el tren acababa de llegar a la estacion, todos estaban sumamente emocionados de al fin ser libres de la escuela y de dejar atras los terribles acontesimientos del torneo de los 3 magos.
pudo ver a su tio en la distancia con cara de enfado, otro horrible verano realizando labores domesticas agotadoras, dias sin comer y una rigida disciplina-porque no me habra matado ya de una vez voldemort, seria maas piadoso que estas viviendo esto-pensaba el joven de pelo castaño.
-hola tio- dijo harry de la manera mas mansa posible, no queria hacer enojar a su tio tan rapidamente, su tio solo contesto con un asentimiento seco de cabeza y camino hacia el auto mientras harry cargaba su baul tras de el, hedwig estaba muy tranquila en su jaula, sabiendo que si hacia alboroto su dueño la pagaria era una lechuza muy inteligente.
el camino a la casa se efectuo en un total y tenso silencio, llegando a la casa bajo sus cosas y se quedo parado en el recibidor esperando a que su tio entrara- sube a tu cuarto- espeto de manera enojada y arta, no tenia sentido hacerlo enojar con que tenia hambre y mejor para el estar lo mas lejos de ellos, tampoco es como que el quisiera pasar tiempo de calidad con ellos, eso se había terminado hace mucho tiempo.
llego y dejo su baúl bajo la cama sin mover nada, no es como que tuviera que guardar muchas de sus "cosas de fenómenos" ni que el quisiera que ellos las vieran y rompieran sus cosas-fenómeno,!!! baja y prepara la cena!- fue el grito que se escucho desde la sala, suspiro largamente y se dispuso a bajar.
cuando llego a la cocina pudo ver a su tía viéndolo de manera despectiva y fría-apúrate- fue toda su conversación.
Harry se puso manos a la obra.
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RedondillasHombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Cambatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?
Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.