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Punto final por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

El muérdago, esa planta sencilla e inofensiva de la que nos acordamos solamente en navidad para esa tierna tradición de beso bajo el muérdago… Hasta que las cosas se salen de control. Aunque  Theo bien podría sacarle provecho al caos para poder acercarse a su compañero de clases y trabajo, Oliver. Y aprender de paso como debe hacerse correctamente el ritual del muérdago.

La música de mis audífonos acalla los gritos de todos los que intentan salir por la única puerta que hay al salón de clases. Aunque ya he guardado mis cosas no intento moverme para salir hasta que todos se vayan… y parece que tardara.  No soy el único que está sentado todavía, pero si el único que le presta atención al grupito que no se mueve de la puerta.  En una época normal estas cosas no pasan aquí, y en los tres años que llevo estudiando tampoco había pasado, pero es época navideña.  Ah, llegare tarde a mi trabajo… suspiro y volteo a ver la puerta solo para volver a suspirar.


Pasa casi media hora para que por fin no quede nadie, y aun así tengo que asomarme con cuidado, esperando no encontrarme a nadie alrededor. Atravieso la puerta con rapidez, y sigo casi corriendo mirando a los techos cada que paso e intentando no chocar con nadie en mi carrera a la salida.


— Theo—  resbalo cuando me detengo, alcanzo a sujetarme de la pared antes de caer— ¿quieres que te lleve?


— Por favor— mi salvación, podre llegar más rápido y sin problemas. Jamie agita las llaves de su auto, se le escapan y caen al suelo. Las recojo y se las paso. Jamie y yo somos amigos desde la escuela secundaria, cuando me golpeo por molestarla— es el ultimo retardo que puedo tener antes de que me descuenten.


— entonces solo déjate llevar.


— No pienso seguir esa tontería— el auto de Jaime está en la calle así que  cuando llegamos ella sigue para llegar a la puerta del conductor. Mi amiga siempre ha sido pequeña y rara, y por eso solía molestarla antes.  Ahora, con su cabello castaño mal cortado al cuello, las medias de rombos de colores y la blusa blanca, me recuerda mucho a un duendecillo— ¿Cómo puedes estar tan tranquila?


— solo lo ignoro.


— eso hago yo, pero aun así siempre están allí, esperando a que salga o me acerque a esas cosas.


— Si no fueras tan popular…— se me escapa una mezcla de risa y rezongo— bien, entonces solo sigue siendo un  gruñón y aguántate hasta que pase— dicho eso enciende la radio, donde comienza un villancico que me hace suspirar otra vez— Grinch.   


— sabes que no soy así y no tengo nada contra la navidad. Me gusta la navidad, no me gusta que me acosen.


— ¿Y si solo les dices y ya?— Niego con la cabeza. Hemos tenido la misma discusión desde que inicio. Jamie se estaciona y quita los seguros— te llamo más tarde— afuera está haciendo mucho frio, se me congelan los dedos y la cara solo de cruzar la calle y entrar a la tienda de autoservicio donde trabajo. Estudiar y trabajar es complicado pero si quiero vivir por mi cuenta no tengo muchas opciones.


No hay clientes en la tienda, y por suerte paso derecho hasta la zona de empleados para ponerme la camisa con el logo de la tienda y buscar mi tarjeta para checar mi hora de entrada, cuando la tomo noto que ya está registrada la hora de entrada, justo a la hora que debí haber llegado. 


— Es tarde— me dice el chico en la caja registradora, sin voltear a verme.


— gracias por la entrada. Es esa maldita cosa del muérdago— Él hace una mueca. Oliver va a la misma universidad que yo, en la misma área pero en diferente carrera y a juzgar por su cara ha pasado por lo mismo que yo. Todo empezó cuando a alguien se le ocurrió que sería buena idea colgar muérdago en las puertas de las aulas, no sé si como una broma o porque quería aprovechar para hacer una declaración o solo besar a alguien, pero todo se salió de control cuando comenzaron a aprovecharse de eso para besar a quien quisiera siempre que estuviera bajo las hojas del muérdago.  A muchos les agrado la idea, ¿Quién no querría besar a la persona que le gusta? aun si hay un rechazo un beso es un beso. Lo que no pensé es que yo terminaría siendo acechado por muchas chicas, esperando a que me descuide para chocar conmigo debajo de las ramas de muérdago que aparecen de la nada en cualquier lugar— ¿Cómo escapaste hoy?


—  No asistí a clases.


— Umm— no conocí a Oliver hasta que conseguí el trabajo, y después lo encontré en la universidad.  Lo del muérdago no sería un problema si yo estuviera interesado en alguna chica, pero no estoy interesado en ellas, yo más bien tengo interés en los ellos, y más específicamente en mi compañero de trabajo.


— Algunas cosas de allá están por caducar— Me señala con una sonrisa mientras se da la vuelta y atiende la caja registradora.  Nos han hecho usar un tonto gorro de santa que a mí me hace sentir un poco ridículo,  pero no tanto como debe sentirse Oliver con él. Me sorprende que pueda sonreír usándolo.


— Iré a ver— No me avergüenza admitir que Oliver me gusta, no me importaría decirle si  estuviera seguro de que también le gustan los hombres. He escuchado rumores sobre eso pero no dejan de ser rumores que no estoy dispuesto a comprobar. Terminamos ya tarde, afuera hace más frio que por la tarde que llegue, Oliver se va en su bicicleta y me quedo esperando a que pase el último autobús porque Jamie no me llamo. Me mude a los dormitorios de la universidad cuando ingrese, fue una experiencia desagradable y al final preferí conseguir un trabajo y rentar al menos una habitación cerca.


 


En la universidad sigue apareciendo muérdago por todos lados, incluso parece que hay más que ayer. Me quedo mirando la entrada, llena de chicas riendo al mirarse entre ellas  o al ver a los chicos acercarse. Creo que será mejor intentar entrar por otra puerta.  Admito que al inicio pensé que lo del muérdago era una buena idea, incluso pensé en hacer lo mismo o al menos un intento con Oliver, pero ver tanto alboroto me desanima mucho. 


— ¡Theo! ¡Aquí!— Jamie me alcanza antes de que de dos pasos— ¿A dónde vas?


— quiero entrar sin besar a nadie— O más bien a ninguna de ellas, por eso la uso de escudo, me pongo tras ella y la empujo para que avance. Entramos sin problemas, y suspiro al ver que si hay más de esas plantas y no es solo mi imaginación— ¿Por qué estás tan feliz?— me sonríe y mira a los lados antes de hablar.


— hay una sorpresa… o algo así. Estamos organizando una fiesta de navidad, como un baile ¡Tu cara!— se ríe.


— dime que es una broma.


— No, no lo es— creo que entiendo porque hay más muérdago en todos lados. Veo a Oliver esquivando, porque no hay otra palabra para describir lo que hace, a un grupo de chicas que se mantienen en la entrada— será el primero, haremos una reunión esta tarde para pedir ideas y hacer votaciones— por un momento me imagino pidiéndole a Oliver asistir conmigo. Ni siquiera en una cita, solo una salida como amigos.


— Suerte con eso— No estamos en el mismo grupo así que me despido de ella y entro a mi aula de clases. Al menos mientras están las clases no hay chicas riendo ni haciendo cosas extrañas.  Yo me quedo pensando en que tan raro sería que dos chicos asistieran a la dichosa fiesta, aunque ese día tengo que ir a la tienda. Para el medio día ya nos han dicho de la reunión, como no quiero encontrarme con más de lo mismo, me dirijo al patio.  Parece que todos están en la dichosa reunión, todos menos Oliver. Está sentado en una zona donde apenas se puede ver.  Le hago una despedida con la mano, y él solo inclina un poco la cabeza. Parece que tampoco intentara ir a la fiesta.


Cuando llego al trabajo, Oliver ya está allí, mirando un montón de cajas de cartón y bolsas de plástico negras.


— ¿Qué paso?


— decoraciones. Tendremos que decorar la tienda.


— Ah, está bien— pero Oliver parece igual de perdido que cuando llegue— Encárgate de los clientes—  me pongo a sacar las cosas con cuidado,  pero casi todo lo que está dentro es nuevo: luces de colores, listones,  guías navideñas, adornos brillantes y esferas coloridas. Comienzo por colocar las guías navideñas en las repisas y en los refrigeradores, luego uso las esferas y los listones para decorarlas. Casi no me fijo en las personas que entran a la tienda, solo para apartarme cuando se acercan a donde estoy decorando. Para cuando llego a la ventana estoy tarareando villancicos mientras uso un banco para alcanzar a colocar las guías y las decoraciones, pero antes de terminar, pierdo el equilibrio, me voy de espaldas y caigo jalando todo lo que acabo de colgar, que cae encima de mí. Escucho una risa, baja al  inicio pero no tarda en hacerse una carcajada,  más cuando intento pararme pero me enredo en las guías verdes y vuelvo a resbalar. Entre el verde de las guías alcanzo a ver que no es un cliente quien se está riendo, si no Oliver. Me quedo sentado, sin saber si debo sentirme ofendido o reírme también.  


— lo siento— me dice y se acerca para extenderme la mano y ayudarme. Me duele la espalda, y arrojo al suelo las guías que tenía enredadas— ¿Estás bien?


— sí.


— Te ayudare con esto— entre los dos recogemos lo que ya debería estar colgado. Con la ayuda de Oliver terminamos rápido de decorar y poner las luces hasta el final. Sonrió satisfecho cuando veo el resultado final… hasta que noto también las ramas de muérdago allí. Me quedo unos momentos mirándolo, luego siento que se me revuelve el estomago cuando tomo la decisión de girarme hacia Oliver.  Él también me está mirando— Theo…— la campana de la entrada suena y los dos pegamos un brinco. Me giro a recoger las cosas que quedan y Oliver se va a la caja registradora sin decir nada más. Estúpida campana.


 Aun falta para cerrar la tienda, y están llegando clientes. En todo el tiempo que queda, noto la mirada de Oliver en mí y no es mi imaginación, me pone un poco nervioso, hasta que cuando cierro y le descubro mirándome no resisto más.


—  ¿Pasa algo?— Oliver niega con la cabeza.


— pensé que no te gustaba la navidad.


— ¿Ah?


— Siempre te quejas de todo, pensé que no te gustaba tampoco, pero estabas cantando y la decoración quedo bien.


— ¿Por qué todos piensan que odio la navidad?— Oliver sonríe— ¿Es por cómo me veo? solo no me gusta que me quieran besar por una tontería como el muérdago— Oliver si luce como alguien a quien no le gusta la navidad, la mayoría de sus ropas son oscuras incluso bajo la camisa del uniforme usa camisas de mangas largas oscuras, pantalones rasgados, a veces llega con unos audífonos grandes…  incluso tiene las orejas perforadas y piercing en la boca y por eso pienso que el gorro de santa le luce bastante mal.


— Ya entiendo. Pero lo del muérdago no es una tontería, de hecho es una traducción muy antigua.             


— no lo sabía.


— Ni siquiera lo hacen bien— no quiero saber cómo deben hacerlo para que este bien, me interesa saber si lo de hace un rato fue solo mi imaginación o no— pero si no quieres problemas solo encuentra a una chica que te interese.


— Jamie dice esto también— Oliver tiene razón, no todos están de acuerdo con lo del muérdago, aunque parece competencia por ver quién besa a más personas— pero prefiero evitarlas a todas porque no estoy interesado en ninguna… ¿te irás así?— estamos fuera, Oliver está quitándole el candado a su bicicleta pero hace frio y solo trae una chaqueta. Él se encoje de hombros. Le arrojo la bufanda que traje y que tenía en la mochila— al menos usa eso, será un problema si enfermas en esta fecha. Nos vemos luego.


— hey, gracias.


 


La noticia de la fiesta navideña trajo un montón de confesiones, besos y lágrimas para quienes eran rechazados


— Espera… ¡Theo!— Ignoro a la chica que acabo de empujar para poder pasar y me apresuro al baño de chicos, al menos tengo un  respiro allí.  Ahora es la tercera chico que evito, huyendo al notar la mirada insistente de algunas chicas, no quiero protagonizar la siguiente escena de lágrimas al rechazarla.


— ¿Qué haces?


— Escapando de las chicas… es la tercera que quiere intentar algo— comento, intentando ver por la puerta un poco abierta.


—  Ellas no van a comerte— me giro para ver a Oliver sonriendo mientras se lava las manos.


— ¿Qué haces aquí? no es tu edificio… no es que te este prohibiendo venir, solo es… curiosidad.


— Vine a entregar unas cosas a un compañero— le veo tan tranquilo en esta situación, aun cuando he visto también que las chicas le siguen a todos lados.


— ¿Cómo puedes evitarlas a todas? Haces que parezca fácil.


— Tengo muchos hermanos, es costumbre pelear en casa— se encoje de hombros— ¿Te ayudo a salir?


— Por favor— él se ríe, y llega a mí en unos pasos, empuja a puerta y sale mientras me da un jalón para que le siga.  Vemos a dos chicas intentando colgar más muérdago fuera de la entrada a una de las aulas de cómputo.


— dime que no tienes clases allí


— no, hoy no— al menos. Mientras caminamos, veo que algunas chicas se nos quedan viendo, pero ninguna se acerca. Cuando atravesamos una puerta, me pongo tras Oliver. Me detengo unos momentos  para ver sobre mi cabeza, hay una pequeña planta colgada.


—Theo ¿Está todo bien?


— Hay un muérdago— Oliver voltea a verlo. Nos miramos solo un momento y luego seguimos caminando, no sé muy bien qué hacer con  la decepción que siento.


La historia se repite al otro día, pero Oliver no está hoy y tengo que escapar por mi cuenta. Estoy tan concentrado escapando que no noto que alguien más viene, ni que estoy por pasar por una de las entradas. Me detengo antes de chocar con una chica, nos miramos sorprendidos y sin saber qué hacer. 


— eh…— ella voltea hacia arriba, y la veo respirar profundo. Sigo su mirada hasta el muérdago que cuelga sobre nosotros y siento pánico, me deja congelado.


— Theo— alguien me aparta, jalándome hacia atrás— hay un problema con los precios de la mercancía nueva, el sistema no los reconoce y Carlos quiere saber qué tiene que hacer— Oliver me extiende un teléfono, y yo siento tanto alivio que podría brincarle encima.


— Lo siento— digo, dándome la vuelta y dejando a la chica allí— ¿Hola? ¿Carlos?— La mano de Oliver aparece frente a mí, extendida.


— No es verdad— le miro, sin entender al inicio, luego entiendo que solo lo hizo para librarme de esa chica. Le pasó el teléfono, apagado y le sonrió.


— Gracias, no sabía qué hacer— me sonríe.


— Se notaba. Te veo en la tienda— se despide aun sonriendo y agitando un poco la mano. Noto que trae puesta la bufanda que le preste y solo eso me deja con una sensación de felicidad.


 


En la tienda, los pocos días que quedan para la fiesta y las vacaciones de navidad, Oliver y yo encontramos que reírnos del alboroto en la escuela es algo que tenemos en común. Él ahora solo va a entregar trabajos, yo le envidio por eso porque yo no puedo hacerlo si quiero mantener la beca que tengo. Aun así estos pocos días me han dado un poco mas de valor para intentar algo con Oliver antes de las vacaciones.


— y entonces tuve que entrar al sanitario y salir por la ventana. Así que deberías tener cuidado con ese grupo de chicas, se contactan tan rápido…


— Lo tendré en cuenta— abro otra caja y comienzo a registrar los códigos para la venta— si tienes problemas puedes llamarme.


— ¿De verdad? Lo hare, últimamente están muy insistentes— consigo hablar sin que me tiemble la voz de la emoción— pero no tengo tu número de teléfono.


— Aquí…— me pasa un papel con los números— parece que la pasas mal con el muérdago. Y eso que no lo está haciendo correctamente, cualquier cosa que pase después estará mal.


— ¿Por qué tu no intentas con una chica? Podrías librarte de las demás si estas con una. 


— No estoy interesado.


— Oh— eso me deja pensando ¿Habla de la gente en general o solo de las chicas? ¿Es una señal?  La llegada a la caja de otros clientes me salva de decir algo más.


— oye ¿Estás bien?


— sí, si…— no lo estoy porque sigo pensando en si estamos coqueteando o si yo me imagino todo, y se nota en el montón de errores que cometo pero ¿Qué no la navidad es para que pasen cosas buenas?


— ¿Por qué no tomas un descanso?— Oliver parece irritado, no le culpo porque ha estado reparando todo lo que he estado haciendo, lo ultimo con la máquina de expresso. El único lugar donde puedo descansar es en la bodega, y no me gusta. Tomo un paquete de bebidas con alcohol, las paso por la registradora y dejo el dinero antes de irme. Apenas abro la puerta, el frio me hace querer regresar. Solo me ajusto la chaqueta y salgo, algo me golpea, siento un dolor fuerte, pierdo el equilibrio y caigo al suelo, luego más dolor— Matheo…


— Oh por favor, solo Theo.


— Tú… estas sangrando— Oliver me ayuda a levantarme y puedo ver que paso: he sido atropellado por una bicicleta, y caí sobre las botellas de cristal que llevaba— tenemos que ir a un hospital— al final no es necesario ir a ningún lado porque alguien ha llamado a una ambulancia. Termino con el brazo izquierdo vendado y sintiéndome entorpecido por la anestesia.


— quiero ir a casa…


— Vamos, voy a acompañarte— veo como Oliver cierra la tienda, y lo próximo que recuerdo es que estamos llegando a la puerta del departamento que rento.


— tú bicicleta…


— está bien ¿es aquí?— suspiro y miro la puerta decorada solo con una corona navideña. 


— Si— las llaves se me caen cuando intento abrir. Oliver se inclina y recoge las llaves, le veo abrir la puerta. No parece interesado en hablar— es mejor vivir donde nadie pueda reclamarme nada.


— ¿Por qué te reclamarían?


— Porque puedo tener mascotas, hacer fiestas y porque soy gay. Por eso…— Oliver no dice nada. Me doy la vuelta y le extiendo la mano para pedirle la llave— Gracias por ayudarme— él solo me da las llaves y deja que cierre la puerta.


Dejo que mi cuerpo se mueva solo a la cama, estoy cansado y adolorido. No me desvisto ni me quito los zapatos, solo me tiro en la cama y me quedo dormido.  Me despierta el ruido de los autos en la calle y la luz que entra por las ventanas me causa dolor en los ojos. Todo lo que paso anoche me parece irreal ¿Realmente paso? Si no fuera porque tengo la mano vendada  pensaría que fue solo un sueño. 


Intentar vestirme es doloroso, no puedo mover mucho la mano sin que me duela. Aun pienso en qué hacer cuando escucho que tocan la puerta.  La miro, sin levantarme de la cama donde me senté de nuevo. Vuelven a tocar.


— ¿Theo?— Ese es Oliver. Me levanto y le encuentro allí, esperando a que abra— ah, creí que ya te habías ido. Pensé que necesitarías ayuda.


— oh…


— ¿Puedo pasar?— me hago a un lado— ¿Cómo estás? ¿Te duele?


— Claro que duele— le veo observar el montón de ropa que deje sobre la cama en mi búsqueda de algo práctico. Aun sigo con la ropa sucia de ayer.


— realmente decoraste… te falta muérdago— se burla. Niego con la cabeza mientras me siento otra vez para quitarme los zapatos y tomar la ropa que elegí para ponerme hoy— ¿Puedes hacerlo tú?


— ¡Claro que puedo! Voy a entrar al baño.


— no tienes que mojar las vendas.


— ya lo sé.


— hey ¿Ya desayunaste? ¿Puedo usar tu cocina?— le digo que si con la cabeza. Necesito mojarme la cara porque siento que estoy soñando, debe ser la anestesia o quizá morí y estoy en un lugar como el paraíso donde el chico que te gusta viene a visitarte preocupado por ti y se ofrece a hacerte el desayuno.  No, no… el paraíso no sería tan doloroso.  Tardo mucho en estar listo, y no puedo abrochar las agujetas.


  — Termine.


— Justo a tiempo— Oliver apaga la estufa— te vez mejor ahora, la sangre en la ropa no era muy festivo.


— que gracioso… tengo hambre— aunque lo que hizo no huele tan bien, tengo tanta hambre que no me importa lo que sea. Oliver pone el plato en la mesa y no me espero a que él se siente— gracias por venir.


— No es nada— hace un movimiento con la cuchara— no quiero tener más invitaciones para la fiesta. Ni siquiera iremos.


— ah, la tienda… será una agradable navidad— no lo digo con sarcasmo, hacer algo es mejor que quedarme a solas en casa— ¿No iras con tu familia?


— no… pensé en quedarme este año ¿Y tú?


— Tampoco, se fueron de vacaciones en un crucero— no es una broma, realmente mis padres decidieron tomar esa clase de viaje justo por estas fechas— pensé que podría pedirle a Jamie para ir con su familia pero también saldrán.


— ¿De verdad eres gay?—dejo la cuchara en el plato, no puedo mirarle pero no quiero mentir.


— sí.


— No se lo has dicho a nadie para que dejen de molestarte… ¿Por qué no solo dejas que te bese alguna chica? Al final no significaría nada.


— significaría todo ¿A ti te gustaría que te bese alguien que no quieres?


— ya… ¿No te avergüenzas por decirlo?


— no. Si no lo  digo es porque mis gustos no son importantes para los demás— Oliver se queda callado, y yo tampoco digo nada más. Terminamos de comer, y Oliver se pone a lavar los platos y los vasos a pesar de mis reclamos por decirle que no estoy invalido y puedo hacerlo en otro momento.


— oye, Theo…  el alboroto del muérdago me está cansando ¿Te parece si le ponemos fin? 


— eso sería genial ¿Cómo?


— tú déjamelo a mí. Vamos, aun tenemos clases— recojo mis cosas y salgo primero. El edificio no queda lejos así que vamos caminando.


— vamos, tienes que decirme.


— no, será una sorpresa.


— pero no sabré que hacer cuando lo hagas, podría ayudarte.


— Arruinaras todo si te lo digo— me dice, y puedo ver que está intentando ser misterioso— y que no sepas que hacer será bueno, no te preocupes. Llegamos, nos vemos en un rato— se va corriendo por el patio hacia el otro edificio.


La primera clase pasa sin ningún problema más que explicar porque estoy golpeado, apenas termina, escucho el alboroto en el pasillo.


— ¡Theo!— Jamie entra al aula como un torbellino de colores— ¿Cómo estás?  Acabo de terminar mi clase— me abraza como puede entre la silla y mi brazo lastimado.


— estoy bien, solo fue un accidente.


— Pero la foto que enviaste se veía muy mal, y aun así me dijiste que estabas bien y que no me preocupara— no recuerdo haberle enviado nada.


— ¿De qué hablas?— Ella saca su teléfono y me muestra una fotografía de mi brazo lleno de sangre y cristales.


— entre en pánico y estaba por ir a buscarte, pero Oliver me llamo de tu teléfono y me explico todo ¿en serio estas bien?


— Si, me duele un poco el brazo pero nada más.


— Luces terrible— no tiene que decírmelo. Esta mañana vi mi reflejo en el espejo, me vi pálido, con un ojo morado y un raspón en la mejilla derecha. Me costó mucho peinar mi cabello con una mano porque aun no lo he cortado y comienza a rizarse en las puntas y eso que Oliver se ofreció también a abrocharme las agujetas— Theo ¿Qué hacías con Oliver?—De pronto nos quedamos sin movernos porque un grupo no nos deja pasar. Avanzamos lento.


—Trabajar, íbamos terminando el turno y salí de la tienda…— Antes de que diga algo, me detengo de golpe porque todos se han detenido, o eso pensé hasta que veo de pie ante mí a una chica y me toma más tiempo entender que está pasando. Me parece que todo se pone en cámara lenta cuando ella se pone de puntas y se estira hacia mí. No puedo retroceder, ni moverme a los lados y solo puedo ver el muérdago sobre mi cabeza.


— Disculpa— Oliver aparece de pronto, apartando a la chica— debes cambiar los vendajes, puedes ir a una clínica o conseguir que alguien lo haga.


— Oh gracias— la chica hace un intento de tos, mirando a Oliver mientras le señala el techo.


— estaba en algo importante— le dice, cruzando los brazos.


— ah, si… Theo— me dice antes de apoyar las manos en mis hombros y besarme. El sonido  de las voces a mí alrededor se convierte en un zumbido lejano. Aun estoy con la mente en blanco cuando Oliver me besa de nuevo y luego estira la mano para arrancar el muérdago y me pone las dos bayas en la mano— Si no tienes clase entonces puedo acompañarte antes de ir a la tienda— Jamie suelta un gritito y me da un empujón hacia Oliver.  Siento la lengua trabada ¿Este es el plan de Oliver para librarse de todo?


— Theo— ella me da un codazo. A nuestro alrededor han comenzado a silbar y reír. Oliver sigue sonriendo como si nada, delante de mí, usando la bufanda que le di. Por fin reacciono y uso mi brazo sano para jalar la bufanda y besarle otra vez.


— mas te vale que sea enserio.  Vamos, no quiero hacer esto delante de todos— Jamie se ríe cuando me escucha. Volteo para despedirme de ella, quien solo mueve la mano. Me muevo caminando rápido para evitar las aglomeraciones, Oliver camina detrás de mí. Siento el corazón en la garganta, y estoy a punto de ponerme a reír, no puedo borrar la sonrisa de mi cara.


La visita a la clínica me quita un poco de esa alegría que siento desde el beso, pues me duele cuando me tocan para limpiar las heridas. Oliver se queda conmigo hasta que terminamos y vamos a la tienda.  Como la navidad está más cerca, hay tantas personas que no tenemos ni un momento libre para hablar hasta que cerramos.


— ¿está bien tu brazo?


— atender la registradora no es nada… Oliver…— el solo voltea a verme— ¿Por qué… me besaste? ¿Fue solo por el muérdago o…?— Esa pregunta es lo único que tiene ahora nervioso— escuche algunos rumores sobre que eres gay, pero no pareces serlo y…


— ¿Cómo se supone que tengo que ser para parecerlo?— eso me hace sonreír, y luego reír. No dejo de jugar con las dos bayas que me dio cuando me beso— Dijiste que no te gustaba besar a nadie que no te gustara, pero como aceptaste mi beso entonces… ¿yo te gusto?— eso me hace suspirar de puro alivio.


—  he intentado saber si puedo besarte sin que me des un puñetazo desde que colgaron ese maldito muérdago.  Mi única duda es que no fue un beso, fueron dos…


— según la tradición correcta es un beso por cada baya que tenga el muérdago. Ese tenía dos— miro las bayas en mi mano. No tenía ni idea de eso.


— ¿Qué no solo es un beso bajo el muérdago?


— Si quieres que la relación no funcione. Prefiero hacer las cosas correctamente— Sonrió, aun pienso que estoy en coma o que estoy muy muerto para que esté pasando todo esto— ¿tienes algún problema con que se enteraran de ese modo?


— está bien, creo que fue la mejor manera.


— Te acompaño a tu casa— mientras caminamos por la calle, la mano de Oliver roza la mía un par de veces antes de que sus dedos se sujeten a los míos. Caminamos por la calle fría tomados de la mano.


 


La mañana del día 24 es fría, y hay una enorme fila en la pequeña tienda, estamos todos los trabajadores atendiendo, y no tengo más que unos momentos para saludar a Oliver y luego me quedo en la caja hasta que nos dan un descanso a medio día y otro más tarde, pero mis descansos no coinciden con los de Oliver que se la pasa sacando cosas de la bodega.


— ¿Cansado?— le pregunto cuando le veo en el ultimo descanso que tenemos, ya no hay tantas personas.


— un poco ¿Y tú? ¿Tu brazo?


— estoy bien.


— ¿Qué es eso?— señala las cosas que he ido trayendo.


— Para pasar la noche, tengo hambre y no tengo sueño, además es navidad— Oliver le da una mirada a la bolsa, luego a mí.


— ya veo. Volveré al trabajo— yo también tengo que regresar. Son casi las once cuando por fin cerramos la tienda. Todos vamos quejándonos, pero sonriendo. Todos hablando sobre lo que harán con sus familias, incluso vinieron por algunos de mis compañeros de trabajo.  Yo solo llevo mi bolsa con la comida para esta noche y mañana. Tengo un par de llamadas de Jamie, así que mientras camino por la calle, le llamo.


— ¡Feliz navidad, Theo!


— aun no es navidad


— donde estoy ya es navidad ¿Qué estás haciendo?


voy a casa.


— oh… para el próximo año tienes que venir con nosotros. Es divertido, te enseñare a esquiar.


dejare mis brazos desechos si piso el hielo— como para confirmar lo que digo, siento que mi pie se resbala cuando bajo la calle, con un brazo vendado y el otro con el teléfono, mi equilibrio es un asco, arrojo el teléfono para intentar sujetarme o amortiguar el golpe, pero solo pego con algo no tan duro como esperaba.


—  Cuidado— siento la sangre helada y el brazo herido me punza por intentar moverlo.


— Oh por dios, casi me mato… gracias— Oliver se ríe, aun sujetándome— tu no vienes en esta dirección ¿Qué…?


— No te despediste— ah, tiene razón— además…— levanta el otro brazo y me muestra una bolsa con bebidas también— pensé que como los dos estaremos solos, podríamos pasar la noche juntos si quieres.


— Claro…— me siento mucho más tonto, pero a la vez feliz— ¿Quieres venir a mi casa?— esta vez es Oliver quien sonríe.


— Por supuesto— caminamos juntos, Oliver tan cerca de mí que siento el calor de su suéter en mi brazo. No decimos nada hasta que llegamos a mi casa, y aunque es tarde nos tomamos el tiempo para preparar  unos sándwiches de queso, una pasta y ensalada mientras vemos en la televisión un concierto especial de navidad. Me rio mucho al escucharle cantar, y él me hace cantar también usando una cuchará como micrófono. Comemos aun riendo mientras platicamos sobre las bandas de música y películas que nos gustan— no tienes un árbol de navidad.


— no pensé que necesitaría uno, creí que estaría en casa.


— umm.


— Oliver… eh… oye, sé que he sido un poco distraído contigo, pero…— Oliver me interrumpe dándome un abrazo.


— Feliz navidad— volteo a ver la hora, exactamente media noche— y no importa eso, apenas comenzamos a salir ayer.


— Feliz navidad— le sonrió y le enseño una rama de muérdago que encontré en la escuela antes de las vacaciones.  Le beso y hago lo mismo que él, arranco una baya y se la doy. Oliver la toma sin decir nada, y luego sigo con la siguiente y la siguiente. Nos quedamos en mi sofá de dos plazas, abrazados y viendo la televisión.


— tendremos que quemarlo, no lo tires.


— ¿Quemarlo?  


— Para que no tengamos mala suerte y lo nuestro dure— me rio, aunque es una risa muy cansada— también conseguí el primero bajo el que nos besamos.


— ¿ah, sí?— aprieto el abrazo en el que le tengo— ¿no necesitamos más?


— El muérdago solo se usa hasta navidad, el resto del año…— me da un beso— no lo necesitamos—  Volvemos a quedarnos así.  Más tarde, seguimos allí, sin zapatos y envueltos en una manta, con la televisión apagada y mirando por la ventana. 


Ya he dejado de preguntarme si estoy en coma o morí, porque las cosas buenas también pasan, no solo las malas, aunque me cueste más reconocerlo. No tengo que estar muerto para disfrutar de un buen momento, quizá solo necesito de la magia de la navidad y un poco de muérdago.


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