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"Vacíos encontrados, la luna llora en tu mirada." por darkness la reyna siniestra

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Notas del fanfic:

Fic dedicado a la pareja Aioria x Deathmask.

Saint Seiya no es de mi propiedad, la idea original y personajes son propiedad de Masami Kurumada y yo no obtengo ningún lucro monetario al hacer esta historia mas el de ofrecer entretenimiento.

Notas del capitulo:

Agradezco a quienes leen, espero esta historia sea de su agrado.

 

- o - 🌙 - o -


 


 


Los ojos verdes se movían nerviosamente desde un punto de la habitación, hasta otro sin un orden y sin una justificación mas tal vez la de encontrar una manera mentalmente para no enloquecer. Había vuelto hace dos días de una misión encargada por el Patriarca a su persona, alegando que era él el apropiado para llevar a cabo aquello ya que se trataba de encontrar una antigua reliquia perteneciente a una vieja y ya extinta cultura. Había viajado un tanto para dar con el remoto e inhóspito lugar: una pequeña jungla que escondía entre sus verdes entrañas aquella gema en forma de cabeza de león de color zafiro que ahora le traía tantos dolores de cabeza.


Al aceptar la encomienda de su superior con una rodilla en tierra y la cabeza inclinada, nunca se imaginó que su vida daría un giro tremendo y radical. A pesar de haber visto y vivido cosas imposibles para cualquier mortal común y corriente, Aioria de Leo se encontraba impresionado y alterado en partes equivalentes, ahí, metido en su habitación en los aposentos del quinto templo del zodiaco esperando a que la luna llegara a su punto máximo en el oscuro y estrellado firmamento nocturno, para que sus plateados rayos volvieran a transformarlo en aquello que orgulloso representaba.


Aún y con la angustia de lo que se avecinaba, el griego podía recordar y escuchar a la misteriosa voz que en un extraño cántico le advertía en cada soplo de viento que hacía ondear su capa y sus cabellos castaños claros:


"El espíritu del león celeste duerme en el diamante precioso. Aquel que lo toque con un vacío en el corazón, tomará la forma del rey felino cada noche que la luna ilumine hasta que encuentre un corazón que llene el suyo ante el mismo vacío. Volviéndose uno los dos..."


Aioria no entendía muy bien a lo que la voz se refería. Él solo recordaba haber tomado la gema de un antiguo y pequeño pedestal dentro de lo que parecía ser un templo ya en ruinas en lo más hondo del corazón del sitio, y apenas tocó con su mano aquel extraño cristal, éste desprendió un poderoso resplandor que lo había dejado momentáneamente ciego, por lo que no notó que su propio pecho aún con la armadura puesta, había brillado de forma escandalosa en una tonalidad dorada desconocida. El hecho lo dejó completamente extrañado pero no le tomó mayor importancia al no sentir algo diferente en el ambiente ni en su persona, pero esa noche en que había regresado y después de entregarle la gema a Shion, ocurrió lo impensable…


Le había ocurrido lo mismo que justo le pasaba en ese momento. Su cuerpo se iluminó de pronto desde su pecho, expandiéndose hasta cubrir por completo su cuerpo. La potencia de la luz crecía al correr de los segundos llenando toda la habitación. Poco a poco el fulgor se extinguía tan misteriosamente como había llegado, refugiándose ya no en el interior del pecho del guardián de Leo, sino en la amplia cabellera de un majestuoso león de pelaje castaño claro, brillantes ojos verdes, ágiles y fuertes extremidades, y musculosa complexión.


El gran felino caminaba en sus cuatro patas dentro de la habitación con lo que parecía desesperación. Y eso era, Aioria había dejado de ser un ostentoso hombre para ser un magnífico ejemplar de macho leonino.


—"Maldición, ¿por qué tiene que ocurrirme esto precisamente a mi...?"


Aioria emitía pequeños rugidos incómodos a modo de queja, tenía miedo, desde la noche en que llegó de aquel sitio le ocurría ese extraño cambio. No conocía la causa ni como evitarlo, pensaba en decirle a Athena pero no había tenido oportunidad porque la joven había tenido que abandonar el Santuario la mañana del mismo día en que él regresaba de la misión, y no sabía si Shion podría ayudarle a descubrir lo que le pasaba, pero lo que si era seguro es que no deseaba que ninguno de sus compañeros se enterara de lo que le estaba sucediendo porque no quería preocupar a nadie.


Eran según el reloj de fuego, las 12:05am los demás guardianes debían estar durmiendo a esas horas. Aioria no quería estar en su habitación, se sentía encerrado y eso lo estresaba. Por ello, salió del lugar atravesando su templo para salir del todo y descender por las cuatro casas restantes hasta que al fin bajaba a toda velocidad corriendo con ayuda de sus cuatro patas por las escalinatas que llevan a la entrada principal del templo de Aries.


Lo que más deseaba el joven ahora león era llegar a un espacio abierto para poder ir y venir sin tener la sensación de encierro, por eso después de andar por algunos minutos llegaba a la playa que yacía en la costa del extenso lugar que rodeaba el Santuario. Aioria al sentir el contacto de la arena se dejó tranquilizar por la frescura de la noche y decidido a contemplar la luna llena, se echó sobre aquellos infinitos granos. Escuchando la sinfonía que las olas ofrecían ante las estrellas de una noche incierta de la que él ahora formaba parte.


El felino en posición de esfinge en la arena, miraba todo con indescifrables preguntas apareciendo en su ya de por sí cansada mente. ¿Como rompería esa extraña condición? ¿Qué debía hacer para ya no pasar nunca más por eso? En verdad deseaba más que nada que alguien apareciera y le dijera las respuestas a todas sus atormentadas interrogantes. Quería poder contarle a alguno de sus compañeros, quizás a su hermano Aioros pero... ¿En qué ayudaría preocupar a su hermano con semejante problema? Se sentía solo y desesperado, ¿a quién debía matar para recuperar el control de su vida?


La amplia melena se sacudió antes de caer por sobre el rostro peludo, Aioria había dejado caer la cabeza entre sus patas delanteras de modo decepcionado aún dejando que sus jades se perdieran en el vaivén de las olas que llegaban a robarle un beso a la arena, estaba perdido en sus pensamientos y pesares cuando pudo distinguir como de entre las oscuras aguas un cuerpo caminaba hacia la orilla. Era una figura alta, de cuerpo bien proporcionado y al parecer por lo que Aioria alcanzó a notar tenía el cabello corto.


Conforme los segundos corrían sin pedir permiso, el león pudo ser consciente de que aquel ser era realmente una persona, un hombre. Aioria rápidamente se puso en pie para agudizar mejor su vista, sorprendiéndose casi al instante al descubrir de quien se trataba aquel otro visitante nocturno de ese paisaje marino.


—“¿Deathmask...?” —se cuestionó aunque al viento solo un corto y bajo gruñido se dejó oír— “¿Qué hace él aquí tan tarde y sobretodo, nadando en la oscuridad de esa aguas?


El felino como quien no quiere la cosa comenzó a caminar hasta donde el otro se encontraba ahora sentado en la arena con sus piernas levemente flexionadas cerca de su pecho y los brazos descansando sobre éstas de modo despreocupado. Tal perecía que Death no había notado su existencia en el sitio. Pero Aioria si había notado al cangrejo y ahora se lo haría saber.


Con paso lento y coqueto, como un león al acecho, se acercaba cada vez más hasta que finalmente llegó a espaldas del italiano, donde dejó escapar un sonoro rugido:


—“¡Deathmask!” —rugió con magnificencia.


El peli-azul al estar tan sumergido en su propia mente, dio un respingo en su lugar para luego mirar incrédulo hacia su lado derecho, encontrándose con un león de hermosos ojos verdes que le miraban de forma indescifrable, y una voluptuosa melena que caía y enmarcaba su peludo rostro con gracias. Deathmask abrió sus ojos el doble de grandes ante la sorpresa de encontrarse a un animal como aquel ahí en la playa, completamente solo y al parecer interactuando con él.


—¿Qué diablos hace un león aquí en la playa y a estás horas de la noche?


El cuarto guerrero se puso de pie lentamente, no conocía las intensiones de la bestia para con él pero no quería alertarlo de alguna mala manera. Death pudo notar el tamaño considerable del felino ya que su cabeza con todo y melena le llegaba hasta el pecho. Y a pesar de este hecho no sentía temor alguno al tener tan de cerca al depredador. Aioria por otro lado, se había acercado más al otro, tanto así que Death incluso le acarició la cabeza con calma.


—Me recuerdas a mi vecino —sonrió el italiano, una sonrisa que Aioria nunca le había visto pues era amigable y cálida, casi cariñosa—. ¿Quizás él sea el que te trajo y te habrás escapado?


Mask preguntó más al viento del momento que al animal a sabiendas de que no obtendría ninguna otra respuesta de su parte más allá que algún débil gruñido o un ronroneo bajo. Los ojos de un azul metálico le miraban con cierto interés y fascinación revueltos en un brillo pocas veces visto por alguien que no fuese el guardián de Capricornio. Fue en ese punto de la pintoresca situación que, Aioria se daba cuenta de algo que quizás de no estarle pasando lo que le aquejaba ahora, hubiera ignorado olímpicamente sin culpas ni remordimientos por posiblemente el resto de su vida. Si, el guerrero de Leo estaba apreciando en vivo y en directo; lo suficientemente cerca para extasiarse, la belleza que poseía el guardián más sádico de la orden dorada. Y de pronto y sin darse cuenta, Aioria disfrutaba y sentía un agradable calor en el pecho cuando Death sonreía, cuando le sonreía a él... No comprendía porque de pronto sus ojos gatunos ahora podían notar tan claramente a su compañero como si fuese la primera vez que lo estuviese viendo.


De alguna desconocida manera le gustaba, a pesar de saber de quien se trataba su improvisada compañía nocturna, se sentía en paz. Se sentía un tanto extraño ya que él y el italiano no solían llevar una relación fluida más allá de los típicos saludos protocolares en alguna reunión o encuentro pero eso era todo.


Aioria inclusive meditaba el tono de voz con el que el peli-azul le hablaba. Era tan diferente, su voz era suave y llena de una calidez escondida dentro de su lado bueno, sonaba alegre si se podía decir de ese modo, no como la que el joven utilizaba para dirigirse a sus demás compañeros de armas; seria, fría y vacía. Y al analizar todo eso el griego se sorprendió sintiendo muy dentro de su pecho que quizás Deathmask no era ese hombre que él creía y había conocido tiempo atrás antes de morir y ser perdonado por Athena.


Deathmask mientras tanto juntaba algunas varas a unos pocos metros de distancia, buscaba las que estuvieran lo más secas posibles para así tratar de encender una pequeña fogata que sirviera para lo que pensaba hacer.


Cuando tuvo las suficientes se volvió a acercar al felino que ahora yacía sentado sobre sus patas traseras en la arena seca. Death procedió entonces a colocar las ramitas de forma que pudieran tomar calor uniformemente y encender así un tranquilo fuego. Con dos varitas un poco gruesas y bastante secas el canceriano inició a frotar una con la otra de modo insistente sobre las ramas más delgadas ya acomodadas frente al animal que le miraba interesado, poco después de algunos segundos las ramas que el oji-azul tenía en sus manos empezaron a humear hasta que finalmente una pequeña llamar apareció. Death rápidamente la llevó hasta las demás piezas de madera donde con ayuda de soplidos leves el fuego fue adquiriendo mayor fuerza y volumen al menos lo que Mask necesitaba.


—¿Podrías esperar un poco aquí junto a este fuego? —le preguntaba el mayor con calma. Aioria exhaló algo parecido a un aullido mientras sacudía su melena.


—“Claro...


—Bien, tomaré eso como un sí —respondió el mayor levantándose de su posición en la arena—. Imagino que si estás solo en este lugar, no has comido algo, así que iré a buscarte alimento, pero deberás esperar aquí. ¿Está bien?


Otro aullido: —“¡Sí!


—Volveré en un momento, no te vayas...


Death comenzó a correr hacia el océano de nuevo. Aioria lo veía partir con gran incertidumbre. ¿Por qué se iba a las aguas si iría por comida? Aunque... Era verdad con lo de la angustia que le entró al saber que se transformaría como cada noche, ni hambre le había dado pero ahora si sentía aquella molesta necesidad que todo ser tiene por alimentarse así que sin duda esperaría al de Cáncer ahí hasta que regresara.


 


 


 


 


 


 

Notas finales:

Gracias por leer.


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