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¡Pobre! por jotaceh

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Día 13: Primera discusión 

 

 

Todo había ido bien con Joaquín, hasta que apareció el estúpido de Rafael para arruinar todo. Al otro día, cuando regresé a clases, me encontré con que el muchacho estaba distante, ni siquiera intentaba mirarme, como si ni siquiera existiera. Intenté llamar su atención en clases, viéndole fijamente, y aunque se notaba que había logrado mi intención, él se hacía el desentendido. 

 

-¿Discutieron? –

 

Me preguntó Cristián en el recreo. Supongo que, al vernos separados, entendió que las cosas no iban bien. Me alegró que se acercara a mí primero.

 

-Ayer me fue a dejar a la casa. Justo nos encontramos con Rafael, el hijo de los patrones, que se le ocurrió molestarnos diciendo que antes él me gustaba, y que pensaba que lo había cambiado por algo peor – pronuncié con pesar.

 

-Y entonces... ¿eso es mentira? –

 

Me quedé callado ante su pregunta. Claro, en el momento me molestó mucho que el rubio nos molestara, pero no me di el tiempo para aclarar que lo que se estaba diciendo era mentira, porque... No lo era. En realidad, me gustó por mucho tiempo.

 

-¿Es verdad? ¿Todavía te gusta? –

 

-No, no me gusta... Él nunca se fijaría en alguien como yo. Es guapo, atlético, tiene mucho dinero, un futuro asegurado. Y yo, no soy nadie –

 

-Ok, pero son cosas distintas. ¿Quieres decir que no te gusta porque no te corresponde? Eso no significa que no sientes algo por él –

 

¿De dónde sacó neuronas ahora? Suele ser un tarado y de un momento para el otro, aparece con un análisis profundo de lo que me sucede. Sus palabras fueron tan acertadas que me dejaron atónito.

 

-¿Se ve como si estuviera jugando con Joaquín? –dije con pesar, es difícil cuando el malo aparentas ser tú.

 

-Un poco, queda como el premio de consuelo –

 

Me sentí mal con esa conversación, porque sin querer estaba haciéndole daño a alguien y es que, intentando responder mis propios sentimientos, me di cuenta que no estaba tan seguro de lo que sentía por Joaquín. ¿En serio me gustaba? ¿O seguía pendiente de Rafael?

 

Decidí caminar a solas por el patio, necesitaba pensar y decidir qué haría desde ahora. Iba con la mirada baja, hasta que tropecé sin querer con un compañero.

 

-Lo siento – me disculpé antes de levantar la mirada. Justo se trataba del castaño.

 

-Está bien, no es tu culpa –

 

Él iba a seguir con su camino, tan solo que le detuve tomándole del brazo.

 

-Lo siento también por lo que sucedió ayer, quizás tuve que defenderte de Rafael –

 

-No fue eso lo que me dolió –

 

-Lo sé, quizás te lo tuve que haber dicho antes. Ser más sincero –

 

No quería que siguiera pasando el tiempo, necesitaba solucionar nuestras diferencias en ese instante, especialmente porque Joaquín no se merecía seguir pasándolo mal.

 

-Siempre ha sido un amor platónico, nunca ha existido una posibilidad que estemos juntos, pero...-

 

Se volteó a verme directamente a los ojos, supongo que quería escuchar lo que le iba a decir. Una nube transitó por el cielo y nos entregó su sombra. El sol se escondió avergonzado, mientras los árboles a nuestro alrededor se volvieron locos al ser tocados por las ráfagas de viento.

 

-pero... eso no significa que tú no me gustes. Lo siento por no estar interesado solo en ti. Eso es lo que te mereces y no soy capaz de dártelo. Soy el peor...-

 

Me sacó la mano de su brazo, y de inmediato pensé que se había ofuscado, pero no fue eso lo que sucedió. Se quedó ahí, me miró como siempre lo ha hecho, sonrió y luego me abrazó. Sus manos acariciaban mi espalda delicadamente. Pude sentir el calor de su cuerpo y cómo su respiración acababa en mi cuello. Su rostro estaba tan cerca, su corazón latía tan rápido, que me pareció haber despertado en un sueño cálido.

 

-Nunca te he pedido que solo me mires a mí, ya te demostraré que soy quien vale la pena y no ese rubio pedante... Por un momento pensé que estabas enamorado de él y que no tenías ojos para mí, eso me dio mucha pena, aunque nunca me enojé contigo –

 

Se sinceró. ¿Cómo puede ser tan lindo? Me conmovió la pureza de sus sentimientos, lo gentil y amable que puede llegar a ser. Sonreí bobamente al entender lo suertudo que había sido al llamar la atención de un chico tan genial.

 

-¿Tengo esperanzas? –

 

Apartó su cabeza de mi hombro para mirarme a los ojos y sonreír. No tuve que responderle con palabras, porque en ese instante le besé, acerqué mis labios a los suyos, los que me abrigaron dulcemente. La nube ya se había retirado y el sol volvió a brillar sobre nosotros, como si quisiera felicitarnos por nuestro amor.

 

Entré muy alegre a la casa, acababa de despedirme de Joaquín, quien fue a dejarme como se nos había hecho costumbre. Después de ese malentendido, todo había mejorado, habíamos hecho frente a nuestra primera discusión, nuestro romance había sido puesto a prueba y lo habíamos afrontado con éxito. 

 

Salté por la sala de estar camino a la cocina, cuando me di cuenta que alguien estaba sentado en el sofá.

 

-¿Cuántos años tienes? ¿Dos? –

 

Rafael se burló por mi infantilidad, y borró la sonrisa de mi rostro con su mal humor.

 

-Solo soy alguien muy feliz, así que da lo mismo cuántos años tenga –

 

-Parece que te reconciliaste con tu campesino, los vi en la entrada –

 

-¿No estás espiando? –

 

-Claro que no, no me importa lo que hagas –

 

-Muy bien entonces, porque lo vas a ver más seguido. Lo nuestro va viento en popa –

 

-¿Lo suyo? ¿En serio me cambiaste por alguien tan común como él? –

 

-¿Cambiarte? Nunca has sido nada. Él es el primero y deseo que estemos juntos por mucho, mucho tiempo –

 

No entendía el malestar de Rafael. Si él tiene novia, una chica muy guapa y adinerada, no tendría por qué entrometerse en mi relación, en el romance de alguien tan común como lo soy yo.

 

-Estás enamorado de mí. Reconócelo –

 

-No te amo...-

 

Quería seguir rebatiéndole, tan solo que se levantó del sofá y con brusquedad me tomó por la cintura. Acercó su rostro al mío, intentando darme un nuevo beso. Antes, hubiera deseado con locura que eso se materializara, tan solo que ya había tomado una decisión. Aparté mi cara, no iba a ser el juguete de un niño mimado.

 

-No sabes lo que te pierdes –

 

-Lo sé y por eso lo rechazo. Recuerda que te conozco desde que éramos niños –

 

Me zafé de su agarre y me fui, no iba a permitir que volviera a burlarse de mí. Muy hijo de los patrones será, pero no puede jugar de esa manera conmigo. 

 

 


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