Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¡Pobre! por jotaceh

[Reviews - 156]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Día 44: A trabajar

 

Había pensado que soportar a Cristián visitando a mi mamá era algo insoportable, tan solo que ahora tengo que verle a él y también a Emilia.

 

-Me gusta que tengas más amigos, siempre pensé que eras solitario –me dijo mi abuela el otro día, cuando ya habían sido tres días seguidos en que los muchachos fueron a su casa.

 

Claro, lo que comenzó como una pesadilla para la castaña, se terminó convirtiendo en una adicción. Y no entiendo por qué, si son tan pequeños y están enredados con Carmen. ¿Qué sucede aquí? ¿Esto significa que tengo una madre pedófila?

 

-Tampoco son niños, saben qué están haciendo y tu mamá no les obliga... Solo están experimentando, ¿qué hay de malo con eso? –me trató de calmar Rafael cuando se enteró del trío.

 

-Está bien, tienes razón y puedo comprenderlo, pero... ¿sabes qué me da miedo? Que mi mamá termine sufriendo o aún peor, que los padres de esos dos se enteren y la envíen a la cárcel – 

 

Carmen nunca ha sido una mujer madura, y siempre he temido que algo malo le suceda por su falta de cordura. Quizás una de las esposas de sus amantes la descubre y le pega con la escoba hasta dejarla moribunda, para lanzarla al río y que se muera ahogada. O que sus amigos borrachos que suele conocer en el bar, se aprovechen de ella y termine con golpes de gravedad, la lancen al río y muera ahogada. O que, por ir ebria por la calle, unos perros la ataquen, quede malherida, la lancen al río y muera ahogada. Hay peligros por todos lados.

 

Intenté calmarme tras conversar con mi novio, aunque no pude evitar preguntarle a Emilia qué le veía a esa relación tan extraña entre ellos tres.

 

-Es que es emocionante, siempre pensé que me gustaban solo los chicos y ahora, me doy cuenta que el sexo es mucho más que te penetren. No sé, es una sensación de libertad y placer muy grande como para explicarte... Creo que cuando seas adulto lo entenderás –

 

-¡Pero si tenemos la misma edad! –

 

-Sí, pero yo he vivido muchas más penurias que tú y eso me ha hecho madurar –seguía siendo una engreía de lo peor.

 

Así, los chicos comenzaron a frecuentar cada vez más seguido mi casa, y se encerraban en el gallinero con su mesías, con la mujer que les enseñó lo que era tener sexo. Si al final, tiene tanta experiencia en ese ámbito que puede dar una cátedra completa.

 

Ya se me había hecho una costumbre ver a los tres juntos, hasta que la realidad de un adulto se hizo presente. Y todo partió con el grito lleno de ira que emitió doña María a las cinco de la mañana un día sábado.

 

-¡¿Quién se comió mi puto flan?! –escuché que vociferó mi abuela desde la cocina.

 

Era muy temprano y todos en la casa nos despertamos extrañados. Apenas pudiendo abrir los ojos, me levanté y fui hasta aquella habitación para averiguar lo que había sucedido.

 

-Me levanté a desayunar y al abrir el refrigerador me encuentro con que alguien se robó mi flan. Mi preciado flancito que había dejado la noche anterior y que con tantas ganas quería comer hoy día. ¿Quién fue el maldito que dejó a una pobre anciana sin su postre? – a esas alturas ya todos estábamos viendo la escena.

 

-Ay mamá, solo es un postre – intentó mediar Carmen.

 

-¿Solo un postre? Lo que sucede es que estoy harta de tener que alimentarlos a todos ustedes. Banda de aprovechadores. Con mi pobre pensión tengo que mantener a cinco vagos que me llegaron de la nada. ¿Y acaso alguno de ustedes trabaja? Porque solo los veo dormir, comer e ir al baño –

 

-Yo siempre te ayudo a ordenar y limpiar los platos –mencioné y es que me estaba haciendo sentir culpable.

 

-Ay mijo, si no tiene nada que ver con ustedes, son unos niños todavía. Lo que me da rabia es que esas dos vacas de ahí prometieron que irían a buscar trabajo y nada de eso ha sucedido –apuntó tanto a doña Cecilia como a mi mamá.

 

-¿Y qué quieres que haga? Nadie me quiere contratar como sirvienta – Carmen se defendía.

 

-Sirvienta quiere la reina. Vas a trabajar de lo que venga, así tengas que limpiar autos en la plaza, ¿oíste? Tienes que pagar por la comida que te llevas a la boca... Y lo mismo va para ti blanquita, que muy ricachona habrás sido, pero ahora no tienes dónde caerte muerta. Así es que buscas trabajo de lo que sea, o sino, patitas para la calle... Y no te hagas la mosca muerta, que estoy segura que fuiste tú quien se comió mi flancito –doña María no tenía piedad con la madre de Rafael.

 

Así fue como, bajo presión de mi abuela, ambas mujeres tuvieron que aceptar el primer trabajo que encontraron. Y como vivimos en el campo, solo pudieron encontrar empleo como recolectoras de fruta. A los tres días del pleito por el flancito, las mujeres se levantaron temprano y caminaron hasta el fundo de don Eleuterio, vestidas con pantalón holgado, blusa larga, sombrero de paja y guantes de lana.

 

-Qué humillación –mencionaba a cada instante Cecilia.

 

-Humillación es la que te voy a hacer pasar yo si no me traes plata a finales del día. Así que te esfuerzas y me traes los billetotes –mi abuela era implacable, tanto que empujó a la señora para que se fuera rápido a laborar.

 

-Va a querer morir. Nunca ha trabajado antes –mencionó mi novio, impresionado al ver a su progenitora marcharse a la faena.

 

-¿Te da pena ver a tu familia en estas circunstancias? –

 

-Claro que sí. Hace muy poco teníamos todo lo que quisiéramos y ahora estamos en la más absoluta de las pobrezas –

 

-¿Has sabido algo de tu papá? Quizás esté planeando algo para salir de este embrollo –

 

-Lo dudo mucho, es un ser demasiado egoísta como para pensar en otros –

 

-Pero son su familia –

 

-Da lo mismo, ese hombre no tiene corazón. Y espero no volver a verlo, porque no lo necesitamos. Saldremos adelante por nuestros medios –

 

-Ay Rafa... ¿te has puesto a pensar en eso? ¿Qué harás el próximo año? Saldrás de la escuela... ¿Podrás ir a la universidad? – me preocupaba su situación, y es que uno que siempre ha sido pobre está acostumbrado, pero él no.

 

-Trabajaré, ¿qué más puedo hacer? Tu abuela nos ha ayudado mucho y tiene razón, no podemos seguir aprovechándonos de ella, tenemos que mantenernos por nuestra propia cuenta –

 

-¿Y saldrás a trabajar al campo? –

 

-Si es necesario, lo haré... Pero no abandonaré a mi mamá ni a mi hermana –

 

En ese instante me invadió una pena enorme y es que no podía soportar pensar que el futuro se ve muy gris para mi novio. Me encantaría ayudarlo, sacarlo de la pobreza, pagarle la universidad, pero soy aún más pobre que él. Solo atino a abrazarlo para darle ánimos, es lo único que puedo entregarle, mi amor.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).