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¡Pobre! por jotaceh

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Día 46: Suspendido

 

Debo reconocer que me dolió. Supongo que todas las primeras veces son dolorosas, aunque ésta le ganó a todas las anteriores, incluso la primera vez que anduve en bicicleta y me caí por un cerro etrellándome sobre una plantación de cactus.

Está bien, tampoco es que me haya desagradado, de hecho, el solo recordar el rostro de placer de Rafael me hace obviar el sufrimiento que padezco cada vez que me siento. Es que era hermoso, como la pintura de un ángel, pero caliente y con sixpack. ¿Y por qué todos los ángeles son gordos? Si ni comen.

-Esta noche podemos intentarlo de nuevo - me comentó mi novio durante el recreo en la escuela.

-¿Otra vez? Lo hemos hecho todos los días, en la mañana y en la noche, ¿todavía quieres más? -

-Si pudiéramos quisiera hacerlo aquí también, ¿crees que puedas ir al baño durante las clases? -

¿Qué especie de pervertido ha nacido de esta situación? Es que siempre quiere hacerlo y ya me siento cansado.

-Bueno, diré que me siento enfermo y que tengo que ir a la enfermería - y hasta se lo creen, si me encanta que sea tan ardiente.

La primera vez dolió, la segunda debo reconocer que no fue tan desagradable, pero ya a la tercera comencé a ver estrellas y la vida me parece más brillante.

Tal como lo mencioné, pedí salir de la clase de ciencias porque estaba supuestamente enfermo.

-¿Qué es lo que siente? - me preguntó el profesor.

-Me duele mucho el estómago, creo... Creo... Que quiero vomitar -

-¡Debe estar embarazado! - gritó Olivia, haciendo que todos se rieran.

-Niña, los hombres no pueden quedar encinta, ¿comprendes? - el viejo que estaba parado frente a nosotros le habló como suele hacer desde que ella ingresó a la escuela, como si fuera una retrasada que apenas puede hablar. ¡Desgraciado!

-Pero es que el otro día leí un fanfic en donde el uke sí quedaba embarazado - dijo la muchacha asustada, todos reían y ella no comprendía por qué, solo se sentía vulnerable ante el bullicio.

-Esas son solo historias de gente retorcida, ahora mejor cállate y trata de no hacer ruido mientras tus compañeros estudian -

Y al escuchar eso, no pude aguantar más. ¿Quién se cree ese viejo de mierda? ¿Acaso no debería estar preparado para enseñarle a todo niño que lo necesite? Eso incluye a gente diferente como Olivia y como yo.

-Ella es inteligente, y puede comprender muy bien todo lo que le dicen. Incluso estoy seguro que es más astuta que Cristián, así es que no le hable de esa manera y trate de hacer bien su trabajo - 

-¿Me vas a decir tú cómo enseñar? - gritó el viejo, que a esas alturas ya estaba rojo por la ira.

-Parece que sí, porque lo hace muy mal. ¿Cómo se le ocurre decirle a Olivia que se quede callada mientras los demás aprenden? -

-Porque no hace otra cosa que gritar y salir corriendo siempre que se estresa. Ya bastante tengo que soportar con los otros cuarenta y cuatro alumnos, como para tener paciencia con una mongólica -

Y al escuchar esa palabra, algo en mí se desató, como si un demonio hubiera dormido en mi interior por años y solo ahora se hubiera atrevido a despertar.

-¡Viejo hijo de puta! ¿Cómo se te ocurre decirle mongólica a Olivia? Eres un asco como profesor... ¡Viejo asqueroso! - dije tranquilamente mientras debatía con educación y amabilidad.

Bueno, en realidad eso lo grité con fuerza mientras me lanzaba contra el profesor y comenzaba a tirarle del poco pelo blanco que poblaba su cabeza vacía y llena de prejuicios. 


-Lo siento, me costó salir de clases - le dije a Rafael cuando nos encontramos en el baño.

-¿Por qué? ¿Qué te pasó? - parecía preocupado, y es que iba con la ropa arrugada y el pelo revuelto.

-El viejo de ciencias le dijo mongólica a tu hermana, así es que me lancé contra él y le dejé calvo -

-¿Que hiciste qué? ¿Y cómo escapaste? - mi novio no podía creerlo.

-No lo hice, me llevaron a inspectoría y me suspendieron por una semana. Por eso vine, antes de ir a mi casa -

Y era la verdad, hicieron todo un escándalo porque el viejo estaba asustado y supuestamente porque soy un mal alumno. Ya quisiera ver si tienen a otro chico que salte tan alto y arranque más canas por segundo que Pablo Soto.

-Entonces supongo que no quieres follar -

-Te equivocas querido, por esa misma razón, tengo ganas... ¡Bájate los pantalones! - no tenía ánimos para charlas, necesitaba sexo.

Y así fue como el chico, con un poco de miedo, se bajó la prenda y dejó en libertad aquel trozo de carne ardiente que crecía poco a poco. No, no tenía miedo, de hecho creo que le gustaba un poco lo agresivo que andaba.

Me llevé a la boca su falo, besé el glande y lo succioné mientras escuchaba sus gemidos de placer arriba. Lo intenté ingresar a mi cavidad, tan solo que no podía engullirlo por completo, era demasiado grande y grueso.

-¿Te gusta el pico? - dijo el muy cerdo como si se tratara de una película de porno barata, de esas que jamás he visto en modo incógnito en el navegador para que no quede historial.

-Me encanta, papi - ay las cosas que se me ocurren a veces. Dije con voz de cuarentona desesperada.

-¿Sí? ¿Te gusta? - preguntaba extasiado mientras intentaba tocarme la garganta con su miembro. 

-Cl...Cla...ro...-quise responder, pero... ¡Dah! Tenía la boca ocupada.

Después de ello, me levanté, me bajé los pantalones, me puse contra la pared y le ofrecí mi humanidad.

-Soy todo tuyo -

-Espérame, que traje algo - dijo mientras buscaba en los bolsillos de su chaqueta.

¿Qué se le habrá ocurrido? Me preguntaba en silencio, mientras estaba con las pompas al aire. Imaginé que algún juguete erótico, tal vez un dildo jumbo o un látigo para darme "duro". ¡Si es tan juguetón!

-Ya lo encontré - y me mostró un preservativo.

-¿Y eso era? - estaba desilusionado.

-¿En serio? Qué cerdo eres Pablito, siempre hay que cuidarse -

Ok, tenía razón, tan solo que como no estoy acostumbrado a tener relaciones... En las porno no usan. Digo, por lo que me han dicho.

Con el condón puesto, me golpeó las nalgas con su pene, así como si se tratara de un aviso de golpiza. Y luego poco a poco comenzó a introducirlo en mis entrañas. El dolor esta vez fue pasajero. Lentamente comencé a sentir un cosquilleo que invadía cada centímetro de mi cuerpo.

-¿Te gusta? - seguía preguntando mientras jadeaba.

-¡Qué sí! Tú solo sigue- ¿qué afán tiene?

Me tomó la cintura con sus manos para embestir con mayor certeza y llegar más profundo en mí. Tuve que cerrar los ojos y es que nunca había sentido un placer tal. Y de pronto, sin darme cuenta, acabé. Mi esencia se derramó por el suelo y no sabía cómo, si ni siquiera me había tocado.

-Creo que acabé... Me siento húmedo -

-¿Estás seguro? Yo solo veo sangre en el piso -

-¡¿Qué?! - grité desesperado al mirar abajo y darme cuenta que tenía razón. No había llegado al clímax, sino que me estaba desangrando.

-¿Qué me hiciste? ¡Animal! -

-Espera...espera....- y el muy cabrón prefirió eyacular primero y después ayudarme con la hemorragia.

Así quedé suspendido por una semana de la escuela por pegarle a un profesor. Aunque fue lo mejor que me pudo suceder y es que después de tanto sexo, necesité de reposo absoluto. ¿Qué nadie piensa en el pobre uke?

 


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