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Burning Love por AkiraYuu

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Notas del fanfic:

Estoy tomando mis fanfics viejos, re-editandolos y volviendolos a subir en esta cuenta nueva.

Le hice cambios ligeros pero siento que son más adecuados a mi forma de escribir de ahora.

Principalmente, cambié el título. Duh.

Notas del capitulo:

Originalmente, este es un one-shot que publiqué en 2015 como un regalo al proyecto "Amigo Secreto" del grupo Grimoire.

El fanfic estaba y sigue dedicado a Dynn Ontiveros, pues fue su regalo de Navidad y Año Nuevo 2016.

“Cuando tenía dieciocho años, me propuse diez cosas por hacer antes de cumplir los veinticinco y sentar cabeza para enfrentarme al mundo exterior.
Pero a mis veintitrés años, no creía completar la lista…"



— ¡Yuu, por favor, escúchame! ¡Cálmate!

— ¡¿Cómo quieres que me calme?! —Yuu tomó una respiración profunda y dejó de lanzar cosas al pasillo. —De acuerdo, te escucho.

— Mi amor, sé que estás molesto, y con justificada razón — Yuu alzó las cejas y meneó la cabeza dándole obviedad a las palabras de su pareja, expareja — Pero todos cometemos errores y te ruego que me disculpes, yo no quería...

— Si, supongo que ibas caminando, desnudo, feliz de la vida cuando tropezaste y caíste encima de su maldito pene, wow. —Lo interrumpió de sopetón mientras movía las manos exageradamente. — ¿Sabes?, siempre te pedí sinceridad, que el día que empezaras a sentir algo por alguien más, me lo dijeras. ¿Qué ganabas con mentirme? —Su pareja bajó la vista y se mordió el labio inferior.

— No lo sé Yuu, perdóname, lo único que tengo claro es que no quiero perderte.

— Kazuki, por el amor de Dios, me has puesto el cuerno dos veces, ¡DOS! Pero yo soy el estúpido aquí ¿no? —puso los ojos en blanco y suspiró con exageración— Esto se acabó. Me pisaste una y dos veces; seguro lo harás una tercera vez. ¿Sabes qué? Vete a la puta mierda... Pero con cuidado pendejo, porque aún te quiero... —terminó de lanzar las pertenencias del otro al pasillo, y antes de cerrar la puerta mostró el dedo corazón de ambas manos, dejando a su expareja confundida y angustiada.

Ahora si la había cagado.

 

 

 

 


Habían pasado cuatro días, ocho horas y diecinueve minutos desde que había terminado con él.

Si en algo ayudaba vivir en Tokio, es que nunca estabas solo realmente.

Sentado en el Starbucks más cercano al cruce de Shibuya, entretuvo su mente mirando a la gente pasar y preguntándose qué estaría pasando por sus pequeñas mentes. Suspiró y dio un sorbo a su café.

A lo mejor no era el único sufriendo por un corazón roto, igual dicen que noviembre es el mes con más rupturas amorosas, pero no dejaba de extrañar a ese imbécil (como se había empeñado en llamarlo desde que terminaron) o a lo mejor solo extrañaba los recuerdos. Pero de que se sentía vacío y sin ánimo estaba muy seguro.

—Alguien debería darme un premio por haber aguantado tanta estupidez en 2015. —Yuu habló para sí mismo y terminó su café. Revisó por enésima vez su LINE y la última conexión de su ex, suspiró exageradamente y se levantó de su asiento para tirar el vaso de cartón en la basura.

— Oye amigo, te pedí un frappuccino de cajeta sin café, y tiene café ¿no podrías hacerlo de nuevo? —Yuu levantó la vista del contenedor y vio a un chico alto de pelo castaño en la barra, ¿quién iba a una cafetería a pedir una bebida sin café? Encontró su mirada con el barista y este se encogió de hombros como diciendo "¿puedes creerlo?" El tipo alto y castaño se giró para verlo y silbó fuerte y lento.

— ¿Terminaste con tu chica? —Yuu se sorprendió y rio.

— ¿Tan mal me veo? — el castaño se encogió de hombros.

— Nah, solo te ves triste. Y noviembre es el mes con más rupturas amorosas. Solo lo deduje. —Yuu se quedó en silencio unos segundos.

— ¿Enserio vienes a una cafetería por un café sin café?

— ¡El café me produce dolor de cabeza! 

— ¿Y no es mejor comprar un raspado o algo así?

—No he encontrado uno que sepa igual que el que preparan aquí. —El barista le entregó su bebida y el otro le sonrió en agradecimiento. —Deberías probarlo, sabe mejor de lo que piensas. Tiene chispas de chocolate. — Le tendió el vaso y Yuu hizo una mueca de desagrado, no era fanático de las cosas dulces.

—No nos conocemos siquiera. —El castaño rodó los ojos y sonrío.

— Takashima Kouyou, mucho gusto.

—Shiroyama Yuu, pero oye, igual no veo bien tomar de tu café sin café. —Kouyou se encogió de hombros y dio un sorbo.
— Como quieras. —Se hizo un silencio hasta que ambos hablaron al mismo tiempo.

— Bueno, hasta luego...

— ¿No quieres sentarte conmigo o.…? Oh. Mira, siempre puedes desahogarte con un extraño, no puedo juzgarte pues no te conozco, pero oye, saca la mano de la basura. —Yuu no se había dado cuenta que al tirar el vaso había dejado su mano dentro del contenedor. La saco rápidamente, sintiéndose estúpido. 

— ¿Cómo por qué te importaría como me siento?

— Oh no, no me mal entiendas. No me importa en lo absoluto. Solo soy chismoso y quiero saber cómo te rompieron el corazón.

     En primera instancia a Yuu le pareció un tipo raro, pero de igual manera estaba compartiendo una mesa con él mientras arrancaba migajitas de su pan de naranja. Al inicio le costó trabajo, pero poco a poco fue contando su "trágica historia de amor". Cuando terminó, aguardó unos segundos hasta preguntar "¿y bien?" Y esperó por la respuesta del otro.

— ¿Quieres saber mi opinión? —Kouyou levantó su ceja izquierda.

—Sí

— Bueno, mi opinión es que eres un estúpido. — le dio un mordisco al pan de naranja y mastico lentamente.

— Gracias, me haces sentir mejor. — Hizo una pausa. —  No parece importarte el que mi pareja haya sido un hombre. —Contestó irónico.

—Ser gay en estos días es tan común que ya no me sorprende, y mi intención no es hacerte sentir mejor, es decirte las cosas como son. Si desde un inicio te celaba como loco, te la hacía de emoción por cualquier cosa, ¡si ya te había puesto el cuerno una vez! No entiendo que seguías haciendo ahí. — Hizo una pausa — Y ni te atrevas a decirme que, porque lo amabas, porque no llevaban ni dos años juntos.

— Nunca dije que lo amaba. Aparte, el tiempo no define si puedes amar o no a una persona. —Yuu escondió su rostro con su largo cabello negro y comenzó a jugar con el tenedor de plástico. Kouyou asintió dándole la razón y dio un sorbo a su café sin café. — Solo que pensé que tal vez podría cambiar.

— Yo creo que estabas encaprichado con él. Solo necesitas salir con tus amigos y vivir la vida loca. Cuando menos te des cuenta ¡pum! —Golpeó la palma de su mano con el puño— de vuelta a la caza.

—El problema es que no tengo amigos, bueno mi único amigo es un santurrón que se la vive trabajando.

— ¿Quieres que sea tu amigo? —Preguntó Kouyou tomando la mano del otro y mirándolo con dulzura.

—Gracias, no estoy tan necesitado.

—Siempre puedes venir a vernos tocar. Ah sí, tengo una banda, bueno no es mía, pero ese no es el punto. Puede servirte de distracción. —Kouyou buscó una tarjeta pequeña dentro de sus pantalones y se la tendió a su compañero de mesa.

—No confío en una banda llamada 'Soufflé Asesino'.

—No somos tan malos. Tocamos algunos covers de Metálica, Luna Sea o X Japan. Ya sabes, lo clásico. ¿Sabes dónde está el Blue Bar? —Yuu asintió. —Bien, tocaremos ahí mañana. A las 7:30, pero puedes llegar a las ocho, siempre empezamos tarde. —Kouyou terminó su frappé y casi de inmediato sacó una goma de mascar del bolsillo y se la metió a la boca. —Siempre es un buen distractor, y si presentas el cupón que te di tienes 10% de descuento en la barra.

—Gracias, tal vez entonces pueda cumplir mi sexta cosa por hacer antes de los veinticinco. —Se quedaron en silencio un rato, solo con el sonido de Kouyou masticando su goma de trasfondo.

—Dos cosas, Una: ¿tienes una lista de cosas por hacer? Y dos: ¿cuántos años tienes? — Yuu suspiró. 

—Tengo veintitrés y sí, tengo una lista de diez cosas por hacer antes de los veinticinco. —Kouyou silbó y siguió mascando sonoramente.

— ¿Puedo saber cuáles son?

—Número uno, tatuarme; número dos, haber besado siete mujeres y tres, haber besado siete hombres…

— ¿Por qué siete?

—Es un número sagrado. El número con más repeticiones en la Biblia.

— ¿Eres religioso?

—No, pero es una buena excusa. —Arrugo el entrecejo y siguió — Cuatro, tomar el tren sin rumbo; cinco, aprender a tocar algún instrumento…

—Espera, ¿aprendiste alguno?

—Sí, guitarra. Aún la toco, a veces.

—Genial, yo igual. —Kouyou hizo una bomba y lo dejo continuar.
— Seis, ponerme ebrio hasta vomitar. — Kouyou encaró una ceja.

—Dejame decirte que la sensación de no poder controlar tu reflejo vagal porque estas demasiado ocupado en no orinarte encima no es el mejor, pero no te voy a quitar el gusto y el deseo, así que continúa. — Yuu rio internamente ante la imagen mental y siguió.

—Siete, aprender español; ocho, enamorarme, pero hacerlo bien, ¿sabes?, de la persona correcta y esas cosas; nueve, escribir un libro o una canción y diez, eh…ser feliz.

— La ocho y diez son muy... Gays.

—Por si no lo has notado, soy gay. —Abrió los brazos de forma burlona.

—Bueno, muy pasiva. —Kouyou giró los ojos — ¿No eres pasiva o sí? Por qué si sí, sería una lástima.

— No, soy activo, ¿por qué una lástima? — Yuu entrecerró los ojos viendo como la goma de mascar pasaba de un lado a otro dentro de la boca del castaño.

—Como sea, ¿qué tanto has cumplido de tu lista?

— 1, 3, 4, 5 y 9... ¿Podrías dejar de hacer eso? —preguntó molesto.

— ¿Hacer qué? — Hizo una bomba y le dirigió una mirada curiosa.
— Eso. Es de mala educación mascar goma con la boca abierta. Y es asqueroso.

—Oh, lo siento. —Cerró la boca y siguió mascando de forma más discreta. — ¿Tienes un tatuaje? —El otro asintió— ¿Dónde? No, mejor no me digas. Los tatuajes me mojan los pantalones.
— ¿Eres gay? — Meditó su respuesta unos segundos y habló.
—No. Si me gusta alguien, me gusta y ya. Lo de menos es el género.

—Entonces, ¿te gusto? —preguntó lentamente mientras recogía un mechón de su oscuro cabello, poniéndolo detrás de su oreja.

—Si digo que sí ¿saldrás corriendo? —El otro negó —Ah, entonces sí. Mira, la cosa preocupante es que en una de tus cosas por hacer viene ser feliz. ¿Qué nunca has sido feliz en la vida o qué? Los emos ya pasaron de moda Yuu...

—Me refería a una felicidad en pareja.

—Oh, eso es muy triste porque te engañaron dos veces con la misma persona, y... —se calló al ver la mirada amarga del otro— Mira, apesto dando consejos. Pero al menos puedo conseguirte tu primera borrachera. Y yo que tú mejor iba quitando a las mujeres de mi lista. Ven con nosotros mañana y puede que te la pases mejor que estando solo en tu casa llorándole a alguien que no te va a buscar. ¿Qué dices?

Yuu miró la tarjeta que tenía frente a él. Lo cierto es que cualquier cosa es mejor que revisar cómo loco las horas de conexión y esperar una llamada que no iba a llegar. Después de todo, él fue quien lo cortó. Pero igual guardaba la esperanza de que Kazuki lo llamara para pedirle disculpas de nuevo. Y lo peor de todo. Es que en verdad consideraba perdonarlo.

—Está bien. —Kouyou sonrió y Yuu pudo ver que, aunque sus dientes no eran perfectos, su sonrisa irradiaba felicidad y lo incitaba a sonreír también.

—Bien. Mi número está en la tarjeta. Avísame cuando llegues al bar. Nos vemos mañana entonces. —Se levantó de su silla, tiro la basura y dejó que Yuu lo acompañara a la salida. —Y por lo que más quieras. No hagas una estupidez.

— ¿Una estupidez?

—Si, como que, si te pide hablar con él, tú aceptes, o mirar su última conexión o cosas así. Te lo digo como consejo. —Yuu asintió.

—Lo estás haciendo de nuevo.

— ¿Qué?

—La goma de mascar. —En algún momento Kouyou había vuelto a abrir la boca haciendo sonora cada mascada. Este solo sonrió y se despidió con una mano, alejándose y perdiéndose entre toda la gente que caminaba apresurada en Shibuya.

  

 

 

 


Se preguntó si el outfit que había elegido había sido el correcto.

Llevaba unos jeans obscuros, rasgados a lo largo del muslo, entubados y con unas botas pequeñas y negras. Una playera sencilla que decía "Podría ser peor” con una chamarra gruesa con gorro afelpado. Si no fuese por la chamarra ya estaría muriendo de frío. Eran los últimos días de noviembre y el frío empezaba a calar los huesos.

En el momento en que entró al bar sintió una oleada de calor que lo tranquilizó, se sentó en una de las mesas de enfrente, en la esquina, y casi al instante se deshizo de su chamarra, colgándola en el respaldo de su silla.

"Ya estoy aquí." 

Tomó una respiración profunda y se contuvo para no revisar la última conexión de Kazuki. Llevaba un récord de casi veinticuatro otras y no quería arruinarlo.

"¡Yay! ( ´ â–½ ` ); Salimos en cinco. Espero te agrade el espectáculo."

Se ordenó una simple cerveza obscura y aguardo que la música de fondo se callara y presentarán a Soufflé Asesino. Seguía pensando que el nombre era tonto, por cierto.

—Damas y caballeros. Sobrios, ebrios y los que se encuentran en el limbo alcohólico. Esta noche se presenta una banda que promete darnos un buen espectáculo. Démosle una cálida bienvenida a ¡Soufflé Asesino! —Hubo una serie de aplausos y uno que otro gritito de ebrio. Aplaudió y por alguna extraña razón, se sintió nervioso.

Al escenario subieron unos tipos de lo más raros. Trató de encontrar a Kouyou, y no tardó mucho en hacerlo. Era el más alto de la banda y llevaba el cabello alborotado y los ojos muy maquillados, haciendo sus facciones más finas y seductoras.
¿Había pensado en el adjetivo 'seductoras'?

Analizó a los otros miembros de la banda y Kouyou no era lo más extraño de ella. Había un tipo tapándose la mitad de la cara y el vocalista usaba unas plataformas enormes, y ni así llegaba la altura de Kouyou.

Sonrío y dejó que la banda hiciera lo suyo.

Iniciaron con un cover de "Animals" de Neon Trees que le subió el ánimo de inmediato. Eran buenos. Y el vocalista tenía una voz peculiar pero agradable. Seguramente a Yutaka le hubiese gustado venir.

Tocaron alrededor de una hora y la gente complacida les aplaudía y pedía otra canción más. Tocaron “Walk” de Pantera y sintió la adrenalina correr por su torrente sanguíneo (Pantera era de sus bandas favoritas) y se despidieron del público abandonando el escenario. 
Había decidido cambiar la cerveza por whisky con agua mineral y refresco de manzana, cuando pasados los diez minutos, apareció Kouyou (aún los ojos maquillados y las facciones sexys) acompañado de otros dos tipos.

— Entonces ¿qué te pareció?

— Para llamarse Soufflé Asesino tocan muy bien. —Afirmó dando un largo trago a su bebida.

— En realidad es un nombre temporal. Estamos en busca de un buen nombre. — agregó el vocalista, quien, a pesar de la estatura, parecía mayor por las expresiones en su cara y el cabello negro. Sin plataformas era como ver un muñeco de tarta. —Antes nos llamábamos "Placeres Violentos". Mucho gusto, Takanori.

—Shiroyama. —Miró al tercer tipo que aún llevaba la mitad de la cara cubierta y este solo movió la cabeza en forma de saludo.

—Él es Akira. —Hablo Kouyou. —No habla mucho, pero una vez que está ebrio se vuelve una bomba. Hablando de ebrios. Si en verdad quieres tener la primera borrachera de tu vida, debes dejar de pedir alcohol diluido. —Los tres tomaron asiento en su mesa. Pidieron tres botellas de distintos tipos de alcohol y se sintió nervioso cuando Kouyou pronunció la palabra “tequila”, pues jamás lo había probado, y vasos con hielo.

— Realmente no estoy seguro de ponerme ebrio con ustedes. Ya saben, que tal si me violan o algo así. —Akira se quitó el cubre bocas y le guiñó el ojo.

Oh papi, tú por eso no te preocupes que a partir de ahora yo seré el guardián de tu trasero. —Los tres amigos rieron sonoramente, pero Yuu igual se sintió incómodo. —Es mentira idiota. No soy gay o algo así. Relájate. Mira cuántos de aquí están ebrios y pregúntate realmente si conocen a las personas que están abrazando. —Akira le dio una palmada en el hombro y entonces llegó su pedido.

Yuu tomó de una el caballito de tequila y sintió como el líquido ardía a través de su garganta. Pidieron unas cartas para hacer el juego más interesante y al cabo de unas horas, Yuu y Akira estaban ebrios a morir.

— ¡Venga! ¿Por qué no tomas nada? —Pregunto Yuu con voz pastosa y abrazando como si conociera de toda la vida al más pequeño.

—Porque no me gusta el alcohol, ya te lo dije. 

Akira estaba contando una historia de la cual parecía reírse sin control alguno. Por alguna razón Yuu igual reía, incluso sin saber qué carajo estaba diciendo el otro. En su vida había estado ebrio. Y era una sensación graciosa. Sin duda era divertida. Era divertido ver como el tiempo pasaba tan lento y a la vez tan rápido. Como todo parecía dar vueltas y como los colores se hacían más y más brillantes. Cerró los ojos unos segundos y disfrutó de la sensación de tranquilidad que el alcohol le brindaba. Entonces, como balde de agua fría, recordó a Kazuki y todos los momentos que había pasado con él. Carajo, lo extrañaba aún. Se quedó en silencio y decidido sacó su teléfono celular, cuando Kouyou se lo arrebató de las manos.

¡Hey!

—No vamos a permitir que le hables a tu ex en estado de ebriedad. —Takanori asintió y Akira dejó de contar su historia sin sentido para darle la razón a su amigo.

— ¡Es lo peor que puedes hacer! Dicen que el amor se mide entre llamadas de ebrios. ¡Qué no sepa que te importa tanto! — Akira movió el dedo índice en su dirección y tocó la nariz de Yuu, dejándose caer por fin sobre la mesa.

— ¿Les contaste? —Preguntó Yuu totalmente ofendido.

—Tenían que saber porque nos poníamos ebrios esta noche. Y creo que ya es hora de irnos. —Takanori asintió y tomo a Akira por los hombros.

—Yo me encargo de este idiota. ¿Seguro puedes conducir?

—Sí. Sabes que no me pongo ebrio con facilidad. Solo estoy un poco mareado. —El más pequeño asintió y se despidió con la mano de Yuu. —Tú y yo deberíamos irnos ya. ¿Puedes caminar?
—No, estoy muy ebrio. —Hizo un puchero con la boca y luego rio al pensar cuan idiota se vería haciendo eso. Recogió su chamarra y trató de ponerse en pie.

—Bien, entonces tómame de la cintura y yo te sostengo de los hombros. —Salieron a trompicones del bar y cuando Yuu se dio cuenta estaba en el asiento de copiloto de un auto que aún olía ligeramente a nuevo. Sonrío y sintió una punzada en el pecho. Amaba el olor a coche nuevo. — ¿Y bien? ¿Para dónde?

—A mi casa.

— ¿Y dónde vives?

—No lo sé —Kouyou lo miró confuso y el otro asintió reafirmando su respuesta. —No me acuerdo...—Kouyou soltó una risa.

—No puedo llevarte a mi casa. Qué tal si robas mi televisor en medio de mis sueños. —Yuu se quedó en silencio.

—De mi teléfono, llama a Yutaka.

—No voy a llamar a tu ex.

— ¡No es mi ex! Es mi amigo. Tal vez pueda venir por mí. —Busco entre los contactos del móvil y llamó a Yutaka. Le explico en breve la situación, acompañado de risas e insinuaciones de borracho por parte de Yuu y quedó en llegar al bar en treinta minutos.

—Viene para acá. Yo que tú me dormía para que se me baje ese nivel de ebriedad. Pero dime, ¿qué se siente estar ebrio? —Yuu rio mientras Kouyou se metía una goma de mascar a la boca.

—Se siente magnífico.

—Dudo que pienses eso cuando conozcas, el día de mañana, la resaca. ¿Ya sabes por qué reemplazar el besar siete mujeres? —Yuu se giró sobre el asiento para quedar cara a cara con el castaño. Asintió.

—Dormir en la casa de un extraño.

— ¿Te me estás insinuando? —Yuu se encogió de hombros —Oh no, no. Estas despechado y quieres sacar un clavo con otro clavo. Si vamos a salir va a ser bien. No lo malinterpretes. Me caes bien, estás bueno. Pero tenemos dos días de conocernos y ni tú ni yo sabemos algo el uno del otro. —Se hizo un silencio incómodo de al menos diez minutos que ni siquiera la radio pudo apaciguar. — ¿En verdad has besado siete hombres? —Pregunto Kouyou con dificultad tratando de cortar el silencio incómodo.

Nop. Me quedé en seis hasta que comencé a salir con... Con "él". —Kouyou asintió.

Kouyou lo tomó de la barbilla y junto sus labios con los del otro, besándolo superficialmente hasta que Yuu entreabrió los suyos y dejó que el otro lo besara lentamente. Sus labios eran jugosos y suaves, era un beso que jamás le habían dado. Se había acostumbrado a los besos desesperados de Kazuki.
Sabía a hierbabuena.

—Bueno, ahí tienes. Siete hombres. —Antes de que Yuu pudiera agregar algo alguien tocó en la ventana del auto.

—Vengo a recoger un encargo. — El hombre al otro lado del vidrio sonrío y Kouyou bajó de su asiento para ayudarlo a cargar al pelinegro. Lo metió dentro de la camioneta de su amigo y se despidió de ellos con un ademán.

— ¡Yuu! —Gritó antes de subirse al auto e irse a su casa. El susodicho se giró para verlo. — ¡Aún tenemos cuatro cosas por hacer, llámame! —Se metió dentro del auto y arrancó directo a su casa.

— ¿Te estabas besando con un extraño? —Yuu negó. —Si los vi, mentiroso. —Yutaka le sonrió y le abrochó el cinturón de seguridad. —Te quedas conmigo esta noche. No quiero que hagas una estupidez estando solo. —Yuu asintió y siguió jugando con la goma de mascar en su boca, hasta que se dio cuenta que hasta hace unos segundos, él no llevaba goma de mascar.

 

 

 

 

 


— ¿Y qué tal la resaca? — Pregunto Yutaka mientras preparaba una tortilla de huevo.

—Pues, en realidad no siento nada. 

— ¡Y encima eres de los ebrios que no sufren de cruda! Qué suerte la tuya. — sirvió la tortilla en el plato y la puso frente a su amigo. — ¿No tenías que ir a trabajar hoy? —Yuu se metió casi la mitad de su tortilla a la boca.

— ¿Qué día es hoy?

— lunes 30 de noviembre. 

—Entonces sí, carajo. —Terminó de desayunar lo más rápido que pudo, tomó una ducha y se vistió con la poca ropa que tenía guardada de emergencia en casa de su amigo. — ¿Has visto mi teléfono? —Yutaka negó.

—Puede que se lo haya quedado tu amigo sexy.

— ¿Lo llamaste sexy?

— ¿Te preocupa más como lo llamé, que tu teléfono? —Yuu asintió confundido y marcó su número desde el teléfono fijo de la casa.
— ¿Hola?

—Kouyou, soy Yuu. Deje mi móvil contigo.

— ¿Enserio? Oye. No me había dado cuenta. ¿Quieres que te lo lleve ya?

—No, mira quédatelo y dámelo mañana por la mañana. Tengo que ir a trabajar y estaré ocupado. ¡NO REVISES NADA DE MI TELÉFONO!

— ¿Dónde trabajas? —Pregunto Kouyou ignorando su advertencia.

— En Ginza. Oye, enserio. Prométeme que no andarás de chismoso con mi teléfono.

—Sí, sí. Te lo prometo.

—Bien. Gracias. —Colgó y salió corriendo en dirección al metro.

 

 

 

 

 


Llevaban saliendo alrededor de dos semanas, casi diario. Se encontraban después del turno de trabajo de Yuu o durante las prácticas de banda de Kouyou. Ambos se llevaban bastante bien y se podría decir que hablaban diario por LINE

Yuu descubrió que todo el mundo llamaba a Kouyou 'Shima' por lo que él había comenzado a hacerlo también. Tenía una adicción a la goma de mascar en su intento por dejar el tabaco, tenía una manera horrible de comer, era un poco desordenado y terco, pero siempre estaba ahí para él cuando lo necesitaba.

En cambio, Kouyou descubrió el muy mal genio de Yuu, que era de personalidad volátil, ordenado en exageración, adicto al café en grano y tenía un hermano casi idéntico a él, el cual había conocido por accidente cuando contesto el teléfono de Yuu pensando que era el suyo.

Solo le faltaban tres cosas por hacer a Yuu antes de sus veinticinco y Shima lo estaba ayudando. 

Ya había "dormido en la casa de un extraño" si es que Shima aún contaba como uno. Lo curioso de la historia es que ninguno de los dos supo cómo terminaron dormidos en la misma cama, pero en direcciones opuestas. Al despertar Shima tenía el pie de Yuu casi metido en la boca y lo primero que pudo decir el pelinegro fue "No me robe tu televisor ni tu microondas".

Ahora se encontraban en los jardines Hamarikyu, un pulmón en el centro de Japón, cubierto por pequeños copos de nieve anunciando el inicio próximo del invierno; discutiendo su cosa por hacer número siete: Aprender español.

—Técnicamente sé lo básico.

— ¿Entonces por qué no lo tachaste de tu lista? —Preguntó Shima mientras mordía su sándwich y dejaba caer una hoja de lechuga sobre su playera negra —Mierda, me manché de mayonesa. —Yuu le tendió una servilleta.

—Porque no puedo formar una frase coherente en español. Solo sé decir cosas como "Hola", "Buenas tardes" "Buenas noches", "Gracias", "Por favor" y "Puto”. Y estoy muy seguro que la última no es una palabra que puedas usar en una conversación común.

— ¿Qué español estás aprendiendo?

—Latinoamericano. El castellano me produce urticaria. —Shima rio y terminó de comer su sándwich, chupándose los dedos y atacando su jugo de cajita.

—Yo digo que deberías dejar ahí el intento por hablar español. No es como si fueras a visitar alguna vez a los habitantes de habla hispana.

Señor, con todo respeto, vaya y chingue su madre. —Habló con dificultad y un acento gracioso.

— ¡Mira! Ahí está tu primera frase. No estoy seguro de que sea lo más socialmente aceptable pero igual funciona. —Tachó de la lista "aprender a hablar español" y sonrío. —Lamento decirte que no puedo ayudarte en las otras dos.

En ese momento Yuu pensó en decir "creo que me has ayudado bastante en la diez y has comenzado a hacerlo en la ocho" pero temía que al decirlo Shima fuese a salir corriendo de ahí. —Aunque debo aceptar que tal vez me esté enamorando de ti.

—Disculpa, ¿qué? —Parpadeo sorprendido y miro a Shima directamente a los ojos. Este desvío la vista nervioso y Yuu notó como sus mejillas ardían levemente.

—No lo voy a repetir. Fue demasiado vergonzoso decirlo.
—Wow, esto es... Inesperado. También me agradas. —Shima le dedicó una mirada asesina y suspiró.

—Es el peor cortón que pudiste haberme dado.

— ¡No! ¡No quería hacerte sentir mal! Es solo que... Mira, he sido muy feliz contigo y eso quitaría el número diez de la lista y no sé, siento que es muy pronto y a lo mejor estoy siendo muy ofrecido o algo así, pero tal vez... Como una suposición ¿no? No es como que esté hablando enserio...

— ¿Sientes algo por mí? — Preguntó con verdadera curiosidad a lo que Yuu respondió asintiendo. Una ráfaga de viento frío sopló y alboroto su cabello. Shima sonrió y se cubrió el rostro con las manos. —Esto es tan vergonzoso.

—Ya se. —Yuu se revolvió el cabello nervioso. —No sé cómo reaccionar ante estas emociones sin sentirme más gay... Aún.
— ¿Qué se supone que debemos hacer ahora? 
—No lo sé, tal vez debería invitarte a una cita con final feliz. —Shima rio 

—Prometo llevar el postre debidamente rasurado. —Yuu estalló en risas y seguido tomó la mano de Shima, sintiéndola fría al contacto, pero a la vez cálida. —Entonces, ¿una cita? —Yuu asintió. —Bien, ¿el viernes a las 5:00?

—Sí, pasó por ti, espera ¿está bien que pase por ti?

—Supongo. Es mejor que llegar por separado.

—Bien, el viernes entonces.

—Bien. —Yuu tomó al castaño de la nuca y lo acercó a sus labios para besarle lento y con dulzura. 

 

 

 

 

 

 


— ¿No estoy actuando muy puta? Acabo de terminar una relación.

—Yuu, nadie, ni el perro de la equina, quería a Kazuki. Y Kouyou parece un buen tipo y... ¿Debería hacer un costillar o pierna de cerdo para Navidad? —Navidad. Estaban a una semana de la gran fecha y Yutaka parecía más interesado en la cena que en su cita dentro de unas horas.

—Yutaka es muy enserio. ¿Esto está bien?

— ¿Tú te sientes bien con él? —Yuu asintió. — ¿Te hace feliz? —Asintió de nuevo — ¿Entonces a qué le das tantas vueltas? Uno no elige de quien enamorarse y cuando te llega te llega. No le des vueltas. Estas semanas te he visto de mejor humor y no me puedes negar que es debido a Kouyou. Aparte, ¿a qué tanto le temes? Si están hechos el uno para el otro en algún momento van a terminar juntos. ¿Para qué darle vueltas a algo que tarde o temprano va a pasar?

—Tienes razón. Eres un buen amigo Yutaka. Seguramente iras al cielo con todo y zapatos. —Este negó 

—Soy gay. Dios me odia y estoy exiliado del paraíso. 

—Bueno, irás al cielo de las locas. Siempre puedes ser feliz ahí.

—Si me voy con zapatos espero irme con unos de tacón del quince. —Ambos rieron.

—Entonces, ¿me prestas la camioneta? —puso ojos suplicantes y Yutaka giro los ojos resignado.

—Ya qué. Solo llénale en tanque de regreso.

— ¡Te irás al cielo con louboutin incluidos! —Gritó al tiempo que salía corriendo con las llaves de la camioneta.

— ¡Maricón! — Yutaka sonrío al ver cómo su amigo cerraba la puerta con singular alegría. Ahora el dilema era, ¿costillas o pierna de cerdo?

 

 

 

 

 



Llego cinco minutos tarde porque se pasó de largo en la calle donde tenía que dar vuelta. Paró frente al complejo de departamentos y bajó de la camioneta. Esperó a que el elevador subiera tres pisos y tocó el timbre correspondiente.

Estaba nervioso. Seco el sudor de sus manos en su pantalón negro de vestir y revisó si sus zapatos no se habían ensuciado en el trayecto. Llevaba una camisa ceñida azul cobalto entreabierta en el pecho y un saco color negro. No es que nunca hayan salido juntos, solo que ahora era especial.

Shima abrió la puerta agitado y vistiendo solo un pantalón de mezclilla oscura.

—Pensé que ibas a tardar más y... Oh por Dios. Aún no sé qué ponerme. — Cubrió su rostro con las manos —Te ves tan bien así y yo aún no sé qué usar.

—Te verás bien con cualquier cosa.

—Te aseguro que no me veré bien con una estola. No es que tenga una, claro. ¿Gustas pasar? Prometo no tardar más de media hora. — ¡¿Media hora?!

Yuu entró y tomó asiento en el sillón individual de la sala. Shima pasó a su lado y antes de subir las escaleras le dirigió una mirada que decía "sígueme". Pero tal vez Yuu era idiota. Y decidió ignorarlo y seguir sentado. Diez minutos después apareció Shima en las escaleras.

—Tal vez... Deberías ayudarme a decidir qué poner. —Eso, aquí y en Alaska, que, por cierto, no sabía bien dónde quedaba, era una insinuación. Yuu se puso de pie lo más rígido posible y camino a paso mecánico hasta el cuarto del castaño.
"Por favor Dios, que no esté sudando de las axilas..."
—Entonces, ¿qué me pongo?

—Podrías quedarte en calzoncillos... Toda la noche de ser posible. —Shima solo llevaba puestos unos calzoncillos de licra negra.

—Vamos Yuu, es una cita. No puedo ir así por la vida.

—No me hagas tonto. Te me acabas de insinuar y quieres comer el postre antes de la cena. ¿Me equivoco?

—No, la verdad no. —Shima se acercó a él y rodeó su cuello con sus brazos. —La verdad es que desde ayer tengo ganas de probar el postre.

Yuu le sonrió con lujuria y lo jaló de la cintura pegándolo a su pelvis. Con ansia recorrió la espalda del castaño mandando escalofríos por el cuerpo de este. Shima besó con parsimonia el cuello de Yuu y este entrecerró los ojos de placer. El cuello era su maldito punto débil.

Shima arrancó el saco del cuerpo de Yuu y con suma lentitud comenzó a desabotonar su camisa. Una vez logrado su cometido recorrió con admiración el pecho del pelinegro.

—Estoy seguro de que en algún lugar del Génesis Dios crea los abdominales perfectos. —Yuu rio en el oído de Shima.

— ¿Quieres ver algo mejor? — Sin dejar que el otro respondiera, lanzó su camisa lejos y mostró su brazo izquierdo.

—Por el amor de todo lo que es sagrado... —Shima suspiró y dejó salir un jadeo de emoción— Tu tatuaje. —Lo recorrió con los dedos y preguntó — ¿Qué significa?

—Es el símbolo familiar. Me lo hice a los veinte.
—Creo que se me ha parado. —Susurró Shima con una voz cargada de deseo.

Sin mediar palabra, Yuu hizo a un lado su cabellera negra y dejó que el otro le repartiera besos y chupetones por todo el cuello. Sentía su erección atrapada entre los pantalones y le urgía un tacto humano en su zona intima.

Shima se deshizo del cinturón y del botón de su pantalón y liberó un poco la tensión que atrapaba a su sexo.
— Puedo chuparla, ¿cierto?

—No, no puedes. —Respondió Yuu irónico. —Es para que los mortales me admiren.

—Muy gracioso Shiroyama. Siéntate. Te la voy a chupar. —Shima bajó sus pantalones con todo y ropa interior y lo lanzó al colchón haciendo que el otro se sentara de inmediato.

Yuu abrió las piernas y dejó que su erección se perdiera entre esa hermosa y carnosa boca que Takashima Kouyou poseía. Shima tragaba toda su erección de vez en cuando y subiendo con ligeras mordidas. Yuu no podía reprimir sus gemidos y jadeos. 

—No mastico goma a lo idiota ¿sí? — Siguió chupando con singular alegría. Subiendo y bajando a lo largo de su hombría. Pasó la lengua en círculos por la punta y dio una última succión dejando un hilillo de saliva entre su pene y su boca.

—Te tengo unas ganas infernales. —Yuu habló entrecortado y jadeando.

—Qué bueno. Yo igual. —Takashima se lanzó sobre el besándolo como si el mundo se fuese a acabar. 

Enseguida, Yuu comenzó a lamer sus pezones hasta endurecerlos. Eran rosas y verlos erectos le provocaban que su instinto animal quisiera comérselo ahí mismo.

Shima se deshizo de la única prenda que lo vestía y comenzó a restregar su trasero en el pene erecto de su pareja. Yuu soltó un jadeo ansioso y lo tiró a lo largo del colchón. Abrió sus piernas de manera salvaje y se dedicó a lamer la entrada del castaño.

—Dios, Yuu... No hagas eso. —Takashima suspiró y contrajo su abdomen de placer. Yuu escupió una cantidad considerable de saliva y comenzó a estimularlo con un dedo.

—Quiero penetrarte ya. —Yuu se sonrojó ante sus propias palabras y Shima asintió. Metió un segundo dedo y sintió ese punto que volvía loco a todo hombre. Heterosexual o no.
— ¡Por el amor de Dios! ¡Oh, Yuu, hazlo de una vez! — Ingresó un tercer dedo y siguió atacando su próstata sin compasión. Fue hasta que sus gritos ya eran lo suficientemente audibles cuando decidió reemplazar sus dedos.

—Quiero que sepas algo antes de que haga esto. — Mencionó Yuu antes de entrar en el castaño.

—Si dices algo como "esto es un error" o algo así, juro que te rompo la cara.

—No, no. Quiero que sepas que —respiró profundo y siguió —que nunca me había sentido así de feliz desde hacía mucho.

—Yo tampoco. —Shima confesó después de una pausa.

—Eso y que no tengo condones.

—Oh... Bueno, puedes hacerlo así.

— ¿Y si tengo una infección o algo?

—Seguro no la tienes. Ya me lo habrías dicho.

—Pero...

—Yuu, si no lo has notado, estoy caliente a morir, si no me penetras ahora juro que te corro de mi casa y comienzo a atenderme yo solo. ¡Sólo hazlo!

Dicho esto, Yuu penetró al castaño y se dijo a sí mismo, que seguramente así se sentiría el paraíso. Seguro hizo bizcos de placer, pero eso no importaba. Abrió los ojos y miro las expresiones de Shima al contraerse de placer. Su entrecejo fruncido, sus labios abiertos y húmedos, sus ojos entrecerrados... Podría morir en ese instante y morir feliz.

Comenzó a embestir de forma rítmica y los jadeos de Shima parecían música para sus oídos. Alzó las hermosas piernas del castaño sobre sus hombros, dándoles mordidas en el proceso y profundizó más sus embestidas. Shima comenzó a rasguñar su pecho en señal de desesperación, dejando marcas en él. 

Llevaban varios minutos así hasta que sintió como el castaño se contraía cada vez más seguido. Yuu comenzó a embestirlo con más fuerza y los gemidos del castaño ya se habían convertido en gritos de placer.

—Córrete dentro, por favor...—Mencionó Kouyou en un suspiro y como si su cuerpo hubiese obedecido al instante, se corrió dentro de su amante y segundo después, el castaño también explotó de placer. Shima trató de cerrar sus piernas, tratando de reprimir unos segundos más el orgasmo. 

Yuu salió del interior del castaño dejando escurrir un poco de semen. Jadeando, se acostó a su lado y besó la sien de Shima con cariño.

—No lo haces mal eh. —Habló Kouyou tratando de controlar su respiración y como quien no quiere la cosa. Yuu sonrió con los ojos cerrados y habló.

—Cinco minutos. Dame cinco minutos y te llevo a cenar. —Se recostó de nuevo en el colchón. —Pero quiero pedirte un favor.

— ¿Cuál?

— ¿Podrías eh… maquillarte los ojos?

 

 

 

 

 

 

— ¿Teníamos reservación o algo? Porque este lugar está a reventar y no creo que nos hayan pasado así de la nada solo por mis ojazos. —Shima parpadeo muy rápido presumiendo sus maquillados ojos y Yuu le sonrió.

—Yutaka trabaja aquí. —Shima paró en seco y abrió la boca de sorpresa.

—Mentira, ¿acá? —Sonaba realmente sorprendido. — ¿En el L'Atelier de Joël Robuchon?

—Sip.

Este era el restaurante más de moda en la actualidad. La decoración negra y roja tenía una iluminación tenue e íntima. El cambiante menú ofrecía sencillos y deliciosos platos de cocina francesa. Dispuestos alrededor de una cocina abierta, todos los asientos estaban sobre la barra. Así, los comensales podían ver a los magníficos chefs en acción.

— ¿Es mesero o algo?

—No, chef estrella.

— ¿Enserio? ¿Y aun así te atrevías a llamar a tu amigo santurrón y más cosas horribles? Seguro tu amigo se carga un dineral...

—La camioneta es de él y no mía. Por si tenías una duda. —Shima estuvo a punto de sacar su paquete de goma de mascar cuando Yuu lo detuvo. —No, aquí ni lo intentes. — Shima se encogió de hombros y se sentaron frente a la barra donde Yutaka les sonreía haciendo como si no los conociera.

La noche iba perfecta. Ambos estaban de muy buen humor y la comida era deliciosa, y ni hablar del pastel de mil crepas. Yuu de vez en cuando decía alguna estupidez que hacía reventar en risas a Shima. Sin notarlo, ambos estaban tomados de las manos por encima de la barra.

—Yuu, diré esto solo una vez porque sonará muy ridículo. Creo que me gustas mucho… demasiado.

—Shima, esto es enserio. Yo, no sé, me siento muy bien contigo y…

— ¿Yuu? Sabía que estarías aquí.

El ruido pareció desaparecer para Yuu y solo quedó un zumbido incómodo en sus oídos. Giró sobre su asiento y vio a Kazuki parado frente a él. Estaba como lo recordaba. Tan guapo como siempre. Con su camisa blanca bien abrochada y las mangas hasta los codos. Como si de repente se diera cuenta que estaba acompañado, miró a Shima. Este solo se dedicaba a jugar con la servilleta de tela mientras veía la mesa con el ceño fruncido.

—Tal vez podríamos hablar por un segundo. Espero a tu amigo no le moleste o algo. —Como si lo hubiesen pinchado con un alfiler, Shima dirigió sus ojos salvajes en dirección al invasor de su cita. Lo escaneó de arriba a abajo y miró a Yuu esperando una aclaración al adjetivo “amigo”. En cambio, Yuu solo lo miro de forma suplicante.

—Solo un segundo, ¿sí?

¡Boom!

—El tiempo que gustes. —Shima sonrió, pero su mirada no se veía para nada alegre. Entonces se dio el parón y dejó el restaurante. Cuando estuvo fuera esperó que Yuu fuese detrás de él. Pero después de diez minutos supo que seguir esperando sería inútil. Así que regresó a casa con el orgullo destrozado y pisoteado.

 

 

 

 

 

 

 

 

—Yuu, realmente no quiero hablar contigo, ¿sí? —Takashima por fin abrió la puerta y tenía los ojos hechos panqué.

— ¿Lloraste?

—No, me golpee intencionalmente los ojos sin cansancio. Enserio Yuu, no quiero verte ahora. —Estuvo a punto de cerrar la puerta cuando Yuu metió el pie entre la puerta, deteniéndola antes del cierre.

—De verdad. Quiero disculparme por lo de ayer. —Shima suspiró, abrió la puerta por completo, de nuevo y se cruzó de brazos.

— ¿Crees que un simple perdón soluciona todo? —Shima sintió sus ojos humedecerse y sintió rabia consigo mismo. — Deja tú el cariño, es lo de menos. Me humillaste, me dejaste solo. Eres un imbécil. Mereces que ese idiota te trate como basura.

—No lo conoces, no puedes hablar así de él. —Contestó Yuu realmente ofendido.

—Tienes razón. No lo conozco. Así que lárgate y vete a acurrucar a los brazos de alguien que se dedica construirte castillos de arena. Si te engaña de nuevo, al menos ya estarás acostumbrado al sentimiento de ser pisoteado.

—Shima, no me hagas esto. Estoy realmente confundido y…

—Confundido o no, me importa una mierda. No sigas pensando más, elígelo a él. Hasta nunca, Shiroyama. —Y sin esperar un segundo más, Shima dio un portazo en la cara de Yuu.

 

 

 

 

 

 

 

 

—Creo que debes salir ya de la cama y tomar una ducha. Enfrentarte al mundo y esas cosas que hacen los adultos. — Yutaka abrió las cortinas de la habitación de invitados dándole libre paso a la escasa luz solar de diciembre

—No quiero ser un hombre, quiero ser un adolescente dominado por la angustia, que no puede enfrentarse a sus demonios interiores y por eso ataca verbalmente a otras personas.

—Estoy seguro de que eso lo sacaste de un libro. Yuu, ya no eres un adolescente, por si no te has dado cuenta. — Yuu giró sobre su propio cuerpo y quedó hecho rollito entre las sábanas.

—Esto es muy difícil Yuta. Ayúdame por favor.

— ¿Quieres un consejo?  Pues, Takashima tenía razón. Kazuki es un imbécil, y sé que dicen que más vale malo por conocido que malo por conocer... o algo así, pero no jodas, este no es el caso. Estas haciendo lo mismo que Kazuki hizo contigo. —Yuu se quedó en silencio esperando que su amigo agregara algo más. Pero este solo golpeo sus muslos rítmicamente y después salió de la habitación. Al poco tiempo regresó con un par de toallas.

—Toma, báñate. Comienzas a oler extraño. —Yuu tomó las toallas y se desenrolló de las sábanas. — ¿Y qué vas a hacer? Mañana es veinticuatro.

—Quedé de ver a Kazuki a las cuatro en el Floresta Café.

—Supongo que ya tomaste una decisión. —Yuu asintió. — Bien, que sea lo que Dios quiera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Shima estaba sentado frente al Shibuya 109, mirando la gente al pasar. Los copos de nieve caían rápidos y concisos. La gente corría de aquí para allá con compras de último minuto, había parejas tomadas de la mano y llevando bufandas a juego. Navidad apestaba, siempre y cuando la pasaras solo y enojado con la vida. Llevaba dos horas sentado, y fue hasta que el trasero comenzó a dolerle cuando decidió regresar a casa. Si se iba caminando, llegaría en treinta minutos. Y como no quería lidiar con el tren lleno de gente, emprendió su camino a casa.

De repente le deseaba al inventor de las luces navideñas con sonidito una estancia en el infierno muy agonizante. Bajo todo ese espíritu navideño Takashima se sentía más amargado que de costumbre. ¿Cuántas cabras se sacrifican para ser feliz en Navidad?

Llegó a su casa cuando comenzaba la hora azul –cuando el cielo comenzaba a oscurecerse y el cielo se veía de un azul petróleo- y pensando en cualquier tontería. Sacó sus llaves y abrió la puerta sin muchas ceremonias. Se disponía a pasar una noche llena de helado, galletas y Netflix. Se cambió al pantalón de pijama (morado y con patitos animados) cuando el timbre resonó por toda su casa. Abrió la puerta y encontró un ramo gigante de rosas rojas en el pasillo, con una tarjeta que decía “No me importa ser MUY gay contigo.”

—“Para que dejar todo cuando me ofreces nada.” Estoy seguro de que fue lo que más le dolió de todo el discurso que me preparé en la semana. —Yuu estaba de pie frente al ramo de rosas con las manos dentro de los bolsillos de su abrigo. —Lamento si de verdad te hice sentir como una basura. Y quiero que sepas que realmente lo quiero intentar contigo. Así que, ¿lo siento?

— ¿Y tuviste que tardar una semana para decírmelo? —Preguntó Shima tratando de sonar ofendido, y fallando en el intento. —Este es el momento en el que te lanzas a besarme y decirme que soy lo mejor que te ha pasado en la vida.

— ¿Puedo besarte? —Shima puso los ojos en blanco y lo besó fuerte y rápido en los labios. — Eso fue un sí. —Rieron como idiotas y siguieron dándose besos cortitos por largos minutos. —Salgamos al centro de la ciudad. Podemos hacer muñecos de nieve en la plaza o patinar en la pista o cualquier cosa que quieras.

—Yuu, ya me puse mi pijama y tengo frío. —Yuu se balanceó sobre sus pies con un sentimiento de incomodidad en el pecho. —Me estaba preparando para un maratón de Netflix con galletas y helado. Siempre puedes unirte. —Recogió el pesado ramo y dejó pasar al pelinegro. —Es lo más gay que han hecho por mí en toda la vida.

—Te lo dije, no me importa ser gay contigo. —Yuu le dio un besito de esquimal. Ambos se dirigieron a la cama de Shima, llevando galletas, helado de chocolate y uno que otro sobre de cajeta.

— ¿Qué película quieres ver?

— ¿En realidad importa? Yo me quedé por el sexo de reconciliación.

—Yuu, no todo se soluciona con sexo. —Yuu estaba a punto de lanzarse sobre su cuello

—Entonces, ¿no quieres? —Shima negó.

—No es eso Yuu, vamos a tener sexo. Pero quiero que pienses en lo que te acabo de decir. —Shima tomó un poco de helado con su dedo índice y lo llevó a su boca, lamiéndolo de forma lasciva.

— ¿Sabes? Podría hacerte el amor toda la noche.

—Y a mí me gustaría que lo hicieras. —ambos se lanzaron como animales, dejando el helado derretirse, y se amaron durante varias horas hasta que el cuerpo ya no les daba para más. Eso sí. Bien tapaditos con cobijas porque el frío se colaba por la ventana.

—Al final sí cumplí mi lista, y no lo habría logrado sin ti. Feliz Navidad Takashima Kouyou.

—Feliz Navidad... Mi amor.

— ¿Mi amor? —Shima se retorció incómodo.

—Lo estoy intentando. —Se besaron hasta quedarse dormidos, mientras los copos de nieve llenaban el filo de su ventana.

Tal vez Takashima no tenga los mejores modales al comer, tal vez haga un sonido horrible al masticar goma, tal vez fuera muy chillón y testarudo, pero le ofrecía un mundo de posibilidades. Y a veces, el mundo que conocemos puede cambiar y convertirse en algo mágico si estamos con la persona correcta. Y Yuu deseaba de todo corazón, que Shima fuese esa persona correcta. 

 

 

 

 

 

 

 

 

—Yuu, te juro que si me voy de boca será toda tu culpa.

—Solo dame la mano y relájate.

—Yuu, no puedo ver. El gorro se me ha caído hasta la nariz.

—Espera, no te muevas, lo voy a acomodar.

— ¡No me sueltes! ¡Me voy a morir aquí!

—Es solo una pista de hielo, cálmate. Hay una niña como de ocho años dando piruetas perfectas y tú llorando porque el gorro no te deja ver. —Acomodó su gorro y unos cuantos mechones que quedaron alborotados a los lados. — ¿Mejor?

—Ya, no es para tanto.

—Pero si quien estaba haciendo drama eras tú. Como sea, ven acá. Hagamos una foto.

— ¡MAMÁ, TENGO UN NOVIO MUY HOMOSEXUAL! —Gritó Shima a todo pulmón.

—Cállate y ven acá. —Le dio un jalón y lo abrazo por los hombros. Sacó su teléfono, se tomaron una foto juntos sonrientes y otra besándose. —En algún momento nos cansaremos de toda esta ridiculez que estamos haciendo.

—Ay ya Shiroyama, no seas amargado. Te aseguro que seguirás igual por el resto de tu vida. Y si en algún momento dejas de ser ridículo solo tengo que llorar y tendré otro ramo de rosas gigantes frente mi puerta. Por cierto, la verdad no sé qué hacer con ellas.

—Puedes tirarlas si quieres.

—Sí, tienes razón. —Yuu entrecerró los ojos.

Ah okay. Bye. —Soltó a su novio y se alejó hasta el otro extremo de la pista.

— ¡Yuu! ¡Era broma! ¡No me dejes aquí! ¡Me voy a morir, A MORIR! —y seguido, Shima cayó de sentón sobre el hielo. Yuu se giró en el momento justo para ver su caída y se carcajeó. Para ser sinceros, él ni siquiera pensaba en cansarse de Takashima Kouyou. Patinó de regreso y se arrodilló a su lado para darle un abrazo cargado de cariño, sin importarle que media ciudad tuviese los ojos fijos en ellos. 

 

Notas finales:

Me sorprendí bastante al ver que es un one shot bastante largo.

Ha sido de lo que más he disfrutado escribir, me encanta la química que puse entre estos dos y pues nada, me hacen feliz.

Pondré el mismo chiste estúpido que hice la vez pasada:

 

Dos años despues, Aoi y Uruha empiezan a tener problemas y cortan, jajaja, nochelto, pero incluso Aoi twitteó esto: Las parejitas que ahora están tan enamoradas al final acabarán mal, ¿sueña irónico verdad? Boohoo.

Maldito viejo amargado...


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