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¡Pobre! por jotaceh

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Día 38: No puedo

 

Rafael se sentía mal, necesitaba el apoyo de un buen amigo y por eso dormimos abrazados esa noche en que reconoció que me amaba. No es que le haya sido infiel a Joaquín. No, es que tenía que ayudar a un desfavorecido. ¿Se comprende verdad?

 

-¡No lo puedo creer! - gritó Julieta después de contarle todo lo sucedido.

 

Nos reunimos en la plaza del pueblo después de clases. No nos veíamos desde aquella noche en la fiesta.

 

-Lo sé, soy la peor persona de todas por engañar a mi novio- reconocí con tristeza.

 

-No me refiero a eso. Estoy impactada porque los Eguiguren quedaron en la calle -

 

-Ay Juli, no es necesario que finjas conmigo. Sé perfectamente que el rumor ya se expandió por todo El Sauce y con lo entrometida que es tu mamá.... - 

 

-¿Tan mal actúo? Mierda, es que me siento culpable y no quiero que Rafael piense que me burlo de él cuando le encuentre en la escuela. Por eso estaba practicando contigo - 

 

-Lo haces pésimo. Además creo que lo mejor que puedes hacer es ser sincera y decirle que lo sientes mucho - por primera vez le daba un consejo y no al revés. 

 

Nos quedamos un momento en silencio. De pronto me acordé que el rubio era el exnovio de mi amiga. ¿Estará celosa? 

 

-Bueno, no me has dicho nada acerca de mi relación con Rafael - 

 

-¿Qué quieres que te diga? ¿Que me sorprende? Pues no, si siempre intuí que esto podría suceder - 

 

-¿Entonces no estás enojada? - 

 

-¿Sabes qué me enfada más? Que sigas con el otro chico, cuando en realidad estás enamorado de Rafa. ¿No te da pena? - 

 

-¡Claro que me da pena! Pero... Me da más pena dejarlo en estas circunstancias, cuando ya está sufriendo demasiado por otras razones - 

 

-Todavía estás a tiempo de arrepentirte, porque conociendo lo testarudo que eres, puedes llegar a casarte si sigues así - 

 

-Bueno... No sería un mal marido-

 

-¡Termina con él ahora! - 

 

Y esa orden se quedó grabada en mi mente. Lo pensé cada segundo que quedaba de esa tarde antes de juntarme con Joaquín. 

 

Sí, debía hacerlo, tenía que acabar con esa farsa y ser sincero por fin, reconocer que no le amo y que el hombre que me gusta es Rafael. 

 

Llegué a la casa de mi novio, caminé hasta el sauce al fondo del terreno y le esperé sentado en el tronco. Busqué en mi cabeza las palabras indicadas para expresar lo que sentía, para ser educado y respetuoso con sus sentimientos, pero a la vez, dejando en claro que era una ruptura y que no había marcha atrás. 

 

-Hola amor - me saludó el muchacho con un beso en la boca. 

 

-Hola, ¿cómo estás? - 

 

-Bien, muy bien. Aunque me llegó un rumor sobre ti - 

 

-¿Un rumor? ¿De qué hablas? - 

 

-Se anda diciendo por ahí que los Eguiguren están viviendo contigo en la casa de tu abuela. ¿Es verdad? - el castaño estaba enfadado, era evidente, aunque intentaba disimular. 

 

-Bueno, sí, es verdad - tenía miedo. 

 

-¿Y eso por qué? - 

 

-Porque no tienen dónde ir y no podíamos dejar que vivieran en la calle - 

 

-Quizás es lo que se merecen. Recuerda que solo eran los jefes de tu mamá - 

 

-No puedo ser tan insensible, especialmente cuando se trata de gente a la cual quiero - 

 

-Claro, porque estás enamorado de Rafael - vi odio en sus pupilas. 

 

Me quedé callado y es que él mismo había llegado al tema que quería tratar. Respiré profundo y me llené de coraje. 

 

-Sí, le amo - 

 

El rostro de mi novio mutó de inmediato. El enfado se esfumó y le invadió la tristeza. Pude ver en sus ojos un dejo de desilusión, un tanto de dolor al saber que sus sueños se estaban rompiendo. 

 

-Quieres terminar ¿verdad? - 

 

-Sí, de eso quería hablar contigo - se formó un nudo en mi garganta. 

 

Estaba muy nervioso, tanto que mis manos temblaban. No quería hacerle daño, eso me lo repetía una y otra vez, tan solo que no podía continuar con la mentira. 

 

-Pero yo te amo-

 

No pudo seguir sus palabras y es que las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Nunca le había visto tan triste, tan abatido. 

 

-Te amo y no puedo vivir sin ti. No me hagas esto - pronunció mientras se desarmada frente a mí. 

 

Se sentó a mi lado, tomó mis manos y me vio directamente a los ojos entregándome con la mirada toda esa tristeza y desilusión que se había generado en su interior. 

 

Me destruyó por completo. Si hay algo que no puedo soportar es ver a otra persona llorando. Me da tanta pena, tanta impotencia por no poder ayudarle, por no poder ser capaz de quitar de su corazón la tristeza. Sería feliz si pudiera serle útil. 

 

-No me dejes, por favor... No me dejes - 

 

Ya no podía controlar el llanto, su rostro estaba empapado, sus ojos deshechos y sus manos buscaban con desesperación el calor de mis palmas. 

 

-Pero no te amo- fui cruelmente sincero. 

 

-Pero puedo hacer que me ames de nuevo... Estás confundido, lo sé, pero soy capaz de ayudarte a recapacitar. Puedo hacerte muy feliz, lo sé - 

 

-Sé que puedes hacer muy feliz a cualquiera, pero yo... no soy el indicado. Lo siento por haberte hecho ilusiones todo este tiempo, pero ya no puedo seguir fingiendo para no hacerte daño -

 

-Pero ahora me estás dañando como nunca antes lo habías hecho -

 

Me rompió el alma verle tan afligido, y es que tenía razón, ahora le estaba destruyendo la vida. Me sentí vil y rastrero, la peor persona del mundo. Todo lo que hice fue por su bien, tan solo que ahora se veía horrendo, como si hubiera jugado con su pobre corazón.

 

-Lo siento, nunca tuve que haberte mentido -

 

-¿Entonces todo siempre fue falso? -

 

-Lo siento... Perdóname - no quería estar ahí. No soportaba verle así.

 

Pensé que lo mejor sería dejarle a solas, por lo que me levanté del tronco, le vi una última vez a los ojos y me fui sin decir nada más, no quería agravar lo que ya había hecho.

 

-Si me dejas no tendré razones para seguir viviendo. ¡Si me dejas voy a acabar con mi vida! -

 

Escuché su grito cuando tan solo había dado un par de pasos. Volteé desesperado, ¿cómo era capaz de pensar semejante barbaridad? La vida es algo muy preciado que no puede acabar por algo como esto.

 

Se limpió las lágrimas del rostro y caminó para encontrarme. Me tomó de los hombros y me miró fijamente, como si esperara ansioso la respuesta que le daría.

 

-No me dejes -dijo finalmente tras no recibir ninguna respuesta de mis labios.

 

-Está bien...- tuve que retractarme y es que no puedo permitir que acabe con su existencia, sabiendo que tiene toda una vida por delante.

 

En ese instante me besó, su pena había pasado, tan solo que no se esfumó, sino que se mudó de cuerpo e invadió el mío, apoderándose de cada rincón de mi carne y alojando su ponzoña en mi corazón. Aquel fue el beso más espantoso que jamás he recibido.

 

 

 

 


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