Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¡Pobre! por jotaceh

[Reviews - 156]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Día 11: Pervertido 

 

Después de lo sucedido no pude sacarme de la cabeza a Rafael. ¿Por qué me había besado? Mi parte más optimista quería creer que estaba enamorado de mí, que al saber que estaba con otra persona se había puesto celoso y que, por eso, decidió actuar antes que fuera demasiado tarde. Sin embargo, mi parte negativa quería creer que estaba jugando nuevamente, que no iba a permitir que fuera feliz con Joaquín, por lo que fingiría que le gusto para que me quedara solo. ¿Podría existir gente tan malvada?

 

Creo que no se los había comentado antes, pero soy católico. Suelo ir los domingos a la iglesia del pueblo, a presenciar la misa de aquel anciano de larga barba blanca y voz gastada. No es algo que haya aprendido de mi familia, porque mi mamá es atea y prefiere creer en el dios del vino, hacer sahumerios y contratar brujas para hacer "amarres", ya saben, la agüita de calzón. Si me bauticé e hice mi primera comunión, fue ayudado por la familia Eguiguren. Ellos son muy devotos y al ver que Carmen me tenía abandonado en el rumbo mortal del pecado, decidieron guiarme en la fe. Como si fuera un niño pobre de África y me hubieran apadrinado. 

 

-Por favor diosito, no me hagas caer en tentación –

 

Recé profundo para no sucumbir ante las tretas de Rafael. Por fin tenía un pretendiente, alguien a quien le gustaba y no quería arruinar todo al pensar que podría tener una oportunidad con el rubio.

 

-Me alegra que clames tan fervientemente –

 

La señora Cecilia había escuchado mis súplicas. Si tan solo supiera que todo tiene que ver con el suculento de su hijo. Ese mismo sujeto que estaba sentado al otro lado de la banca, intentando ignorarme como si hubiera sido yo quien le besó. Ahora resulta que el culpable soy yo.

 

-¿Estás bien? –

 

Dijo bien fuerte Olivia, que no podía regirse por las reglas de silencio. Solo atiné a responderle con la cabeza y es que me sentía un tanto enfadado con la muchacha. Sé que no lo hizo con mala intención, que no puede guardar secretos, pero si tan solo no hubiera ido con el chisme con su hermano, no estaría tan complicado.

 

La iglesia era antigua, construida de adobe, con un techo grande y con las vigas de madera a la vista, estaba pintada de blanco y por fuera coronada por las tejas rojas que parecían haber sido puestas en la colonia. Como todo en el pueblo, parecía vieja, acrónica en tiempos donde la capital está repleta de grandes construcciones de cristal. Los caminos siguen siendo en su mayoría de tierra y las distancias largas entre los hogares y la plaza del pueblo (donde se concentraban la iglesia, la alcaldía, los bomberos y la policía).

 

Obviamente, nosotros íbamos en el lujoso auto de don José Miguel, quien como siempre, se mantenía callado durante gran parte del viaje, como si en realidad nunca hubiera querido ir a misa. A veces creo que le sucede eso con todos los aspectos de su vida, que ni su trabajo ni su familia le complacen tanto.

 

En los asientos de atrás, íbamos los menores, e intenté dejar a Olivia en medio para no tener que tocar a su hermano. Supongo que él también lo prefirió así.

 

-¿Por qué están tan callados? ¿Es porque Pablo consiguió novio? –

 

La boca de Olivia nuevamente se descontroló, tan solo que esta vez quienes escucharon fueron más. Sentí cómo los patrones se quedaron un poco incómodos con la revelación, como si no les agradara mucho el hecho de tener bajo su techo a un sodomita.

 

-Espero que hagas "tus cosas" fuera de la casa. No te vamos a juzgar, pero quiero que sepas que no apoyamos tus preferencias. Algún día te darás cuenta que estás equivocado y en ese momento, Dios estará ahí para perdonarte –

 

Cecilia hablaba con un tono conciliador, aun cuando sus palabras eran hirientes. Cuando te crías como el hijo de la sirvienta, hay situaciones que te acostumbras a vivir, por lo que sentir nuevamente el rechazo de la mujer no me dolió en demasía. Obviamente me hacía sentir mal, porque me trataba como si estuviera cometiendo un error, cuando nunca tomé la decisión, solo nací así. Sin embargo, ¿qué más iba a esperar? Si no es parte de mi familia y supongo que ni siquiera me quiere.

 

-No seas tan retrógrada, Cecilia. Pablo no está cometiendo ningún error, solo es así y siempre lo hemos sabido –

 

Y por primera vez, el caballero me defendió. Fue extraño pensando que es tan serio, pero me hizo sentir bien, porque por lo menos alguien en esa casa me apoyaba, sin contar a Olivia por su puesto.

 

Su esposa se quedó callada, como si hubiera sido regañada. Debo reconocer que eso me agradó. In your face, bitch, aunque guardé silencio porque es quien le da trabajo a mi mamá y necesito comer.

 

Como era de esperar, Rafael siguió escondiéndose, no quería admitir sus reales intenciones o algún error que había cometido. Su silencio y distancia, me daba la razón en intentar olvidar lo sucedido, finalmente debía pensar en quién era el muchacho, era imposible que sintiera algo por mí, de seguro es otra de sus bromas.

 

Así llegó el lunes y con ello, la clase que más detesto: educación física. Detesto tener que mover mi cuerpo y especialmente tener que ser brusco en algún deporte en grupo. No tengo problemas en correr y hacer abdominales, prefiero cualquier actividad individual antes que hacer equipo y tener que actuar que me gusta la agresividad. Otra cosa que detesto, es que es el momento cuando más debo fingir, porque se me desvía la mirada sin querer y termino viendo los bultos de mis compañeros, cómo se mueven y a veces se los tocan para acomodarse. ¿Quién inventó los pantalones de deportes? Se les ve todo a esas pequeñas criaturas. 

 

-Profe, me siento mal, no puedo respirar bien –

 

Es la excusa que le doy a veces al sujeto con silbato. Soy delgado, pero tengo tan mala condición física que, tras correr quince minutos, termino desfalleciendo y respiro como viejo fumador de ochenta. 

 

-Está bien, siéntate allí... Deberías mejorar tu resistencia, estás muy joven para ser tan débil –

 

Solo me cayo, aunque me gustaría responderle que él no es el mayor exponente de vida sana, mucho menos con esa panza de cervecero que tiene. 

 

Como mi colegio es rural (y pobre) no tenemos gimnasio, por lo que hacemos la clase en la parte trasera, donde hay un espacio libre. Todo es tierra y polvo, corremos un poco y se levanta una polvareda. Me siento sobre una banca de madera que está ubicada a un lado, ni siquiera gradas tenemos.

 

Intento respirar normal hasta que mi atención se centra en Joaquín. Es la primera vez que me daba cuenta de él en clases. Intento ser disimulado, pero no puedo dejar de observar como salta, corre y se agita. 

 

Dios mío, que está bastante bueno. Pienso constantemente mientras su pantalón holgado me llama como si fuera una sirena. Es de los más altos del salón y aunque es delgado, tiene cuerpo y corneta... Lo siento, un prominente bulto. Por la cresta, me carga estar en la pubertad y centrarme tanto en los penes. ¿Será lo mismo con los heteros? ¿Por eso siempre andan viendo culos?

 

-¿La tiene grande? –

 

-Parece, pero no se la he visto parada –

 

Respondí sin querer, todavía perdido en mis pensamientos impuros. Tras terminar la frase me percato que un muchacho se ha sentado a mi lado y se ha dado cuenta que espío al castaño. Volteo asustado, para encontrarme con Cristián.

 

-Al final Emilia ni tenía las tetas tan grandes. Yo creo que se coloca calcetines –

 

Era el mismo chico de siempre, hablando ordinarieces con confianza, tal como se comportaba antes de decirle que era gay.

 

Sonreí un tanto nervioso y es que tras lo sucedido no habíamos vuelto a hablar.

 

-Lo siento si fui grosero cuando me dijiste la verdad, solo que soy demasiado estúpido como para entenderlo y me costó, pero eso no significa que no te acepte. Eres mi amigo hace mucho y no quisiera perderte por mi estupidez –

 

Si es tan lindo, detrás de esa piel morena se encuentra un buen chico. Caliente, pero como todo adolescente.

 

-Sigamos siendo amigos entonces – sonreí feliz.

 

-Ok, pero no te vayas a enamorar de mí –

 

-No te preocupes, eres demasiado feo como para que alguien se fije en ti –

 

Bromeamos mientras ambos veíamos los cuerpos sudorosos de nuestros compañeros. Mi abuela siempre dice "dime con quien te juntas y te diré quién eres", y supongo que tiene razón, porque nos parecemos un poco con Cristián, ¿no creen? 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).