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El último ángel por virichan

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Sus pies dolían a causa de no usar zapatos, era lógico, había logrado escapar de su confinamiento, del laboratorio, no se iba a detener por un par de calzado. Sabía que no tenía mucho tiempo antes de que se dieran cuanta que había escapado, y dieran alerta en el perímetro.


A lo lejos percibió una pequeña laguna, se acercó corriendo, escondiéndose entre los arbustos y flores. Tan pronto como llego a la orilla, sostuvo entre sus manos un poco, llevó un poco a su boca, bebiendo lo necesario antes de que vomitara del asco, además estaba más que seguro que se veía como mierda, lo comprobó viendo su reflejo en el agua. Después lavó sus pies y sus brazos, mirando como el agua se volvía turbia al usarla.


—¡Pequeña mierda!—. Taemin giró su cabeza, manteniéndose de rodillas, escondiéndose todavía entre las hojas. —¿Dónde carajos esta?—. Divisó a dos sujetos, tenían un traje blanco, ellos trabajaban en el laboratorio, eran los guardias. Habían conseguido encontrarlo, o por lo menos seguido la pista.


Pronto mandarían a los perros a buscarlo, y ellos si podrían reconocer su olor.


 


—Joder, ya que me había limpiado—. Masculló antes de introducir sus manos en el agua, hasta tocar el fango que se ocultaba debajo. Comenzó a untarlo de pies a cabeza, omitiendo su cara y cabello, quizá no podría lavarlo después, y tener lodo en su cabello era asqueroso. No estaba realmente seguro si su plan funcionaria, pero no tenía otra opción por ahora.


Cuando perdió de vista a los dos hombres, salió corriendo hacia el lado contrario de los guardias. Escuchó pequeños y veloces pasos seguirlo, miró hacia atrás para divisar a tres perros grandes perseguirlo. Inmediatamente comenzaron a ladrar anunciando su descubrimiento


—Mierda—. Murmuró. Se sujetó del primer árbol que vio, escalando. Intento lograr subir lo más alto posible. Apoyo su pierna derecha en una de las ramas para subir otro poco, cuando estuvo arriba se acostó boca abajo encima de la rama, obteniendo una vista privilegiada de la escena.  


Los canes se vieron aturdidos al no encontrarlo, olfatearon entre los rincones de los arboles e incluso entre los arbustos. Respiro unas cuantas veces intentando tranquilizarse, decían que los perros olían el miedo, y él no quería ser encontrado, haría todo lo posible por mantenerse tranquilo y quieto.


No dejo que el pánico lo invadiera hasta que vio los guardias junto a los perros. Los guardias si podían ver por encima de su cabeza, así que sabrían que se encontraba ahí.


—¡Vamos!—. Los dos hombres corrieron cuando los animales lo hicieron, yendo detrás de ellos.


Soltó el aire que contuvo en sus pulmones. Tenía que bajar y correr otra vez, no sabía cuánto, pero había escuchado que el laboratorio estaba afueras de un pueblo. Solo se apresuraría ahí, buscaría ayuda y escaparía de ese loco, eso era todo. Sonaba fácil, tal vez hacerlo no.


Buscó la rama con la que se impulsó para subir, cuando la encontró se recargo para bajar, esperaba que la rama aguantara su peso, quizá no era mucho, pero solo era una rama. Cuando paso el otro pie por encima de la rama para desmontarla.


Su pie resbaló y cayó de bruces en la tierra.


 


 


Dio gemidos de dolor, su muslo interno dolía a horrores. Giró su cuerpo despacio, aturdido por el golpe que recibió tras la caída, perecía que su cuerpo estaba en competencia, ¿Qué parte podría doler más?.  Quedando su espalda en el suelo. Se elevó para mirar su muslo, encontró unas ramas y corteza de árbol clavadas en él. Se dio cuenta que estaba sangrado de una cortada que abarcaba desde su rodilla hasta casi llegar a su ingle.


Más tarde, luego de caminar o mínimo intentarlo por casi 30 minutos, se encontraba más que cansado, el hambre, la sed y el frió lo estaban matando, escucho que faltaban pocos días para el invierno. Nunca disfrutaba de la nieve, porque jamás había salido del laboratorio desde que tiene memoria. Añadiendo la enorme herida de su muslo, la cual quizá necesitara algunos puntos de sutura. Perdía mucha sangre a cada minuto, era cuestión de tiempo para que lo encontraran, había dejado un gran rastro de sangre.


Recordó lo emocionado que estaba por su libertad, bueno si no era atrapado antes de poder disfrutarla.


—¡Maldita sea!—. Se sentía mareado y débil. Recostó su cuerpo en el tronco de un árbol. Desde que escapo de los perros, no se había sentado. Miró a su derecha e izquierda, comprobando que nadie lo seguía, cuando miró atrás del árbol, se dio cuenta que estaba arriba de una pequeña colina, pero también miró un par de casas a lo lejos.


—Solo un poco más—. Gimió con dolor. Se levantó del tronco para mirar la bajada que conducía un camino. El problema radicaba en que no sabía cómo bajar, podría rodear y buscar un camino más fácil, pero corría el riesgo de ser encontrado por los perros o guardias.


Si bajaba despacio no habría problema, rodear no era una opción, menos en su estado. Se sentó en la orilla, bajo primero un pie y luego otro. Después de algunos pasos, creía que podía levantarse y caminar, grave error.


Resbaló por la tierra, rodando entre las piedras. Chilló de dolor cuando una lo golpeo en su cabeza. Su cuerpo cayó casi inconsciente en la orilla del camino, ahí pasaban coches, solo rezaba por quien lo encontrara no fueran los guardias, ni que lo llevaran otra vez al laboratorio.


Soltó una pequeña risa antes de que todo se volviera negro a su alrededor.


 


 


 


 


—¡Cierra la maldita ventana Jong In!; el frió me está matando—. Jinki gruñó.


—No puedo creer que tengas frió—. Bufó con burla en sus palabras. 


—Cierra la puta ventana—. 


—No lo haré—. Jong In lo fulminó con la mirada. —Bien—. Cerró la ventana de la camioneta.


Habían ido a la cuidad a comprar víveres, y un poco de ropa para el invierno. Su casa estaba lejos de la civilización, igual que las de su familia. Necesitaban espacio si querían correr en forma de lobo.


Ellos eran hijos del alfa, eran guerreros que ayudaban a su manada. Siwon era el mayor de ellos, seguían Jinki, Jonghyun, Minho y Jong In.


Solían cazar demonios y vampiros, que eran considerado lo más bajo del mundo paranormal, los vampiros no eran más que criaturas que se alimentaban de todo lo que se moviera hacia ellos, mataban comúnmente humanos, y algunas desafortunadas veces cambia-formas. Todavía conservaban un poco de conciencia lo que los hacia seres aún más sádicos, algunas veces violaban a su víctima antes de matarlos.


Por su parte los demonios eran lo más cerca a ser animales salvajes, mataban por placer, bebían sangre y comían carne cruda. Adoraban hacer sufrir a su víctima y escucharla gritar de dolor hasta la inconciencia. Ellos eran lo más cercano a héroes del pueblo que protegían de los chicos malos.


—¿Quién cocina esta vez?—. Siwon miró por el espejo retrovisor a sus tres hermanos menores.


— Jong In—. Respondieron al unísono Minho y JongHyun. —Es su turno- canturreó JongHyun.


—Si quieren morir bien—. 


—¡oh vamos!. Eres el único que no hace que la cocina explote—. 


— ¿Por qué no solo vamos a un restaurante? —. 


—Porque no voy a manejar una hora de ida y una hora de regreso tres veces al día—.  Protestó Siwon. —Además, después de hablar, haber comprado víveres sería inútil—. Jong In rodó los ojos, mirando hacia la ventana. 


 


 


— ¡Siwon detén la maldita camioneta!—. Jinki dijo alarmado, sujetando el brazo de Siwon que sujetaba el volante.


—¿Qué?—. Siwon miró con incredulidad a Jinki. 


—¡Que pares la jodida camioneta!—. La voz de Jinki se alzó dos tonos más, dejando confundido a Siwon, sin embargo, giró su rostro a donde señalaba Jinki a unos metros en la carretera, había un bulto allí, uno con forma humana. 


El mayor se detuvo a todavía un par de metros. JongHyun fue quien bajo primero, entre los guerreros, él era mejor cuerpo a cuerpo y poseía un gran sentido del olfato; si esa cosa lo atacaba, seguro JongHyun lo mataría. 


El de cabello plateado miró esa cosa en el suelo. Aspiró el aire profundamente, en un intento de ver que era antes de acercarse aún más. Cuando no obtuvo un aroma, sabía que tenía que ser un humano, por lo regular ellos no tenían fragancia, por lo menos como los vampiros o demonios que era agria y apestaba, o un cambia-forma que solían oler a bosque o a tierra.


Al llegar a ese bulto, lo tomó de un lado y lo giró.


—Es una persona— gritó. Todos sus hermanos en la camioneta salieron, se apresuraron hasta llegar con JongHyun.


Rodearon a la persona, miraron el cabello castaño, que a pesar de tener un poco de fango y ramas, lo podían notar. Su piel era más blanca que la de ellos, pero también tenía fango, por lo que la apreciación no era exacta. 


—Es un hombre—. Miraron a Minho, quien tenía una mano en la entrepierna del hombrecito y lo estaba tocando. —¿Qué? se veía muy delicado y quería asegurarme—. Jinki negó varias veces mientras hacia una mueca. Se colocó de cuclillas examinando el pulso desde su muñeca.


—Está vivo, pero no por mucho. Su pulso es muy bajo y está disminuyendo—.


—Está sangrando—. JongHyun señaló su muslo. Las ropas que tenía estaban desgarradas, el pantalón, que antes parecía blanco había tomado un color grisáceo, no tenía zapatos y la playera eran solamente tiras de tela.


—Hay que llevarlo a casa—. Siwon se quitó su chaqueta y cubrió al cuerpo.


—Yo lo llevo—. Propuso Minho. Se inclinó y lo recogió, se dio cuenta que era muy delgado, casi no pesaba nada. —Llama al médico Johnson, que vaya a nuestra casa, es una emergencia—. Ordenó. Jong In tomó su teléfono y comenzó a marcar. Los cinco subieron a la camioneta, Minho lo hizo con más cuidado.


 


 


 


—Déjalo en la cama de la habitación de invitados. Iré a esperar al médico fuera—. Siwon bajó de la camioneta y espero que en algún momento apareciera el doctor Johnson.


Minho llevo al hombrecito a la única habitación libre. Con todo el cuidado posible lo colocó en la cama.


—¡Demonios no deja de sangrar!— JongHyun rasgó lo que quedaba del pantalón, observando la suciedad y corteza que tenía en la herida, aun así intento presionar la herida, que no tenía madera enterrada, con una toalla en la pierna del chico, ejerciendo presión sin llegar a clavar aún más la corteza. —Pongan la bañera y traigan ropa limpia—. Demandó. Jinki corrió hacia el baño de la habitación a preparar la bañera con agua caliente. Minho entro a la habitación con algunas prendas suyas. No era el más pequeño de ellos, pero cualquier ropa estaría bien. 


—El médico Johnson llego—. Siwon entró junto con un hombre de mediana edad que vestía un traje y una bata blanca, además traía un maletín en sus manos. 


—Apártense—. Johnson vio como JongHyun mantenía una toalla en la pierna de su paciente, indicándole que siguiera haciéndolo. —¿Qué paso?—. 


—No estamos seguros, lo encontramos aun lado de la carretera de camino a casa—.


El médico apartó la mano de JongHyun para poder ver la herida. —Es profunda, necesitara algunos puntos, pero antes necesito limpiarlo—. 


—La bañera esta lista—. Jinki anunció. 


—Tráiganlo—. Jonghyun lo tomó en sus brazos y lo dejó en una alfombra en el suelo del baño. —Bien. Necesito que te quedes, necesito tu ayuda para sostenerlo ¿esta bien?—. 


JongHyun tragó saliva sonoramente. Asintió en silencio. No era bueno en emergencias como estas.


—Cierra la puerta—. El médico abrió su maletín, en el traía todas sus herramientas. Primero cortó todas las ropas del chico, retiró con cuidado los trozos de tela. —¿El agua está caliente?—. Dijo haciendo la sucias prendas a un lado. JongHyun asintió. —Mételo en la bañera—. Cargándolo una vez más adentro poco a poco el cuerpo, sintiendo un estremecimiento por parte del chico. —Es involuntario, sigue inconsciente. Lava la parte de arriba. Revisa que no tenga más heridas—. 


JongHyun lavó con cuidado la piel del chico, notando como la suciedad se quitaba de su cuerpo, dando paso a una piel blanquecina y tersa. Pasando sus manos por el pecho, miro sus pezones. Eran rosados y estaban duros. Decidió olvidarse de eso y siguió lavando. Para cundo termino de lavar al chico, casi se traga su lengua.


—Es hermoso—. Dijo inconscientemente siendo escuchado por el médico. 


—Ciertamente lo es —. Afirmó. JongHyun no pudo evitar asentir. —Bien, ponlo fuera—. Dejó al pequeño hombre en la alfombra.


El médico limpió y suturó la herida en el muslo, después de haber quitado toda la corteza en el baño. También algunos raspones en su cuerpo. Cuando dio la señal que ya podía vestirle, temblaban sus manos, cada parte que mirara era más preciosa que la anterior.


Tomó el pantalón holgado que trajo Minho, cuando lo iba subiendo, miro sus piernas, tan suaves y sin ningún rastro de vello. Cuando subió más, literalmente gimió. No tenía vello en su entrepierna. No era un secreto que era homosexual, también lo eran sus hermanos. Y sin dudas hombrecitos como el que tenía acostado, eran sus favoritos.


También le colocó una camisa, algo grande para su cuerpo, pero ya era algo, era eso o que siguiera desnudo, no, no era una opción, después de terminar de vestirle, lo cargó en brazos para sacarlo del baño.


 


 


Sus hermanos estaban alrededor de la cama esperando para ver al chico. Para cuando JongHyun lo dejo en medio de la gran cama, muchos jadeos se escucharon alrededor.


—¡Dios mío!—. Siwon se llevó la mano a la boca sorprendido. —Es precioso—.


—Si—. Todos veían embalsamados la escena. Su cara era espectacular, unos labios abultados y rosados, pómulos altos, un cuello de cisne, un cabello caramelo lo suficientemente largo para tirar de él mientras lo jodían. Jong In gimió internamente por ese pensamiento.


—Esta deshidratado, necesita mucha agua y comida, pero solo cosas pequeñas por ahora, como frutas. La herida no era grave, no debe doler, aun que si lo hiciera denle estas pastillas—. El médico más bien parecía que hablaba a la pared, nadie le ponía atención, sabía que lo estaban escuchando, pero ninguno se giraba a verlo. Soltó un suspiro y tomó sus cosas. —Con su permiso, nos vemos. Llámenme si hay alguna complicación. La cuenta llegara pronto—. Y así salió sin más de la casa.


 


—mnh...—. Taemin se sintió mareado, quiso moverse y encontró el suelo muy cómodo. Era suave y olía bien. Despertó de golpe sentándose, viendo a 5 hombres mirándolo. Más bien 5 montañas a comparación de él. 


Los hermanos observaron al joven despertar. Sus ojos eran hermosos, color chocolate. El chico los miró durante un momento. El olor más delicioso que hayan olido alguna vez inundo sus fosas nasales, como una brisa de primavera, fresco con olor a frutas.


—¡Mío!—. Gruñeron los cinco a la vez. 


Mierda.


 

Notas finales:

Gracias por leer, dejen sus reviews, los leeré. 


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