borrosas de navidad. 

 

— Había olvidado esta foto.

 

— Me gusta mucho. También es un regalo para mi ¿Sabes? No tenemos muchas fotos juntos— Eso es verdad. De la caja también cae un llavero, con la misma fotografía. Esto es importante, en cierto modo, porque es como hacer mucho más pública nuestra relación. No nos ocultamos, porque somos felices juntos, pero sé que inconscientemente nos censuramos cuando estamos en público, evitamos besarnos, y si no nos preguntan sobre el otro, no contamos que somos pareja.

 

— Oh, vaya, Henry. Es especial… yo… yo no tengo nada para ti. Lo siento, me olvide por completo del regalo— Aunque sé que no tengo nada, busco en mis ropas. Henry me mira, no parece molesto.

 

— No importa. Estoy muy contento de haber llegado hoy. ¿Sabes que tan difícil es conseguir vuelos estos días? 

 

— No— Como aún sigo buscando en mis bolsillos, mi  mano da con algo en uno de ellos. ¿Qué es esto? no recuerdo que tengo aquí, pero el tintineo me da una pista de que es.

 

— Oh ¿Qué es eso?— Son los cascabeles que le compre a aquel chiquillo en la calle.

 

— Es…— Henry me lo quita.

 

— Es muy bonito. Me gusta— A mí me gusta la forma en que Henry mira emocionado esa baratija, incluso la sacude para que tintinee.

 

— Quédatelo.

 

— ¿Dónde deberíamos ponerlo?— No sé de dónde me sale la idea,  quizá la situación o todo lo que pasó antes de eso,  pero le quito el cascabel y lo estiro sobre nosotros.

 

— ¿Quién necesita muérdago cuando tiene cascabeles?— Le beso otra vez, Henry me pasa las manos por el cuello, estar con la mano levantada es incómodo, así que le abrazo.

 

— Me gusta eso de los cascabeles, es más bonito—  Nos besamos tan  intensamente, que a lo lejos  solo alcanzo a oír el sonido de una campana. Los dos miramos al reloj— Feliz navidad.

 

— Feliz navidad— El cascabel tintinea cuando lo suelto. Los sándwiches de pavo olvidados en la cocina. Solo quiero estar con Henry, y él no se opone cuando le comienzo a llevar a la habitación, dejando un reguero de ropas. La piel de Henry esta tibia, siento como se estremece cuando le toco. Quizá hay muchas cosas que odio en navidad, pero de verdad amó besar a Henry, en la boca, el cuello, dejar un camino de besos desde su clavícula hasta más y más abajo. Y después de todo, es navidad. 

 

 

 

— Buenos días— Henry bosteza, entrando a la cocina.  Es casi medio día, pero dormimos poco por la noche.

 

— Umm. ¿Quieres café?

 

— Gracias… oye, ¿aprendiste tu lección?

 

— ¿Cómo?

 

— Sobre la navidad— ¿Debí aprender algo de esto? a menos que sea comprar esferas de plástico en lugar de cristal, pero no, eso no puede ser. Henry se ríe, una risa floja y somnolienta— No importa, el año próximo te ayudare a decorar.

 

— Dame un respiro de eso— Henry se levanta, riendo y  se lleva su taza de café. Le observo salir, y momentos después le sigo. Mi pie hace rodar los cascabeles que tire en la noche, ruedan haciendo tintineos. Mientras los levanto, pienso que quizá si aprendí algo. Solo importa estar con la persona que quieres, y que no necesito grandes regalos o decorar como en las películas para hacer feliz a  mi persona especial. Después de todo, es navidad.

 

Y en navidad, todo cuenta.

Notas finales:

 

 

Escrito para el concurso de navidad 2016 (Sip, significa que siguen mas historias navideñas pendientes XD)

emm, pues... obvio no es navidad pero esta pequeña historia esta alli, así que la voy subiendo de una vez. 


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