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Ónix por Zoge

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Notas del fanfic:

Esto es un YOONMIN.

Un tributo a Diana Winne Jones, una escritora que avivó mí imaginación exuberantemente.

Este es un fic de ficcion, nombre de marcas registradas pertenecen a su autor intelectual, y/o comercial.

Notas del capitulo:

Para la lectura de este relato:

Hotaru de Fujita Maiko.

Merry go raound of life de Joe Hisaishi.

Blossoms de Eric Chiryoku.

That Day de Yukie Nashimura.

 

Observó con la cabeza inclinada, esperando el momento de correr a esconderse. 

La hendidura abismal debajo de sus ojos.

Cuando un limo salía emergente de la más ponzoñosa tenebrosidad, se disolvía, regurgitaba, hasta dar la forma de un hombre de mediana estatura, con extremidades cortas y piel de bronce.

Ese ser.

YoonGi se acostumbró a topársele cada que salía a recorrer los prados con Holly en busca de inspiración, era un pobre poeta, que convivía con el proletariado de Daegu, nesesitaba comer tanto como de la inspiracion por lo que ese era un perfecto lugar.

De aquella depresión escabrosa de azufre y mitos de insomnio, del que tanto temían los campesinos, salía un espiritu en cada ocaso a plantar azúcenas, topacios, rosas, margaritas, y dientes de león, los animales le temían y le gruñían cuando se acercaba a vestirse con el muérdago de los arboles,  sus únicas amigas eran las luciérnagas que jugaban alrededor de su ánfora, atraídas por el extraño ónix enigmático en su pecho.

Cómo YoonGi siempre se avergonzó de su nula experiencia en retractar, profirió crearle siempre un verso, una palabra, por lo que cuando le vio salir de la hendidura de la tierra mientras furtivo se embelesaba con el extraño color como el de las perlas de su cabello, anotó.

 

El viento galopa descendiente.

El chico de la piedra de ónix.

Su beldad me entorpece.

 

Cuando mordía frustrado la goma del lápiz, fue descubierto por el ser, que cansado salto los fresnos y le encaro.

–Qué haces porque me espías.

YoonGi sintió el ritmo de un marcapasos haciéndose pasar por bailarín de tap, se pego el blog de notas con la frente roja.

–Yo... yo.

El extraño ser ladeo la cabeza confundido, se había acostumbrado a ser el sujeto de prueba del joven frente suyo y pese que en un principio se sintió ofendido por tal acción, luego de los meses y con el nuevo engendrar de las flores se había echo de costumbre ver su cabellera petróleo entre los matorrales.

Hoy quería saludarle.

Qué mal había en ello.

YoonGi con un susto de muerte se enderezo con intención de salir corriendo, quién no le aseguraba que no se lo comería, o fuera maldecido por ese espirito del bosque.

Al final huyo soltando al aire hojas del cuarderno, quienes bailaron frente al espíritu rebosante de lunares esmeralda en todo su cuerpo.

Atrapo una de ellas y en ella se anotaba en una caligrafía arañada.

 

Precioso. 

Su cabello al aire es como el humo de los serafines cuando espiran.

Como cuando el sol lisonjea las nubes a las seis de la tarde.

Es la flor más preciosa de este prado.

¿Qué será?

 

 

x x x x x x

 

Al día siguiente YoonGi volvió con la cola entre las patas con la nimia esperanza de hallar los fragmentos de todas esas traviesas que escaparon de su carpeta de cuero, esta vez quiso ir armado con un buen paraguas, recorrió metros de terreno, viendo a los lados, con cada paso gotas de esfuerzo circundaban su mentón ovalado.

Era fácil.

Encontrar sus notas, y nunca jamás volver.

Se dio por vencido con los pies acalambrados, y la tela del gabán azabache pegado a su espalda, sus lentes se empañaron y decidió descansar frente a una roca, al lado de la hendidura de donde salía esa espíritu, echó un vistazo con los labios apretados, de ahí no salía nada que no fuera un hedor mareante, y un extraño vientito fresco, cuando de repente vio asombrado como sus notas ondeaban en la oscuridad, tremendamente traviesas, casi podía perjurar oírlas reírse de su desgracia.

–¡Aja! -replico furibundo, se agacho en el abismo queriendo alcanzarlas pero estaban demasiado abajo que por poco las acompañaba en ese vals, se quedo viendo las hojas seguir danzando ignotas del esfuerzo de YoonGi por salvarlas, una de ellas voló ascendiendo hasta que salió a la superficie como un pez fuera del agua, YoonGi salto y la atrapo, rápidamente volvió a la seguridad de la roca.

Sus articulaciones acalambradas retumbaron, un fervor arrasó su pecho, aflorando gentil sus mejillas.

 

Gracias por los poemas.

         ¿Posees más?   -Jimin

 

A partir de ese momento YoonGi perdió el miedo de observar con más detalle de Jimin, quien con los días se transformó en su amigo, y no solo en el ser que veía desde el Hades aguardando por él.

Un día de intenso viento, YoonGi se encontró con Jimin, y hablaron, él se veía abatido, y con la mirada exhausta.

–Qué edad tienes YoonGi -Jimin cuestionó tímido golpeando una piedra, su cuarzo de ónix que llevaba en el cuello brillo con los brazos de tela de la luna.

–Veintiséis -dijo admirando uno de su muslos que se posaba encima del suyo, acaricio levemente el muérdago que se adhería a él, Jimin le observó.

–Eres joven.

–Qué edad tienes tú.

–Lo suficiente.

–¿Para qué? -cuestionó.

Jimin sonrió y alzó la mirada al infinito, YoonGi imito su acción.

–Lo suficiente para irme.

Los ojos de YoonGi se agrandaron y su pecho se contrajo, qué pretendía él diciéndole ese tipo de cosas, por un momento se enfureció tanto con Jimin que tuvo ganas de lanzar su pierna y gritarle un improperio por querer exasperarlo.

Pero se abstuvo.

–¿Irte a dónde? –escudriñó en contra de Jimin.

–He vivido por las flores y el prado, pero el hombre llego construyendo torres de metal, jardines de concreto y mucha algarabía, estoy vacío. Yo quería amar a alguien como muchos de los amantes que recorrían mis jardines, prometiéndose  perpetuidad, cobijándose con su cariño, pernoctando sin la inquietud de las leyes de los hombres.

Los ojos de Jimin fulguraron como la plata. 

–¿Quieres hacer todo eso? -YoonGi le miró con los ojos entrecerrados -eres muy quimérico.

–Esa es la característica de mi esencia, quiero amar.

–Eres tonto –YoonGi sintió una punzada en su pecho.

–Quiero amarte –Jimin confesó encarándole, YoonGi agachó la cabeza –, quiero tocarte.

Yo igual. Pensó.

–Te das cuenta que seré usado, te has preguntado alguna vez si yo quiero lo mismo que tú –en sus palabras pretendía lanzar veneno.

–Tú me amas tanto como yo a ti –dijo seguro de sus palabras –la tinta impresa en todos tus poemas prestan toda la ternura del mundo para mí, no importa que no seamos eternos, amarnos en un frenesí etéreo para mí sería la hegemonía en mi vida y para ti... ¿para ti qué sería?

YoonGi estudio sus palabras dispuesto a discernir.

Su mente entendío el mensaje.

Libertad.

–Ni versos ni palabras lo describen. Jimin eres libre del mundo del caos, porque has encontrado la promesa de la eternidad, y el cobijo de mi piel. Lo poco que dure – capturó aire  –, lo poco que dure será perfecto.

Jimin sonrió sentándose en su regazo con confianza, los puntos esmeralda de su cuerpo descharcharon reluces y el muérdago en su cuerpo poco a poco se descarapelo de sus brazos, sus piernas, y su torso, como las serpientes.

YoonGi sintió el tacto estremecedor de su piel, se permitió sonreír.

Entonces Jimin tomó la barbilla con la delicadeza de las ninfas, y con la adulación de las sirenas en sus ojos, YoonGi se dejo guiar en un beso ígneo ,irascible, sinvergüenza, triste sin razones, feliz sin consecuencia.

Y en ese momento de la noche desdeñosa, llana como la voz de su madre, YoonGi supo lo que era sentir la vida con los anteojos correctos, como Dumas siempre citaba, entrelazándose con el espíritu del prado, consintiendo sus respiración rítmica en su cuello, acariciando su plexo solar, sintiendo como la marca del ser se plantaba en su corazón.

Le hizo el amor con el salvajismo de las bestias.

Y al final, Jimin aplastado en el suelo, con el cuerpo de YoonGi cubriendo su desnudez, le regalo una de las risas más solemnes que haya escuchado nunca.

–Gracias YoonGi -sus ojos danzaron con los del poeta.

Sin querer una lágrima descendió de la mejilla del poeta hasta caer en la fisonomía de Jimin quien inmediatamente atrapó las restantes.

–No quiero ver tus lágrimas mi amor, no quiero saber que sufres por mi causa.

–Es imposible no hacerlo.

Jimin de nuevo sonrió.

–Tu cabello es como el ónix –tomó su collar, se lo saco empujando un poco la cabeza frente a YoonGi, peso la correa de la piedra por encima del poeta y se quedo ahí, oscilándose pavorosamente frente a los dos amantes.

Entonces los lunares esmerada en el cuerpo de Jimin resplandecieron, abriendo expansiones.

–Jimin… –balbuceó.

Este le cayó con un beso.

–No digas nada -paso sus brazos por su cuello y le atrajo hacia su pecho dejándole descansar -suena YoonGi, sueña.

Y el resplandor irradio todo el área, YoonGi cerro sus ojos y se quedo dormido.

–Desde el día en que naciste hasta el último siempre estaré junto a ti –susurro Jimin antes de que el poeta se perdiera entre sueños...

 

 

Notas finales:

Hace unos cuatro años vi la pelicula Hotarubi no mori e, me acorde de ella mientras escuchaba un song de Howl's moving castle.

Pensé en YoonGi que estaba de cumpleaños.

Así que ahí esta.

Gracias por llegar hasta el final.

Perdón si soy mala.

 


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